jueves, 1 de diciembre de 2016

ETERNO MOZART, NUEVO LIBRO DE ÓSCAR AGUIRRE GÓMEZ

Por Iván Herrera Michel
                

Portada del libro
De nuevo hay que resaltar la contribución que a la literatura de la Orden hace desde la ciudad de Pereira un escritor Masón.  Y aunque la actividad literaria primordial de Oscar Aguirre Gómez está dirigida al cuento, el ensayo y la poesía, su producción de contenido Masónico sigue siendo considerable. 
           
El libro “Eterno Mozart” sale a la luz pública en el mes de mayo de 2016 y consta de siete ensayos, de los cuales tres se ocupan con profusión de datos y análisis del paso del genio de Salzburgo por la Masonería y de su abundante contribución a la Orden a la que estuvo fuertemente vinculado durante los últimos siete años de su vida: “Mozart y la Masonería”, “Círculo Masónico de Mozart”, y “La Flauta Mágica”. 
            
Llama la atención la manera creativa como en la construcción del texto (280 Págs.) se combinan los ensayos con tres cuentos alrededor de la figura de Mozart: “Encuentro en Sol Menor”, “Mozart en Praga” y “El adiós”.
              
Pocos Masones en el mundo han hecho derramar tanta tinta y han sido objeto de tantos análisis como Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, 1756 - Viena, 1791).  De hecho, es uno de los compositores más prestigiosos y notorios de la historia.  En clave Masónica Oscar Aguirre define así la fascinación que ha despertado su obra:
              
Oscar Aguirre Gómez

“¿Por qué tanta insistencia acerca de Mozart? Porque la Belleza es uno de los pilares del Templo del Universo, y la hallamos a través de la obra del genio.  Me acerco, repito, con respeto a Mozart, pues su arte es el resultado de la más fina elaboración; de una dimensión luminosa percibida a través del filtro de su genio.  Su música poderosa es el tránsito hacia altas esferas… Mozart es el reflejo de lo que el hombre puede alcanzar si hace a un lado la montaña que obstaculiza su visión cotidiana… es el receptor privilegiado de la música, templo invisible y portentoso, construido sin ruido de herramientas… Mozart es una incógnita”. 
              
Nos reencuentra el libro con “La Flauta Mágica” que no nos cansamos de degustar, una admirable pequeña pieza de teatro popular en solo dos actos, propia de la cultura alemana, de las que llaman “singspiel” (emparentada con la ópera cómica francesa, la opera balada inglesa y la zarzuela española), un poco simple y con diálogos más bien hablados.  Su complejidad surge cuando tratamos de interpretarla, más allá de un cuento de hadas o de lo bufo, como una descripción de la Iniciación Masónica según la versión del siglo XVIII del Rito Zinnendorf.  En ella, Mozart compuso la música al libreto escrito por el también Masón Emanuel Schikaneder, y la estrenó dos meses antes de su muerte ocurrida en la fría madrugada del cinco de diciembre de 1791.
                                
Constanze Weber
Dos semanas antes de su fallecimiento, a los treinta y cinco años de edad, el 18 de noviembre de 1791, Mozart estrenó la “Pequeña Cantata Masónica K.  623”, la última de las muchas obras que compuso a la Masonería, en la consagración del nuevo Templo de la Logia “La Esperanza Coronada”, en Viena, de la que era entonces miembro activo, siendo Venerable Maestro el Conde Johann Esterházy.  Posteriormente, su Logia publicó la partitura para ayudar económicamente a la joven y bella esposa Constanze Weber, a quien dejó viuda con dos hijos varones, Karl Thomas de 7 años y Franz Xaver Wolfgang de cinco meses. 
                   
Años más tarde, Constanze se casaría con el escritor danés Georg Nikolaus von Nissen, en cuyo epitafio en Salzburgo aún se lee "El esposo de la viuda de Mozart".  En esa misma ciudad Constanze murió el 6 de marzo de 1842, dos veces viuda a los 80 años de edad.
                  
Hace unos años, Oscar Aguirre había publicado los libros “La Masonería en la Literatura” y “Bolivar y la Francmasonería”, que reseñé en su oportunidad.  Ahora remata con “Eterno Mozart” para una triada que muestra la estructura de pensamiento Masónico que ha hecho grandes aportes a la construcción de la sociedad occidental en los últimos tres siglos a partir de las ejecutorias de alguno de sus más conocidos miembros. 
               
Es una saga Masónica imprescindible en la biblioteca de un Masón. 
 
 
 
 
 
 

domingo, 30 de octubre de 2016

LA FUNDACIÓN DE PEREIRA EN CLAVE MASÓNICA


Por Iván Herrera Michel
                    
Walter Benavides Antia

Por fraternal deferencia del Masón, economista, miembro de la Academia de Historia de Pereira e investigador Walter Benavides Antia, ha llegado a mis manos un ensayo de su autoría titulado “Don José Francisco Pereira Martínez y sus hijos Pereira Gamboa”, que forma parte de la colección “Pereira, Masonería e Historia”, en particular del Tomo I “Pereira, en la Edad del Aprendiz. 1540 – 1800”, cuyas 72 páginas he leído con interés en una sola noche.
               
Siempre me ha sorprendido la implantación de la Masonería en una ciudad que como Pereira hoy no cuenta con más de 500.000 habitantes. De hecho, proporcionalmente, y aunque fuertemente divididos, la ciudad muestra el  mayor porcentaje en Colombia de Masones y Masonas en relación con su población general. Igual supremacía se observa cuando la comparamos con la cantidad de Logias masculinas y mixtas que allí trabajan. 
                          
Todos practican el REAA mayoritariamente en dos Obediencias: La Gran Logia Occidental de Colombia, fundada en 1935 con sede principal en Cali, y la Orden Masónica Mixta Internacional “El Derecho Humano”, fundada en 1893, con sede principal en París, Francia, y presencia en 60 países. En el pasado Pereira ha contado con logias de la Gran Logia Central de Colombia, con sede en Bogotá, y del Gran Oriente Latinoamericano (GOLA), que es de carácter internacional y posee Logias en América y Europa.
                 
En 1990 en el marco de un gran cisma Masónico nacional, se fundó la Gran Logia del Eje Cafetero, con sede principal en Pereira y Logias en Armenia, la cual desapareció a los pocos años "por razones que no son del caso mencionar" como me afirmó con prudencia un Masón pereirano.
             
Ya yo había reseñado los libros “La Masonería en la Literatura” y “Simón Bolívar y la Francmasonería” del también investigador y Masón pereirano Oscar Romero Aguirre, lo cual habla muy bien del nivel intelectual de la Orden en esa ciudad.
                    
En Colombia no es frecuente rescatar la sociabilidad constructiva Masónica de sus grandes hombres, ni el rol de la Masonería en la construcción de nuestras sociedades. De tal manera, por ejemplo, que muy poco se referencia la Orden por parte de los historiadores y educadores en las biografías de los 27 presidentes de la república que han pertenecido a la Orden. Y ni hablar del sin número de Ministros de estado, gobernadores, alcaldes, congresistas, empresarios, militares, literatos, fundadores de universidades, Etc., que lo han sido desde comienzos del siglo XIX hasta la fecha. Es como si existiera un pacto tácito de no hacerlo, o nadie se hubiera dado cuenta de que tanta gente en el escenario nacional ha estado unida por ese vínculo.  
                  
Esta obra de Walter Benavides redacta en clave Masónica la biografía y el aporte que a la
Escudo de la ciudad de Pereira
sociedad colombiana, y con especial énfasis a la ciudad de Pereira, ofrecieron José Francisco Pereira Martínez y sus hijos Nicolás, Próspero, Guillermo, Emilio y Benjamín Pereira Gamba, que regalaron el terreno para la fundación de la ciudad, y fueron, tanto el padre como los primeros cuatro de sus cinco nombrados, conocidos Masones que alcanzaron altos Grados del REAA, seguramente recibidos del Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino, fundado en 1833 con Carta Patente del Gran Oriente de Francia y/o  del Supremo Consejo Central de Colombia, fundado en 1864 y declarado “irregular” por el Supremo Consejo para la jurisdicción Sur de los Estados Unidos de América siendo su Soberano Gran Comendador Albert Pike.
                
Pero más allá de lo local pereirano, el ensayo de Walter Benavides Antia se constituye en un ejemplo a seguir al inscribirse en una nueva puesta en escena de la Masonería, en su camino hacia la normalización frente una opinión pública que no la conoce y en ocasiones vincula su devenir con singulares teorías conspirativas o extraños predicamentos, ya que muestra una relación indiscutible entre la vida pública de los Masones que han moldeado la historia y una corriente política de progreso regional y nacional vinculada a su accionar. 
            
             
                         


viernes, 30 de septiembre de 2016

SOMOS MAS QUE CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA


(Palabras pronunciadas en el Cuarto Simposio Masónico, sobre “Masonería esotérica. Ciencia o pseudociencia”, organizado por la Gran Logia Universal Mixta de LL:. y AA:.MM:. de Habla Hispana en los Estados Unidos de América, Or:. de New Jersey (USA), los días 16 y 18 de  septiembre  2016 (E:. V:.)


La Masonería no se puede limitar a la práctica de debates sobre preguntas extravagantes que tienen respuestas extrañas
          
Por Iván Herrera Michel
            
QQ:.  HH:.  todos,
          
Quiero confesarles de entrada que tengo cuatro razones principales para no confiar en una pseudociencia:
         


La primera es su terquedad en sostener que hace miles de años se sabían más y más veraces cosas que ahora.  Los hombres modernos salimos del África descalzos y desarrapados hace unos 70.000 años, y en algún punto de la historia comenzamos a creer en cosas que aceptábamos a través de la especulación sobre el entorno que los cinco sentidos nos mostraban.  Las primeras creencias de esos ancestrales 5.000 abuelos negros, entre mujeres, hombres y niños, debieron constituir la tradición primordial de la que habla Rene Guenón, y es muy difícil saber ahora con el poco conocimiento que tenemos de ellos lo que daban por cierto en apenas un promedio de vida de 26 años.

               
La segunda razón para mi desconfianza es que las pseudociencias sostienen que sus saberes son incorregibles y no evolucionan en sus conceptos.  Por ejemplo, la homeopatía, que apenas fue creada hace dos siglos en 1796, en Alemania, por Samuel Hahnemann, se mantiene ajena por completo a las ciencias experimentales.  Si acaso, complementan sus vacíos con conocimientos científicos.
            
La tercera razón de mi desengaño de las pseudociencias, es que son de una simplicidad y superficialidad que asombran.  Se puede ser un experto en manejar energías físicas, emocionales y espirituales en unas tres secciones de no más de ocho horas cada una. 
                
Y la cuarta razón de mi desencanto con las pseudociencias, radica en que ninguna de las pruebas experimentales que se han hecho sobre lo que afirman le dan la razón más allá de los fortuito y el efecto placebo.  Por ejemplo, es muy difícil de creer en ese sistema de predicción de acontecimientos que es la astrología para quien estudia astronomía.  Que a nuestro comportamiento lo inclinen los planetas deja mucho que desear para un psicólogo, un astrónomo o un médico psiquiatra. 
                  
No obstante, su arraigo en la mayor parte de la población se debe a que desde que nacemos estamos inmersos en una inducción cultural que limita e inclina nuestra capacidad de discernimiento sobre la realidad.  El entorno, aunado a la evolución de la psicología humana, influye en las explicaciones que damos a los fenómenos, de la misma manera que el lenguaje heredado influye en las comprensiones y los sesgos con que vamos figurándonos el mundo desde la niñez. 
                
Tengo la suerte de conocer de primera mano el fascinante realismo mágico del caribe, que debo señalar que es apenas uno más de los que se observan en pueblos antiguos y actuales alrededor del planeta.  El nobel colombiano Gabriel García Márquez, que nació a una hora en automóvil de mi ciudad y vivió en ella gran parte de su vida, lo retrata es una forma más que maravillosa.
               
El Gran Maestro anfitrión Benjamín Sabido 
Por ejemplo, en Cien Años de Soledad, García Márquez narra la desaparición de Remedios la Bella contando que mientras ayuda a Fernanda del Carpio a doblar una sábana, esta nota que está pálida y le pregunta si se siente bien.  Remedios la Bella le contesta que nunca se había sentido mejor, comienza a levitar con la sábana y se despide con la mano mientras se eleva a lo más alto del cielo.  También cuenta García Márquez que cuando muere José Arcadio Buendía "Tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro". 
              
Otra historia: En un pueblo del Caribe colombiano, en medio de la basura y la hojarasca apareció un muñeco de plásticos de no más de treinta centímetros de alto.  Un niño lo llevó a su casa y a la abuela se le metió en la cabeza que era un santo, y como le salió milagrero, en el rincón casero de los santos lo alumbró con una vela al lado de la Virgen del Carmen, el beato José Gregorio Hernández, San Antonio de Padua, un Cristo de San Benito Abad y San Martín de Porras.  Nadie sabía de qué santo se trataba hasta que una vecina descubrió el nombre en la planta de los pies.  Se llamaba Japán!
                  
Pues bien, mis Queridos Hermanos, no me lo van a creer, pero la verdad es que todavía San Japán sigue haciendo milagros a sus fieles en un pueblo del Caribe colombiano.
                 
Puedo contar muchas cosas como estas.  Pertenecemos a pueblos latinoamericanos cargados de historias y poseedores de un patrimonio mágico que retando la imaginación bordea la poesía.  En mis recuerdos, que son parte integral de mi vida, las brujas no solo vuelan en la imaginación de los míos sino que están vivas en las historias de mi gente, porque yo tuve la inmensa fortuna de nacer y crecer en medio de cientos de narraciones asombrosas contadas por las viejas de mi barrio.
               
Entro a una casa de mi tierra y encuentro detrás de la puerta de entrada una mata de sábila al lado de un Sagrado Corazón de Jesús, y en la mesita de centro de la sala un elefante con la cola hacia la calle y un Buda gordo sentado para atraer la prosperidad.  La señora de la casa los sábados quema sahumerios hindúes y el señor tiene en la billetera un dólar americano haciéndose campo con una estampita del Divino Niño.
                     
Creemos en bendiciones y en maldiciones propias del mundo amerindio, prestadas del África, facilitadas por los orientales o heredadas de Europa.
                
Y aunque recuerdo con nostalgia la devoción infantil con que veía y oía de noche estas narraciones en las puertas de las casas, y luego las recordaba atónito en la soledad de mi cuarto, en eventos como estos, convocado bajo el eslogan de las ciencias y las pseudociencias, tengo que, con los pies sobre la tierra, reconocer seriamente que nada de eso corresponde a una realidad objetiva que pueda pasar por el cedazo de la razón.  A pesar de que esas fantasías formen parte de mi propia realidad subjetiva y sean los filtros con que me acerqué al mundo.
                 
Tenemos la tendencia a creer cosas fuera de lo normal porque estamos adiestrados para hacerlo con creencias de diversos tipos.  A ellas hemos llegado de la mano amorosa de nuestros seres más queridos y respetados desde que nacimos.  Nos las han aconsejado personas de las cuales no tenemos la más mínima duda de su buena intención para con nosotros. 
              
No es un tema fácil abrirnos a otras posibilidades de la realidad distintas a la que tenemos por cierta.  Al respecto voy a contarles un experimento muy interesante que mostró como en ocasiones preferimos no escuchar
                 
En la década de los 60s del siglo pasado los psicólogos cognitivos estadounidenses Joe Balloun y Timothy Brock reunieron a un grupo de personas.  La mitad creyente y la mitad ateos.  A ambos grupos se les expuso a un mensaje grabado exaltando al cristianismo y otro atacándolo.  Las grabaciones se mezclaron con un ruido molesto de electricidad estática que obstaculizaba comprender bien las palabras.
             
No obstante, cada persona tenía la posibilidad de reducir el sonido molesto maniobrando un botón para escuchar claramente el mensaje. 
                 
Resultado de prueba:
             
Cuando se encumbraba el cristianismo, los creyentes trataban de oír mejor.  Cuando se atacaba al cristianismo los creyentes preferían no escuchar bien el mensaje.
            
Cuando se encumbraba el cristianismo, los ateos preferían no escuchar bien el mensaje.  Cuando se atacaba al cristianismo los ateos trataban de oír mejor. 
                  
Resultado parecido se obtuvo con posteriores experimentos que incluyeron a fumadores y no fumadores expuestos a un discurso sobre la relación entre el cigarrillo y el cáncer. 
               
Conclusión de los investigadores: Acallamos el desacuerdo cognitivo mediante la ignorancia autoimpuesta.
               
De la misma manera, vemos como hay personas que ingresan a una Logia (a veces no me atrevo decir que se Inician) y el ruido de sus propios pensamientos pre – Masónicos no le permiten comprender de que se trata la novedad iniciática.  Es odioso tener que decir que solo Iniciándonos podemos comprender como y para donde corren las aguas de la Orden.  El Masón no nace, el Masón se hace.  Una Iniciación bien vivida es el decodificador que hay que adquirir para lo que sigue.
                      
La Masonería es como hablar una lengua extranjera o como dominar un instrumento musical, que nadie lo hace bien sin dedicar horas y horas de práctica y estudio con el fin de acortar la distancia entre la timidez del Aprendiz y la seguridad del Maestro.  La percepción del camino Masónico solo se realiza por las sensaciones.  El Masón trabaja, se detiene y medita delante de la obra, la crea y la recrea en su mente y se hace parte de ella.  Investigación, reflexión teórica, consideraciones éticas, y práctica efectiva son los ejes del método Masónico.
                   
Por eso es tan subjetiva e individual la Masonería.  Esto es lo que en mi concepto es lo esotérico de la Masonería.  No porque sea oculta o porque no se deba dar a conocer públicamente, sino porque al ser esencialmente íntimo el proceso de iluminación es muy difícil trasmitirlo en palabras y solo se entiende mediante el lenguaje de la trascendencia.
                     
La Masonería nos motiva a pulsar el botón que apaga el ruido que nos distancia de lo diferente, sin despojarnos de nuestra realidad subjetiva.  Nos ayuda a construirnos con materiales racionales y no racionales en un entramado sesgado hacia dentro y hacía afuera, que es como cuando decimos que la Logia es tan larga como de occidente al oriente, tan ancha como del norte al sur, tan profunda como hasta el centro de la tierra y tan alta como la bóveda celeste.  Porque somos también nosotros mismos la Logia en la que trabajamos y en la que figuramos el universo de nuestras ideas aunque emanen de una prosaica funcionalidad cerebral.
                        
La Masonería está en capacidad de aprehender la ciencia y el simbolismo de las pseudociencias, y como en la alquimia medieval aplicar el principio de “solve et coagula” (es decir, disuelve y consolida), mediante el cual construye cosas nuevas descomponiendo las viejas.  De hecho, la Masonería no funciona de manera diferente a este vaivén continuo de impugnación y tamizaje, en donde no hay verdades esculpidas en mármol. 
                        
Hay un libro extraordinario que me recomendó hace poco un amigo.  Se llama “Consilience:la unidad del conocimiento" escrito por Edward O. Wilson.  Habla de cómo las humanidades y las ciencias tienen que ir de la mano si quieren ser más eficientes.  Y es genial la propuesta porque dice que las humanidades deben ser más científicas, y las ciencia más humanistas, porque hay de por medio una reflexión ética sobre cada idea, sobre cada sentimiento, sobre cada diversión y sobre cada experimento a desarrollar.  Ya que el humanismo define más al ser humano que la ciencia, aunque sea la ciencia el gran producto humano por excelencia. 
                    
La Masonería se ha adelantado y es algo más que una técnica de ayuda personal.  Es una forma de pensar y de asumir la realidad promoviendo lo humano.  Eso es lo esotérico que yo veo y solo así veo que construye Templos interiores y exteriores a dirigidos a la felicidad humana. 
                   

Queridos Hermanos y Queridas Hermanas,
                   
Afuera de nuestras Logias una generación entera, diferente a todas las anteriores, llamada Millenials, nos observa y evalúa si la Masonería puede tener un lugar en la construcción de su vida. Es la generación más tecnológica de la historia de la humanidad. Han nacido entre 1980 y el año 2000 y en 9 años, o sea en el año 2025 representarán el 74% de la fuerza laboral del mundo. Hoy tienen entre 16 y 36 años y mañana serán el futuro de todo en todas partes y, naturalmente el futuro de la Masonería.  
              
La Masonería no se puede limitar a la sola práctica de debates especializados basados en preguntas extravagantes que tienen respuestas extrañas. Debemos comenzar por intentar resolver cuestiones de la vida cotidiana y contribuir a permitir que la próxima generación, a partir de una visión más clara de la de su entorno, pueda hallar un sentido para sus vidas y elegir libremente una manera de vivir alejada de obsesiones superficiales o psicóticas.
                  

Muchas Gracias.




  

miércoles, 31 de agosto de 2016

EL “PARTIDO ANTIMASÓNICO” ESTADOUNIDENSE

           
Por Iván Herrera Michel
            
Corren inéditos vientos electorales en los Estados Unidos de América y la Masonería de ese país (de blancos y de negros) brilla por su ausencia en los grandes debates que se están dando a pesar del espíritu patriota del que siempre ha hecho gala. Racismo, xenofobia, armamentismo, machismo, intolerancia, armamentismo… son el pan de cada y las plataformas ideológicas de los partidos parecen haberse diluido en un océano de intereses corporativos y escándalos. Ampararse en que la Masonería “regular” no se ocupa de la política, recuerda a Dante Alighieri escribiendo que “los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que en tiempos de crisis moral mantienen su neutralidad”.
                      
Andrew Jackson

Es conocido el prestigio institucional que posee la Masonería en los Estados Unidos de América. Lo soporta la cantidad de Masones en la revolución independentista (50 de los 54 oficiales que acompañaron a Washington eran Masones), la impresionante filantropía que han brindado a la Unión, sus 16 presidentes (entre los cuales 7 demócratas y 5 republicanos), el alto número de congresistas, gobernadores, militares, artistas, científicos, deportistas que han pertenecido a la Orden, sus hermosas edificaciones que son iconos urbanos, sus vistosos desfiles públicos y las cuantiosas donaciones caritativas con que se han hecho presentes en los momentos más difíciles de la nación.
          
Pero las cosas no siempre fueron así. No habían transcurrido tres décadas desde la muerte de George Washington en Mount Vernon, Virginia, en 1799, cuando oficialmente se creaba en 1827 un partido político en Rochester, Nueva York, denominado “Partido Antimasónico”, como resultado de la hostilidad generalizada que se había ido formando contra los Masones que ocupaban cargos públicos y la oposición al controvertido político Masón Andrew Jackson que aspiró a la presidencia en 1824 y la ocupó por dos periodos consecutivos de 1829 a 1837 en los que fortaleció el poder central frente al de los estados. A partir de la constitución del Partido Antimasónico rápidamente proliferaron los periódicos y las publicaciones antimasónicas, especialmente en los estados del este.
              
El solo nombre del partido brinda una idea de lo impopular que llegó a ser la Orden en esos días, luego del respeto que se había ganado a finales del siglo XVIII y principios del XIX durante las gestas independentistas y la consolidación de la Unión. Los principales oponentes de la Masonería estaban representados por la prensa, las iglesias (especialmente presbiteriana, congregacionista, metodista y bautista) y los estamentos antiesclavistas. Adicionalmente, fuertes ataques provenían del presidente en ejercicio John Quincy Adams. La coalición que apoyó a Jackson finalmente derivó en el partido demócrata. Y sus
 
Quincy Adams

contrincantes terminaron uniéndose al partido whig que finalmente se incorporó en gran medida al partido republicano al disolverse en la década de 1850, conformándose el sistema bipartidista actual norteamericano.
           
El Affair Morgan unido al temor popular de que los Masones se financiaban de manera ilegal y tenían un gobierno secreto se combinaron para atacar la Orden. A los cargos se agregó el rumor de que el sigilo se utilizaba para ocultar actividades ilegales e inmorales, conspiraciones criminales y encubrir delitos, así como que buscaban subvertir las instituciones políticas y religiosas para obtener beneficios propios. Toda una histeria colectiva basada en el miedo se apodero de la opinión pública que conocía como jueces, hombres de negocios, banqueros y políticos a menudo eran masones.
                    
Como consecuencia de la animadversión, el número de Masones en los Estados Unidos se redujo de 100.0000 a 40.000 en 10 años. Nueva York pasó de 20.000 a 3.000 Masones y de 480 Logias a 82 en diez años. El efecto fue particularmente devastador en Vermont, Pennsylvania, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut y Ohio. En otros estados las Grandes Logias dejaron de reunirse y de celebrar Iniciaciones y actos públicos. Los efectos sicológicos fueron aún mayores y los Masones abandonaron masivamente la Orden, hasta que en un ambiente más tranquilo en las décadas de 1840 y 1850 comenzaron de nuevo a poblarla.
                        
A los Masones se les hizo la vida imposible durante los 10 años en que funcionó el Partido Antimasónico. Los atacaban en la calle, le destruían sus propiedades, rompían sus convenios comerciales y se hacían parodias de sus ceremonias en las calles para ridiculizarlos.
                        

William Morgan
La antimasonería existía en los Estados Unidos desde antes de 1820, pero el detonante que puso en marcha a la opinión pública hasta la formación de un partido político (el tercero en la historia de la Unión) fue el “Morgan Affair”, que consistió en la nunca aclarada ni probada desaparición y homicidio de William Morgan. Un conflictivo Masón que había sido denunciado y hecho arrestar por la Logia de Batavia por robo, y quien había amenazado con publicar un texto con lo que había conocido en la Orden. La acusación contra la Orden consistió en que los Masones en venganza lo habían secuestrado y presuntamente asesinado. Posteriormente, se le atribuyó un cadáver que apareció cerca del rio Niagara, y aunque se afirmaba que Morgan se había ido a vivir a Canadá por su “asesinato” fueron condenados los Masones Loton Lawon, Nicholas Chesebro Y Edward Sawyer. El caso adquirió especial notoriedad a raíz de la publicación de libro de Morgan por parte de David Cade Miller.
                        
Al Partido Antimasónico le cabe el honor de haber introducido dos grandes innovaciones en la política estadounidense que aún se observan con pulcritud: las convenciones demócratas y republicanas de nominación de candidatos para la presidencia y la obligatoriedad de que los partidos adopten una plataforma en la que se estipulen sus principios ideológicos. Y un dato curioso que trae la efeméride de la primera convención radica en que en la del Partido Antimasónico para elegir candidato a la presidencia de 1832, celebrada en Baltimore en 1931, resultó nominado el Masón William Wirt, quien afirmaba que se había retirado de la Orden por considerarla peligrosa para la sociedad.
                  
Posteriormente, un “Partido Antimasónico” muy diferente funcionó de 1872 a 1888 con un
 
Jonathan Blanchard
corte religioso, que fue creado por el pastor Jonathan Blanchard, candidato a las elecciones presidenciales de 1884 sin ninguna suerte, cuando resultó ganador el demócrata Grover Cleveland. Esta segunda versión contó con una base religiosa y también tuvo una vida efímera.
                   
Las dos experiencias partidistas antimasónicas, correspondieron a una época en que la presencia de los Masones en la vida pública norteamericana construía sociedad y estado. La primera inmediatamente posterior a la independencia y la democracia, la segunda vez al periodo que siguió a la guerra civil o de secesión estadounidense. Es decir, que la Masonería se hizo notar cuando más había que erigir un futuro. La queja común indiscutiblemente era la penetración de la Orden en la vida civil y política de la nación y esto fue la causa del celo de la reacción del conservadurismo.
                         
Lyndon B. Johnson
Hoy por el contrario, los Masones se encuentran alejados del poder público y el último presidente Masón fue el demócrata Lyndon B. Johnson que no pasó del primer Grado y ejerció el cargo de 1963 a 1969 gracias al asesinato de John F. Kennedy y a que fue reelegido para un segundo periodo. La Casa Blanca no había tenido un inquilino Masón desde los tiempos del también demócrata Harry S. Truman (1943 a 1953). Y no obstante que se repita hasta el infinito en Internet, lo realmente cierto es que ni los Bush, ni Clinton ni Obama han sido Masones. Tampoco Donald Trump ni Hillary Clinton, dicho sea de paso.
                
La distancia entre los Masones y el gobierno de los Estados Unidos es cada vez mas grande y concuerda con la dramática disminución de su membresía.
                   
Su silencio muestra un sector de la Orden que enredado en sus propios criterios para la regularidad Masónica abandonó su labor histórica y se acercó más a la actitud de la orquesta del Titanic, interpretando con donosura el himno cristiano "Nearer, my god, to thee" (Más cerca, oh Dios de tí) en medio del tropelín general.
                  
 
 
 
 

viernes, 29 de julio de 2016

RECOMENDACIONES PARA APLICAR A UNA LOGIA POR INTERNET

          
Por: Iván Herrera Michel
             
En los países que no han sufrido una interrupción abrupta de su historia Masónica el padrinazgo a los candidatos se ha mantenido en buena medida, aunque va in crescendo el número de aspirantes que tocan el Pórtico por internet o envían un correo electrónico expresando su deseo de formar parte de la Orden.
          
Como se me está volviendo frecuente recibir y redireccionar estas solicitudes y en mi Taller ya comenzaron a Iniciarse quienes así se aproximan, quiero aprovechar la oportunidad que me brinda una persona que me lo pregunta, para públicamente hacer algunas recomendaciones dirigidas a facilitar su proceso de admisión.
                
Lo primero que debemos advertir es que este primer correo representa todo lo que se conoce del interesado por lo que es importante que transmita una visión clara. Una solicitud por correo electrónico observa similares reglas a una hecha por correo postal.
         
¿A QUIÉN DIRIGIRSE?
            
Sin importar si es mujer, negro, homosexual, minusválido, ateo, anciano o comunista (o todo lo anterior) o cristiano, musulmán, budista, agnóstico, Etc., usted puede iniciarse en una Logia Masónica. Aléjese de los clichés que el detalle está en tocar la puerta correcta. Como dijo el Masón Goethe: "No todos los caminos son para todos los caminantes".
         
Si no conoce a nadie que sea Masón o Masona, o el que conocía ya no está disponible o en su Logia no se admite a alguien como usted, no se desanime porque la Masonería cuenta en internet con múltiples sitios a los que dirigirse. Unos ofrecen un formulario, otros poseen un campo para consignar sus datos, los más tienen una dirección electrónica, brindan un documento descargable o incluyen un mapa en donde localizar Logias cercanas.
          
Hasta ahí todo parece fácil, pero hay algunas cosas del planeta Masónico que usted debe saber antes de iniciarse. Por ejemplo, que existen muchas clases de Masonería sin contar las piratas y las que están diseñadas por personas inescrupulosas que solo buscan su dinero. Para mí es claro que usted debe superar el examen que  le hagan para ingresar a la Orden, pero también lo es que sus interlocutores deben aprobar el que usted les haga para formar parte de ellos.
              
Hay Masonerías solo para cristianos, otras para varones o mujeres exclusivamente, unas más son mixtas. Algunas cuentan con una orientación sociopolítica determinada, otras son de perfil ocultista, religioso, laico o librepensador. O no aceptan negros, o no aceptan negros ni mujeres, o no reciben homosexuales, o aceptan negros pero no homosexuales, o aceptan homosexuales pero no negros, o no aceptan mujeres pero si homosexuales, o aceptan mujeres pero no homosexuales, o no aceptan blancos, o los admiten a todos, o son de militares, o están constituida por médicos, Etc. Hay una variedad que debe considerar seriamente, puesto que de eso depende su inserción en la Orden y el evitarse futuras incomodidades.
            
Mi consejo es que a la luz de sus propias expectativas lea despacio la información que muestran los sitios web de la Masonería, porque tienen la ventaja de estar diseñados para puntualizar estilos, especificidades y modalidades. Luego elija el de su gusto y proceda en consideración.
                
EL PRIMER CONTACTO
              
Sobra advertir que es importante que su solicitud no contenga errores ortográficos, no sea demasiada extensa y que el nombre de la dirección de la que provenga transmita seriedad. No son de buen recibo nicks del estilo de morenitosexi@..., sigosiendoelrey@..., tuchucky@..., michaeljackson82@..., elsietemujeres@..., alcapone53@..., pokemon75@..., tellegolahora@..., ariopuro@... Además, ayudaría que se indique en forma breve porqué le interesa ser Masón y que espera de ello. No es necesaria una foto en principio.
             
En cambio, sí es útil aportar claramente su nombre, correo electrónico, ciudad en donde vive, ojalá su teléfono de contacto, dirección de domicilio y algún otro dato que permita que quien responda pueda orientarlo de la mejor manera hacia una Logia que a usted le sea de fácil acceso para que continúe el trámite. Facilítele el trabajo.
              
LA INVESTIGACIÓN
            
Surtido lo anterior, podemos hablar que en términos prácticos ya su aplicación está preliminarmente presentada y tras un primer estudio con resultado favorable se procede a nombrar dos o tres de sus miembros para que lo contacten y rindan un informe individual.
             
Cada Logia posee unas reglas propias, pero lo generalmente aceptado es que ninguno de los entrevistadores sepa quién es el otro. Tampoco deben discutir sus impresiones entre sí. Las citas pueden ser en su hogar o en algún otro sitio a convenir de común acuerdo.
             
En este encuentro, simple y llanamente sea honesto. Las mentiras y medias verdades terminan descubriéndose y nunca caen bien. Para ser Masón o Masona no hay que haber tenido una vida extraordinaria. No se requiere ser millonario, haber subido el Everest, descubierto la cura del cáncer, pisado la luna, tener un doctorado en ciencias políticas, correr los 100 metros planos en 10 segundos, ser el alcalde municipal o formar parte de la élite intelectual de la ciudad.
             
Pero si alguna de estas cosas forma parte de su biografía personal, no se muestre vanidoso con ellas porque si tocó el pórtico de una Masonería que se respeta a sí misma, es lo que menos le interesa y lo primero que le dirán es que las dejé fuera de la Logia. El 99.9% de los Masones son personas normales que nunca han hecho ni van a hacer algo parecido.
             
EL RESULTADO              
No hay un patrón universal acerca de cuándo, dónde y cómo comunica una Logia el resultado final de un pedido de admisión, y el tiempo que se toma para hacerlo suele variar en virtud de circunstancias internas que no necesariamente tienen que ver con su solicitud.
               
Sea paciente, que como bien dijo Marilyn Monroe: “Vale la pena esperar, lo que vale la pena poseer”.
                
Buena suerte.