lunes, 3 de marzo de 2014

¿PROFANO CON MANDIL? ¿MASÓN SIN MANDIL?


Por: Iván Herrera Michel

He recibido un correo de un Q:. H:. invitándome a precisar mi visión sobre un par de expresiones retóricas muy comunes en la Masonería, como son las de “Masón sin Mandil”, que en su opinión significaría  que alguien puede ser Masón sin haber pasado nunca por una Logia, y la deProfano con Mandil”, para designar a quien habiendo pasado por una Iniciación Masónica se le sigue considerando como si no lo hubiera hecho.

En la realidad solemos encontrar el formulado metafórico “Masón sin Mandil” para hacer referencia a que una persona que nunca ha estado aceptado en una Logia, muestra un proceder que se considera coherente con el que habría de esperarse de quien si lo ha sido. 

En contraste, cuando oímos, también en sentido figurado, la frase “Profano con Mandil”, notamos que se utiliza para designar a quien habiéndose Iniciado en la Orden Masónica, no se comporta como es de esperarse.  De ahí que exista una sentencia muy difundida que advierte que alguien “pasó por la Masonería, pero la Masonería no pasó por él”. 

Cabría preguntarnos ¿Cuándo se debe considerar que una persona es Masón o Masona?

En síntesis aclaratoria, la respuesta es conocida desde hace tres siglos: “Cuando los otros Masones lo reconocen como tal”.

Entonces, y para tal efecto, ¿En qué se fijarían esos otros Masones o que deben examinar?

Ya Samuel Prichard lo revelaba en 1730 en su publicación “Masonería Diseccionada”: “por los Signos, Toques y Entradas”.  Los Signos serían “todas las escuadras, ángulos y perpendiculares”, los Toques, “ciertos agarres”, y las Entradas, “los secretos y lo secreto de los Masones”.

Uno entendería fácilmente que cualquiera persona “libre y de buenas costumbres”, con un mínimo de conciencia podría emplearse, sin necesidad de pasar por la venda y las pruebas de la Iniciación Masónica, en “subyugar continuamente la pasión” y en “hacer un progreso diario”, sin necesariamente Iniciarse en la Masonería. 

Pero un punto importante al momento de distinguir quien es Masón de quien no lo es, es que este tipo de cosas para un Masón deben ir acompañadas del “poner en obra las reglas de la Masonería” en una “Logia de San Juan”.  Y aquí si hay una vuelta de tuerca.

Son variadas las exigencias que se incorporaron a las diferentes modalidades y sensibilidades Masónicas que en el mundo han surgido desde 1717 hasta hoy, pero estas que hemos mencionado establecen el más antiguo examen al respecto, y se encuentran sin ninguna excepción en el tronco común de todas sus líneas evolutivas.

Desde entonces un Masón es metafóricamente un albañil que construye una obra en una labor individual contenida en una faena colectiva.  El símbolo Masónico por excelencia para figurar el sistema constructivo y fraternal de trabajar los  Masones, es el de una Colmena rodeada por un enjambre de abejas solidarias, laboriosas y organizadas por roles y necesidades funcionales.

Esa es una característica transversal muy fuerte del método Masónico en cualquiera de sus singularidades, y aunque existen desde siempre trabajos muy valiosos adelantados en plena libertad, hechos a cuenta propia y muy útiles para el progreso de la humanidad, ellos no constituyen Masonería.  Por la naturaleza de la labor, en la Orden no pueden trabajar freelancer.

Ahora bien, los Masones, acostumbran ser personas educadas, afables y afectuosas en su trato personal con otros, y he notado como, tomando palabras de Miguel de Cervantes Saavedra, en materia de cortesías prefieren “pecar por una carta de más que por una de menos”. 

Es en este contexto que siempre he ubicado la amabilidad de decirle a alguien que es un “Masón sin Mandil”. En definitiva se le quiere decir que es tan buena persona (padre ejemplar, ciudadano virtuoso, comprometido, útil a la sociedad, Etc.) que parece que pudiera desempeñarse muy bien en una Logia Masónica.

Por su parte, la expresión “Profano con Mandil”, muestra simplemente que alguien perdió su tiempo y se lo hizo perder a una Logia, ya que en el mejor de los casos podrá responder por los “Signos, Toques y Entradas”, pero no por haber puesto “en obra las reglas de la Masonería”.  

Y la ausencia de esto último, constituye un detalle de la mayor importancia que dificulta el reconocimiento de alguien como Masón, y que nada tiene que ver con las exigencias diplomáticas de los grandes bloques interobedienciales del mundo.  Por muy polémico que pueda resultar el asunto.