domingo, 5 de abril de 2020

ADIOS EMMANUEL. SIT TIBI TERRA LEVIS


Por Iván Herrera Michel
                                     

En la hora de las preguntas reales y las respuestas inexistentes, rindo sentido homenaje póstumo a mi buen amigo, familiar, y muy Q, e I:. P:. H:. Emmanuel Giraudet, 33°, quien repentinamente pasó al Or:. Eter:. a ocupar su lugar en la Gran Logia de la Eternidad, a la medianoche del día dos de abril de 2020 (E:. V:.).
                
“El amor por sus seres queridos y la amabilidad que tuvo por aquellos confiados a él, dio sentido a su vida. El altruismo no era una palabra vacía y la amistad era importantes para Emmanuel”.
             
Sin más palabras, y en honor a su memoria, trascribo dos poemas leídos en la ceremonia de honras fúnebres celebradas el seis de abril a las 4:00 P.M., en el Cementerio del Or:. de Mohammedia, Marruecos. Fue un momento especial. Con el mundo detenido, una Cadena Universal de Masones y Masonas acompañó su inhumación.


         
Emmanuel Giraudet, 33°
EL TESTAMENTO DEL INICIADO
                
Rudyard Kipling

Solo soy un hombre entre los hombres,
que respondió bajo la venda de los ojos y subió los tres escalones.
Vi la estrella flamígera, hice el signo.
Yo soy un eslabón en la cadena!
Es larga la cadena!

Ella se remonta hasta el siglo de Hiram, y tal vez aún más.
Encontramos nuestro signo en las piedras de los desiertos de arena bajo el cielo puro de Oriente, en esas llanuras en donde se elevaron templos colosales.
Poemas puros del poder y de la gloria.

Encontramos nuestro signo en los papiros que el tiempo ha teñido de ocre, en las hojas en donde el calame trazó las frases más bellas que se pudiera leer.
Encontramos nuestro signo en las altas catedrales,
en las alturas sublimes aireadas por los vientos de los siglos.
Encontramos nuestro signo incluso en las conquistas del espíritu que hacen
mejor a la humanidad, en la partitura de Mozart, en la página
de Goethe, el libro de Condorcet, las notas de Aragón.

Y sin embargo, solo soy un hombre entre los hombres, un hombre sin orgullo,
feliz de servir en su lugar, en su rango, solo soy un eslabón en la Cadena,
unido al universo en el espacio y en el tiempo.
Vivo solo un momento, pero unido a lo eterno.

Mi fe no puede derramar sangre, yo no odio, yo no sé cómo odiar.
Perdono al malo porque es ciego, porque todavía tiene la venda en los ojos,
pero quiero evitar que haga mal, que destruya y que mancille.

En mi lugar, de pie y al orden, trabajé lo mejor que pude.
En todas las horas de la vida, mi corazón permaneció fiel.
Me despojé de metales, combatí hasta el límite de
mis fuerzas el fanatismo y la miseria, la necedad y la mentira.

No le tengo miedo a nada, ni siquiera a ese sueño que llamamos muerte.
Espero soportar el sufrimiento con mi propia ayuda, sabré sufrir
lo que debe ser sufrido porque es la ley común.  Habré desbastado
la piedra, cumplí mi tarea como buen obrero con la escuadra y el compás.

Cuando me vaya, formad la cadena.
Nada se perderá de lo que se dio.  Siempre me quedaré
entre ustedes porque les dejaré lo mejor de mí mismo.
Oh hijos de la luz, mis hermanos.


FELIZ QUIEN SE ESFUERZA POR LAS PENAS AJENAS

Frederick mistral

Feliz quien se esfuerza por las penas ajenas
Quién hace del mundo una gehena
Quien llora mirando a los que no tienen techo,
Quien sostiene que la riqueza contamina,
Quién de su abrigo se despoja,
Quien con los humildes se arrodilla,
¡Y prende su fuego para los que tienen frío!
Y la gran palabra que el hombre olvida
aquí está: ¡La muerte es vida!
Y lo simple, lo bueno, lo dulce, lo redimido
¡A los pies de Dios tendrá un asiento!