lunes, 11 de junio de 2007

Lo que Desune a la Masonería Latinoaméricana

Iván Herrera Michel
Las tres más importantes asociaciones Masónicas latinoamericanas son la Confederación Masónica Interamericana (Cmi), que es la más antigua y solo agrupa Grandes Logias “Regulares”, la Confederación Masónica Americana (Comam), que reúne a Grandes Logias de todo el continente sin distingo de ninguna clase, y la Confederación Interamericana de Masonería Simbólica (Cimas), que como la anterior tampoco excluye a Grandes Logias y ostenta la más absoluta libertad de conciencia. Entre estas dos últimas existen excelentes relaciones.

También existen otras de alcance regional, como la Confederación Masónica Bolivariana (Cmb), y la confederación Masónica de Centroamérica y el Caribe (Comacac); y de alcance nacional como la Confederación de diez Grandes Logias del Perú. En México se reúnen anualmente varias asociaciones correspondientes a los varios grupos en que está dividida la Orden en esa nación, y en Brasil sucede algo similar.

Pero en general, se puede afirmar que la Masonería latinoamericana está dividida principalmente por la defensa a ultranza y dogmática, que hace el sector regular de ella, de tres paradigmas fundamentalistas, mediante los cuales un grupo de Grandes Logias regulares, asociados en la Cmi, excluyen (y se excluyen también) a cerca de 500 Grandes Logias y Grandes Orientes que trabajan desde el Río Bravo hasta la Patagonia.

Esos tres paradigmas, cuya observancia es la base del cisma, son:

1) La adopción irrestricta de la “Doctrina Americana” de la Territorialidad aprobada en Baltimore, USA, en 1843;
2) La adopción dogmática, sin discusión, del listado de Landmarks propuesto por Albert G. Mckey en Estados Unidos en 1864; y
3) La adopción sumisa de los ocho puntos de Londres, de 1929, con la nueva redacción de 1989.

Es algo paradigmático sobre lo que no pueden negociar los Masones Regulares y sobre lo que está construido internacionalmente su sistema de valores: cero mujeres, cero cojos, cero no creyentes, cero no relacionados con Londres, cero política, cero religión, cero otra Gran Logia en “su” territorio, y total acatamiento a lo que disponga la Gran Logia Unida de Inglaterra.

La historia de este posicionamiento es la siguiente: En pleno siglo XX, un grupo de Grandes Logias con sede en los países del sur y centro del continente americano, conformaron en la década del 40, en Chile, la Confederación Masónica Interamericana (Cmi), organización que, ante la incapacidad intelectual, o la falta de voluntad de presentar una propuesta latinoamericanista, o la alienación Masónica inducida por la geopolítica internacional, se ubica en el área de influencia anglosajona –en un siglo que indiscutiblemente es anglosajón– adoptando desde un principio como propios los ocho puntos de Londres e iniciando un gran esfuerzo internacional por implantar la Masonería “Regular”, descalificando de paso a la Masonería “Liberal”, a la cual agravian con el mote de “Irregular”. Cualquier debate serio relacionado con la Masonería “Liberal” queda proscrito y las visitas a los Talleres progresistas prohibidas.

Para apuntalar lo anterior, la Cmi proclama dentro de sus Fundamentos para un Derecho Masónico Interpotencial, aprobados para regir las relaciones entre sus Grandes Logias miembros, en su numeral primero, que “las potencias que aspiren a mantenerse dentro de un régimen jurídico de relación, deberán cumplir y aceptar los siguientes requisitos: regularidad de origen, esto es, cada Gran Logia deberá haber sido legalmente establecida por una Gran Logia debidamente reconocida por tres o más logias Regularmente constituidas en territorio que no esté en la jurisdicción de una Gran Logia Regular”. Con esta medida celosamente guardada se cierra el círculo “Regular” de la Masonería establecida en Centro, Suramérica y el Caribe. Lógicamente, esta obligación no genera efectos Masónicos en las relaciones entre las demás Grandes Logias y Grandes Orientes latinoamericanos y sus pares en el mundo entero.

En Colombia, las Grandes Logias pertenecientes a la Cmi fueron vinculando a la escuela inglesa de la “Regularidad”, y a su círculo excluyente en Latinoamérica, a cada nueva Gran Logia que se creaba, para que luego desde la Confederación Masónica Colombiana (Cmc), se vigilaran mutuamente con el fin de que ninguna se aparte del proyecto “Regular”. Tan rigurosa es la prevención a seguir, que en el artículo 4° de los Estatutos de la Cmc se consignó expresamente el que “las Grandes Logias Confederadas no podrán mantener relaciones de amistad con cuerpos Masónicos que no estén integrados en su totalidad por Masones Regulares”. En realidad, esta es una delegación de la soberanía de las Grandes Logias a favor de un ente suprapotencial; y en la práctica, esta norma es piedra angular de la división de la Masonería, ya que las Grandes Logias que no son “Regulares” no están dispuestas oficialmente a desmontarse, retroceder ideológicamente y entregar sus bienes.

Paralelo con esta limitación, la Masonería Regular norteamericana y sus seguidores en el resto del mundo, adoptaron la “Doctrina Americana”, aprobada en la Convención Masónica de Baltimore de 1843. Según este acuerdo, en lo sucesivo solo podrían trabajar, en un mismo territorio Logias federadas a una misma Gran Logia. Lo contrario sería considerado “Invasión Territorial” y acarrearía la irregularidad de la Obediencia “invasora”.

La Convención de Baltimore se llevó a cabo en la ciudad del mismo nombre, del 8 al 17 de mayo de 1843, en el Masonic Hall, en Saint Paul Street, con la asistencia de 16 de las 23 Grandes Logias anglosajonas, que para la época existían en Estados Unidos, bajo la Presidencia del Gran Maestro de la Gran Logia de Virginia, John Dove. El tema central lo constituyó el establecer una “uniformidad en el trabajo Masónico”.

Esta tesis de la territorialidad exclusiva, espurea en Masonería hasta entonces, ha sido observada con rigor por las Grandes Logias “de blancos” norteamericanas, y no por la Gran Logia Unida de Inglaterra, que cuenta con Logias Simbólicas fuera de ese país, actuando simultáneamente con la Gran Logia Regular autóctona. Como hemos visto la intención primordial de los norteamericanos era segregar a las Grandes Logias Prince Hall de Estados Unidos por estar integradas por negros.

Por su lado, y en contra del cumplimiento de la Teoría de la Territorialidad americana, la Gran Logia Unida de Inglaterra cuenta actualmente con 804 Logias ubicadas fuera de su territorio nacional. En América se encuentran 108 de ellas, de las cuales 21 trabajan en Suramérica: 10 en Brasil, 9 en Argentina, 1 en Uruguay y otra en Chile. De igual manera la Gran Logia de Escocia posee 3 Logias en Chile.

Sobre esta “invasión territorial” la Cmi nunca se ha ocupado, a pesar de defender con mucho énfasis la teoría de la “Territorialidad Exclusiva” en sus países, como condición innegociable para el reconocimiento de una Gran Logia como Regular. Y mucho menos, las Grandes Logias Regulares de Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, por temor a que la Gran Logia Unida de Inglaterra les niegue el reconocimiento, pasando entonces a ser consideradas irregulares y expulsadas por sus pares de la Cmi.

Lo paradójico del caso es que las Grandes Logias regulares del sur y centro de América, todas a una, se definen orgullosamente como unas Potencias Masónicas “libres, independientes, autónomas y soberanas” que no son “dependientes, de ninguna manera, de algún otro poder o cuerpo Masónico”.

Es un asunto común el que las Grandes Logias que pertenecen a la Cmi mantengan relaciones tensas y poco fraternales con aquellas Grandes Logias de sus propios países que no lo están. En realidad, esto es consecuencia lógica de su pretensión antifraternal de que desaparezcan las otras Grandes Logias.

Un ejemplo al canto, fácilmente reconocible por cualquier Masón latinoamericano, acerca de la antimasonería que se proyecta desde la Cmi, lo brinda la situación de la Orden en el Perú.

En el país de los Incas existen en la actualidad 10 Grandes Logias, de las cuales la Gran Logia del Perú es la única asociada a la Cmi. Las otras nueve conformaron el 28 de marzo de 1992 la “Confederación de Grandes Logias Masónicas del Perú” (Confeglomas). Ellas son la Gran Logia Oriental del Perú, la Serenísima Gran Logia Nacional del Rito Escocés Antiguo y Aceptado del Perú, la Gran Logia Regular de Antiguos Libres y Aceptados Masones de la República del Perú, la Gran Logia del Norte del Perú, la Gran Logia Austral del Perú, la Gran Logia del Sur del Perú, la Gran Logia del Centro del Perú, la Gran Logia Occidental del Perú, y la Gran Logia Constitucional de los Antiguos Libres y Aceptados Masones de la República del Perú.

En el mes de enero del año 2006, reunida en la ciudad de Iquitos (Perú), la Confederación de Grandes Logias Masónicas del Perú, hizo pública la siguiente Declaración de Huancayo, que se explica por sí sola; y que transcribimos por contener elementos comunes con otros países.

DE LAS MUY RESPETABLES GRANDES LOGIAS CONFEDERADAS DEL PERÚ A LAS MUY RESPETABLES GRANDES LOGIAS DEL MUNDO

M:. RR:. HH:., RR:. y QQ:.HH:.
S:.F:.U:.
L:.I:.F:.

La Confederación de Grandes Logias Masónicas del Perú, entidad con personería jurídica, de Derecho privado, es una Institución Masónica constituida como órgano aglutinador y coordinador de las Grandes Logias de Masones libres y soberanos, constituidas en el territorio del Perú, bajo los influjos de la Moral y la Razón, manteniendo rigurosamente el carácter y la Tradición Masónica fundamentada en los Landmark y en las antiguas Grandes Constituciones y Regulaciones Generales de la Orden, usos y costumbres de la Masonería Universal, siguiendo el ejemplo de valiosos HH:. que iniciaron la descentralización de la Masonería Peruana allá por el año 1962.

Frente a las arbitrariedades y prepotencias de la Gran Logia de la Av. Corpac, autonombrada “Gran Logia del Perú”, toda vez que peca de arrogancia y pomposa soberbia al pretenderse la única y exclusiva Institución Masónica dentro del territorio de nuestro amado Perú; arbitrariedades y prepotencias en las que reincide nuevamente, como a lo largo de la historia de la Masonería Peruana, esta vez contra la Gran Logia del Centro del Perú, connotada Institución Masónica de nuestra Confederación de Grandes Logias Masónicas de Perú.

Reafirmamos que:

La Francmasonería es una institución esencialmente filosófica, iniciática y progresista, que tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la Ética, la práctica de la Moral, la Solidaridad, trabajando por el mejoramiento material y moral de la humanidad. Teniendo como principios la TOLERANCIA y el RESPETO MUTUO, enmarcados dentro de una absoluta Libertad de Conciencia.

Los Deberes emanados de la Constitución de Anderson de 1723, son los únicos marcos reguladores al que pueden sentirse vinculados universalmente todas las potencias Masónicas, sin admitir jamás, la existencia de ninguna autoridad Masónica superior.

Ni la Gran Logia de Inglaterra, ni la Gran Logia de la Av. Corpac, ni ninguna otra tienen el derecho de extender sus principios de regularidad, aplicándolos unilateralmente según su criterio, enajenando la condición de Masones a los Hermanos que regularmente la obtuvieron según los deberes y regulaciones antes mencionados. Y peor aún, si entendemos, como debe ser, que el ser Masón es una manera de ser, entender y vivir la vida que NUNCA podrá ser coactada para todos aquellos que han hecho de nuestra Augusta Institución, carne de su carne, sangre de su sangre y huesos de sus huesos.

La Masonería peruana no podrá desarrollar sus postulados en un marco de exclusiones y de una pretendida hegemonía territorial, que no representa todas las aspiraciones que contempla la pluralidad de la familia Masónica peruana.

Por lo tanto declaramos lo siguiente:

Lamentamos y rechazamos enérgicamente la actitud infraterna del M:.R:.H:. Tomás Álvarez Manrique en su intento de desestabilizar a la Gran logia del Centro del Perú.

La supuesta identificación de la Gran Logia de la Av. Corpac, con la Justicia y de defensa de los Derechos Humanos, se contradice con la acción de su G:.M:. quien, haciendo mal uso de los aportes de las Logias cautivas de provincias, viaja con una comitiva por el país perturbando la paz y armonía con promesas y migajas de poder, sembrando la discordia en las Logias que libremente se han separado de su patrocinio tratando de destruir las Grandes Logias Confederadas del Perú, que siempre serán libres y soberanas.

La Gran Logia de la Av. Corpac, no puede coartar la libertad de los HH:. que voluntariamente se han desafiliado de ella, endilgándoles adjetivos y amenazándoles con tomar represalias.

Que es inaceptable la injerencia de organismos internacionales supramasónicos como Cmi, Cmb en los asuntos de la Masonería Peruana.

Nos reafirmamos en la Declaración de Trujillo, del 31 de octubre 2005; como colofón de la II CONVENCIÓN DE GG:.LL:.MM:. del PERÚ (Confeglomas, PERÚ), gran evento al que fuera invitada la Gran Logia de la Av. Corpac, como verdadera muestra de apertura, de fraternidad y respeto.

Finalmente, instamos a los HH:. confederados a mantenerse dignos y firmes en el proceso de construcción de una Masonería más justa y solidaria en nuestro país, en consonancia con el proceso de descentralización políticaadministrativa, de afirmación y reconocimiento de la pluralidad sociocultural de nuestros pueblos.

(Fdo.) Kember Mejía Carhuanca
Presidente Confeglomas, Perú

(Fdo.) Pedro Andrés Zavaleta Callegari
Sec:. de Confeglomas, Perú

IQUITOS, Enero 2006 e:.v:.

Ahora bien, para la debida comprensión de la literatura producida por la Masonería “Regular” conviene tener claro que cuando se utilizan las palabras mundial, universal, nacional, regional, local, etc., en realidad se está haciendo referencia únicamente a la Masonería “Regular” que trabaja en el contexto geográfico al que se refiere el texto, ya que una costumbre muy arraigada, rara vez inobservada, les obliga a invisibilizar totalmente a las otras Grandes Logias y Grandes Orientes que allí funcionan, máxime si son mixtas o femeninas.

Igualmente, resalta de los congresos internacionales de las Grandes Logias regulares el que siempre se designa una comisión de censura para estudiar las ponencias de los participantes y se advierte expresamente que no se dará lectura a las que contengan temas polémicos. Con esta disciplina se proscribe de las discusiones la libertad de pensamiento y de conciencia, y se evita la evolución de ese sector de la Masonería. Prueba de esta norma, lo constituyó, en Santiago de Chile, la VII Conferencia Mundial de Grandes Logias Regulares celebrada del 5 al 9 de mayo de 2004, que así lo anunció en las invitaciones cursadas para asistir al evento.

Contra esta forma de dividirse la Orden, conspiran constantemente los medios de comunicación, y en especial Internet, ilustrando a los nuevos Masones que, gracias a ello, se forman en una fraternidad mucho más informada e incluyente.

A decir verdad, cada vez es más difícil defender la teoría que sostiene que ser “Regular” constituye una mejor y más legítima forma de “ser” Masón; ya que lo que va quedando claro, es que la “Regularidad”, concebida en la forma planteada, contiene un retroceso ideológico imposible de aceptar para un librepensador. Además de ser la principal fuente de conflicto entre los Masones y Masonas del mundo entero.

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