Iván Herrera Michel
Hacia 1717, a diferencia de Inglaterra, en Escocia la piedra continuó siendo utilizada como el principal material de construcción, y en consecuencia el mercado de la Masonería siguió siendo activo y brindando empleo
Es un hecho generalmente aceptado por los historiadores el que las Grandes Logias Especulativas actuales deben su estructura al sistema de Logias aprobado el 28 de diciembre de 1598 en Edimburgo, Escocia, en una reunión de Maestros Masones Operativos convocada y presidida por William Schaw, Maestre de Obra y representante de la Corona en todas las construcciones oficiales durante el reinado de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra.
Este nuevo esquema de funcionamiento de las Logias fue recogido en un documento conocido desde entonces como Estatutos de Schaw y puede ser consultado en el excelente libro Documentos Antiguos de la Masonería publicado por la Gran Logia del Norte de Colombia en el año 2004, que ya hemos citado en páginas anteriores.
En estos Estatutos se dispone por primera vez en la historia una alianza de Logias, se crea un parlamento superior a ellas, se instituye un funcionario ejecutivo general de superior nivel jerárquico, que al principio se llamó Vigilante General, y se ordena que cada Logia lleve un registro escrito de sus actividades.
Posteriormente, la Gran Logia de Inglaterra, fundada en la ciudad de York en 1705, heredera de las viejas Logias Operativas, recoge la forma organizativa de los Estatutos de Schaw, pero denomina Gran Logia a la federación de Logias y Gran Maestro a su máximo dirigente. Aún hoy en día una Gran Logia o un Gran Oriente no es más que una Federación de Logias. Y por lógica, las asociaciones de estas se denominan Confederaciones.
Doce años después, en 1717, al crearse la Gran Logia de Londres se duplica el esquema estructural de la ciudad de York, con la diferencia de que acerca de ella no se han encontrado evidencias que permitan sostener la presencia, en alguna de sus cuatro Logias fundadoras, de un solo Masón Operativo. Es decir, de un hombre que se hubiera ganado el pan diario en el negocio de la construcción.
Para entonces, la situación en Escocia era muy diferente. En 1717 había en existencia por lo menos veinte Logias a lo largo de su territorio. Funcionaban Logias en Edimburgo, Kilwinning, Inverness, Dundee, Stirling, Perth, Aberdeen, Glasgow, y otras ciudades más pequeñas del país. Sin embargo, no debe entenderse que estas Logias escocesas eran la contraparte de aquellas cuatro Logias especulativas de Londres, puesto que la mayoría todavía estaban integradas en su totalidad por miembros operativos, es decir, por hombres que se ganaban la vida en la explotación de la edificación.
Para 1717, el uso de la piedra como material de construcción en Inglaterra había sido reemplazado en gran parte por el ladrillo, por lo menos en lo que concierne a edificios destinados a servir de residencias familiares, lo cual dio lugar a la declinación del negocio de los Masones.
Pero este no era el caso de Escocia, en donde la piedra continuó siendo utilizada como el principal material de construcción, y en consecuencia el mercado de la Masonería siguió siendo activo y brindando empleo al país. Como resultado, las Logias continuaron prosperando.
Esto explica, en gran medida, el porqué las Logias operativas escocesas seguían siendo activas después de que sus pares inglesas habían comenzado a declinar.
No obstante lo anterior, algunas de esas Logias escocesas contaban con un reducido número de miembros no operarios, es decir, de personas que no tenían ninguna conexión con el negocio de la edificación, y que habían ingresado a la Logia por curiosidad, como miembros honorarios, o quizás como patrón.
Prueba de ello, es que hasta 1717 la Logia de Edimburgo (St. Mary Chapel), había admitido a ochenta y ocho no operarios en su membresía desde 1634, y la Logia de Aberdeen había aceptado a unos doce universitarios antes de 1670. Pero hay que aclarar, que en ninguna de estas Logias los no operarios tomaron el control antes de 1717.
Un caso aislado, lo constituye una Logia que funcionó en Haughfoot, desde 1702 hasta 1764, en donde se encontró que ninguno de sus miembros era operario. Uno puede suponer que una Logia de tal condición, tenga sede en una ciudad importante, pero el hecho real es que Haughfoot era para entonces una aldea pequeña y lejana en la frontera entre Escocia e Inglaterra. El que una población chica, alejada del centro de poder económico y político, contara con una Logia especulativa en pleno funcionamiento es uno de los misterios de los Masonería escocesa aún no esclarecido suficientemente por los historiadores.
Una explicación podría ser, la de que abandonado el objeto social inicial por haber desaparecido los contratos de construcción, la Logia mantuvo ya sea por inercia o por apego a un pasado que evocaba con orgullo la costumbre de reunirse periódicamente, evolucionando con el paso del tiempo hacia una especie de tertulia que se ocupaba de asuntos diferentes que le llamaban su atención.
En todo caso, el negocio de la construcción en Escocia estaba bajo mayor control central que en Inglaterra. Los estatutos de Schaw de 1598 y 1599 mencionan tres Logias en Edimburgo, Kilwinning y Stirling, que estaban bajo el poder central y la supervisión del Rey de Escocia, al igual que las obras en esas tres regiones del país. De otras fuentes, parece probable asumir que sobre las Logias en St. Andrews, y Dundee y, posiblemente, Aberdeen, en el noreste del país, se ejercía un control similar.
La admisión de no operarios en las Logias escocesas es algo que todavía se está investigando. Al inicio, se dio probablemente como un gesto de agradecimiento dirigido a una persona que había ofrecido una buena cantidad de trabajo a la Logia y, por lógica, de utilidades pecuniarias. Más adelante pudo haber sido por curiosidad o posiblemente por un deseo nostálgico de pertenecer a una organización que estaba en cierto peligro.
Es posible que un motivo distinto atrajera a los primeros no operarios a las Logias Masónicas, pero lo cierto es que los investigadores siguen escudriñando las razones por las que comenzaron a girar las Logias, lenta pero seguramente, de un arte operativo hacia una sociedad especulativa.
Hacia 1717, el proceso de conversión de las Logias operativas en Logias especulativas en Inglaterra había avanzado lo suficiente como para permitir la fundación de una Gran Logia especulativa, que era una organización absolutamente desconocida hasta entonces. En Escocia el proceso no había avanzado igual, y no fue sino hasta 1736 en que los no operarios se encontraban lo bastante fuertes como para fundar una Gran Logia de Escocia a semejanza de la especulativa de Londres.
Estas circunstancias, unidas a la llegada de los Hannover al trono de Gran Bretaña, en 1714, que veían a la Masonería como una aliada tradicional de sus rivales, se confabularían para la aparición de la novedad especulativa inglesa que formalizaba la distancia con los Masones escoceses.
En 1717, las Logias operativas escocesas estaban principalmente integradas por constructores en piedra, y contaban con una minoría de no operarios. Si nos atemos a las evidencias registradas en las actas de las Logias, necesariamente debemos concluir que solamente se trabajaba en dos Grados (Aprendiz y Compañero).
Para estos años, a la Masonería escocesa le había surgido una rama especulativa que se había trasladado a Francia y Holanda y que giraba alrededor de la aspiración de Jacobo Estuardo de recuperar el poder en el Reino Unido. Este nuevo retoño continental del árbol escocés era esencialmente especulativo y tendría unos desarrollos inesperados en los próximos siglos.
Por su parte, las Logias escocesas en 1717 ejercían un control considerable sobre los contratos en el negocio de la construcción, en algunos aspectos equivalente a una unión gremial moderna. Cobraban las deudas, se ocupaban de las viudas y los huérfanos de sus miembros, y ejercían control sobre el tipo de edificios erigidos dentro de los límites de la ciudad. Aparte de la Logia en Haughfoot, las Logias escocesas de 1717 no permitieron que sus miembros no operarios tuvieran voz en el funcionamiento de la Logia. No fue, por ejemplo, sino hasta 1728 que la Logia de Edimburgo eligió un no operario para ocupar un cargo en ella.
Otra diferencia con lo que ocurría en Inglaterra, es que las Logias escocesas en 1717 no se reunían en tabernas sino en oficinas y edificios especiales. Algunos de ellos aún sobreviven, aunque muy pocos siguen sirviendo de punto de reunión a una Logia.
Uno de estos edificios, conocido como St. John Chapel, consagrado en la primera mitad del siglo XVIII, es el más antiguo en funcionamiento del mundo. Hoy pertenece a la Logia Canongate Kilwinning No. 2 y es un lugar que ha estado sin cambiar por más de doscientos cincuenta años. Muchos de los otros viejos edificios de las Logias escocesas del siglo XVII se han derrumbado en nombre del progreso. Para citar un solo caso, tenemos que el salón en el que se reunía la Logia de Edimburgo (St. Mary Chapel) fue demolido en 1787, después de haber sido construido en 1504.
Las Logias escocesas no parecen haber tenido documentos equivalentes a los famosos “Antiguos Deberes” (Old Charges), que tuvieron tan alta estima en Inglaterra. Por otra parte, las copias de los Estatutos de Schaw y de las Cartas de St. Clair deben ser colocadas junto con las copias de los Antiguos Deberes ingleses, ya que, en honor a la verdad, son documentos de igual o superior categoría histórica.
Queda mucho por estudiar y escudriñar en la historia de la Masonería en el Reino Unido, a la luz de sus coyunturas históricas y de las luchas por el trono entre las dinastías Tudor, Estuardo y Hannover, que se dieron en los siglos XVII y XVIII. Ya que si los Hannover no llegan al trono de Gran Bretaña en 1714, la historia de la Masonería sería distinta. Ellos y sus partidarios no solo cambiaron el rumbo de la Orden sino que además falsearon su historia pretérita y la propagaron y dividieron al compás de sus intereses imperiales.
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