miércoles, 1 de abril de 2015

A UN SIGLO DEL GENOCIDIO DE ARMENIA

          
Por Iván Herrera Michel
       
Bandera de Armenia
A los colombianos el nombre de Armenia nos es muy familiar. De hecho, en la geografía nacional encontramos 43 accidentes geográficos, ciudades y pueblos llamados así. De ellos, la ciudad de Armenia, en el centro del país, adquirió mayor notoriedad internacional el 25 de enero de 1999 cuando fue víctima de un terremoto con magnitud de 6.2 grados en la escala de Richter.
       
En esa ocasión, varias organizaciones sudamericanas de armenios caucásicos enviaron ayuda humanitaria a los 200.000 damnificados de la ciudad que les recordaba la patria, a pesar de que Colombia nunca ha contado con una comunidad de exiliados de ese pueblo, como sí sucedió en Argentina, Uruguay, Venezuela y Brasil.
           
El origen del nombre en Colombia se debió a que desde mediados del siglo XIX hasta principios del XX estuvo en boga bautizar las haciendas, los ríos y las nuevas poblaciones con nombres bíblicos o del medio oriente. De esta práctica nos quedaron Palestina, Líbano, Circasia, Calcedonia, Tebaida, Alejandría, Antioquía, Betania, Caucasia, Jericó, Etc., además de Armenia.   
                 
El 24 de abril de 2015, se cumplen cien años del “Genocidio de Armenia” (la del Cáucaso) y sorprende la lucha que ha costado que países democráticos que se precian de su defensa de los derechos humanos, reconozcan por lo menos que alguna vez existió el desplazamiento forzado y el asesinato de cerca de dos millones de armenios a manos del imperio otomano desde 1915 hasta 1923. Hasta ahora solo veinte países del mundo lo han reconocido como una realidad histórica, siendo Uruguay el primero en hacerlo en 1965.
             
En cuanto a la Masonería se refiere, en el mes de abril del año 2007 una delegación oficial del Gran Oriente de Francia compuesta por el Primer y Segundo Gran Maestro Adjunto y el Gran Secretario de Relaciones Exteriores, Claude Geidan, George Ferre y Guy Akobian, respectivamente, en rueda de prensa celebrada en la ciudad de Everán, Armenia, manifestaron abiertamente que “…su visita tenía como objetivo expresar su pesar por las víctimas del Genocidio Armenio y condenar el crimen más grande del siglo 20… los acontecimientos de principios del siglo 20 fueron parte de la política de exterminio de los armenios adelantada por la Turquía otomana, y la actual política de negación es la continuación del genocidio… el objetivo de la visita es participar en la ceremonia dedicada al 92° aniversario del Genocidio Armenio…
           
Tsitsernakaberd Memorial
Posteriormente, el Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, Guy Arcicet, en visita oficial a Ereván, Armenia, en el mes de julio de 2011, rindió tributo a las víctimas del genocidio frente al Tsitsernakaberd Memorial, en un acto organizado por la Logia “les Fils D´Ararat”, con sede allí.
                   
La humanidad necesita reencontrarse con su memoria, pero a veces pareciera como si sobre el alma colectiva pesara un pecado grave e inconfesable, que no tendría otra motivación real que la de sepultar los derechos humanos y de los pueblos bajo la montaña de intereses de los poderosos.  
               
Centenarios como el del Genocidio de Armenia conllevan una invitación implícita a fortalecer la justicia penal internacional. Ningún gobierno del mundo debe estar exento de responder judicialmente por crímenes contra la humanidad.
         
No de otra manera se puede prevenir la perversa propensión marginal a avasallar naciones, que aún muestran las relaciones de poder entre los pueblos.    
           
           
           


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