Por Iván Herrera Michel
Sé por experiencia personal que siempre es tema de debate el de hacer de la interpretación de la herencia Masónica un puente entre su pasado tricentenario y el futuro que se le asoma, en un mundo cuya evolución filosófica y tecnológica parece desplazarse en un automóvil de carrera, pero lo cierto es que la Orden requiere en la mayoría de sus instituciones de un enfoque más inclusivo y un mayor respeto a la diversidad manteniendo sin variación su integridad ideológica, sin que parezca que se está tratando de meter forzado un elefante en un Volkswagen.
En resumidas cuentas, cuando hablamos de los rituales, símbolos y alegorías que se usan en la Masonería nos referimos a un cierto arte de luces y sombras que transmite sus enseñanzas. De hecho, la idea principal es que sean capaces de comunicar principios filosóficos y morales que impulsen a nivel sicológico una metamorfosis constructiva ajustada a un principio de realidad con infinitas complejidades.
Indiscutiblemente, la Masonería no es un reality show filosófico y mantener la funcionalidad de los rituales y símbolos actuando como un reloj suizo es fundamental para conservar la identidad de la Orden, y en ello hay que actuar con mucho cuidado, lo que no impide reinterpretarlos sin diluirlos o darles una mirada alegórica a sus grandes documentos en lo que concierne a los mitos que no corresponden a una realidad histórica, de tal manera que sean accesibles para un sector más extenso de la sociedad.
Mi opinión es que no se trata de hacer un cambio desafiante de la tradición subyacente en los símbolos y principios fundamentales de la Masonería, sino de una ampliación de su cobertura social para continuar ofreciendo una oportunidad humanista que siga derrumbando muros entre personas diferentes que viven en una época en que las migraciones están construyendo sociedades más plurales que en ocasiones parecen un collage surrealista. De hecho, esto debería ser considerado como un imperativo moral de los Masones.
La tarea pasa por fortalecer un liderazgo ético dentro de las Logias y Obediencias que refleje la pluralidad del mundo exterior en momentos en que, en términos generales, los números de la membresía dejaron de aumentar como la espuma por primera vez en la historia y existen serios cuestionamientos internos y externos sobre la oferta y pertinencia de la Masonería en el siglo XXI. Lo que significa que no corren buenos tiempos para dormirse en los laureles.
Y en este sentido, es notorio que grandes Obediencias históricas de diferentes estilos, como por ejemplo el Gran Oriente de Francia y la Gran Logia Unida de Inglaterra, en un cambio que ya han echado a andar, no sin grandes dificultades e incomprensiones internas, han comenzado a ampliar su diversidad étnica, de orígenes sociales, de género y de orientación sexual, y en comunicados oficiales vienen explicando que la Masonería es un espacio de verdadera construcción para todas las personas sin distingo alguno. Lo que honestamente viene siendo el primer gran cambio visible de la Orden en el siglo XXI.
Afrontar el futuro no solo consiste en seleccionar a lideres que no se ajusten a los perfiles excluyentes tradicionales que aseguran una homogeneidad cada vez más débil y etérea, sino en diseñar una cultura interna de estrategias sostenibles, paralela a la necesaria instrucción Masónica, que incentive una formación adicional humanista e institucional más respetuosa, y aleje al Masón y al extraño de los sesgos y clichés.
Blog de Iván Herrera Michel dedicado al cultivo de la tolerancia y el respeto a la diferencia
martes, 27 de agosto de 2024
REINTERPRETAR LO MASÓNICO AMPLIANDO EL ENFOQUE
miércoles, 14 de agosto de 2024
FUNDADORES DE LA FEDERACIÓN COLOMBIANA DE LOGIAS MASÓNICAS Y DEL SUPREMO CONSEJO OMEGA DEL REAA PARA LA REPÚBLICA DE COLOMBIA QUE ACTUALMENTE SON MIEMBROS ACTIVOS DE LOS MISMOS
Agosto
10 de 2024 (E:. V:.)
Unión y Democracia No. 7 – 1
Luz Hermética No. 10 – 3
Luz Hermética No. 10 – 3
Emilio Hernandez Segovia
Eduardo Valencia Fajury
Fernando Navarro Herrera
Alberto Cervantes Gonzalez
Guillermo Zapata Saavedra.
Luis Francisco Correa Mena
Iván Herrera Michel
Jorge Fermín Hernandez Gómez
David Name Terán
Cirilo Quintero Rumex
Luis Abrahán Cayón Armella
Dimas Martínez Núñez
Tomás Vasquez Ospina
Luis Eduardo Cerra Jimenez
Pedro de la Rosa Reynales
sábado, 10 de agosto de 2024
¿POR QUÉ BOGOTÁ NO FUE SEDE DE LA PRIMERA GRAN LOGIA DE HISPANOAMERICA?
Por
Iván Herrera Michel
Francisco de Paula Santander |
La
explicación basada en las evidencias disponibles es que el General Francisco de
Paula Santander, desempeñándose como Presidente encargado de la Gran Colombia
de 1821 a 1827 no aceptó apoyar la iniciativa cuando se lo solicitaron
expresamente dos veces en 1822.
La
historia es la siguiente:
En
1818 llega al Puerto de la Guaira, Venezuela, un joven militar brasilero de 24
años llamado José Ignacio De Abreu e Lima (1794 – 1869) proveniente de los
Estados Unidos de América a donde había arribado luego de haber sido expulsado de
su país por delitos políticos, y a quien el año anterior le habían ejecutado a
su padre allí mismo por las mismas razones. En 1819 es aceptado con el Grado de
Capitán en el ejército de Bolívar y en lo sucesivo participa en la Campaña de
Apure, atraviesa el Páramo de Pisba, y participa en las batallas del Pantano de
Vargas, Boyacá, Carabobo y del Lago de Maracaibo, y tiene una destacada y
accidentada vida como militar, político, periodista y escritor hasta su muerte
en Brasil.
José Ignacio de Abreu e Lima |
Ante
la ausencia de respuesta por parte del Hombre de las Leyes, De Abreu e Lima reiteraría
su solicitud al General Santander en una segunda carta fechada el 16 de noviembre
del mismo año. De nuevo el silencio fue la repuesta de Santander.
En 1824, dos
años más tarde se fundó en
Caracas la Gran Logia de Colombia que funcionó solo cuatro años, hasta desaparecer
en 1828 para siempre por mandato de un Decreto dictatorial del General Simón Bolívar,
perdiendo Bogotá la oportunidad histórica de ser pionera en ese sentido.
Desaparecida
la Gran Colombia en 1831, en la República de la Nueva Granada se crearía el 19
de junio de 1833, en Cartagena de Indias, el "Gran Oriente y Supremo Consejo
Neogranadino", hoy "Supremo Consejo del Grado 33° para Colombia", con sede actual en
Bogotá. Y el 9 de septiembre en 1838 nacería en Caracas la "Gran Logia de
Venezuela".
Es
muy posible que De Abreu e Lima se haya inspirado para hacer su reiterada
solicitud al General Santander en las noticias que seguramente recibía de su
país sobre la fundación en Rio de Janeiro, el 17 de junio de ese mismo año, del "Gran Oriente de Brasil" a partir de las Logias “Comercio y Artes en la Edad de
Oro”, “Unión y Tranquilidad” y “Esperanza de Niterói”, que sería la primera Obediencia
Masónica en constituirse en centro y sur América. Hoy en día continúa siendo monogénero masculina, y es la más numerosa de la región con noventa y siete mil
miembros repartidos en dos mil
cuatrocientos Logias.
La
correspondencia de 1822 de José Ignacio de Abreu e Lima al General Francisco de
Paula Santander solicitando su apoyo para la creación de un "Grande Oriente de
Colombia" en Santafé de Bogotá se puede consultar en las páginas 32 a 34 del VII
volumen de la recopilación que hizo el historiador Roberto Cortázar Toledo bajo
el título “Correspondencia Dirigida al General Francisco de Paula Santander” que
publicó la Academia Colombiana de Historia (1964-1969).
viernes, 2 de agosto de 2024
LA MUSICA CEREMONIAL MASÓNICA
Artículo
publicado inicialmente en castellano, inglés y francés en la 10° edición de la
revista “Linea Infos” dedicada a "La Expresión Artística en el Proceso
Masónico", con contribuciones de ambos lados del Atlántico, (https://www.webfil.info/post/la-musica-ceremonial-mas%C3%B3nica)
Por: Iván Herrera Michel
La música ceremonial Masónica no es más
que la puesta en escena en las Logias, a partir del siglo XVII, de una muy vieja
habilidad cultural profundamente arraigada en la humanidad que al parecer surgió
en el Paleolítico Superior hace un poco más de 40.000 años. Los antropólogos
han llegado a la conclusión de que en esos tiempos ya se utilizaban flautas en
contextos rituales, y han encontrado una de hueso de oso en la actual Eslovenia
que data de hace unos 43.000 años de la que se discute si era de los
neandertales, y otra en Alemania de marfil de mamut de alrededor de 35.000 años
que se atribuye a los cromañones.
Al nacer la Masonería especulativa a
principios del Siglo XVIII, es en las Constituciones de Anderson de 1723 en
donde hallamos las más antiguas canciones impresas. Y a partir de esa fecha las
encontramos en todas partes en muy variadas formas, ya sea a la manera de
himnos, cánticos, composiciones instrumentales, marchas, Etc. Experimentando un
notable florecimiento.
Su propósito principal ha sido el de recrear
y ambientar las historias, mitos y alegorías de la Masonería además de animar
los banquetes. Estas composiciones musicales se ajustaban a los estilos
populares de lugar y época y estaban diseñadas principalmente para el disfrute
y el regocijo de los miembros de las logias, y celebraban frecuentemente las
virtudes y habilidades de sus líderes culminando con una invitación a brindar
en su honor.
Pero también las encontramos destinadas a
momentos específicos del ritual como a la entrada al Taller, el reconocimiento
de los HH:., el encendido de las luces, el preguntar por la hora de iniciar o
concluir los trabajos, la apertura de los mismos, un receso, la circulación del
Tronco de la Viuda, la Cadena de Unión, el apagado de las luces, la salida del
Taller, las pruebas, las purificaciones, los viajes…
Se destacaron en el siglo XVIII como
compositores de música Masónica Jean Christophe Naudot, Luis Nicolás
Cleramboult, François Girourt, y sobre todo Wolfgang Amadeus Mozart, quienes
otorgan a la música Masónica carta de nobleza componiendo verdaderas obras
maestras. En el extremo productivo se encuentra W. A. Mozart, con once piezas
magistrales compuestas especialmente para la Orden.
Ahora bien, ¿Qué características debe
poseer una composición para ser considerada como Masónica? La respuesta es
sencilla: Que habiendo sido preparada para uso exclusivo en las Logias o dispuesta
para ese fin, brinde en su composición un aire portador de emoción y que
gracias a la letra, a la música y/o la voz del cantante, se trascienda las
diferentes fases de una ceremonia Masónica.
Las letras siempre hacen referencia a
los valores morales o a las cualidades Masónicas. Verbi gracia, los principios
de libertad, igualdad y fraternidad, al tiempo que se convertían en la divisa
de la República Francesa eran promulgados en las Logias y se encuentran en el
texto de sus canciones, al lado de símbolos esenciales de la Masonería como el
compás, la escuadra, la piedra bruta y tallada, el cincel, etc.
Los estudiosos han encontrado que sí existen
modos musicales Masónicos. Por ejemplo: la tonalidad de Mi bemol mayor portando
tres bemoles, sería Masónica bajo la explicación de que el simbolismo de la
Orden hace a menudo referencia al número tres. Es innegable que los Masones compositores
lograron introducir con éxito alusiones simbólicas relacionadas con la
Masonería en sus obras.
Un claro ejemplo se encuentra en la
obertura de "La Flauta Mágica" de Mozart, cuyo libreto escribió
el también Masón Emanuel Schikaneder. En esta pieza, el compositor emplea la
repetición de tres veces tres acordes, un recurso rítmico que no deja lugar a
dudas sobre su intención de representar la batería del Grado de Aprendiz.
Sin embargo, los especialistas coinciden
en que no es posible componer música Masónica relegando la inspiración melódica
en la búsqueda de una construcción puramente matemática o geométrica para
reflejar el simbolismo de la Orden. De allí, solo puede resultar un maridaje
musical deficiente y sin mayor calidad, contraviniendo el principio fundamental
de que la música en las reuniones debe, ante todo, provocar una emoción en el
oyente que complemente y enriquezca los contenidos del método de construcción Masónico
en curso.
“La Flauta Mágica” es una obra
escrita por y para Masones, y para su comprensión plena hay que conocer la
ceremonia de Iniciación del Rito Zinnendorf, tal como se practicaba en Austria
en los 1700s y lo conoció Mozart, y no cómo se lleva a cabo en el Siglo XXI.
Este es un rito exclusivamente cristiano trinitario que consta de siete Grados con
marcadas diferencias con los ritos Escocés Antiguo y Aceptado, Francés, York,
Emulation o el Menfis Mizraim, para solo citar unos cuantos ejemplos de los más
practicados en la Europa latina, las islas británicas, las tres Américas y
África.
De otro modo, "La Flauta Mágica"
no sería más que un cuento de hadas entretenido, salpicado de uno que otro
contenido Masónico, basado en la cultura popular alemana, en donde el humor de
Papageno se convierte en el foco principal, eclipsando la exaltación de la
virtud, la justicia y la luz que disipan las fuerzas del mal. Así como los
elogios a una sabiduría sustentada en el conocimiento de la verdad. Es la
mirada desde el Rito Zinnendorf del Siglo XVIII lo que brinda la comprensión plena
de los elementos que confieren a "La Flauta Mágica" la
totalidad de su carácter Masónico.
La lista de los Masones que han sido músicos
es larga. Además de los citados incluye a I. J. Pleyel, Johan Christian Bach,
Jean Sibelius, Franz Joseph Haydn, Felix Mendelssohn Bartholdy, Hector Berlioz,
Nicolo Paganini, Franz Liszt y John Philip Souza, entre los clásicos, así como
cultores de la música popular de la talla de Duke Ellington, Nat “King” Cole,
Louis Armstrong… pero siempre hay que distinguir que muchos de ellos no
compusieron obras para ser interpretadas con fines Logiales, aunque durante su
paso por la Orden con frecuencia deleitaban con el ejercicio fraternal de su
talento. Por lo tanto, su música no puede ser considerada como Masónica.
La importancia de la música en la
Masonería es de tal naturaleza, que en la mayoría de las Logias, sin distingo
del rito en que se trabaja, eligen a un oficial encargado de una “Columna de
la Armonía” dispuesta para dotar de melodías a las ceremonias y los ágapes.
No se trata de solo hacer sonar el himno
nacional en la Instalación de dignidades, de ambientar las pausas con la “Pequeña
Cantata Masónica” y, en ocasiones luctuosas, la “Marcha Fúnebre Masónica
K477” de Mozart, o de adornar las Tenidas entonando la “Canción de la
Alegría”, en la versión que empieza con “Escucha, hermano / la canción
de la alegría / el canto alegre del que espera / un nuevo día. / Ven, canta,
sueña cantando / vive soñando el nuevo sol / en que los hombres / volverán a
ser hermanos...”.
Escuchar las melodías apropiadas, entrelazadas
con cada momento de un ritual Masónico, siempre es una experiencia maravillosa
que no debe eclipsar a los dos principales protagonistas de los trabajos que
son la palabra y el silencio, sino por el contrario constituir con ellos un
solo corpus iniciático.