Por Iván Herrera Michel
Se celebra en Colombia
el bicentenario de la Batalla de Boyacá del 7
de agosto de 1819, que selló la Campaña Libertadora del Virreinato de
Nueva Granada iniciada por Simón Bolívar el 20 de mayo de ese mismo año.
En este contexto, un
Masón del occidente de mi país me invita a dedicar un post al rol que jugaron
los Masones en la independencia de Colombia, porque ha leído abundante
literatura que les otorga un gran protagonismo, aunado al hecho de estarse
celebrando en estos días la XXXII Feria Internacional del Libro de Bogotá
(Filbo), (del 24 de abril al 6 de mayo/19) en la que Colombia es el país invitado con el lema “Colombia 200 Años”.
Generales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander |
En el área de la
Masonería, Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y Antonio Nariño serían los
Masones más icónicos de las luchas emancipadoras colombianas, y algunos
autores, sin fundamento en una fuente fiable, hacen derivar su lucha de la “Gran Reunión Americana” que fundó el
General Francisco de Miranda en Londres en 1798 y de las célebres “Logias Lautarinas”.
Pero lo cierto es que ni
la “Gran Reunión Americana” fue una asociación
Masónica ni la calidad de Masón del precursor Francisco de Miranda está
demostrada. Igualmente, las fuentes verificables
que se conocen apuntan a que las “Logias
Lautarinas”, españolas, chilenas y argentinas,
tampoco fueron Logias Masónicas sino sociedades independentistas secretas inspiradas
en la Masonería, que es algo muy diferente.
En la
Batalla de Boyacá se enfrentaron 2.200 infantes y 600 jinetes del ejercito independentistas,
al mando de los Generales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, a 1.800
infantes y 400 jinetes realistas comandados por el Brigadier José María
Barreiro, que estaba bajo las órdenes del General Pablo Morillo, jefe supremo de
la expedición encargada de pacificar las colonias españolas en América desde finales de 1814.
Lo
anterior quiere decir que los cuatro máximos comandantes enfrentados eran comprobados
Masones.
De la
historia cada quien deplora o celebra lo suyo.
En España los enemigos de la Masonería la atacan con encono diciendo que
orquestó la independencia de las colonias americanas, y en las Logias del Nuevo
Mundo se hacen inflamados brindis patrióticos desde hace 200 años exaltando con
orgullo exactamente lo mismo.
Y en
ambos casos la afirmación tiene sus bemoles, porque no se puede afirmar
categóricamente sin faltar a la realidad que la Masonería y/o los Masones en
las gestas americanas independentistas apoyaron al imperio español o a los patriotas americanos.
De hecho, entre los reputados como Masones hubo muy activos en ambos bandos del conflicto. Y también quienes aplicaron la pena de
muerte a otros en los dos lados de la confrontación en fiel
cumplimiento de las leyes de la guerra.
Para
comprobarlo podemos traer a cuento a Pablo Morillo en Cartagena de Indias el 24
de febrero de 1816 pasando por las armas, ahorcando y confiscando los bienes de
los Masones de la Logia “Las Tres
Virtudes Teologales” en los alrededores de la Ciénaga de la Matuna (Hoy
Camellón de los Mártires), para luego enterrarlos en una fosa común en el
cementerio de Manga.
Y a
Francisco de Paula Santander fusilando en Santafé de Bogotá el 11 de octubre de
1819 a José María Barreiro en el costado norte de la Plaza Mayor (hoy Plaza de
Bolívar), a pesar de haberle implorado clemencia enviándole su Mandil Masónico,
para posteriormente enterrarlo en una fosa común en el entonces Campo de Santa
Fe (cerca de la actual Estación de la Sabana).
O al último
Virrey del Perú, el militar y Masón José de la Serna y Martínez de Hinojosa, I Conde
de los Andes, enfrentado por las armas al General argentino José
de San Martín.
Casos
no faltan. Y es claro que se deben a que
todos estos Masones observan una ética militar y civil legitimada por los
intereses del pueblo al que sirvieron.
Solo
así se puede entender el cumplimiento común del deber de aquellos que ofrendan sus vidas a causas rivales que creen correctas, honrando los
compromisos honor que han adquirido voluntariamente.
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