martes, 31 de mayo de 2016

¿PARA QUE FUNDARON LA PRIMERA GRAN LOGIA?

    
Por: Iván Herrera Michel
          
Si bien es cierto que la Masonería con un carácter asociativo, filosófico, positivista, artístico, libertario, metafísico, solidario, igualitario, librepensador, cristiano, espiritual, filantrópico… y hasta iniciático, brindó la más grande lección de altruismo en los siglos XVIII, XIX y XX, también lo es que su primera Gran Logia no fue fundada para tan altos designios, ni concebida por la upper class británica, ni ideada por alumnos del Eton College, ni en ella se entonaban las notas románticas del Greensleeves que dicen que Enrique VIII le compuso a Ana Bolena.
          
Muy por el contrario de los clichés doctrinales que acompañan a la Orden, los precursores de 1717 eran obreros de su tiempo, personas sin mayor preparación, cercanas a la construcción, que vivían en una sociedad estamental y miembros de cuatro pequeñas cuadrillas que eran contratadas por maestros de obras de mayor influencia encargados de los trabajos más rentables bajo la dirección suprema de Sir Christopher Wren, que para finales del XVII y principios del XVIII era el gran contratista del sector público en el Reino Unido y desde hacía medio siglo el encargado de la reconstrucción de Londres.            
 
Sir Christopher Wren
Las cuatro Logias fundadoras de la Gran Logia de Londres y Westminster se reunieron sin ritual alguno (eso vendría después) y con un interés exclusivamente especulativo en lo económico, sin veleidades filosóficas, esotéricas o filantrópicas. De hecho, los nuevos miembros se “aceptaban”, en vez de “iniciarse”, como empezaría a hacerse varias décadas después en Francia. La solidaridad derivaba del colegaje, la fraternidad era camaradería y un “sistema de moral velado en alegorías e ilustrado por símbolos” no estaba en las cuentas de nadie en la “Goose and Gridiron Ale House”.
              
Solo fue a partir de 1718 durante la primera Gran Maestría del anticuario y empleado público George Payne y la incorporación y Gran Maestría en 1719 del francés Jean Théophile Desaguliers, filósofo, miembro de la Royal Society y asistente de Isaac Newton, que se fue conformando un entramado ideológico latitudinario que comenzó quemando las reglamentaciones anteriores del gremio, y terminó en 1723 con la aprobación de unas nuevas constituciones y la introducción formal de pompa y circunstancia a los usos y costumbres. Ya desde 1720, para la segunda instalación como Gran Maestro de George Payne en la Sala de Librea de la ciudad, se llevó a cabo el primer desfile público de la Masonería, que partiendo de su residencia fue presidido por nobles en carruajes seguidos de Masones decorados con sus mandiles.                    
               
A partir de allí, y en medio de las nuevas tendencias, la nobleza que tuvo en la Gran Maestría desde 1721 al hombre más rico de Inglaterra (John Montagu, Segundo Duque de Montagu, Vizconde de Monthermer, Marqués de Monthermer y Coronel de la Guardia Montada) no se hizo esperar, algunos Grandes Maestros estuvieron prontos a izar “el pendón de su yo” (como dijo Ortega y Gasset) y las cosas nunca más volvieron a ser iguales. En adelante se configuraría una orientación mezcla de nobles y científicos que contó de todos modos con que los fundadores no eran simples obreros a semejanza de los jornaleros del mercado, sino unos operarios que estaban al tanto del poder evocador de los símbolos y de la forma en que estos interactúan con las personas. No se construye una catedral sin estar en contacto con un pensamiento abstracto y sofisticado, ni se trabaja durante años en su levantamiento sin irse sensibilizando en un sistema de comprensiones determinado.
              
Si bien estaban lejos de ser semiólogos, esos albañiles percibían cómo los símbolos que creaban se revelaban a los observadores desde el contexto y la asociación de pensamientos. Sin esta predisposición inicial las nuevas doctrinas difícilmente hubieran podido conectarse con la funcionalidad del simbolismo moralizado que siguió.
            
Sobre esta base, la asociación de ideas vinculada al símbolo arquetípico y la imagen se
Jean Théophile Desaguliers
trasformaron en una especie de metáfora dirigida a avivar la especulación al tiempo que la suntuosidad anglosajona sentaba sus reales. El Duque de Montagu se posesionó con las mismas cuatro Logias fundadoras y al año entregó veinticuatro y una percepción social diferente de lo Masónico. Y como diría Valle Inclán “en aquella atmosfera de fuego, cargada de pólenes misteriosos y fecundos, como si fuera el serrallo del universo”, se iniciaba el Big Bang de una Masonería que trescientos años después tiene hasta una bandera clavada en la luna.
                      
Y no es de extrañar que la fastuosidad se haya introducido, ya que como afirma Jon Hamill, actual Director de Proyectos Especiales de la Gran Logia Unida de Inglaterra “el boato es algo por lo que los ingleses son reconocidos internacionalmente como unos maestros Ya se trate de una importante ocasión oficial como la apertura del Parlamento, una presentación del Alcalde Mayor de Londres o un festival de verano en alguna ciudad del país, ellos tienen un gran sentido de la tradición, el color, la precisión y el estilo”.
                    
En contraste, las Logias que inicialmente se reunieron en 1717 en una cervecería popular tenían como meta vital crear un pool de la construcción que les brindara ventajas para obtener contratos, restringir la competencia y aumentar sus ganancias. Y si aspiraron a que los gobernara un noble, lo hicieron calculando que con su concurso lo podrían logran con mayor facilidad ahora que una nueva dinastía (la de los Hannover) y un nuevo rey (Jorge I) habían asumido el trono de la Gran Bretaña hacía tres años y al anciano contratista del reino desde hacía casi medio siglo, Christofe Wren, le pesaban sus 85 años de edad y su rol en la construcción de Londres tenía el sol a las espaldas.
John Montagu
                       
Sobre todo, desde que sus protectores de la dinastía Estuardo habían perdido la corona al fallecer Ana I sin descendencia directa en 1714 y fueran derrotados en la sublevación y toma de ciudades que propiciaron en 1715 y 1716, que dio lugar a que el Rey Jorge I suprimiera el partido de los tories que apoyaba a los Estuardos y conformara un gobierno amigo de corte liberal exclusivamente con el partido whig. Los estuardistas lo volverían a intentar en 1719 con el apoyo de España que destinó 300 hombres de infantería a Escocia para iniciar la rebelión y un ejército de 7.000 soldados a Gales, para tomar Londres y coronar a Jacobo III. De nuevo fueron vencidos.
                   
La primera Gran Logia surge en tiempos turbulentos de cambio y de definiciones en Inglaterra. La imposición de un rey alemán que solo hablaba en ese idioma y delegaba excesivo poder en su gabinete creó tensiones adicionales con los partidarios de unos pretendientes Estuardos que tenían mayores razones para aspirar al trono, y por sobradas razones Wren fue hostil hasta su muerte en 1723 a una iniciativa constituida por cuatro Logias que buscaban socavar su poder. James Anderson afirmaría con flema inglesa en 1738 en sus “Nuevo Libro de las Constituciones” que Wren “las tenía descuidadas”.
                    
Christopher Wren fue uno de los amigos de infancia más favorecidos por el Rey Carlos II (Estuardo). Tres años después del gran incendio de Londres de 1666, lo nombró Inspector del Reino (Royal Surveyor) encargándolo de las obras civiles que requirieran todos los palacios y de la reconstrucción de la ciudad. De las 87 iglesias destruidas por el fuego Wren reconstruyó 51, además de hospitales y bibliotecas en toda Inglaterra y la Catedral de San Pablo en Londres en donde está enterrado. Su propuesta de diseño de un nuevo Londres con plazas y avenidas no corrió con suerte, y finalmente lo reconstruyó a partir del esquema original pero con ladrillos y piedras, minimizando el uso de la madera para evitar nuevos incendios. Fungió durante 49 años como el máximo contratista británico, durante los cuales adquirió una fuerte autoridad sobre los gremios de constructores.
                     
Catedral de San Pablo de Londres
Según datos oficiales, la conflagración destruyó en cuatro días con sus noches 13.200 casas, 87 iglesias, 44 casas gremiales, la Casa de Aduanas, la Catedral de San Pablo, el ayuntamiento de Londres, el palacio correccional del centro medieval y otras prisiones, cuatro puentes sobre los ríos Támesis y Fleet y tres puertas de la ciudad. Dejó a unas 80.000 personas sin hogar y la cifra de muertos se calcula en varios cientos. Una verdadera tragedia que siguió a la de la gran peste que azotó a Londres un año antes y que dejó entre 70.000 y 100.000 muertos de los 450.000 habitantes que tenía la ciudad. Frente a esto el eficiente Wren en ocho años construyó 10.000 casas que le trajeron un gran prestigio.
                 
Wren era toda una personalidad para la época, había sido profesor de astronomía, arquitecto, médico, dos veces parlamentario (1685-1688 y 1702-1705), presidente de la Royal Society (1680 y 1682) y el mismo Isaac Newton se refería a él como un científico brillante. Además, en virtud de sus funciones era el gran dirigente de las Logias del reino, lo que en ocasiones se asimila en forma imprecisa a un cargo de Gran Maestro de la Masonería Operativa, que nunca existió.
                      
La vejez, la falta de apoyo oficial, la incapacidad física y el largo ejercicio del octogenario Christopher Wren fue un motivo muy importante para que cuatro logias de obreros concibieran un cartel de la construcción al que denominaron Gran Logia de Londres y Westminster debido a que tres de las fundadoras se reunían en tabernas de Londres (The Goose and Gridiron, The Crown y The Apple-Tree), y la cuarta (Rummer and Grape) en la cercana ciudad de Westminster, que era para entonces la segunda en población del país y actualmente está ubicada en el centro del Gran Londres.
                     
El control de larga data de las obras por parte de Wren y el novedoso diseño de la Catedral de San Pablo (que hoy es motivo de orgullo), construida de 1675 a 1710 e inspirada en la de San Pedro de Roma y en la iglesia de Val de Grace en París, ya venían recibiendo acidas críticas. Una fuerte oposición irrumpía y fue famoso el escrito de Anthony Ashley Cooper, tercer Conde de Shaftesbury, contra un Wren que fue despedido finalmente en 1718 para dar paso al nombramiento de William Benson, que a su vez duró en el puesto solo quince meses dejando una complicada estela de enfrentamientos con sus subordinados, sus colegas, la tesorería del reino y la Cámara de los Lores.
                 
Jorge I Hannover
La novedad asociativa de 1717 y la deriva de su mutación preocupó en gran medida al resto de Logias operativas, especulativas y heterogéneas esparcidas por la Gran Bretaña que continuaban siendo fieles a la tradición y alejó para siempre a la Masonería del ofició de la construcción. De ahí la sátira de llamarla “moderna” con que se le comenzó a conocer con intención mordaz.
                       
Christopher Wren murió el 25 de febrero de 1723, cuatro meses antes que las primeras Constituciones de Anderson abrieran las puertas a una nueva Masonería que abandonaba la idea de ser un cartel de la construcción para tratar de unir lo disperso, ser centro de unión y de armonía y abrir espacios a las ciencias experimentales.
                  
Conociendo los antecedentes de Wren, es muy posible que una asociación especulativa a medio camino entre la Royal Society y la aristocracia británica hubiera sido de su agrado. Aunque es muy poco probable que se hubiera incorporado al universo hannoveriano que nacía en la Orden.
              
            
      

domingo, 1 de mayo de 2016

EL ILUSTRE DESCONOCIDO QUE FUE EL PRIMER GRAN MAESTRO DE LA MASONERÍA

          
Por Iván Herrera Michel
      
En contraste con la abundante documentación que existe sobre la vida y obra de los primeros Grandes Maestros de la Masonería, muy poco se conoce de Anthony Sayer, el primero de ellos. Al parecer fue un francés del común o un plebeyo inglés que vivió en Londres sin ningún título, pariente noble o bien de fortuna que lo distinguiera, y de quien no hay datos acerca de donde nació, donde vivía, si tuvo esposa, hermanos o hijos, quienes fueron sus padres, Etc. 
              
Los mismos historiadores ingleses afirman que su condición humilde no le ha deparado interés alguno por parte de los estudiosos, lo cual a todas luces constituiría un ejemplo intolerable del clasismo británico.
             
De hecho, la única fuente histórica sobre la jornada de su elección como Gran Maestro es secundaria y está comprendida en el “Nuevo Libro de las Constituciones” que redactó James Anderson 21 años después, en 1738, con el siguiente tenor.
       
“(…) el día de San Juan Bautista, del tercer año del rey George I, AD. 1717, la Asamblea y Fiesta de los Masones Libres y Aceptados tuvo lugar en la precitada taberna del Ganso y la Parrilla. Antes de la cena, el más antiguo Maestro en la Silla propuso una lista de candidatos apropiados; y los hermanos eligieron por mayoría de manos levantadas a Anthony Sayer, Gentleman, Gran Maestre de los masones (Jacob Lamball, Carpintero, Capitán Joseph Elliot, Grandes Vigilantes) que de inmediato fue investido con las insignias del oficio y de poder por el dicho maestro más antiguo, e instalado y felicitado por la asamblea, que le rindió homenaje.”
               
Pero también en este, como en los demás escritos de Anderson, es muy difícil distinguir ente lo cimentado en fuentes primarias (documentos de la fecha, testimonios de primera mano, correspondencia de los participantes, Etc.) y su construcción particular de los hechos. Por esta vía, tampoco conocemos quién era “el más antiguo Maestro” en la reunión, cuáles los otros “candidatos apropiados” ni las consideraciones por las que se eligió al Gran Maestro.
             
De todos modos, Sayer pasó a la historia gracias a que fue votado el 24 de junio de 1717 como el primer Gran Maestro de la Gran Logia de Londres y Westminster (y de paso de la Masonería universal) a los 45 años de edad en la “Goose and Gridiron Ale House” “hasta que tuvieran el honor de poder elegir a un Hermano perteneciente a la nobleza”. Otra clara muestra del clasismo de los fundadores de la Masonería que afortunadamente abandonaron amplios sectores de sus descendientes. 
         
En ese momento era miembro de la Logia que se reunía en la Apple Tree Tavern, en la que se planeó en 1716 la fundación de la primera Gran Logia del mundo, ubicada en un lugar por el que hoy pasa la Wellington Street de Londres, a una milla de la Catedral de San Pablo. Después de su Gran Maestría, ocupó el cargo de Primer Gran Vigilante (Senior Grand Warden) de la Gran Logia en 1719 y Guarda Templo (Tyler) de su Logia hasta que falleció.
               
De Sayer se conserva en la Librería y Museo de la Francmasonería de la Gran Logia Unida de Inglaterra un retrato pintado por el Masón inglés Joseph Highmore y grabado por el también Masón holandés John Faber Jr., en el que aparece con peluca tapando su calvicie y decorado con un Mandil blanco con la baveta levantada hasta el pecho, que podríamos presumir de cuero, sin ningún otro ornamento. Los collares, medallas, guantes, ante puños, Etc., que usan los Grandes Maestros de hoy arribarían unos pocos años después de 1717 de la mano de la recién llegada nobleza británica.
                    
No obstante, queda la inquietud acerca de cuáles fueron “las insignias del oficio y de poder” con que fue investido el día de su elección. A juzgar por las ilustraciones Masónicas en la portada de las Constituciones de Anderson de 1723 en las que solo aparece un Mandil, se podría colegir que Anderson en 1738, alejado del rigor histórico, se dio licencia para engalanar las circunstancias fundacionales de la Gran Logia en una cervecería ordinaria, lo cual no sería nada extraño en él.
                   
Por otra parte, la precaria situación económica de Sayer lo llevó a solicitar ayuda tres veces a su segundo Taller la Old King´s Arms Lodge No. 28 el 21 de noviembre de 1724, el 21 de abril de 1730 y el 17 de abril de 1741, siendo auxiliado en dos ocasiones el 2 de febrero de 1736 y el 3 de marzo de 1740. Y en 1730 fue amonestado en público por el Gran Maestro, el Duque de Norfolk, por asistir a las reuniones que se hacían en contra de las políticas de la Gran Logia.  
                
Tampoco fue Anthony Sayer un Gran Maestro activo y su periodo pasó sin pena ni gloria. De hecho, en la Goose and Gridiron Ale House se acordó celebrar cada año una Asamblea y fiesta el 24 de junio, día de San Juan Bautista. Cuando se reunió la Asamblea de 1718 Anthony Sayer entregó la Gran Maestría a George Payne sin una Logia más de las cuatro que recibió ni contar con un miembro adicional.
              
Allí igualmente se concertaron tres reuniones trimestrales de los oficiales de las Logias así: la primera el día de San Miguel Arcángel el 29 de septiembre, la segunda el día de San Juan Evangelista el 27 de diciembre y la tercera el día de la Anunciación el 25 de marzo. Ninguna de esas reuniones se llevó a cabo.
               
Anthony Sayer fue el primero de los cinco únicos Grandes Maestros ingleses que no han sido de la nobleza o de la realeza de los cincuenta y nueve que suman las tres Grandes Logias “regulares” de Inglaterra en trescientos años. A saber, en orden de fundación:
             
1) Gran Logia de Londres y Westminster (1717 a 1813): Sayer en 1717, George Payne en 1718 y 1720, y John Theophilus Desaguliers en 1719;
                
2) Gran Logia de Masones Libres y Aceptados de Inglaterra (1751 a 1813): Robert Turner en 1753 y Edward Vaughan en 1754 y 1756; y
               
3) Gran Logia Unida de Inglaterra (1813 -     ): todos sus Grandes Maestros han sido miembros de la nobleza o la realeza.
            
Iglesia de San Pablo del Covent Garden
De lo que si se está al corriente por un periódico local de finales de enero de 1742 es de la edad en la que falleció Sayer. Y de que fue sepultado el seis de enero de 1742 durante la Gran Maestría del Conde de Morton. La noticia fue publicada en los siguientes términos de los que se desprende que debió nacer en 1672:
               
Hace pocos días falleció a los 70 años Mr. Anthony Sayer, quien fuera Gran Maestre de la Más Antigua y Honorable Sociedad de los Masones Libres y Aceptados en 1717. Su ataúd fue seguido por un gran número de Gentlemen de la mejor calidad de esa Honorable Sociedad, desde la taberna Shakespears Head en la Piazza de Covent Garden y decentemente enterrado en la iglesia de Covent Garden.”
            
Desde entonces sus restos reposan en la iglesia de San Pablo del Covent Garden, conocida como la “Iglesia de los actores”, construida por Iñigo Jones en 1633 en el West End de Londres, con un estilo toscano sobrio, en medio de un remanso de paz en el que a menudo se ofrecen conciertos.