Sobre la calidad de Masón
del “Precursor de la Emancipación
Americana”, “El Primer Venezolano
Universal”, “El Americano más
Universal”, Dictador Plenipotenciario y Jefe Supremo de los Estados de
Venezuela en 1812, Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez Espinosa (1750 - 1816), existe
una discusión abierta.
El Precursor Francisco de Miranda |
De él se ha dicho que se
Inició en la Masonería en Filadelfia, Londres, París, Cádiz, Gibraltar,
Virginia… y hasta que fue el fundador de la Masonería venezolana y de la primera Gran Logia en su país en 1824 (seis años después de su muerte), pero lo único
cierto es que nadie ha podido mostrar una sola fuente documental, testimonial o circunstancial,
directa o indirecta, que pruebe su ingreso, visita o pertenencia a una Logia
Masónica alguna vez en su vida.
No obstante, pasando sobre lo anterior, el primero
de enero de 1950, el Gran Maestro de la Gran Logia de los Estados Unidos de
Venezuela (Antecedente común, antes del cisma de 1957, de las actuales Gran
Logia de la República Bolivariana de Venezuela y de la Gran Logia de la
República de Venezuela), José Tomás Uzcátegui, expidió, sin suerte alguna, un
Decreto mediante el cual ordenó en su artículo 4° “recopilar y publicar los datos masónicos del Q∴ H∴ Francisco de Miranda”.
Y de paso, en el artículo
1° declaró “el día 28 de marzo de cada
año: Día Nacional Masónico”, en honor
del nacimiento de Miranda esa misma fecha del año 1750.
Al
respecto, el historiador venezolano Eloy Reverón García, elaborando su Tesis de
grado en 1990, en la Escuela de Historia de la Universidad Central de
Venezuela, sobre la “Masonería en el
Siglo XIX”, examinó los archivos conservados desde 1853, constatando que “la primera vez que apareció el nombre de
Francisco de Miranda fue para archivar el decreto del Gran Maestro, que de paso
declaraba la fecha del nacimiento de Miranda, a partir del bicentenario, Día
Masónico Nacional”.
Por su
parte, Frederick Seal-Coon, miembro de la prestigiosa Logia de investigación Quatuor Coronati No. 2076, de la Gran
Logia Unida de Inglaterra, escribió un artículo en 1995 titulado “La Mítica Masonería de Francisco de Miranda”,
en el que pone en duda la membresía Masónica de Francisco de Miranda.
Más
aún, en 1926, el economista, escritor y político venezolano Alberto Adriani
(1898 – 1936) y el historiador estadounidense, profesor de la Universidad de
Illinois, William Spence Robertson (1872-1955), descubrieron en la ciudad
inglesa de Cirencester, a 150 Km. al oeste de Londres, el archivo personal de
Miranda (conocido como Colombeia) que
consta de 63 cuerpos divididos en tres acápites (Viajes, Revolución Francesa y Negociaciones).
Venezuela lo adquirió siendo Ministro de Relaciones Exteriores el historiador Caracciolo
Parra Pérez (1888 – 1964), hoy se encuentra en el Archivo General de la Nación
de Venezuela, en Caracas, y en 2007 la UNESCO lo integró al proyecto “Memoria del Mundo”.
Colombeia. Archivo de Miranda |
Los
investigadores tampoco han podido encontrar en ninguno de los 63 tomos de este abundante archivo
autobiográfico, redactado en castellano, francés e inglés, un solo vestigio del
paso de Miranda por la Masonería. Y es notoria la ausencia, ya que el grado
de detalles del Precursor es de tal meticulosidad que hasta aparecen reseñadas las
cortesanas con las que durmió y los libros que compraba en cada país que
visitaba.
COLOFÓN
Más
allá de sesgos, quereres y mitos, las pesquisas adelantadas hasta la fecha no han
arrojado resultados positivos sobre la membresía Masónica del General Francisco
de Miranda. Ni siquiera indicios circunstanciales. Y, a contrario sensu,
algunos historiadores han llegado a la conclusión de que su condición de Masón es un mito creado
a mediados del siglo XX para minimizar la fama de Bolívar.
De
hecho, durante el siglo XIX no se exaltó a Bolívar ni a Miranda como Masones en
la literatura, los discursos y los relatos internos de la Orden. Es a partir de
la primera mitad del siglo XX en que aparece con fuerza lo que Reverón García
llama una “asombrosa mezcla de
transposición histórica, devoción Masónica y agilidad imaginativa, de la que
surge la virtuosa trinidad de un culto a la patria semejante a una religión
civil, o un civismo con caracteres religiosos…”. (El Fantasma de Bolívar en
la Masonería Venezolana. Caracas, Venezuela, Publicaciones Monfort
S.A., 2001).
A
pesar de ello, lo anterior no es pretexto para que en un quisquilloso positivismo
se niegue de tajo la posibilidad de que Miranda haya sido Masón. Al fin y al
cabo, como dijo Carl Sagan, “la ausencia
de pruebas no es prueba de ausencia”.
Sobre
todo, porque la tradición oral (que ha existido en el caso de Miranda, por lo
menos en el siglo XX), aunque versátil, maleable, tergiversadora y subjetiva, también
es un insumo para la gestión historiográfica.
Aunque
también pudo suceder que la pertinaz propaganda antimasónica española, que,
desde la segunda mitad del siglo XIX culpa a la Masonería por la pérdida de las
colonias, al cruzar el océano haya generado, sin mayor estudio, un orgulloso
discurso elaborado desde las orillas acríticas de lo que se desea escuchar y
propagar, sobre un glorioso olimpo patriótico libertario,
que nunca existió.
Casos se han visto…