jueves, 18 de abril de 2024

Mensaje al Congreso en Roma de C.A.M.E.A. y la asociación cultural G. Washington: “Del conflicto interno a los conflictos mundiales”

Por Iván Herrera Michel
                  
Palabras leídas en el Hotel Massimo D'Azeglio, Roma, Italia, el 13 de Abril de 2024 en el Congreso Cultural promovido y organizado por C.A.M.E.A., en colaboración con la asociación cultural G. Washington, titulado “Del conflicto interno a los conflictos mundiales
                  
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Muy Ilustre Hermano Gran Maestro de la Gran Logia Madre C:. A:. M:. E:. A:. del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
               
Mis Hermanos y Hermanas en sus Grados y Calidades,
          
Es con gran placer que me dirijo a usted, y a todos los presentes, para saludar este ejercicio de reflexión común sobre lo que, desde las Constituciones de Anderson de 1723, que es uno de nuestros referentes fundacionales, conocemos los Masones con la fórmula de “Unir lo que está Disperso”, que siempre ha sido una respuesta sabia y fraternal a la presencia inevitable de los conflictos motivados por nuestras naturales diferencias.
                         
Y debo agradecer, de manera especial, la fraternal invitación que me ha hecho la Gran Logia Madre C:. A:. M:. E:. A:. del Rito Escocés Antiguo y Aceptado al congreso cultural Masónico del mes de abril de 2024 en la histórica ciudad de Roma. Como Presidente del Centro de Enlace y Comunicación de las Potencias Masónicas Firmantes del Llamamiento de Estrasburgo (CLIPSAS), me siento muy honrado de dirigirme ustedes para recordar y reafirmar nuestros principios fundamentales.
                    
El mandato, tres veces centenario, de unir lo que está disperso lleva consigo el de abordar las diferencias y los conflictos con empatía, comprensión del otro, humildad y mira constructiva de principios y valores humanistas. Y esto aplica tanto a nuestras relaciones interpersonales Masónicas como a la relación entre nosotros y el mundo.
                      
De hecho, reflexiono ahora que no habría necesidad de la existencia de la Masonería si la diversidad no fuera un componente esencial de la humanidad, y si los ocho mil millones de personas que habitamos el planeta no tuviéramos visibles diferencias determinadas por nuestra genética, orígenes, culturas, ideologías, convicciones personales y experiencias de vida.
               
Lo cual, es una realidad humana que nos enriquece y enriquece nuestras discusiones y
encuentros. Los Masones hemos hecho de esta diversidad un tesoro invaluable a partir del
cual realizamos una construcción moral colectiva.
                   
Es en este contexto que la comunicación abierta y honesta siempre es esencial para construir puentes sobre la base de la dignidad de todas las personas, los derechos humanos, la inclusión, la mutua aceptación de las diferencias, la libertad, la igualdad y la solidaridad. Hoy en día, dotada con un profundo sentido de comunidad global pacífica con la finalidad de transmitir un mensaje fuerte sobre la necesidad de estar unidos y de trabajar juntos. En donde cada voz es escuchada y cada contribución es bienvenida en una red de solidaridad inquebrantable.
                       
El precepto de unir lo que está disperso es un mandato fundacional y emblemático de la Masonería que debe ser interpretado en el marco simbólico de su filosofía. No solo es una invitación a reunir personas diferentes, sino además a conciliar y construir una coherencia personal en nuestras propias vidas en la búsqueda de un mejoramiento personal y social. Unir lo que está disperso es un mandato ineludible e inspirador para promover activamente la felicidad de la humanidad en un mundo mejor.
                        
Entendido este mundo mejor como un fin en sí mismo que implica mejoramiento personal, fraternidad universal, promoción de la tolerancia, contribución humanista a la sociedad y liderazgo ético, cultivado a través de rituales, alegorías y símbolos como objetos de estudio y reflexión.
                 
Por último, celebro con regocijo que con vuestro liderazgo podamos llevar adelante la noble misión de la Masonería. Nuestra columna más fuerte, y el deber más importante, es la grandeza del pensamiento moral y la magnificencia del proyecto Masónico.
                     
Su Hermano Masón,
                
                          
Iván Herrera Michel
Presidente de CLIPSAS  2021 - 2024
                      
             
                            

viernes, 12 de abril de 2024

REVISTA "MEDELLÍN MASÓNICO". PREFACIO

Mi Q:. H:. Álvaro Castaño Díaz me ha hecho el honor de invitarme a escribir el siguiente prefacio a la revista "Medellín Masónico" que acaba de publicar mostrando las huellas de la Masonería en una ciudad que posee una fuerte tradición religiosa y un pasado antimasónico. Por otra parte, resulta de interés su propuesta de leer los temas de ciudad a través de sus estatuas, monumentos y placas conmemorativas.

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PREFACIO
Por Iván Herrera Michel
En el paisaje urbano los monumentos y placas a personajes históricos escriben en silencio el relato colectivo de lo que ha construido la ciudad y la sociabilidad de sus habitantes.
Vistas en su conjunto, muestran un hilo conductor desde una perspectiva única. No solo evocan fechas y batallas, sino también referentes morales y decisiones adoptadas con miras trascendentes. Cada uno es un nodo de compromisos y valentías que recuerdan combates y sacrificios por un mundo mejor.
Son testimonios que invitan a la ciudadanía a unir lo mejor del pasado con las búsquedas del presente, y luces que guían. No solo ayudan a comprender la historia colectiva y el legado de los personajes, sino que además son voces que inspiran. Arte que conversa. Fuentes que preguntan.
Agradezco la invitación que me ha cursado el Dr. Álvaro Castaño Diaz para escribir unas cortas palabras sobre este llamado a la reflexión sobre el presente y el futuro de Medellín, a través del ejercicio de honrar a quienes la ciudad ha elevado al honor del mármol y el bronce en sus lugares públicos.
Que esta revista inspire el análisis desapasionado de la historia colectiva y de los valores que le han dado forma a la urbe y al tejido cultural de la comunidad.
Pero que, ante todo, sea un llamado a la conciencia moral de los habitantes de Medellín.
Buena lectura.

viernes, 22 de marzo de 2024

BICENTENARIO DE LA PRIMERA OBEDIENCIA MASÓNICA DE LA AMERICA ESPAÑOLA

Por Iván Herrera Michel
                 
A principios de 1824 España y sus antiguas provincias eran un verdadero galimatías de confabulaciones y todavía faltaban varios meses para que en los Andes peruanos se librara la batalla que selló definitivamente la independencia de la Sudamérica española.
                    
En aquellos días, las intrigas hispánicas estaban siendo reemplazadas rápidamente por un hervidero de complots entre los independentistas, Europa se enfrentaba a sus propios fantasmas, las tropas que debían restablecer el orden imperial español se habían varado en España y el caudillismo en el Nuevo Mundo estaba desbordado.
                       
Así las cosas, en Caracas, Venezuela (a semejanza de Brasil, en donde tres Logias fundaron el 17 de junio de 1822, en Rio de Janeiro, el Gran Oriente de Brasil), el 21 de abril de 1824 se comenzó a soñar con una Obediencia Masónica que finalmente fue fundada el 16 de mayo e instalada el 24 de junio del mismo año con el nombre de Gran Logia de Colombia, que funcionó cuatro años hasta que desapareció para siempre en cumplimiento de un Decreto que expidió el General Simón Bolívar el 8 de noviembre de 1828, luego de sobrevivir a un atentado contra su vida un mes y medio antes. El abogado y coronel venezolano Diego Bautista Urbaneja pasaría a la historia como el primer Gran Maestro nacido en la América española y el único que presidió la primera Obediencia fundada en allí.
                          
Para esos momentos ya estaba materializada la quimera que un Congreso en Angostura había concebido cinco años antes, de crear un nuevo país llamado República de Colombia que uniera a los entonces Virreinato de la Nueva Granada y Capitanía General de Venezuela, y se habían sumado al proyecto Panamá, la Real Audiencia de Quito y el Gobierno de Guayaquil para formar un inmenso estado multiétnico de 2.5 millones de kilómetros cuadrados poblado por 2.5 millones de habitantes, de los cuales 102 mil eran esclavos y el 20 por ciento indígenas, dedicados principalmente a la agricultura,  y con  las finanzas en el peor estado posible por los costos de la guerra. 
                               
No obstante, pese a la ilusión integracionista, poco más de una década duró la república inventada en Angostura antes de que un huracán secesionista la desmantelase por completo. La separación de Venezuela y Ecuador en 1830 y la incapacidad de reconciliarse de sus fundadores le dieron el golpe de gracias para terminar por disolverse, sin pena ni gloria, al año siguiente y consolidar el nacimiento de tres nuevas naciones. En 1863 y 1898 hubo un par de tendencias reunificadoras que no prosperaron. Lo mismo sucedió con los Masones: nunca más volvieron a trabajar unidos.
                      
Desaparecida la República de Colombia, e impulsados por los mismos vientos separatistas de las sociedades en que vivían, los Masones venezolanos crearon la Gran Logia de Venezuela en Caracas el 22 de septiembre de 1830, los colombianos el Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino en Cartagena de Indias el 19 de junio de 1833, y los ecuatorianos quedaron en gran medida bajo la jurisdicción de la Masonería peruana. Y  a pesar de una mitología creada ex profeso para regalarse una historia que no se posee, la única realidad es que la Gran Logia de Colombia de 1824 abatió columnas en 1828 sin dejar descendencia alguna en ninguno de los tres países.
                                          
Han transcurrido doscientos años desde aquella efímera existencia Obedencial, y, como todo acontecimiento histórico, su recuerdo ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los caminos que ha recorrido la Masonería y las maquinaciones internas que nos enfrentan, recapacitar sobre las políticas separatistas que todavía azotan la región por imposición foránea, y examinar la importancia de los valores Masónicos para la formación de la identidad republicana de nuestras naciones.
                         
Lo que implica, a todas luces, una celebración significativa que invita a meditar sobre los referentes a los que realmente somos leales cuando nos definimos como Masones y votamos en nuestras elecciones internas.