lunes, 28 de marzo de 2022

VIDA MASÓNICA DEL GENERAL BENJAMÍN HERRERA CORTÉS

Por Iván Herrera Michel
              
IPH:. Benjamín Herrera Cortés

Se cumplen 100 años desde que el 29 de marzo de 1922, en el Teatro Torres de Ibagué, Departamento de Tolima; Colombia, se instaló la Convención Nacional del Partido Liberal bajo la presidencia del Masón Simón Bossa Pereira, que desde 1911 era el Soberano Gran Comendador del Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino del Grado 33º.
           
Rios de tinta corren sobre la efeméride liberal, y un profesor amigo de la Universidad Libre de Colombia, por mi condición de egresado de su facultad de Derecho, antiguo funcionario académico y Masón, me ha preguntado sobre la vida Masónica del General Benjamín Herrera, cuyo retrato con decoraciones del Grado 33º del REAA adorna sus salones a nivel nacional.
          
Comencemos recordando que asesinado el General Rafael Uribe Uribe en Bogotá el 6 de octubre de 1914, el Partido Liberal elige para sucederlo al veterano de la Guerra de los Mil Días, el General Benjamín Herrera Cortés como su nuevo Director Nacional. Eran días convulsionados tanto para la vida nacional como para la Masonería y el General aceptó el nombramiento de Ministro de Agricultura que le ofreció el Presidente conservador José Vicente Concha.
                   
11 meses después, se Inició Herrera en la Logia “Estrella del Tequendama No. 4”, de Bogotá, jurisdiccionada al Supremo Consejo Central de Colombia”, fundado el 28 de noviembre de 1911, que se atribuyó a sí mismo (en la dudosa calidad de “reinstalado”) ser el mismo “Supremo Consejo de la Jurisdicción del Centro del Grado 33º”, fundado por el General Tomás Cipriano de Mosquera en 1864 y que había sido declarado en sueños 23 años antes, el 23 de febrero de 1888, por presión de la “Hegemonía Conservadora” (1885 – 1930), constituida por gobiernos confesionales conservadores.
                
Al conocer la noticia de la aparición en el territorio nacional de un nuevo Supremo Consejo, el Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino, instalado en 1833, lo declaró “espurio” junto con sus Logias y cuerpos Jurisdiccionados, y mediante Decreto del 22 de enero de 1913 irregular, suspendido de sus derechos Masónicos y culpable de violación de sus deberes a su primer Soberano Gran Comendador, Francisco Ospina Álvarez, al igual que a otros 7 “reinstaladores” y “a todos los hermanos que hayan propendido directa o indirectamente, como cómplices y auxiliadores, a la insubordinación que se censura y condena”
                    
Aún no había sido introducido al país el esquema administrativo de Grandes Logias que lo caracterizó en el futuro, y las Logias dependían directamente de los Supremos Consejos del Grado 33º que se habían fundado a partir de 1833.
             
En líneas generales este era el contexto y el ambiente que se vivía cuando Benjamín Herrera se Inicia en la Logia “Estrella del Tequendama No. 4”, el domingo 20 de septiembre de 1915, a los 65 años de edad. Al comienzo de la ceremonia el Venerable Maestro, Rafael Espinoza Guzmán, ordenó a los presentes no hacerle preguntas durante el ritual, y Eugenio Gómez Parra, 33º, propuso, y fue aceptado por los 92 asistentes, exonerarlo de las pruebas propias de la Iniciación Masónica. En adelante su carrera fue meteórica y llena de dispensas, lo que lo llevó al récord de hacer toda su carrera Masónica sin ritual ni presentar una sola Plancha en apenas 75 días.
                
El domingo siguiente al de su Iniciación, 27 de septiembre, subió al segundo Grado, el viernes 15 de octubre recibió el de Maestro Masón, el lunes 8 de noviembre el Grado 30, y el sábado 4 de diciembre de ese mismo año el "Supremo Consejo Central de Colombia” le concedió el Grado 33º y último del REAA.
                
En el próximo año, el 24 de junio de 1916, se le elige Venerable Maestro de la Logia “Estrella del Tequendama No. 4”, cargo al que renuncia a los 4 meses alegando falta de tiempo. Posteriormente, el 19 de febrero de 1922, siete días después de haber perdido las elecciones como candidato oficial del Partido Liberal a la Presidencia de la república, se funda en Bogotá la Gran Logia de Colombia, y al tiempo de elegir como su primer Gran Maestro a Arturo Pardo Morales, se designa a Herrera como “Gran Patrono de la Masonería Colombiana”.
                 
Hoy su figura con decoraciones del Grado 33º se ve en muchas partes, y su busto en diversas plazas y parques, pero la verdad es que su paso por la Masonería fue más político que Iniciático. En la Orden se le concedió todo sin intersticios y apenas la frecuentó en ocasiones festivas hasta su muerte por bronconeumonía el 29 de febrero de 1924. Solo fue Masón 9 años de sus 74 de vida.
                   
No obstante, su mayor legado a Colombia fue la fundación de la Universidad Libre de Colombia a la que la Masonería apoyó con determinación hasta el punto de hacer de su memoria un icono inspirador del pensamiento y las luchas sociales que ha caracterizado al Partido Liberal colombiano.
            
Todo honor a su memoria.
                    
                    
                      

 


 


miércoles, 16 de marzo de 2022

LOS TEMPLOS MASÓNICOS EN BARRANQUILLA EN EL SIGLO XX

Por Iván Herrera Michel
                    

Federico Falquez Casola principal gestor
del primer Templo propio de la
Masonería de Barranquilla

En un reciente ágape fui testigo del ejercicio de memoria oral que motivó un joven Aprendiz al preguntar sobre los Templos Masónicos que han funcionado en la ciudad en los últimos cien años, y como resultas de ello quedé fraternalmente encargado de hacer un resumen.
                   
En beneficio de la precisión, comencemos recordando que en la primera década de los años mil novecientos en Barranquilla solo funcionaban tres cuerpos Masónicos: 1) La Logia “El Siglo XIX” No. 24, fundada en 1864; 2) el Soberano Capítulo Rosacruz del REAA “En el Delta” No. 5, instalado en 1863; y 3) el Gran Consejo de Caballeros Kadosh “La Triple Unión” No. 2 consagrado el 25 de junio de 1906. 

Los dos primeros aún existen, todos estaban jurisdiccionados al Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino fundado en 1833, con sede en Cartagena de Indias, se reunían dos veces al mes, sus Sacos de Beneficencia recaudaban unos veinte pesos en promedio por Tenida y las elecciones de sus dignidades las celebraban los días de fiestas patrias del 20 de julio (la Logia) y el 7 de agosto (el Escocismo).
                          
La historia del primer Templo propio se inicia cuando en el agitado 1895 colombiano la Logia “El Siglo XIX – 24” (Hoy 24 – 1), que celebraba sus Tenidas en las instalaciones de la Administración Local de Hacienda Nacional, siendo su Administrador José Joaquín Osorio, se enfrentó a la decisión del General Francisco J. Palacio de acuartelar allí sus tropas. Ambos personajes, que eran Masones y miembros prominentes del Partido Conservador, acordaron cambiar de sitio las milicias en beneficio de los trabajos logiales, pero la situación general de preguerra que se vivía se comenzó a deteriorar aún más para los Masones.
                      
Un poco después, en el marco de la llamada “Guerra de los Mil Días” en Colombia (octubre de 1899 – noviembre de 1902), la Logia para protegerse se trasladó en 1900 a un discreto segundo piso de la residencia del inmigrante italiano Francisco Fiorillo (nacido como Francesco Saverio Bellino Fiorillo en Maratea, Potenza, Basilicata, Italia, el 14 de septiembre de 1846 y fallecido en Barranquilla el 22 de febrero de 1957 a la edad de 110 años), miembro activo de dicha Logia. Allí se comenzó a estudiar en serio la posibilidad de adquirir una sede propia.
                      
Para tal efecto, se eligió una Junta Recaudadora de Fondos presidida por el Masón Federico Falqués Casola (Barranquilla, diciembre 7 de 1867 – Barranquilla, agosto 7 de 1957). Su padre, el poeta Manuel G. de Falquez, también fue Masón de la Logia “El Siglo XIX No. 24” aunque había sido Iniciado en la Logia “Fraternidad No. 22”, ya desaparecida en esos días, y corredactor de las cinco ediciones del periódico “El Misionero” que publicó la Sociedad Hermanos de la Caridad en 1870. También era nieto por vía materna del presbítero Antonio María Muñiz y Polanco, que había sido Párroco de San Nicolás de Tolentino, única iglesia católica en la ciudad hasta la construcción de la Iglesia de San Roque a partir de 1853 para hacer frente a la epidemia del Cólera que dejó muchos muertos.
                       
La iniciativa desde un comienzo contó con el decidido apoyo moral y económico del Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino (fundado en 1833, y desde 1938 Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia), siendo Soberanos Grandes Comendadores durante la construcción el comerciante cubano radicado en Cartagena Fulgencio Segrera y Sánchez-Barriga (Manzanillo, Oriente, Cuba 1850 – Arjona, Bolivar, Colombia 1919) de 1891 a 1906, y el industrial y Cónsul de Italia en Cartagena Juan Bautista Mainero y Trucco (Pietra Ligura, provincia de Génova, Italia 1831 – Cartagena de Indias, Colombia 1918), de 1906 a 1911.
                           
Como para esos días las Logias Masónicas en Colombia no podían obtener personería jurídica, el título de propiedad se tramitó a nombre de una sociedad comercial por acciones constituida para tal fin denominada “Sociedad de Construcciones S.A.”.
                     
Eran tiempos de emprendedores. Un año antes, los comerciantes de la ciudad costearon y presentaron al gobierno nacional los estudios precursores del desarrollo urbano y portuario de Barranquilla en el Siglo XX, y buena parte de la dirigencia local estaba constituida por Masones que comenzaban a perder las relaciones cordiales que habían conservado al final del siglo XIX con la Iglesia Católica y eran un pilar importante del régimen confesional conocido como “La Hegemonía Conservadora” que se prolongó desde 1885 hasta 1930.
                      
El Templo fue inaugurado en 1907 en una edificación solariega de estilo republicano - siendo Ven:. Maest:. de la Logia Hector Baena, Gr:. 18º y Secretario Guarda Sellos y Timbres Luis E. Vargas, Gr:. 18º - que se conoció coloquialmente como el “Templo de la Calle Caldas”. Tenía un patio amplio y estaba ubicada en la antigua “Calle del Camposanto” (antes “Calle de la Esperanza” y más tarde “Calle Francisco José de Caldas”), entre los Callejones (en la actualidad, Carreras) de “Pacho Palacio” (antes “De la Iglesia”, “San Nicolás”, y luego “Del Progreso”), y “California” (antes “De la Prensa” y “Del Burro” y después “Del 20 de Julio”).
                       
En la nomenclatura actual Calle 38 No. 41 – 45, colindante por la parte trasera con la Calle 39, entonces “Camino a Sabanilla”, antes “Calle de la Cruz” y “Calle de las Flores”. Esta última denominación porque allí se ubicaban los vendedores de flores del “Camposanto” localizado en donde ahora queda la Biblioteca Departamental y el parque San José o del Centenario de la Independencia.
                              
Una vez inaugurado el nuevo Templo, la Logia “El Siglo XIX” No. 24 envió en el mes de septiembre de 1907 una invitación formal por escrito al Soberano Capítulo Rosacruz del REAA “En el Delta” No. 5, del Valle de Barranquilla, ofreciéndole en su edificio “un departamento” para mudar sus tres Cámaras en uso, que fue aceptada por unanimidad en Tenida del 7 de noviembre de ese mismo año siendo su Muy Sab:. Presidente Miguel Segrera, Gr:. 30º, Secretario Darío Salas, Gr:. 18º, y Gran Orador Antenor Moreno, Gr:. 18º. Hasta esa fecha el Soberano Capítulo se reunía en una casa arrendada cuyo contrato fue cedido a favor de Baltazar Fernández, Grado 18º. El traslado se llevó a cabo en los siguientes días previo inventario de los “muebles y útiles”. En lo sucesivo, las instalaciones fueron facilitadas fraternalmente a todas las Logias y cuerpos de Altos Grados del REAA que se fueron creando.
                           
Aprobada la Ley 62 del 27 de noviembre de 1935 del Congreso de la República de Colombia, por la cual se concedió personería jurídica a las “Sociedades Masónicas”, el Venerable Maestro de la Logia “El Siglo XIX” No. 24 (ya entonces, 24-1), Julio Hoenigsberg, tramitó y obtuvo su personería jurídica mediante la Resolución No. 20 del 12 de enero de 1946 del Ministerio de Gobierno, que sirvió de base, no sin fuertes debates, para que en 1956 la Gran Logia local, fundada en 1917 – 18, a instancia del Gran Maestro Lázaro Bravo Maury y presidido su ente parlamentario por el Diputado Gran Maestro Heriberto Ahumada Ahumada, aprobara acabar con la “Sociedad de Construcciones S.A.” y que el inmueble en donde funcionaban las Logias barranquilleras pasara a ser propiedad legal del Taller que lo había construido en 1907 y era su verdadero dueño desde entonces.
                           
No obstante, en 1960 la Gran Logia retomó el tema y aprobó, en medio de vivas discusiones, el Estatuto No. 14 por el que ordenó que el inmueble pasará a su propiedad. La medida se cumplió por Escritura Pública No. 2.122 del 29 de diciembre de 1961 de la Notaría Primera del Círculo de Barranquilla, por la suma de mil ochocientos pesos ($1.800 M/L), moneda legal colombiana.
                  
Durante la próxima década, la edificación solariega fue demolida, en sus predios se construyeron dos edificios de oficinas y en su patio posterior se levantaron unos nuevos Templos Simbólico y Escocista con entrada por la calle 39 de la ciudad.
                                 
Esta nueva sede funcionó hasta que en la Gran Logia Nacional de Colombia, sumergida en una grave crisis económica, el Venerable Maestro David Name Terán, que posteriormente sería Gran Maestro, saneó sus finanzas, adquirió un lote en un sector de alta valorización de la ciudad (Carrera 49E No.102 – 30), e inició los trabajos de construcción de un nuevo Templo Masónico que finalmente fue consagrado bajo la Gran Maestría de Ricardo Calderón Calderón en 1998.
                     
Por otra parte, con ocasión del cisma de la Masonería colombiana de la década de los 80s del Siglo XX, el 25 de abril de 1990 se funda en Barranquilla la Gran Logia del Norte de Colombia, cuyas primeras Tenidas se celebran en las oficinas del Cementerio Universal, en la Calle 47 No. 35 – 203, y a partir del mes de enero de 1991, en un Templo recién construido en una amplia residencia remodelada ubicada en la Calle 80 No. 42E - 14, que fue adquirida por la suma de diecinueve millones de pesos ($19.000.000 M/L), moneda legal colombiana, siendo su Gran Maestro Jaime Castilla Castilla.
               
En el siglo XXI nacerían otras Obediencias y habría otras sedes Masónicas. Pero esa es otra historia.