Por: Iván Herrera Michel
El IPH:. Jaime Castilla Castilla ha pasado al Oriente Eterno el día 20 de diciembre de 2009 (E:. V:.)
Hay hombres que no pueden escoger su destino. El destino los escoge a ellos. Sus genes están formados a base de generosidad y grandeza, Una propensión indeclinable a la honestidad vive en ellos. Una recia personalidad los completa.
Jaime Castilla Castilla fue en vida uno de ellos. Su carácter de Masón integro no contó con eclipses.
Me tocó en suerte que fuera mi Padrino en la Masonería, y de su proximidad me enriquecí con la observación de un Masón que llegó a ser Gran Inspector General de la Orden en el Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia, y Gran Maestro Fundador de la Muy Resp:. Gran Logia del Norte de Colombia, por el camino de los méritos y del servicio desinteresado.
En ambas instituciones descolló con una trayectoria signada por la total ausencia de intereses personales.
Jamás se doblegó ni concilió con los extravíos morales ni con los prejuicios. Su voz recia retumbó para denunciar con firmeza lo que no estaba bien.
Hombre de pocas palabras, sabía observar y escuchar, y nunca tomaba la palabra sino era para mejorar el debate.
Ahora ha pasado al Oriente Eterno y culminada su vida corporal sigue viviendo en el recuerdo y las palabras de aquellos que hoy enarbolan sus banderas nunca arriadas de dignidad y honor.
El significado de su paso por la Masonería se encuentra precisamente en su ejemplo y reciedumbre.
Debemos ser capaces de sacar lecciones de la experiencia que ha vivido la Masonería barranquillera, para que nunca más vuelva a pasar. Y en esta tarea nadie debe excluirse.
Sería renunciar a la renaciente Masonería que hemos forjado y al anhelo de libertad, igualdad y fraternidad, sin distingos, y con absoluta libertad de conciencia, que anhelamos la mayoría.
A su esposa, Doña Martha, a sus hijas Teresa y Elsy, a nuestro Muy Q:. Hno:. Jaime Castilla Camacho, y a todos sus nietos va mi más sincera voz de acompañamiento y mis mejores votos por que sus corazones se llenen de serena resignación en estas horas de dolor.
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