lunes, 2 de diciembre de 2013

LAS PEQUEÑAS GRANDES LOGIAS: ¿DEBILIDAD O FORTALEZA PARA LA MASONERÍA?


(Palabras pronunciadas en el Segundo Simposio Masónico “Francmasonería  en  la  Modernidad” organizado por la  Gran Logia Universal de Mixta de New Jersey, los días 20 y 21 de  septiembre  2013 (E:. V:.)
                                                     
Por Iván Herrera Michel
           
Uno de los más llamativos comportamientos de la Masonería de finales del siglo XX y de comienzos del XXI, lo constituye la aparición en todas partes del mundo de Grandes Logias, Grandes Orientes, Federaciones de Logias, Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Capítulos Generales del Rito Francés, Santuarios del Rito Memphis, Etc., de no más de unos 300 miembros agrupados en un máximo de 15 Logias, con un presencia muy activa en la radio, la televisión, la prensa y el Internet.
                          

Al parecer lo mediático les atrae, sobre todo para hacer público que son una Masonería fraternal, amable, que sus Templos no tienen telarañas, que se ocupan de los problemas actuales, que son personas de buenas costumbres, que es verdad que creen en la libertad, la igualdad y la fraternidad hasta el extremo de haber proscrito, en gran parte de su seno, la discriminación contra la mujer, que lo Masónico es una opción admirable, que respetan las creencias de todos, que son ciudadanos comunes y corrientes, que no quieren tener conflictos con otros Masones, que no les importa mucho lo que decidan en Londres, París o Washington, ni aceptan jefes que les impongan obligaciones ajenas a la doctrina Masónica. 
                                                                         
Estas nuevas opciones, aunque todavía minoritarias en número de miembros con respecto
Izq. a Der. SGC Adriano Medina, GM Benjamín Sabido, Víctor Salazar

a las de mayor antigüedad de su localidad, cuentan con un gran “empoderamiento”, buscan adquirir sus propias edificaciones, poseen una economía de autoabastecimiento, se les nota inclinación general al estudio y la discusión abierta, y cada vez es mayor la influencia que poseen en el cambio del imaginario de la Orden en la sociedad en general.  
                                      
En América, esa realidad contrasta con la caída en la membresía de las Obediencias de donde eran originarios sus fundadores.  Y la razón es sencilla: encarnan los sueños de varias generaciones de Masones de a pie de practicar un determinado estilo de Masonería, de acabar los caudillismos y de contar en lo organizacional con una democracia más participativa.     
                          
Hoy vemos que el mensaje de estas nuevas Obediencias está llegando con mucha fuerza a profesionales, comerciantes y segmentos de la clase media que antes estaban poco penetrados, y de donde proceden muchos de sus nuevos Iniciados.  Además, existe una demanda de socializar alrededor de valores humanistas que no se identifica con lo que ven en la Masonería de corte anglosajón y optan por un ambiente más liberal y progresista, posibilitando la aparición de diferentes perfiles que cubren más amplios sectores de la sociedad. 
                         
Es muy difícil poder contar cuantas Grandes Logias han nacido después de la segunda guerra mundial.  Es posible que algo tenga que ver esta expansión con la distención social y la incorporación de la mujer al mercado laboral que siguió al conflicto bélico.  El surgimiento de una nueva generación con un concepto más definido de la autonomía y de la autorrealización, pudo también ayudar a debilitar la concepción de que la disciplina institucional está por encima de la doctrina Masónica, y apoyar la idea de que siempre es posible crear una nueva Gran Logia.
                           
En este orden de ideas, uno se sorprende de la cantidad de Obediencias que trabajan sin mayores aspavientos y con mucho fervor, tratando de hacer las cosas bien y de que la fraternidad entre sus miembros sea una realidad.  Las más conocidas son las que asisten a encuentros plurales y predican en Internet con mucho entusiasmo su existencia, pero la verdad es que muchas están pasando desapercibidas, porque poseen estrategias no tan invasivas para mostrar la vida Masónica como un camino que sigue siendo contemporáneo y abierto a todos, siempre y cuando el accionar personal tenga sustento moral sólido.     
                           
La dinámica del surgimiento de nuevas Obediencias Masónicas se ha intensificado, porque a la par de mantener una raíz común con la historia y la filosofía de la Orden, ha promovido la práctica de la protección mutua con vínculos de solidaridad e inclusión, además de la afabilidad entre sus miembros en un ambiente general de transformación valórica del tejido familiar y social.
                             
Jersey City (Nueva Jersey) vistos desde Battery Park en Nueva York
No hay que menospreciar el fenómeno, porque más que una atomización de la Orden, el grueso de las pequeñas Obediencias que existen obedece al empuje de lo que hoy podríamos llamar, usando un término de reciente cuño, los “indignados” de la Masonería. 
                          
En efecto, al igual que en el movimiento ciudadano surgido en España y propagado por muchos países que conocemos desde el año 2011 como de los indignados, estamos frente a unos Masones que se organizaron luego de protestar pacíficamente en sus Obediencias de origen en la búsqueda de una versión más coherente de Masonería, alejada de personalismos, falsa división de poderes y segmentaciones antifraternales.
                    
Las nuevas Obediencias, por lógica más pequeñas que las anteriores, se distinguen más por su manera de accionar que por un cambio drástico en sus doctrinas, a las que de todos modos asumen con una visión más liberal.  Naturalmente, deseo dejar sentado a estas alturas que me refiero a lo que se define a partir de un proyecto serio y bien intencionado, y no a las aventuras de diversos plumajes o con interés comercial que en ocasiones encontramos.      
                                     
El movimiento, que comenzó con una concepción muy localista, a partir de desencuentros específicos que buscaban la recuperación de la trasparencia del espacio Masónico, con el pasar de los años  ha puesto en contacto entre sí a sus exponentes y se ha ido redibujando la geopolítica Masónica en la medida de que sus confederaciones, Coloquios, Simposios, Etc. representan, hoy en día, una fuente doctrinal importante como resultado de poder tratar libremente ciertos temas de interés general, así como un conglomerado a tener en cuenta por los grandes actores del panorama Masónico mundial.   
                                               
En este orden de ideas, en un hecho claramente visible, los miembros de este grupo han terminado creando plataformas para encuentros abiertos y proyectos colectivos sin afiliación institucional o subordinación alguna, pero conservando la intención indeclinable de sostener un diálogo respetuoso con todos, que termina siendo también una fuente de inspiración pro movilización en lugares en donde las diferencias aún no se concilian fraternalmente, o el ejercicio del poder se considera absolutista.
En el Simposio, con el GM puertorriqueño Edgar Mtnez. y la IPH:. Ayda Perez
                                          
Pareciera que los indignados de la Masonería que crean nuevas Obediencias, desean un cambio y un futuro más fiel a los principios generales de la Orden que garantice la igualdad de todos los Masones para acceder a los Grados, enseñanzas y Dignidades, y una jurisdicción que destierre de la vida Masónica a los embaucadores, así como una fraternidad que garantice por lo menos una buena amistad.
                                    
La inmensa mayoría de los líderes de las Grandes Logias históricas no han querido escuchar a los indignados locales, ni a los miles de Masones y Masonas que reclaman la abolición y el cambio en las normas injustas y discriminatorias, y los vicios que han permeado a la Orden en su interacción con las sociedades profanas.  
                                   
Tampoco, incluyen en sus grandes citas un punto del Orden del Día para tratar un tema que se les ha escapado de sus manos. Es una verdadera política de avestruz que niega el cambio que ya se presentó en la implantación universal de la Masonería.  La baja en la membresía y en las Iniciaciones, son apenas un par de indicadores de cómo han ido perdiendo presencia social.
                                  
De hecho, el aumento y la mayor diversidad Masónica son fenómenos frecuentes en sociedades más abiertas y plurales, y cerrarse a esta realidad implica la pérdida de los miembros que rechazan sus posturas conservadoras arrogantes, al tiempo que se dan cuenta que “su” Masonería es una más entre otras, y no “la” Masonería, como estaban convencidos de que eran antes de que el Internet le contara a la Aldea Global la verdad de la institucionalidad Masónica.
                              
Son varias las cosas buenas que se observan en la práctica en el accionar de las Obediencias pequeñas.  La comprensión, la conformidad, la oportunidad y la proximidad entre sus miembros hacen que los debates sean eficaces.   
                       
Y de todos modos, una Obediencia de las llamadas chicas se divide también obligatoriamente en otros subgrupos que son las Logias, en las que ya sobre la marcha general posee reflexiones con presupuestos más participativos y dificultades fácilmente conciliables, y los debates sobre los contenidos con los que se quiere trabajar fluyen más allá de convertirse en un decálogo de buenas intenciones al momento del debate grupal. 
                                
Mediante este ejercicio, cuando los temas importantes pasan a consideración del plenario central ofrecen la oportunidad de ayudar a la Obediencia a alejarse de la comodidad vegetativa y a aceptar los cambios y los desafíos con que el contexto social reta al método Masónico de construcción personal y colectiva de reasignificación y reubicación personal.  
                           
Con los IIHH:. Víctor Salazar y Juan Orrego, en un descanso de los trabajos
QQ:. HH:.,
                               
Sabemos que en la Masonería existe una alta movilidad de personas que llegan y se van pronto de las Logias.  A algunas la experiencia, aunque sea corta, les sirve para resituarse en relación con los otros y para asumirse como protagonista principal de su propia vida.  Para trabajar la empatía y a hacerle visible diferentes formas de construir una realidad personal y social. Con frecuencia, resaltamos esta experiencia, desde grandes y pequeñas Obediencias.
                            
Tampoco, es patrimonio de ninguna de ellas el sugerir en exclusiva una articulación constructiva entre lo personal y lo grupal, ni el proponer en el marco de lo ritual una reflexión sobre la reciprocidad entre lo instintivo, lo emocional inconsciente y la racionalidad consiente, así como sobre su rol Iniciático en lo que hacemos.
                            
No es cuestión de cuanto duramos asistiendo a una Logia.  Para quienes permanecemos en ella por un lapso mayor, un punto importante es definir que seguimos haciendo allí.  Y el tema no es fácil, porque, naturalmente, depende de que deseemos hacer cada uno de nosotros en la Masonería. 
                                  
Es decir, que a diferencia de otras organizaciones, en la Masonería sus efectivos más antiguos no necesariamente tienen la obligación de enseñar, aunque sí la de ayudar a transferir la Tradición Masónica, que es un proceso muy distinto y más colmado de incertidumbres y de complejidad. 
                                
En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado decimos que tenemos que llevar “orden desde el caos”, que es algo parecido, y a ello no le podemos atar una particular dimensión temporal ni un necesario guarismo de Masones dedicados a la labor.
                                         
La construcción de un tejido fraternal desde las Logias se tiene que presentar en modelos de participación Iniciática y en la adopción y aceptación de las diferentes formas de conducirse en las interacciones Masónicas. La comunicación y la trasmisión de la tradición instituyen el desarrollo integral de los Masones, con lo que se fortalece la adopción de adecuadas maneras de pulimento de la Piedra Bruta.
                                    
Comite Organizador del Simposio
En un área mayor, las Obediencias de pocos miembros tienden a actuar de manera cooperativa, y se favorece el que la fortaleza de la fraternidad dependa de la acción de cada Masón y de su sentido de pertenencia.  En este camino, se observa que comprometen su accionar en la solución de dificultades relacionadas con la equidad, la reciprocidad y la observancia de los principios generales de la Masonería.
                                     
En principio, yo aconsejo que los conflictos que de tarde en tarde crean tensiones en las Grandes Logias obstaculizando su gestión administrativa, su cohesión fraternal y su devenir Iniciático, se solucionen por las vías del diálogo y el consenso. La observancia de una estructura democrática con separación real de poderes puede ayudar mucho a superarlos. 
                               
No obstante, todos sabemos, que hay un momento en que se torna incompatible la coexistencia en una misma Obediencia, sobre todo cuando hay mayorías que se oponen por inercia, temor o interés personal a practicar una Masonería de buena calidad y prefieren un estatus quo poco Masónico.
                                              
En estos casos, soy un decidido partidario de que lo mejor para los Hermanos y para la Masonería es fundar una nueva Gran Logia, y en este sentido la aparición de nuevas Obediencias es una oportunidad para la Orden.
                                      
Y no hay que preocuparse mucho por ello, porque en honor a la verdad históricamente comprobada, y aunque parezca un contrasentido, desde 1717 en que se fundó la primera Gran Logia en Londres, la Masonería siempre se ha multiplicado dividiéndose.
                                        
Muchas gracias, Queridos Hermanos.
                                       
             
IHM
New Jersey – USA –
Septiembre 20 de 2013
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Una plancha muy interesante, Si la masonería no se renueva, lo único que le queda es la extinsión. Esta es la Ley de la Evolución, que vemos a nuestro alrededor y nos enseñó Charles Darwin