miércoles, 4 de noviembre de 2020

LA ZOOMMASONERÍA Y LOS LANDMARKS

        

        Por Iván Herrera Michel

 

A medida que el confinamiento avanzaba los patrones de los trabajos Masónicos variaban y l
a acelerada virtualización generaba un inédito carácter inclusivo en medio de la oleada de charlas con que se trataba de compensar la falta de Tenidas presenciales. 
             
Masones y Masonas de todas las Obediencias, Ritos y Grados de pronto se vieron compartiendo luces sin restricciones. Se reconocieron, fraternizaron, dialogaron sobre Ritos, Rituales, Liturgias, Tradición, Usos, Costumbres, historia…
                   
Pero la dicha no duró mucho porque se prendieron las alarmas rojas en las áreas totalitarias de la Orden. Como las primeras consecuencias se hicieron sentir sobre las versiones oficiales, los controles disciplinarios, las deviaciones doctrinales y los referentes supremacistas, se renovaron las amenazas y los premios. Los delatores no se hicieron esperar. La censura entró en escena. Los pantallazos se convirtieron en arma letal. Y hoy muchos Masones siguen asistiendo a las charlas detrás de nombres falsos, sin cámaras y compartiendo los contenidos prohibidos en grupos de Wasap paralelos a los oficiales que mantienen fuera del alcance del radar inquisitorial.
                
Las Logias, Obediencias y asociaciones Masónicas comenzaron a comportarse como plataformas que ofrecen contenidos en una institución esencialmente tradicional, en algo no tan simple como para reducirlo a que los Masones Boomers se están comportando como si fueran Millenials.
                      
Si en el futuro se abre paso un sistema mixto (presencial / virtual), los costos de
membresía deberán descender facilitando el acceso a personas libres y de buenas costumbres de menores recursos, lo que profundizará la presencia social de la Orden en países en donde no ingresan por razones económicas y/o discriminatorias. Seguramente, algo dejarán estos días en los que los valores de los ingresos bajan y los de la hospitalidad suben.
                   
Es muy difícil vaticinar en estos momentos qué clase de liderazgo van a desempeñar los Masones de a pie de hoy, cuando lleguen a los puestos de mando con una visión más calificada del deber ser Masónico y con las innovaciones de la virtualización de la Orden. 
                   
No obstante, hay que obrar con cautela porque esta nueva realidad no puede arrasar los Landmarks de la Masonería. Entendidos estos como los principios y referentes altruistas que al modo de motores constructivos se deducen de los textos históricos y filosóficos de sus 300 años de existencia, que hacen que la Masonería sea como es, y no sea otra cosa.
                       
A riesgo de pecar por positivista, debemos recordar que la normativa más antigua en común que usa el vocablo Landmark, fue aprobada después de fundada la primera Gran Logia del mundo que fue la de Londres y Westminster, y antes de que la Masonería moderna atravesara el Canal de la Mancha y el océano Atlántico.
                      
Me refiero al Reglamento General (General Regulations) compilado por George Payne en 1720 y aprobado el 24 de junio de 1721 por unos 150 Hermanos el mismo día que eligieron como Gran Maestro al Duque de Montagu en el Stationer’s hall de Londres.
                            
Al respecto, el precepto XXXIX del Reglamento dispone que “Cada Gran Logia anual tiene suficiente autoridad intrínseca para modificar este Reglamento o redactar uno nuevo en positivo beneficio de esta Antigua Fraternidad, siempre que se mantengan invariables los antiguos Landmarks, …”.
                
La norma guarda concordancia con el posterior artículo tercero de las Constituciones de Anderson de 1723 (que es el otro antecedente en común), pero igualmente dejó en abstracto el concepto de Landmark.
                  
A mediados del Siglo XIX la redacción de listados de Landmarks se convirtió en un deporte nacional Masónico en los Estados Unidos y cada quien elaboró los suyos. Aparecieron más de un centenar de ellos. El sarampión que allí brotó se propagó por toda Latinoamérica durante el siglo XX
                        
En 1856 se publicó con mucho éxito la lista de veinticinco de Albert Mackey en la Revista “Fundations of Masonic Law” y en 1858 en su “Enciclopedia of the Freemasonry”, a pesar de que el polémico Albert Pike los rebatió virulentamente y llegó a afirmar que algunos de ellos son parecidos a los “hongos que crecen muy alto en un lindero o en una esquina”. Naturalmente, que Pike, que no se andaba con simplezas, redactó su propio listado de solo cinco Landmarks.
                        
En la actualidad, para la Mayoría de la Masonería masculina del área anglosajona - aunque muy dogmatizado tiene el listado de Mackey - la realidad es que poseen dos normativas actualmente vigentes muy diferentes: 1) El de los tres “Hitos Antiguos” aprobado en la década de 1950 por la Comisión de Información para el Reconocimiento de la Conferencia de Grandes Maestros Masones de América del Norte, y 2) el de ocho “Principios Básicos para el Reconocimiento de Grandes Logias” aprobados por la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1929 y reformados en 1989 por presión de la iglesia anglicana.
                       
Yo prefiero, alejado de imposiciones, amenazas y vaticanismos, guiarme por las facultades otorgadas a las Grandes Logias por el Reglamento General de Payne de 1721 y las Constituciones de Anderson de 1723, porque me parecen más apegados a la verdadera tradición Masónica y más fieles a lo que quisieron los fundadores hace tres siglos para el recién institucionalizado “sistema peculiar de moralidad, velado por alegorías e ilustrado por símbolos”.
                       
Estamos Ad Portas de una semipresencialidad que no sacrificará las preeminencias comunicativas e integradoras de la virtualización. El tren ya ha partido y lo mejor es que nos dispongamos hacia un contexto con condiciones de producción Masónica más fiel a sí misma que el que hemos vivido.
           
La buena noticia es que las respuestas a las preguntas que surjan de estas nuevas condiciones se encuentran en la misma Masonería.
                         
                                   
                      

 

1 comentario:

Eduardo Romera dijo...

Coincido plenamente contigo, M.I.H. Hoy, en la R.L.S. Teresa Claramunt, al O.'. de Xalapa, Veracruz, hemos iniciado un camino de la dualidad, celebrando, tenidas con ritual, en presencial y en línea. Pensamos que la masonería debe adaptarse a los tiempos que corren y, como seres libres y de buenas costumbres, hemos optado por abrir, incluso las membresías a HH residentes en otros Orientes.