lunes, 17 de febrero de 2025

¿ES LA MASONERÍA "WOKE"?

Por Iván Herrera Michel
                    
En realidad, la pregunta no se puede contestar con un simple sí o un sencillo no porque hay que partir necesariamente de la base de que entre la Masonería y la implicación social existe un viejo romance que se remonta a sus orígenes ilustrados. La dificultad surge cuando la palabra “woke” (despertad, en inglés) se emplea de manera peyorativa contra toda clase de iniciativas progresistas generando una carga semántica ambigua y un uso polarizado.
                         
De hecho, a mí me enseñaron desde el primer día, que la Orden trabaja en favor de la libertad, la igualdad y la fraternidad, y que, desde sus comienzos, fue refugio para librepensadores que defendían ideas relacionadas con el progreso, la libertad de pensamiento, la de conciencia y los derechos del hombre y el ciudadano, entre otras. Por su lado, la Real Academia de la Lengua Española, frente a una consulta que se le hizo contestó el 7 de abril de 2021 que “en español, con sentido equivalente al inglés “woke”, existe el adjetivo tradicional “concienciado, - da””.
                         
También habría que decir que para la Masonería apoyar causas basadas en la búsqueda de la igualdad, como las del sufragio universal, la abolición de la esclavitud, los derechos de los ciudadanos y la educación para todos, era lo más "woke" que podía hacer en los Siglos XVIII y XIX, y aunque no se usaba esta palabra, la esencia era la misma: ser conscientes (concienciado, diría la RAE) de las injusticias y mover fichas para cambiar las estructuras y los sistemas de poder reaccionarios, porque, en honor a la verdad, el progreso nunca fue opcional para una Orden que se jacta de llevar sus luces a la humanidad, y que tampoco frunció el ceño a la hora de hablar de derechos.
                            
Ahora bien, también es cierto que la Masonería tiene su lado conservador y contrario a lo “woke” que no solo está en su estética, sino también en su resistencia a cambios estructurales. Nuestras ceremonias, nuestras estructuras de poder administrativo, nuestros símbolos y el uso obligatorio de mandiles puede parecer un tanto arcaico para quienes no entienden su significado profundo, pero somos una Orden con tres siglos de existencia, y esa mezcla de tradición y modernidad constituye, en cierto modo, una esencia dual.
                              
En algunas obediencias, de todas las orillas, por ejemplo, los debates sobre la Iniciación de mujeres, homosexuales y transexuales, el reconocimiento Masónico de matrimonios igualitarios, o el apoyo a los derechos LGBTIQ+, han sido de todo menos tranquilos. En este sentido, es conocido que la Gran Logia Unida de Inglaterra, reputada como el guardián mundial del masculinísmo supremacista, no solo Inicia transexuales vestidos de mujer, sino que además participa activamente en las marchas del Día del Orgullo Gay y se solidariza con sus reclamos a través de su sitio web y publicaciones oficiales. Por lo que es legítimo preguntarnos sobre la paradoja de que la Masonería haya sido progresista en el pasado, pero hoy tenga sectores que rechazan el progresismo contemporáneo, o si es progresista solo cuando el cambio ha sido validado por la historia, o si, por el contrario, el progresismo sigue siendo un motor interno.
                         
No obstante, separando el arte del artista, si entendemos por "woke" el estar “despierto” y “concienciado” sobre las injusticias y, en consecuencia, actuar para corregirlas, no habría mayor dificultad en admitir la cercanía de su concepto e ideología con la historia y el texto de los rituales de la que los Masones se enorgullecen, en especial los que tienen que ver con principios capitulares para la Orden, como los de la libertad, la igualdad y la descolonización del pensamiento. Por lo que se faltaría a la verdad si se niega que la Masonería históricamente ha enarbolado banderas igualitarias e inclusivas que coinciden con las que hoy se conocen como “woke”.
                        
Sin embargo, ser Masón no significa surfear en todas las modas ni ser miembro de una asociación activista. La Masonería conlleva una actitud proactiva en las luchas sociales a la vez que es un espacio de reflexión. Su fortaleza siempre ha estado en la reflexión pausada, en el diálogo fraterno y en el compromiso personal, sin que le sea dado hacer como que no ve lo que pasa fuera de sus Logias. La Masonería no se construye en el vacío ni es una burbuja. Es una parte integral del mundo en el que vivimos y a él se debe.
                                
Sentado lo anterior, quizá la pregunta no sea si la Masonería es "woke", sino si estamos siendo fieles a nuestros principios rectores y al mandato fundacional de unir lo que está disperso. El problema no es si la Masonería lo es, sino si la preferimos sin riesgos, sin debates, sin consecuencias y, por consiguiente, sin colaborar con la construcción del Gran Templo de la Humanidad.
                            
Alguna vez leí que “la Masonería no es para vivir de los laureles del pasado, sino para construir el futuro con las herramientas del hoy". Ser Masón es actuar con conciencia, empatía y, sobre todo, con un compromiso activo alejado de la elegancia discursiva incolora de decir que es progresista, pero sin exagerar, conservadora, pero solo en las decoraciones, liberal, pero no en todo, y activista, pero no demasiado.
                       
Un vistazo general al panorama internacional nos muestra que en algunas Obediencias las discusiones sobre derechos e igualdad no son diálogos fraternales desde las Columnas, sino aguerridos combates desde las trincheras. El mayor peligro para una Obediencia no es la modernidad, sino su incapacidad de definir si quiere ser un faro de pensamiento, un museo de tradiciones o un grupo de buenos amigos.
                           
En este orden de ideas, la Masonería no es, ni debería ser, esclava de los usos en boga, pero tampoco puede permitirse ser insensible a corregir las injusticias heredadas y combatir las de su tiempo. Un posicionamiento personal y colectivo que sigue siendo un cincel y un mazo con el que trabajar en la piedra bruta del presente.
                         
Y eso, al final, siempre será atemporal y estará más allá de cualquier etiqueta con que se le quiera exaltar o agraviar, aunque si usamos la palabra "woke" en su sentido original (despertad, en inglés, y concienciado, en español) frente a las injusticias sociales, la historia de la Masonería tiene bastantes elementos que encajan en esta definición.
                       
Así que, cuando se pregunta si la Masonería es “woke”, la respuesta se cae de su propio peso: la Masonería es la encarnación histórica del espíritu de libertad e igualdad que se busca en la era de lo woke. Estos valores constituyen un fuerte latido en el corazón de una institución que busca guiar a la humanidad hacia un futuro más despierto y concienciado.
                    
Y eso, por donde se le mire, es "woke" en el sentido preciso del término, gústenos o no la palabra.
                         
                      
                  
 

No hay comentarios: