Por
Iván Herrera Michel
Entre
los varios correos que he recibido relacionados
con mi intervención en el Tercer Simposio Masónico de New Jersey (USA) el 20
de septiembre 2014, un par de ellos se refirieron “in Extenso” al tópico del “matoneo” en la Masonería, coincidiendo en
que es un asunto del que se debe hablar “con
contundencia”.
Tema
sensible entre los sensibles el que resaltan estos QQ:. HH:., y que no por
minoritario deja de representar una realidad palpable en muchas Obediencias que
coarta su accionar, resquebraja la fraternidad y distorsiona la construcción
Masónica.
El
“matoneo” entre Masones es una forma
de ejercicio de un poder no democrático, jerarquizado y desigual, que suele
apoyarse abusivamente en un mayor Grado, en un cargo directivo, en la defensa
de un rito, en la debida obediencia, en la regularidad, en un supuesto misterio,
en los Landmarks, en los Antiguos Usos y Costumbres, en un centralismo
piramidal, en la desinformación, Etc. Cualquier pretexto sirve para sus fines.
A
veces se recurre a la alienación en el camino de eliminar la pluralidad de
pensamiento y vencer la resistencia al abuso. Al respecto, un Gran Maestro
colombiano señala a los Masones que “la
libertad de conciencia no está por encima de los deberes a los cuales se
comprometieron para adquirir su calidad de Masón”, olvidando que en medio
de la impresión sicológica que producen los pasajes de la Iniciación el
recipiendario “jura lo injurable”,
únicamente por la confianza que tiene a los Masones que conoce y el respeto que
le profesa a la Orden. Nadie en su sano juicio toma como reales las penalidades
simbólicas a las que se refieren las ceremonias Masónicas.
Muy
por el contrario, lo realmente Masónico es que la Orden no puede imponer compromiso
alguno que vulnere las libertades individuales de alguien, sea Masón o no lo
sea. Por lo que resulta terrible, por decir lo menos, que por haberse Iniciado
en la Masonería una persona haga retroceder o renuncie a su libertad de
pensamiento.
Por
este camino, el juego de palabras y el manejo polisémico de los conceptos reviste
con un falso aire de erudición. Las tácticas de intimidación y las amenazas,
tácitas o expresas, de irradiación, irregularización, obstrucción de la escala
gradual, no acceso a cargos, Etc., acostumbran completar el cuadro.
Muchos
Masones prefieren retirarse de los Talleres de manera discreta tan pronto
perciben que no han ingresado al ambiente fraternal que esperaban encontrar y
que, por el contrario, son testigos de tratos diferenciales cuando no de frecuentes
expresiones antifraternales. En estos casos, no tengo ningún inconveniente en
aconsejar a quienes esto suceda, en aras de su tranquilidad y salud mental, que
se retiren de ese remedo pernicioso de Masonería.
También
hay los que sobrellevan calladamente lo de su Obediencia, pero abrevan en fuentes
Masónicas más afines con sus sensibilidades Iniciáticas, intelectuales, éticas,
ideológicas, espirituales, personales o sociales. Es lamentable que algunos
deban hacerlo a escondidas o que no puedan referirse públicamente a ellas so
pena de “matoneo”. Pero es una
verdadera chifladura que hagan de la genuflexión un modo de ser y estar en la
Masonería.
Siempre
es fácil identificar porque “matonea”
el que ejerce un poder. Lo espinoso es
adentrarse en la psiquis del “matoneado”. Las razones,
indiscutiblemente, hay que buscarlas en el cálculo interesado, la baja
autoestima, el miedo a ser excluido, la esperanza de una recompensa, la
interpretación errónea de la realidad, Etc.
Toda
coerción o manipulación, cualesquiera sean las razones invocadas, es ajena a la
práctica Masónica, y no debe ser tolerada. Menos aún por quien se precia de ser
una persona libre y de buenas costumbres. La libertad de pensamiento y de
conciencia no es un privilegio que se otorga y se recibe, sino un derecho que
se respeta y se exige.
Por
mi parte, me gustan mucho los ambientes Masónicos que conjugan el verbo “Respetar” en presente indicativo. Es
decir:
Yo me respeto,
Tú te respetas,
Él se respeta,
Nosotros nos respetamos,
Vosotros os respetáis, y
Ellos se respetan.
Porque
me muestran que una Logia puede (y debe) ser justa y perfecta no solo en lo
formal, sino además, y es lo más importante, en lo doctrinal, lo Iniciático, lo institucional, lo disciplinar y lo fraternal.