Por
Iván Herrera Michel
Mandil de Maestro del REAA |
No
es extraño encontrar Masones y Supremos Consejos que se
reivindican a sí mismo como los que observan la “pureza” del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA). Y lo dicen con
aire tan resuelto que me hacen recordar a Umberto Eco cuando se pregunta “¿Cómo no caer de rodillas ante el altar de
la certeza?”.
Pero
lo cierto es que hoy todos estamos igualmente alejados de los rituales iniciales
del REAA, porque es mucho lo que han evolucionado en dos siglos en los cinco
continentes.
A
manera de ejemplo sencillo me remito a un masón venezolano que me ha preguntado
recientemente sobre la Batería del primer Grado del REAA en la que en ocasiones
el segundo golpe se da más fuerte, se acentúan crecientemente en otras y en
unas más se muestran uniformes. Cuando he indagado sobre cada una de estas
modalidades he obtenido una explicación simbólica aceptable que me pone de presente una vez más que la Masonería
ha demostrado ser una impresionante máquina de generar ideas.
De
lo cual se infiere algo que muchos Masones no están dispuestos a aceptar: No
hay una forma correcta de practicar el REAA, sino tantas formas correctas como modalidades
correctas y no arbitrarias existen hoy.
Me
explico:
Los
Masones poseen un gran apego a sus tradiciones, usos y costumbres, y esto les ha
permitido la trasmisión de un patrimonio iniciático único y la percepción de su
quehacer en términos históricos. La globalización y el océano de información
disponible además del enfrentamiento con el gran reto del futuro no han
cambiado la inercia del fenómeno, pero si han facilitado su conocimiento.
Lo
primero que debemos reconocer con absoluta objetividad es que pese a su
admirable homogeneidad (extensión, nombre de los Grados, Signos, Toques, Etc.),
el ADN iniciático del REAA en su expansión durante más de doscientos años ha
ido adquiriendo innegables diferenciaciones. Algunas de ellas, incompatibles
entre sí.
Ni
los ritos ni los rituales nacen espontáneamente. Son derivaciones de
experiencias anteriores. Una de las fuentes más comunes de esta mutabilidad radica
en los préstamos que se toman de otros ritos Masónicos, de otras escuelas
iniciáticas, de diversas disciplinas filosóficas, de algunas religiones, Etc. A
partir de allí, un ejercicio sincrético durante un tiempo prolongado hace que
la novedad se convierta en una costumbre que todos defienden, a la que nadie le
recuerda el origen, y que entra a formar parte de la “Pureza del Rito".
El
REAA no es la excepción en la evolución general de la Masonería, y cuando se particulariza
como un cuerpo autónomo en 1801 en los Estados Unidos, y obtiene su
denominación actual en 1804 en Francia, ya había quedado atrás por mutación lo
que había llevado desde Francia a América Etienne Morín, casi 40 años antes, proveniente
del Rito de Perfección de 25 Grados.
Ahora
bien, si la intención es mostrar que se practica la más pura versión del REAA,
se tiene que pasar antes por el examen del cotejo con los más antiguos rituales
que se conocen. El ejercicio es fácil: Una vez confrontados los rituales que se
practican con los primigenios, lo que sobra, lo que falta y lo que difiere
constituye el agregado “impuro”.
Para
el caso del simbolismo del REAA, los rituales más antiguos que se conocen son
los de los Grados de Aprendiz, Compañero y Maestro que contiene la “Guía de los Masones Escoceses”, impresa en Francia en 1810 tan solo
nueve años después de fundado en Estados Unidos el primer Supremo Consejo y
seis de haber desembarcado el rito en Europa.
Al
respecto, existe un reciente trabajo de investigación en idioma
castellano que se puede adquirir por internet titulado “Lapis Reprobatus Secretum Custoditum”. El libro incluye los
rituales completos de los tres Grados simbólicos del REAA, con indicación de lo
“hablado”, lo “actuado” y el decorado de la Logia, además del catecismo de cada
uno de ellos. Lo cual resulta muy didáctico.
En
cuanto a los llamados Altos Grados del REAA (del 4° al 33°), la forma más
temprana de sus rituales con que contamos está consignada en el libro “Ordo AB Chao: The Original and Complete
Rituals, 4th-33rd Degrees of the First Supreme Council, 33rd Degree at
Charleston, South Carolina”, que es una copia de los utilizados por Frederick
Dalcho, un londinense que en 1801, a los treintaiun años de edad, cofundó en la
ciudad de Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos, en compañía de otros
diez Masones, el que se considera el más antiguo Supremo Consejo del mundo, cuando
aún faltaban tres años para que el rito se denominara Escocés Antiguo y
Aceptado.
El
libro “Ordo AB Chao: The Original
and Complete…” corresponde
a la trascripción que hizo directamente del manuscrito de Dalcho en 1827 Giles
F. Yates, miembro al mismo tiempo de los Supremos Consejos para las Jurisdicciones
del Norte y del Sur de los Estados Unidos. El documento permaneció en una
colección privada hasta que fue redescubierto en 1938, y hoy se puede comprar
por Internet.
Para
los efectos estadounidenses es evidente que Albert Pike se inspiró en partes de
estos rituales para la revisión que hizo, se alejó de algunos de sus tópicos
fundamentales y modificó otros. También es significativa la distancia con las
versiones del REAA que se practican hoy en Europa, África y Latinoamérica.
Ello
ratifica con la tozudez de los hechos la pluralidad en que estamos inmersos dos
siglos después del puntapié inicial y muestra que cada nuevo ramal ha incluido
una misión y un destino.
Porque más allá de la tradición del REAA en los siglos XIX y XX, lo más importante ahora es que la
paramasonería burocrática de los “criterios”,
“declaraciones”, “principios fundamentales”, Etc., con que se quiere determinar la
regularidad y la pureza de la Masonería, no conlleven un estancamiento en el
desarrollo de sus capacidades.