Por Iván Herrera Michel
A veces encuentro
escritos que me hubiera encantado redactar y publicar. Cuando así ocurre, pido
previamente autorización a sus autores, y, si la obtengo, subo un post.
En el siguiente dialogo, Homero Simpson explica con coherencia de vida por qué no quiere ser Masón. Fue escrito con mucho ingenio
por Luis Algorri y Oscar Via Grau, de las Logias madrileña Arte Real No. 44 y barcelonesa
Concordia Barcino Nº 43, del registro de la Gran Logia Simbólica Española. Posee
chispa y humor. También lo tomo por serio, ya que conozco a algunos
dentro y fuera de la Orden, que suscribirían complacidos lo que dice Homero. Sin mas comentarios, lo copio
del Facebook de la Logia Arte Real No. 44,
y lo trascribo tal cual apareció:
DIÁLOGO INVENTADO ENTRE LISA SIMPSON Y
SU PADRE, HOMERO
Por Luis
Algorri y Oscar Via Grau
LISA
- Papá, hoy ha venido una chica francesa a la reunión del club del libro y me
ha explicado cosas maravillosas acerca de su familia. Dice que sus padres son
masones. ¿Tú conoces a los masones? ¡Yo quiero ser masona!
HOMERO - Lisa, claro que conozco a los
masones… Mmm, verás… Esa gente es rara, hijita. No son como nosotros. Plantea
preguntas y te hacen pensar por ti mismo. Eso es cansado, Lisa. Yo prefiero que
me den las respuestas ya hechas. Se vive mucho mejor cuando alguien te dice qué
está bien y qué está mal, qué tienes que creer y qué no. ¿Qué necesidad hay de
pensar por uno mismo? Ya se ocupan de eso Kent Brockman, el de la tele, y el
reverendo Lovejoy.
LISA
- ¡Pero papá…! ¿No te parece increíííííble que cuiden así sus opiniones y las
ajenas? Que busquen mejorarse a ellos mismos, a sus conocimientos, a sus,
sus...
HOMERO
- ¡Yo con eso me
aburrooo! Los masones escuchan con atención al que habla y no le interrumpen.
Es mucho mejor el bar de Moe, donde quien tiene razón es el que más grita.
LISA
- ¡Precisamente por eso quiero conocer a esa familia! Una cena todos juntos
para hablar de temas interesantes de verdad, y que todos aprendiéramos de todos
para ser mejores personas, en lugar de verte cada dos días estrangulando a
Bart...
HOMERO - ¿Qué dices? ¿Aprender de los demás
para hacerme mejor persona? Liiisa, ¿qué tengo yo que aprender de nadie?
Aprender es para críos, yo ya sé todo lo que necesito saber. Y si hay algo que
no sé, para eso están la tele y los amigos del bar. Hazme caso, cariño, y serás
feliiiz como papá.
LISA
- Jooo… creo que hablaré con mamá. Le enseñaré esta foto que me ha dado mi
nueva amiga, de sus padres y sus compañeros masones… ¡Mira qué cosas tan
curiosas llevan! ¡Me ha dicho que están repletas de símbolos sobre los que
charlan y debaten!
HOMERO – Oh, claro Lisa, qué buenos son los
masones que se ponen esas ropas absurdas y estrambóticas y ridículas... ¡Se
ponen trajes oscuros, mandiles y guantes!... Yo prefiero a nuestros párrocos de
siempre, que se ponen simplemente sotana o clergyman, alzacuellos, fajín,
amito, cíngulo, alba, estola y casullas de diversos colores. Como cualquier
persona normal.
LISA
- ¡No, no, noooo! La Masonería no tiene nada que ver con el párroco ni con
ninguna religión, papi. Me lo ha explicado Alexienne...
HOMERO – Ay, mi niñita, qué inocente eres… Esa
gente es una seeecta que gobieeerna el muuundo. Son peligrosos. Bailan
alrededor de cabras y se comen cadáveres de niños pequeños que sacrifican con
sus propias manos. ¿Que cómo lo sé? Pues porque en el bar comentaban un vídeo
que alguien vio en el canal ese de los alienígenas. Es un canal serio, ¿eh?
También ponen la lucha libre, ¡y videntes!…
LISA
- Vamos, papá, no irás a creer esas patrañas ridículas que...
HOMERO - Además fíjate, Lisa: a los masones
les han perseguido siempre todas las dictaduras, tanto las de derechas como las
comunistas. ¡Hasta los islamistas dicen que son mala gente! ¡Y también la
Iglesia! Pues por algo será, algo habrán hecho, ¿no, cariño?
LISA
- No sé papá… a mí me parece que un sitio donde hombres y mujeres, sin ningún
tipo de prejuicio, pueden expresarse de manera absolutamente libre para
compartir sus opiniones y pasar un rato lejos del día a día… ¡es una excelente
idea!
HOMERO - Esa es otra… ¡Ahora muchos dejan
hacerse masonas a las mujeres! ¿Te imaginas, Lisa? ¡Eso es como si yo me voy a
la bolera con los amigos una vez cada dos semanas y me puedo encontrar allí a
tu madre o a sus hermanas! ¡Lo que me faltaba! ¡Hay sitios donde las mujeres no
deben estar, no sirven para eso!
LISA
– Ay, papá… Dime cuántas de las personas más importantes de este país y del
mundo entero han salido de una bolera. ¡Porque muchos han salido de una Logia!
HOMERO - Importantes, importantes… ¿Como
quién, eh?
LISA
- ¡Como Mozart!
HOMERO - Mozart, Mozart. Muy bien. Mozart. ¿Y
quién es ese tal Mozart, vamos a ver? ¿Juega al futbol? Esa gente dice que allí
no se habla ni de religión ni de política. Entonces, ¿a qué van? ¡Por lo menos
dejarán discutir de fútbol! ¿Cómo va a ser un gran personaje ese Mozart sin
saber de fútbol?
LISA
– No solo existen el fútbol y la tele y el bar, papá… ¡Hay cosas mucho más
importantes! La música, el medio ambiente, la lectura, los derechos humanos, la
fraternidad...
HOMERO - ¿Fraternidad? ¿Qué es eso? Eso es de
imbéciles. Es mucho mejor andarse con ojo, porque no te puedes fiar de nadie. Y
si no mira al estúpido de Flanders, que me prestó tres mil dólares hace dos
años y todavía cree que se los voy a devolver... ¡Heh! Hijita mía, si la
fraternidad es de imbéciles, ándate también con mucho ojo con eso de la
igualdad... ¿Qué es eso de que allí dentro son todos iguales? Yo trabajo en la
central nuclear, ¿y ahora resulta que soy igual que Willie, que es un simple
jardinero? ¿O que Smithers, que es un mariposilla? ¿O que Carl, que es negro?
¿O que Edna, que es mujer? Vamos, hombre: siempre ha habido diferencias y
clases, ¡y así está bien!
LISA
- ¡Pero papá!
HOMERO - Porque, además, ser masón es caro. Si
me hiciese masón tendría que pagar al mes lo que me cuestan tres cervezas en el
bar de Moe. ¿Se han creído que soy rico o qué?
LISA
- ¡Ay! ¡No aguanto más! ¡Voy a hablar con mamá!
HOMERO - Y lo peor de
todo: ser masón no adelgaza. Entonces ¿para qué sirve eso? Hmmm, Lisa,
cariñito, ¿me traes otra cerveza? ¿Lisa? ¿Dónde estás, hijita?