Por Iván Herrera Michel
Se me pregunta sobre las Logias militares que acompañaron a los ejércitos libertadores de América del Sur, y si realmente fueron
Masones próceres de la talla de Simón
Bolívar, Camilo Torres, Simón Rodriguez, José celestino Mutis, Francisco
Antonio Zea y José Antonio Páez, “entre
otros”.
La realidad es que de los
seis nombres que menciona mi corresponsal, solo dos pasan un examen imparcial sobre
su paso por una Logia Masónica:
De Camilo Torres, Simón
Rodriguez, José celestino Mutis y Francisco Antonio Zea, no existe el más mínimo
rastro que indique que alguna vez en su vida pisaron una Logia Masónica. Por lo
tanto, no voy a ocuparme de conjeturas y suposiciones.
Tampoco hay rastros de
que en alguno de los ejércitos libertadores de Suramérica haya existido por lo
menos una Logia Masónica, ya sea militar o de otra clase. Por muy discreto que
haya sido su accionar, llama la atención que, doscientos años después, ninguna huella
verificable, documental, material o testimonial, se haya encontrado.
Las conclusiones de los investigadores apuntan a que ni la Masonería (institucionalmente concebida) ni los Masones (considerados como un colectivo), tuvieron un rol relevante en las lides independentistas de las colonias españolas, más allá de la probable influencia de un pensamiento liberal, de boga en la época, dentro y fuera de las Logias, que haya podido germinar en la mente de criollos ilustrados, fueran Masones o no. De hecho, existen serias dudas sobre la existencia de una conspiración Masónica encaminada a la independencia de Suramérica.
Las conclusiones de los investigadores apuntan a que ni la Masonería (institucionalmente concebida) ni los Masones (considerados como un colectivo), tuvieron un rol relevante en las lides independentistas de las colonias españolas, más allá de la probable influencia de un pensamiento liberal, de boga en la época, dentro y fuera de las Logias, que haya podido germinar en la mente de criollos ilustrados, fueran Masones o no. De hecho, existen serias dudas sobre la existencia de una conspiración Masónica encaminada a la independencia de Suramérica.
Sobre la historia de la
Masonería en Suramérica hoy es obligado consultar, por lo menos, lo publicado
por la Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y
Caribeña (REHMLAC), el Seminario Permanente Internacional de Historia de las
Masonerías (SPIHM), el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española
(CEHME), la Universidad de Costa Rica, la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), la Universidad de la Habana, el inglés Frederic W. Seal-Coon de la
Logia Ars Quatuor Coronatorum No. 2076 (Gran Logia Unida de Inglaterra), el
venezolano Eloy Reveron, el español José Ferrer Benimelli y el francés Alain de
Keghel, entre otras fuentes bibliográficas contemporáneas que están apartándose
de los mitos fabulosos que caracterizaron durante algún tiempo las narraciones,
dentro y fuera de la Orden.
Hechas estas salvedades,
a las pruebas me remito sobre Bolívar y Páez.
SIMÓN BOLÍVAR
En la anotación correspondiente al 11 de mayo de 1928, Bolívar habría confesado, refiriéndose a la Masonería, que “… también había tenido él la curiosidad de hacerse iniciar para ver de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en Paris había sido recibido Maestro…”. No mencionó Grados escocistas.
Miniatura sobre marfil Autor Anónimo (París, 1805 - 1805) Colección Fundación John Boulton. Caracas |
El primer testimonio
conocido de la calidad de Masón de Bolívar lo constituye el “Diario de Bucaramanga”, manuscrito en
1828 y corregido en 1835 por su edecán y Masón francés, Luis Perú de Lacroix, durante
su paso por Caracas, con base en tres ruedas de conversaciones con el
Libertador llevadas a cabo del 1° de abril al 1° de mayo, del 2 al 25 mayo, y
del 26 de mayo al 26 de junio de 1828.
En la anotación correspondiente al 11 de mayo de 1928, Bolívar habría confesado, refiriéndose a la Masonería, que “… también había tenido él la curiosidad de hacerse iniciar para ver de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en Paris había sido recibido Maestro…”. No mencionó Grados escocistas.
En 1869, el sobrino del
Libertador, Fernando Bolívar, incluyó la segunda parte del “Diario de Bucaramanga” en su libro
publicado en París “Efemérides
colombianas sobre Venezuela, Colombia y Ecuador que formaron en un tiempo una
sola República”.
Pero es el escritor,
periodista e historiador colombiano Ismael Lopez, con el seudónimo de Cornelio
Hispano, quien publica en 1912, también en París, a través de “Paul Ollendorff, éditeur”, la primera impresión
completa con el título de “Diario de
Bucaramanga o Vida Pública y Privada del Libertador Simón Bolívar”, que
tuvo una amplia difusión.
Volviendo atrás en el
tiempo, hay que mencionar que en 1824 llegó a Caracas Joseph Cernau (1763 –
1840/45), un controvertido Masón francés proveniente del Supremo Consejo de
Nueva York, USA, repartiendo, a diestra y siniestra, altos Grados del REAA al
nuevo liderazgo venezolano. De esta forma, otorgó setenta y siete Grados 33°,
once Grados 32°, ocho Grados 30° y treinta y tres Grados variados, para un
total de ciento veintinueve improvisados escocistas, de quienes se afirma que
instalaron ese mismo año el primer Supremo Consejo del REAA de Venezuela.
La feria fue de tal
dimensión que el Coronel Gerónimo Pompa Landaeta (prócer de la Guerra de
Independencia) dejó testimonio escrito sobre su carrera Masónica exprés: en un
año subió del Grado de Aprendiz al 33°.
El punto principal aquí
es que en el Archivo General de la Nación de Venezuela, reposa una nota
manuscrita por el General José Félix Blanco, Grado 33° (quien en 1864 renegó
públicamente de la Masonería para tomar los hábitos sacerdotales católicos), en
la cual aparece el nombre de Simón Bolívar como uno de los personajes destinatarios
del Grado 33° que ofreció a manos llenas Cernau, de quien, dicho sea de paso,
el Diccionario Enciclopédico de la Masonería afirma que usurpó las funciones
del Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de Nueva York, en
consideración a que le habían sido conferidas solo para la isla de Cuba. Pero eso es tema de otro escrito.
El problema con esta colación del Grado 33°, es que para esas fechas Bolívar
se encontraba en El Perú en plena campaña libertadora del sur, y no pudo haberlo
recibido. Tampoco se conocen vestigios de una posible delegación para
otorgárselo o de haberlo recibido de alguna manera, algún día, en alguna parte.
Por la misma razón se desecha como evidencia el “Mandil y Collarín de Bolívar”, correspondiente al Grado 32° del
REAA, que se exhibe en la librería y museo “Canciller
Robert R. Livingston”, de la Gran Logia de Nueva York (71 W 23rd Street,
14th Floor, New York, N.Y. 10010-4171, USA).
La hipótesis más aceptada, sugiere que estas decoraciones las hubiera
usado Bolívar de haber estado en Caracas para recibir el Grado 32° en 1824.
Cernau, ante la imposibilidad de imponerlas, las habría regresado a Nueva York,
y no es difícil imaginar que, por la relevancia histórica del destinatario inicial,
se convirtieran en objetos de interés y piezas de museo. Por eso, se conservan
nuevas y sin estrenar.
La prueba reina de la
calidad de Masón del Libertador vendría en 1955 de la mano del escritor,
periodista y político venezolano Ramón Diaz Sánchez, quien negoció en Paris con
su amigo M. Sorlet, editor de la revista “Nouvelles
Editions Latines”, el acta original de la Tenida de la Logia San Alejandro
de Escocia, del Gran Oriente de Francia, en la que recibió el 11 de noviembre
de1805, en París, el Grado de Compañero, a los 21 años de edad, firmada de su
puño y letra, bajo la Gran Maestría de José Bonaparte, hermano mayor de Napoleón a quien los españoles apodarían años mas tarde "Pepe Botella".
El hallazgo fue publicado
inicialmente en un artículo titulado “Si,
Bolívar fue Masón” en Caracas, en la edición No. 1.609 de la revista “Elite”, correspondiente al 28 de julio
de 1956, y fue reforzado posteriormente por la aparición de una lista de
Maestros Masones, de diciembre de 1805 de la misma Logia, en la que aparece el
nombre del Libertador, descubierta por la historiadora venezolana Miriam Blanco
Fombona de Hood en la Biblioteca Nacional de París.
Y aunque no existe
constancia de una vida Masónica más allá de los seis meses que vivió en París a
los 21 años de edad, los análisis sistemáticos y grafológicos de los documentos
franceses han sido concluyentes al confirmar, fuera de toda duda, la autoría
personal de la rúbrica de Bolívar y la autenticidad de los documentos.
De donde resulta la
conclusión inequívoca de que Bolívar si fue Masón.
JOSÉ ANTONIO PÁEZ
A
pesar de no mencionar la Masonería en sus “Memorias” autobiográficas, la prueba
definitiva de su condición de
Masón, la constituye un documento original archivado en la Biblioteca Nacional
de Venezuela, que ha pasado todas las pruebas grafológicas, firmado personalmente
por “El león de Apure”, en calidad de
Venerable Maestro, mediante el cual solicita Carta Patente a una Logia
estadounidense, con el siguiente tenor:
Foto de José Antonio Páez a mediados del siglo XIX |
“A L:. G:. D:. G:. A:.D:.U:.
Al Oriente de Valencia, 9 de Julio de
1823
A:.L:. 5823
Señores y Hermanos.
A los Venezolanos Oficiales y demás
Miembros de la Logia La Amigable N° 25, al Oriente de Baltimore.
Señores y Hermanos.
Nuestro muy querido hermano Juan C. King
ha tenido la bondad de encargarse de remitir a ustedes nuestra solicitud a fin
obtener una Patente para una nueva Logia que deseamos establecer en esta
ciudad. Suplicamos se sirvan ustedes recomendar nuestra petición empleando toda
su influencia para conseguirla.
Estamos seguros que por medio de ustedes
las Logias de Cumaná y Barcelona han conseguido regularizarse obteniendo sus
Patentes y esperamos que ustedes se servirán dispensarnos igual favor,
asegurándoles que deseamos trabajar de una manera regular y conforme a los
reglamentos e instrucciones de la Gran Logia de Maryland.
Bajo este concepto aseguramos a ustedes nuestra gratitud y ofrecemos la respetuosa consideración con que somos sus obedientes seguidores y hermanos.
Bajo este concepto aseguramos a ustedes nuestra gratitud y ofrecemos la respetuosa consideración con que somos sus obedientes seguidores y hermanos.
(Fdo.) José Antonio Páez, V:. M:., (Fdo.)Pedro
Guillén, Prim:. Vig:., (Fdo.) George Woodberry, Seg:. Vig:., (Fdo.) José de
Lima, Or:. Fisc:., (Fdo.), J. Cistiaga, Secretario, (Fdo.), Pedro Celis, Maestro
de Ceremonias, (Fdo.), Francisco Torres, (Fdo.), Juan Escalona, (Fdo.), Luis
Flegel”
Por
otra parte, el nombre de José Antonio Páez aparece en el listado del General
José Félix Blanco, Grado 33°, como el de aquellos destinatarios del Grado 33°
de Cernau en Venezuela, y, en su segundo periodo presidencial (1839 - 43), está
documentado que “refundó” el Supremo
Consejo de Venezuela el 10 de mayo de 1840 en calidad de Soberano Gran
Comendador para el periodo 1840 – 42.
Visto lo anterior, queda fuera de toda duda razonable la calidad de Masón del General José Antonio Páez, con la aclaración de que solo existen evidencias fidedignas de que lo fue con posterioridad a las campañas libertadoras de la Nueva Granada y Venezuela, en donde se distinguió por su papel decisivo en las Batallas de Boyacá el 7 de agosto de 1819 y de Carabobo el 24 de junio de 1821.
No antes, ni durante las gestas.
Visto lo anterior, queda fuera de toda duda razonable la calidad de Masón del General José Antonio Páez, con la aclaración de que solo existen evidencias fidedignas de que lo fue con posterioridad a las campañas libertadoras de la Nueva Granada y Venezuela, en donde se distinguió por su papel decisivo en las Batallas de Boyacá el 7 de agosto de 1819 y de Carabobo el 24 de junio de 1821.
No antes, ni durante las gestas.