lunes, 31 de agosto de 2015

LA UTOPÍA DE LA UNA MASONERÍA PROGRESISTA


Glosas marginales


(Trazado leído el 21 de agosto de 2015 en el 8° Coloquio de la “Confederación Interamericana de Masonería Simbólica (CIMAS)”, reunida en el Or:. de Cajamarca. Perú)


Por: Iván Herrera Michel

Mis QQ:. HH:.

Recientemente he leído un libro que me pareció muy interesante con el sugestivo título de “El Año del Verano que nunca llegó”, publicado hace unos tres meses por el escritor colombiano William Ospina.

No lo quiero mencionar ahora para resaltar como 1816 fue un año que no tuvo ni primavera, ni verano ni otoño, sino un largo invierno de 365 días como consecuencia de la erupción de un volcán en Indonesia, lo cual de por sí ya es un hecho extraordinario que en época de calentamiento global nos sugiere reflexiones sobre el medio ambiente en la misma línea de las que hicimos en el mes de marzo de 2009 aquí mismo en el Perú, en el Or:. de Iquitos, en plena selva amazónica, en el Coloquio internacional que sobre la Crisis del Medio Ambiente se desarrolló en el marco de la celebración del 32º Aniversario de la Gran Logia Oriental del Perú, siendo su Gran Maestro nuestro Il:. H:. Walter Vargas Portocarrero, y que contó con la presencia de la “Confederación de Grandes Logias Masónicas del Perú” – CONFEGLOMAS – y de la “Confederación Interamericana de Masonería Simbólica” – CIMAS -.

Lo traigo a cuento, motivado por el asombro que me produjo que en una residencia a orillas del Lago Lucerna en Suiza, conocida como Villa Diodati, en una noche fría que duró tres días, e impulsados por un espontáneo concurso casi mágico de cuentos de terror concebido para pasar el tiempo por Lord Byron y Mary Shelley, nacieron las leyendas del vampiro y de Frankenstein que tanta tinta han derramado desde entonces. 

William Ospina es muy expresivo cuando dice que le “sorprendió que la erupción de un volcán a mediados de 1815, en Indonesia, hubiera sido una de las causas eficientes del nacimiento en Occidente de la moderna leyenda del vampiro y de la pesadilla del ser viviente hecho con fragmentos de cadáveres.” Dice que sintió “el extraño agrado de ver cómo se unían en una sola historia, que presentía vagamente, las vidas de Byron y Shelley con la catástrofe de una erupción volcánica en los mares del sur, con un tsunami en las costas de Bali, con esa nube de azufre y ceniza y cristales volcánicos que ennegreció el cielo de la península de Indochina y que los monzones se fueron llevando hacia el norte, desatando el cólera en la India y ahogando muchedumbres en las inundaciones del Yangtsé y del río Amarillo. Aquella historia unía cosas extremas, abarcaba medio mundo, conjugaba fenómenos geológicos y meteorológicos con hechos históricos, personajes literarios y criaturas fantásticas.”

Son momentos prodigiosos de la historia. Extraordinarios. Y hasta milagrosos podríamos decir.

El 24 de junio de 1717 es otra de esas fechas asombrosas. Casi irrepetibles. Un puñado de hombres acostumbrados a los placeres y a las discusiones acaloradas de las tabernas inventó una institución muy rara, cuyos miembros un siglo después habían potenciado las ciencias experimentales, eran indisoluble con la explosión humanista que se llamó la Revolución Francesa y en el hemisferio occidental habían liberado un continente que se extendía desde un polo hasta el otro. 

¿Cómo pasó esto? Para mí la médula del hueso reside en el Latitudinarismo en boga en esos años. Se filtró a las tabernas y resultó muy útil para los buenos bebedores que no querían pelearse definitivamente con sus contertulios de cada semana o de cada quince días con quienes se reunían a tomar unas copas y hablar de todo lo divino y lo humano. El otro pacto tácito de las tabernas - y de la Masonería, ¿porque no decirlo? - sigue siendo que lo que sucede en las tabernas se queda en las tabernas. Y lo que pasa en las Logias se queda en las Logias. Es lo que conocemos como sigilo Masónico.

“Latitudinarismo” es como se llamó una escuela de pensamiento teológica conciliadora y tolerante que nació bajo el alero del anglicanismo del siglo XVII para que quienes sostuvieran opiniones diferentes y hasta contradictorias no se mataran por ellas ni mataran a mas nadie. Hoy diríamos que sus cultores eran teólogos de mente abierta. Y que lo que comenzó en un ambiente cristiano de mutua tolerancia hacia las diferentes facciones poco a poco pasó a ser una tendencia filosófica de manga ancha que buscó, en palabras de Anderson, “unir lo disperso” en la sociedad.

En últimas, esta nueva manera liberal de pensar fue una reacción a la imposición de un
pensamiento único que en el siglo XVIII desembocó en la defensa de la libertad de pensamiento y de conciencia, la tolerancia frente al diferente, la libertad de culto y el adogmatismo en lo doctrinal.

Fue la mano que meció la cuna de una Masonería inicial cuyos miembros al multiplicarse se unieron en redes sociales por áreas de interés e hicieron lo que hicieron en trescientos años a partir de aquel Big Bang de 1717, y aunque hoy no hablemos de Masonería “latitudinaria”, para referirnos a esta forma de concebir las cosas, si nos referimos a la vieja y reeditada escuela con los motes de Masonería “liberal”, “adogmática” y “´progresista”. Y hay que reconocer que en el camino se ganó no poca furia y aplausos por su tributo a la libertad de pensarse a sí mismo y al gobierno de las sociedades, y que cada gobierno que quiso seguir siéndolo indefinidamente puso sus ojos en la Masonería.  
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 QQ:. HH:.

Reiteradamente me invitan a compartir algunas reflexiones sobre lo que entiendo por Masonería progresista y/o adogmática, así como por Masonería dogmática.

En realidad, son dos calificaciones propagadas en la retórica de la Orden desde hace tres décadas, que se vienen a sumar a las que había acumulado desde hace tres siglos. Esta vez, como resultado de una nueva reflexión sobre la autarquía, que bajo el pretexto de la “regularidad” (en su significación anglosajona) se observa aquí y allá.  

Suele encontrarse en la literatura Masónica que se califica a Grandes Logias como dogmáticas o progresistas a partir, principalmente de su disposición frente a la Iniciación de las mujeres, las visitas de las Masonas, el posicionamiento frente al “Gran Arquitecto del Universo”, la creencia en la existencia de un “ser supremo” y la presencia en los trabajos de un libro considerado sagrado.

Sin embargo, la calidad de progresista o dogmática de una Obediencia Masónica, ya sea simbólica o filosófica, no se circunscribe a estos temas. Va mucho más allá.

Si una Obediencia Masónica Inicia mujeres y varones en igualdad de condiciones, e impone concebir los Landmarks de una determinada e irrefutable manera, es claro que se trata de una mixta que está practicando una Masonería dogmática.

De igual manera, una Gran Logia femenina o mixta que aplica mandamientos en vez de hacer sugerencias, no incentiva la libertad de pensamiento y de conciencia en sus integrantes, sino que los adoctrina, es claro que es una institución dogmática sin importar la orientación sexual de sus miembros.

Si por el contrario, la Obediencia Masónica en cuestión, ya sea masculina, femenina o mixta, deja en libertad a sus Talleres para convocar una reflexión crítica sobre los referentes que asumen como Masónicos, es claro que se trata de una Gran Logia de pensamiento adogmático y progresista, indistintamente del género de sus integrantes.

En un pensamiento Masónico progresista, los símbolos y las herramientas son interpretados instrumentalmente y no poseen un valor en sí ni un significado prefijado. Ya que un símbolo puede significar algo distinto a cada Masón, como consecuencia de las circunstancias y la historia personal de cada uno de ellos. Son continentes, cuyos significantes pueden avocarse desde la perspectiva crítica de que la Masonería y los Masones son algo perfectible.

La naturaleza progresista o dogmática puede ser medida, por ejemplo, por la cantidad de libertad que otorga a sus miembros para pensar la realidad Masónica, para juzgar su presente valorándolo desde el “deber ser” y por el propósito de sus especulaciones en un mundo en donde la evolución de la Orden se concibe como una exigencia de las antiguas orientaciones filosóficas y organizativas que conocemos como Landmarks, con la convicción de que las Masonas y los Masones de hoy pueden realizar un cambio necesario en igualdad de condiciones que los de antaño. Precisamente, en cumplimiento y aplicación de una concepción evolutiva impuesta por esos mismos Landmarks originales, así como de una lectura no prejuiciada de las Constituciones de Anderson de 1723.

Es una concepción de progreso Masónico que implica una variación en el sentido positivo de mejoramiento, en la que la vieja premisa de libertad, Igualdad y fraternidad - que son de las más grandes esferas del pacto Masónico - es armónica con una sociedad contrahegemónica, diversa e incluyente regida por principios de equidad, justicia, solidaridad, paz, etc.

Podemos afirmar también que la superestructura ideológica determina la estructura de poder, de tal forma que encontramos a lo largo y ancho del planeta Obediencias Masónicas - tanto en el Simbolismo como en los Altos Grados - en donde el concepto de jerarquía se concibe ya sea emanado de funciones previamente definidas y delegadas expresamente por una asamblea democrática, o fundamentadas en líneas rígidas de mando similares a las que distinguen a las jerarquías eclesiásticas y militares.

Una Masonería dogmática posee en sí misma un espíritu conservador que se relaciona con las fuerzas que se oponen al cambio y con los esquemas de control y poder coercitivo que tratan de mantener el estatus quo. En ese ámbito, la prohibición de atentar contra el dogma o cuestionar los mandatos de la autoridad en ejercicio, es absoluta. Por ello, la propuesta conservadora se limita a la repetición de los significados aceptados y se valida por la aprobación que de ella hace una elite dominante.

Mientras tanto, el pensador progresista define su postura filosófica de acuerdo con su personal esquema ético y se valida por los designios de su propia conciencia particular. Su teoría se basa en la posesión y disfrute de la libertad personal de la mano con su responsabilidad individual, en cuya ausencia esa misma libertad sería inconcebible. Es un asunto que se relaciona con la cantidad de libertad y responsabilidad íntima e institucional que se permite.

Una postura progresista no consiste, por ejemplo, en promover la Iniciación de mujeres para practicar sin distingo de género los antiguos dogmas que han acompañado a algunos sectores de la Orden. Eso es seguir haciendo lo mismo, pero con mujeres.

La posición adogmática, consiste en asumir un pensamiento, tanto por varones como por mujeres, juntos o por separados, que aleje toda afirmación formulada de forma obligante, derivada de un absoluto o impuesta por la vía de la autoridad.
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QQ:. HH:.

Recuerdo que Charles Porset, unos de las más importantes referentes intelectuales del Gran Oriente de Francia de los últimos tiempos, un mes antes de pasar al Oriente Eterno en el mes mayo de 2011, me aseguró muy rotundamente que en resumidas cuentas el fin y el objeto de la Masonería es “la realidad”.

En verdad, la Masonería y los Masones deben ser juzgados por como iluminan sus entornos. Como lo perciben, como lo sienten y como se implican. Esta característica es uno de los factores más importantes a la hora de crear atmosferas y de crear connotaciones. La Masonería progresista provoca en la sociedad conciencia y genera emoción. Diseña lenguajes y planteamientos y reclama cuidados, comunica y ofrece la ventaja de ser universal.

La Masonería tiene como misión trabajar sobre algo tan sorprendente como es la humanidad, que ha llegado a Plutón con una cajita ingeniosa no más grande que un piano de sala y que descubrió un planeta en donde al parecer puede vivir con la imprudente condición de que viajemos durante 14 millones de años, pero no ha podido erradicar la producción mezquina de sufrimiento en su seno.

Lo primero que se observa de la humanidad es que no es simétrica en su compromiso público, ni en su conciencia social ni en sus preocu­paciones acerca de cómo favorecer un proceso sostenido de bienestar para nuestro plane­ta. Un ejemplo actual nos lo puede ilustrar:

Aunque el contagio del SIDA ha disminuido en el mundo, ahorrándose en consecuencia unos 15.000 millones de dólares en costos médicos, así como una importante disminución de dolor y sufrimiento, al día de hoy unos 12 millones de niños han perdido a sus padres por el Sida. Según las Naciones Unidas, 370.000 niños menores de 15 años se infectan cada año por el virus, lo que equivale a que 6 niños son infectados por minuto. África posee el 90% de los niños seropositivos del mundo y el acceso a los servicios de salud, educación o refugio es muy difícil para ellos, si no imposible. El francés Pierre Bourdieu, uno de los investigadores sociales más importantes de la segunda mitad del siglo XX, determinó que existe una relación real entre pobreza y Sida, con todo lo que eso genera.

Mientras tanto, observamos con estupor la lucha de los africanos y brasileros, hace unos diez años, contra las farmacéuticas internacionales, la Organización Mundial del Comercio y algunos gobiernos de Norteamérica y Europa, para brindar drogas a precios razonables a millones de infectados.

De acuerdo con la ONU, tan sólo US $3.000 millones harían posible una guerra real contra el Sida en África —la mitad para prevención y la mitad para asistencia básica— una suma igual al aporte militar anual de Estados Unidos a un Israel que quiere convencer al mundo que está librando una guerra de autodefensa y que su propia existencia está amenazada cuando en realidad es la única potencia nuclear del medio oriente. En contra de lo que sería dable esperar de una Palestina sometida cada tres años a un genocidio no sueña con un nuevo Saladino sino que apela a la justicia penal internacional.

Cuando es elegido Presidente de Chile Salvador Allende, Kissinger declara: “No tenemos por qué aceptar la irresponsabilidad de un pueblo”, y organiza un derrocamiento que acabó en la implantación de una dictadura que arrojó decenas de miles de muertos y un exilio masivo de chilenos que aún encontramos regados por medio mundo.

El ejemplo más reciente de lo absurdo de cómo funciona la humanidad lo tenemos en Grecia. El 26% de su deuda pública está conformada por compra de equipo militar en los últimos veinte años. Posee más vehículos blindados que Alemania, Francia e Italia juntas, y tiene cinco veces la cantidad de soldados per cápita de España. ¿Qué solución le da el Fondo Monetario Internacional y sus paisanos de Europa que le vendieron las armas? Pues nada más y nada menos que recorte el gasto social en salud, educación y pensiones, pero que cumplan con sus deudas militares.

Lo curioso del caso, es que existe una relación directa entre neoliberalismo y cárceles: a mayor política neoliberal en un país, mayor población carcelaria.

Si queremos educar para que reine la democracia, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la laicidad, la universalidad del hombre, el respeto mutuo, y la tolerancia —cuyas ausencias conducen a altos niveles de violencia— debemos primero crear un contexto en que estos valores sean fácilmente asimilables, y en el que no exista el peligro de que su introducción se convierta en nuevos Caballos de Troya que vehiculicen renovadas formas de colonialismo por parte de quienes poseen la mayor responsabilidad en la construcción de los indicadores sociales.

Una progresión desde el sistema de valores Masónicos debe dirigirse a sensibilizar a los pueblos poderosos para que elijan dirigentes que sean conscientes de que los sistemas espirituales asiáticos, y las tradiciones amerindias, australianas, africanas, polinésicas, etc., son diferentes, pero no inferiores, al pragmatismo anglosajón y a la ética económica Calvinista; que no posean propensión a la violencia económica, y que no supongan su superioridad moral o cultural sobre otros; que no entiendan que sus intereses en el extranjero están representados por la posesión de sus recursos naturales; que se den cuenta que sus injustas presiones económicas causan severas perturbaciones sociales además de la ruptura dé los instrumentos de gobierno; que no sean insensibles al dolor que ocasionan; que conciban las relaciones internacionales, en un marco ético, abierto y cooperativo; que desechen la fuerza, los ataques preventivos y los aislamientos económicos, contra los pueblos localizados más allá de sus fronteras postmodemas.

Una Masonería que nace latitudinaria, y deviene en liberal, adogmática y progresista, está íntimamente relacionadas con el deseo de dar un sentido a la vida y alcanzar la felicidad propia y ajena. Encuentra la necesidad y la búsqueda de un mundo mejor, más solidario y más justo.

Como dijo Jorge Luis Borges: “lo que importa de las ideas es lo que se hace con ellas”. Y lo que más importa de la Masonería progresista, es lo que se hace con esa Masonería progresista.

Muchas gracias.

IHM
Cajamarca, Perú
Agosto 21 de 2015 (E:.V:.)





martes, 30 de junio de 2015

DEL RECONOCIMIENTO CONYUGAL MASÓNICO


(Artículo publicado inicialmente en la edición No. 22 de la Revista CULTURA MASÓNICA (http://www.masonica.es/seccion/?ap=2 ), correspondiente al mes de julio de 2015 (E:. V:.), de la Editorial MASONICA.ES desde el Or:. de Asturias, España)
 
      
Por Iván Herrera Michel
               
Aunque parezca un tema trivial a primera vista, a la luz de las nuevas sensibilidades y trasformaciones sociales el reconocimiento del conyugue de un (a) Hermano (a) nos reta como miembros de una institución que aspira a ser de cobertura universal, a promover el respeto y la tolerancia frente a culturas y opciones de vida diferentes, y porque además los Masones se precian de no ser un gólem descerebrado.
              
En efecto, no todo es cuestión de que una Logia diseñe una galante Tenida Blanca, para que un Masón o Masona en presencia de sus familiares y amigos, comparta con sus Hermanos su alegría y sentimientos amorosos de respeto, fidelidad y confianza con quien acaba de contraer matrimonio, le presente formalmente a la Orden y esta le profese admiración y se comprometa a la asistencia en caso de desventura.
             
Podríamos también asumir en principio que la calidad de cónyuge se adquiere al celebrarse un matrimonio, y que la forma tradicional es entre un hombre y una mujer que cuenten con amor, finalidad reproductiva y decisión propia. No siendo un asunto de género porque la palabra “conyugue” es un sustantivo común. O sea que se puede aplicar indistintamente a un hombre o a una mujer.
           
Sin embargo, y aunque la monogamia es la forma más común, la realidad social, histórica, sociológica antropológica y jurídica presenta mayores complejidades y diversos tipos de conyugues en los que no necesariamente se cumplen uno a varios de los anteriores requisitos.
            
Verdaderamente, las redes de parentesco son un producto cultural que difiere según épocas y geografías. Claude Lévi Strauss sostuvo que, “la cultura no está ni simplemente yuxtapuesta ni simplemente superpuesta a la vida. En un sentido la sustituye; en otro, la utiliza y la transforma para realizar una síntesis de un nuevo orden.”
            
Para Lévi Strauss “las estructuras elementales del parentesco son los sistemas cuya nomenclatura permite determinar en forma inmediata el círculo de los parientes y el de los allegados, es decir: los sistemas que prescriben el matrimonio con cierto tipo de parientes o, si se prefiere, aquellos sistemas que, al definir a todos los miembros del grupo como parientes, distinguen en ellos dos categorías: los cónyuges posibles y los cónyuges prohibidos.”
             
Igualmente la historia enseña que la institución del matrimonio solo se practicaba en occidente para fines patrimoniales y por la clase alta hasta el tercer siglo de nuestra era. Los que no poseían bienes de fortuna no lo efectuaban ni lo tenían como necesario para diseñar un proyecto de vida amoroso en conjunto o para tener hijos. Es más: los griegos ni siquiera tenían una palabra para designarlo ni civil ni religiosamente por mucho que la noche de bodas de Zeus con Heras durara trescientos años.
              
Matrimonio tampoco hay uno solo. Los hay que no desean tener hijos o formados tanto por heterosexuales, como por homosexuales, bisexuales, transexuales, intersexuales y asexuales, ya sea de composición bipartita, tripartita o multipartita. Y en algunos países a veces prima el interés, el acuerdo de los padres, el precepto religioso, un asunto de estado o la tradición, por encima del amor o la voluntad de los contrayentes.
             
En beneficio de la concreción de estas líneas nos referiremos únicamente a los matrimonios no monoparentales, validados por la cultura y que cumplan con las exigencias actuales de las leyes de sus países, a la luz del interrogante sobre a quién podemos considerar “conyugues posibles” para los efectos de aprobar un reconocimiento ceremonial solemne en una Logia Masónica.
            
Ejemplos hay muchos. Veamos:
                 
Matrimonios Grupales
                
Se presenta cuando más de un hombre (poliandria) o más de una mujer (poliginia) constituyen una unidad familiar y son co-responsables frente a los hijos que surjan del matrimonio.
                
En el mes de agosto de 2012 se celebró legalmente en una Notaría en Brasil un matrimonio trial formada por dos mujeres y un hombre.
              
Si este hombre fuera Masón ¿Votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal de las dos esposas? Y si los tres constrayentes fueran del mismo sexo y uno o dos o los tres fueran Masones?
                  
En el pueblo barí que habita las selvas del río Catatumbo, a ambos lados de la frontera entre Colombia y Venezuela, una mujer tiene multitud de parejas sexuales durante el embarazo y se entiende que todos son maridos de ella y padres de sus hijos.
                 
Si esta mujer se hiciera Masona ¿votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal de los hombres de su pueblo? ¿Y si lo fuera uno de los hombres del pueblo reconoceríamos la calidad de conyugue de la embarazada?
                 
En el Tíbet varios hermanos se pueden casar con una sola mujer y todos responden frente a los hijos como padres.
                   
Si uno o varios de estos hombres fuera Masón ¿votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal de la esposa? ¿Y si la Masona fuera la esposa, votaríamos a favor de reconocer Masónicamente como conyugues al grupo de hermanos?
               
Algunos estados de Canadá y de los Estados Unidos permiten a los hombres la poligamia y en Suráfrica se puede elegir el régimen poligámico al celebrar el matrimonio.
              
Si uno de estos hombres poligámicos fuera Masón ¿votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal de las esposas?
                
En el caso de un Masón musulmán de Arabia Saudita que lo solicite ¿Votaríamos a favor de celebrar una Ceremonia Solemne de Reconocimiento Conyugal de sus cuatro esposas?
            
Matrimonios de Adultos con Niñas
                
Aún se practican en varias modalidades, legalmente y apegados a tradiciones muy sagradas, en Bangladesh, India, Afganistán, Pakistán, Malí, Chad, Nepal, Etc., e implican a la impresionante cifra de 41.000 niñas cada día en el mundo. Unas 15 millones al año.
                 
Ya Europa ha dejado de realizar el compromiso matrimonial de niños por razones de estado, a pesar de que una buena parte de la prensa todavía parece extrañarlos. Un ejemplo famoso y emblemático en el pasado fue el de María I Tudor, hija de Enrique VIII, comprometida a los dos años de edad con el Delfín de Francia, Francisco I, y luego a los seis años con su primo el emperador Carlos V, para después firmarse otro más, en una serie de alianzas destinadas a reforzar las relaciones internacionales.
                       
Si el adulto mayor fuese Masón ¿votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal de las niñas? ¿Y si fueran varias las niñas las reconoceríamos a todas? ¿O pondríamos condiciones del tipo de “se reconoce la niña solo si no tienen vida marital antes de tal edad”?.
                 
Matrimonios Igualitarios
                 
Son los que se practican entre personas del mismo sexo, y actualmente está permitido legalmente en 23 países del mundo, incluyendo el reciente referendo de Irlanda y el fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Otras más han legislado denominándolos “parejas de hecho” o “uniones civiles”. Hasta en un estado confesional de naturaleza judía como el de Israel los “common-law partners” pueden ser matrimonios del mismo o de diferentes sexos. Y como la realidad suele ser imprevisible, no sería de extrañar que en Brasil se pueda celebrar legalmente un matrimonio trial igualitario.
Añadir leyenda
               
Como antecedentes Masónicos de Reconocimientos Conyugales igualitarios en que se colocaron los derechos de las personas por encima de las tradiciones, podemos traer a cuento dos casos que tuvieron cobertura mediática, pero que no son los únicos porque la mayoría se celebra con discreción:
              
El día 9 de septiembre del año 2006 la Gran Logia Femenina de Francia celebró solemnemente una Ceremonia de Reconocimiento Conyugal a una pareja de lesbianas. Solo una de ellas era Masona.
               
Posteriormente, el 14 de julio de 2014, durante la Gran Maestría de Ángel Jorge Clavero, la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones celebró igualmente un ritual de reconocimiento conyugal Masónico en uno de sus Templos a dos Masones homosexuales.
              
¿Votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal de los conyugues homosexuales? Y si el matrimonio legal fuera contraído por tres homosexuales de los cuales uno solo es Masón ¿reconoceríamos a los dos profanos?
              
Matrimonios por Razones Religiosas
             
En algunas comunidades judías encontramos el matrimonio sororal mediante el cual el viudo debe casarse con una hermana de su mujer fallecida, y la Ley del Levirato por la que una viuda debe casarse con un hermano del marido que ha muerto.
               
Si el viudo o viuda fuese Masón ¿votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal a la nueva esposa o esposo?
              
Matrimonios de Hecho
                   
Tomando como muestra lo que sucede en mi país (que no es particularmente liberal), tenemos que según el Mapa de Familias 2014 elaborado por la organización Child Trends el 38% de las parejas de Colombia conviven sin estar unidas formalmente por matrimonio civil o religioso. En Francia el guarismo de uniones libres llega al 56%.
        
En algunos países anglosajones se conoce este tipo de matrimonio como de derecho consuetudinario (common-law marriage, common-law partners, informal marriage, marriage by habit and repute, relationships, domestic relationships y personal relationships), y tienen los mismos efectos legales que los otros matrimonios que se inician de manera más formal.
     
En caso de solicitarlo un Masón o Masona que convive así ¿votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal a la pareja de una unión libre?
           
Matrimonios Concertados
            
En China y Japón, por ejemplo, aún tienen plena validez jurídica los matrimonios dispuestos por los padres para conservar un cierto estatus económico o social a través de convenios entre familias sin contar con el beneplácito de los conyugues. Naturalmente, la pareja así conformada carece de amor romántico en principio y suele conformarse con aspirar a un amor de compañía surgido a lo largo de la convivencia.
                
Si un Masón o Masona casado de esta manera lo solicita ¿votaríamos a favor del Reconocimiento Conyugal a su esposa? 
               
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Hemos vistos diez dilemas morales que podríamos plantearnos en la esfera de la realidad, y a los que debemos darle una respuesta razonada y discursiva del tipo SI o NO, siendo las dos posturas discutibles, posibles y justificables. Un punto importante en el análisis de estos diez dilemas es que además de ciudadanos occidentales, tenemos en cuanto que Masones la categoría de miembros de una institución iniciática que gravita sobre la aceptación de otras formas de cultura y el respeto a las libertades individuales.
                 
En el caso de las niñas casadas con adultos, no veríamos mayor dificultad en inclinarnos por la balota negra basados en la defensa de los derechos humanos de los niños, porque como decía Edmund Burke “hay un límite más allá del cual la tolerancia deja de ser una virtud”.
                   
Pero en las otras nueve situaciones estamos frente a experiencias sacadas de la vida real que comprometen a adultos que asumen voluntariamente una biografía propia, de acuerdo a las opciones que le brinda su cultura, a la que le otorgan un sentido y que piden a sus hermanos Masones que la respeten y acepten porque a más nadie implica.
               
Y aquí es donde se encuentra el nudo de la discusión, puesto que las razones que con mayor frecuencia encontramos en los dilemas morales están basadas en los posibles resultados de la conducta, en los referentes que guían nuestra conciencia y en los valores que consideramos imprescindibles.
            
Para el caso específico del Reconocimiento Conyugal Masónico, su nacimiento se presenta en el ambiente galante y romántico de la Francia de la segunda mitad del siglo XVIII, y se extiende por la Masonería continental bajo el alero de un positivismo que se complace en reemplazar las ceremonias religiosas por otras civiles, hasta que finalmente es bien recibida en Grandes Logias del grupo de orientación anglosajona. En una adecuación tan plural, que a decir verdad en ocasiones nos encontramos frente a ceremonias de Reconocimiento Conyugal que a todas luces son unos simpáticos sincretismos entre una boda religiosa y una ceremonia Masónica.
               
Así mismo, surgen ceremonias en la Orden dirigidas a resaltar la vida y muerte de sus miembros y a vincular afectivamente a su familia (Adopción de Luvetones, Reconocimientos de Hijas, Honras Fúnebres, Etc.), apareciendo tantos rituales como países en donde se ha implantado la práctica.
                        
No obstante que la ceremonia aparece en el siglo XVIII siguiendo el patrón dominante de una burguesía patriarcal, el avance al interior de la Orden de la igualdad seguramente llevará a que los Derechos Humanos de tercera y cuarta generación extiendan los límites de respeto y tolerancia hacia nuevos horizontes.
                 
Pero cualquiera que sea la forma en que se celebre la Ceremonia de Reconocimiento Conyugal, siempre causará una buena impresión apartes de sus rituales del talante del siguiente que he encontrado navegando por la Red:
               
“(…) CONYUGE MASÓN: Habiendo cumplido con todas las exigencias que nos imponen las leyes de nuestro país, deseamos libremente que nuestra unión sea reconocida Masónicamente, reafirmándolo ante nuestros HH.:
             
VENERABLE MAESTRO: H:., los sentimientos fraternales que te guían para solicitar esta ceremonia son para nosotros una fuente de orgullo. El amor de la familia no es solo uno de los principios básicos de la Masonería sino también una fuente de la esperanza.
                 
Nosotros te damos las gracias a tí por darnos la oportunidad de vivir una vez mas tan dulces sentimientos. (…)”
            
Es decir, aquello que resalta más la fraternidad, el amor, la responsabilidad frente al proyecto en común y la autonomía de la decisión, que la protección al “sexo débil” que contiene el modelo patriarcal original, porque en últimas el simbolismo clásico consiste en una Tenida Blanca solemne en la que los cónyuges unidos por una cuerda comparten el pan y el vino.