lunes, 4 de julio de 2016

DEL CONSERVADURISMO Y EL LIBERALISMO MASÓNICO

UNA MIRADA NEUROLÓGICA
               
Por Iván Herrera Michel
                      
La ciencia está arrojando luces insospechadas sobre el origen de nuestras decisiones, y parece ser que la moral humana tiene un componente evolutivo ligado al comportamiento social que se manifiesta en la conducta en las Logias Masónicas. La especie humana evolucionó en grupos pequeños en donde la coerción era fundamental, y es posible que esta circunstancia metaobedencial explique la distribución tribal de la Orden en familias conservadoras y liberales.   
                           
Un ejemplo que siempre me causo interés, sucedió durante mi época de Director fundador de los primeros 35 números de las revistas escritas trimestrales “Plancha Masónica” (2000 – 2008) y miembro fundador del Comité de Redacción de "El Misionero", durante sus primeras 65 ediciones (1992 – 2008), cuando a mi residencia llegaban cumplidamente algunos Masones en su búsqueda, solicitándome de paso que les guardara el secreto porque en su Obediencia estaba prohibido leerlas. Censura similar han sufrido en algunos espacios internos y externos de la Orden mis libros y artículos publicados en papel, sitios webs o en este blog.
                  
Las prohibiciones se han extrapolado a comunidades virtuales interactivas, y las razones siguen siendo las mismas: es indebido compartir escritos de un Masón de otro sector de la Masonería. Y ni hablemos de circular en algunas de ellas la Plancha de una Masona. Es como si Anderson hubiera redactado un séptimo punto en la segunda parte de sus Constituciones de 1723, sobre los deberes de los Masones, titulado “Cuando los hermanos se reúnen en internet” que elevado a Landmark prohibiera este desenvolvimiento integral de la fraternidad Masónica.
                                 
Son ecosistemas Masónicos cerrados, del tipo burbujas, que muestran un espectro autista (del griego auto: que actúa sobre sí mismo, e ismo: tendencia, proceso) que afecta negativamente la capacidad de comunicación de un Masón con otros Masones y/o Masonas, por su permanente obsesión en seguir rutinas doctrinales específicas y en redundar en consignas repetitivas. Hay quienes encuentran en este adoctrinamiento un espacio coherente con su pensamiento conservador y el que termina haciendo mutis por el foro alejándose de los Talleres. Un bálsamo frente a estos últimos consiste en asegurarles que pronto cambiarán las cosas aunque tarde o temprano caigan en cuenta que el cambio se demora mucho y que el dialogo entre una funcionalidad conservadora y otra integradora de la diferencia es muy difícil.
                       
En lo macro, se acostumbra mirar con una óptica geopolítica el bloque tectónico que constituyen las Obediencias militantes en la “regularidad” anglosajona. No obstante, en lo micro encontramos mentalidades individuales que marcan diferencia e impulsan el proceso hacía el inmovilismo, que hay que mirar con una óptica sicológica adicional. Me explico:
                                   
Una investigación adelantada por el Dr. Ryota Kanai, del Institute of Cognitive Neuroscience de la University College London, con 90 voluntarios sanos sobre su orientación política, publicada en la revista Current Biology en el mes de marzo de 2011, concluyó que existen diferencias sustanciales en los estilos cognitivos y funcionales de liberales y conservadores relacionados con sus posiciones sicológicas que reflejan influencias genéticas e interacciones con factores ambientales originados en una parte del córtex. El resultado del estudio asoció un mayor liberalismo con un aumento de volumen de la materia gris en la corteza cingulada anterior, mientras que un mayor conservadurismo mostró un aumento del volumen de la amígdala derecha. Al parecer, se evidencia “una mayor capacidad de los liberales para hacer frente a la información conflictiva, y una mayor competencia de los conservadores para reconocer una amenaza.”
                                         
Adicionalmente afirma el Dr. Kanai que "no queda claro si la estructura del cerebro determina la actitud política o es al revés. Por lo tanto hay que ser precavido antes de interpretar la relación de causalidad. En estas estructuras se encuentran reflejados rasgos de personalidad tales como la sensibilidad al miedo o a la incertidumbre, que a su vez contribuyen a la formación de declinaciones políticas".
                                    
Paralelamente, para la misma época la revista 'Science' publicaba un estudio que constataba que “aquellos cuya fisiología responde más intensamente a las amenazas (a través de la visualización de imágenes o exposición a ruidos) eran más conservadores, con actitudes políticas tendentes a la protección del Estado o la defensa de la pena de muerte. Por el contrario, los menos afectados por la intimidación tienden a empatizar más con los inmigrantes o a rechazar la pena de muerte.”
                           
En términos prácticos, y alejados del lenguaje científico, lo anterior significa que hay una correlación entre la estructura del cerebro y los mecanismos sicológicos que median en nuestras decisiones.
                                   
Ya en la Orden, si a esta base biológica le sumamos una decidida manipulación u omisión de la información, verdades a medias, propagación de rumores, descontextualización y reduccionismo, sumados a un sistema autoritario de premios y castigos, tendremos con los Masones que permanezcan un largo periodo en los Talleres un universo autista, que en lo macro termina sirviendo para sustentar los vaticanismos políticos que existen en la Orden.
                        
Pero no debe ser esta condición una motivación para la hostilidad mutua, sino para reconocer que la forma de ser de una Masonería no es una versión deteriorada de la otra, y que cada una tiene para sus miembros un valor y un sentido profundamente arraigado en su conducta y en los desafíos que enfrenta una persona para estar bien regulada emocionalmente.

                             
                         
                       

martes, 31 de mayo de 2016

¿PARA QUE FUNDARON LA PRIMERA GRAN LOGIA?

    
Por: Iván Herrera Michel
          
Si bien es cierto que la Masonería con un carácter asociativo, filosófico, positivista, artístico, libertario, metafísico, solidario, igualitario, librepensador, cristiano, espiritual, filantrópico… y hasta iniciático, brindó la más grande lección de altruismo en los siglos XVIII, XIX y XX, también lo es que su primera Gran Logia no fue fundada para tan altos designios, ni concebida por la upper class británica, ni ideada por alumnos del Eton College, ni en ella se entonaban las notas románticas del Greensleeves que dicen que Enrique VIII le compuso a Ana Bolena.
          
Muy por el contrario de los clichés doctrinales que acompañan a la Orden, los precursores de 1717 eran obreros de su tiempo, personas sin mayor preparación, cercanas a la construcción, que vivían en una sociedad estamental y miembros de cuatro pequeñas cuadrillas que eran contratadas por maestros de obras de mayor influencia encargados de los trabajos más rentables bajo la dirección suprema de Sir Christopher Wren, que para finales del XVII y principios del XVIII era el gran contratista del sector público en el Reino Unido y desde hacía medio siglo el encargado de la reconstrucción de Londres.            
 
Sir Christopher Wren
Las cuatro Logias fundadoras de la Gran Logia de Londres y Westminster se reunieron sin ritual alguno (eso vendría después) y con un interés exclusivamente especulativo en lo económico, sin veleidades filosóficas, esotéricas o filantrópicas. De hecho, los nuevos miembros se “aceptaban”, en vez de “iniciarse”, como empezaría a hacerse varias décadas después en Francia. La solidaridad derivaba del colegaje, la fraternidad era camaradería y un “sistema de moral velado en alegorías e ilustrado por símbolos” no estaba en las cuentas de nadie en la “Goose and Gridiron Ale House”.
              
Solo fue a partir de 1718 durante la primera Gran Maestría del anticuario y empleado público George Payne y la incorporación y Gran Maestría en 1719 del francés Jean Théophile Desaguliers, filósofo, miembro de la Royal Society y asistente de Isaac Newton, que se fue conformando un entramado ideológico latitudinario que comenzó quemando las reglamentaciones anteriores del gremio, y terminó en 1723 con la aprobación de unas nuevas constituciones y la introducción formal de pompa y circunstancia a los usos y costumbres. Ya desde 1720, para la segunda instalación como Gran Maestro de George Payne en la Sala de Librea de la ciudad, se llevó a cabo el primer desfile público de la Masonería, que partiendo de su residencia fue presidido por nobles en carruajes seguidos de Masones decorados con sus mandiles.                    
               
A partir de allí, y en medio de las nuevas tendencias, la nobleza que tuvo en la Gran Maestría desde 1721 al hombre más rico de Inglaterra (John Montagu, Segundo Duque de Montagu, Vizconde de Monthermer, Marqués de Monthermer y Coronel de la Guardia Montada) no se hizo esperar, algunos Grandes Maestros estuvieron prontos a izar “el pendón de su yo” (como dijo Ortega y Gasset) y las cosas nunca más volvieron a ser iguales. En adelante se configuraría una orientación mezcla de nobles y científicos que contó de todos modos con que los fundadores no eran simples obreros a semejanza de los jornaleros del mercado, sino unos operarios que estaban al tanto del poder evocador de los símbolos y de la forma en que estos interactúan con las personas. No se construye una catedral sin estar en contacto con un pensamiento abstracto y sofisticado, ni se trabaja durante años en su levantamiento sin irse sensibilizando en un sistema de comprensiones determinado.
              
Si bien estaban lejos de ser semiólogos, esos albañiles percibían cómo los símbolos que creaban se revelaban a los observadores desde el contexto y la asociación de pensamientos. Sin esta predisposición inicial las nuevas doctrinas difícilmente hubieran podido conectarse con la funcionalidad del simbolismo moralizado que siguió.
            
Sobre esta base, la asociación de ideas vinculada al símbolo arquetípico y la imagen se
Jean Théophile Desaguliers
trasformaron en una especie de metáfora dirigida a avivar la especulación al tiempo que la suntuosidad anglosajona sentaba sus reales. El Duque de Montagu se posesionó con las mismas cuatro Logias fundadoras y al año entregó veinticuatro y una percepción social diferente de lo Masónico. Y como diría Valle Inclán “en aquella atmosfera de fuego, cargada de pólenes misteriosos y fecundos, como si fuera el serrallo del universo”, se iniciaba el Big Bang de una Masonería que trescientos años después tiene hasta una bandera clavada en la luna.
                      
Y no es de extrañar que la fastuosidad se haya introducido, ya que como afirma Jon Hamill, actual Director de Proyectos Especiales de la Gran Logia Unida de Inglaterra “el boato es algo por lo que los ingleses son reconocidos internacionalmente como unos maestros Ya se trate de una importante ocasión oficial como la apertura del Parlamento, una presentación del Alcalde Mayor de Londres o un festival de verano en alguna ciudad del país, ellos tienen un gran sentido de la tradición, el color, la precisión y el estilo”.
                    
En contraste, las Logias que inicialmente se reunieron en 1717 en una cervecería popular tenían como meta vital crear un pool de la construcción que les brindara ventajas para obtener contratos, restringir la competencia y aumentar sus ganancias. Y si aspiraron a que los gobernara un noble, lo hicieron calculando que con su concurso lo podrían logran con mayor facilidad ahora que una nueva dinastía (la de los Hannover) y un nuevo rey (Jorge I) habían asumido el trono de la Gran Bretaña hacía tres años y al anciano contratista del reino desde hacía casi medio siglo, Christofe Wren, le pesaban sus 85 años de edad y su rol en la construcción de Londres tenía el sol a las espaldas.
John Montagu
                       
Sobre todo, desde que sus protectores de la dinastía Estuardo habían perdido la corona al fallecer Ana I sin descendencia directa en 1714 y fueran derrotados en la sublevación y toma de ciudades que propiciaron en 1715 y 1716, que dio lugar a que el Rey Jorge I suprimiera el partido de los tories que apoyaba a los Estuardos y conformara un gobierno amigo de corte liberal exclusivamente con el partido whig. Los estuardistas lo volverían a intentar en 1719 con el apoyo de España que destinó 300 hombres de infantería a Escocia para iniciar la rebelión y un ejército de 7.000 soldados a Gales, para tomar Londres y coronar a Jacobo III. De nuevo fueron vencidos.
                   
La primera Gran Logia surge en tiempos turbulentos de cambio y de definiciones en Inglaterra. La imposición de un rey alemán que solo hablaba en ese idioma y delegaba excesivo poder en su gabinete creó tensiones adicionales con los partidarios de unos pretendientes Estuardos que tenían mayores razones para aspirar al trono, y por sobradas razones Wren fue hostil hasta su muerte en 1723 a una iniciativa constituida por cuatro Logias que buscaban socavar su poder. James Anderson afirmaría con flema inglesa en 1738 en sus “Nuevo Libro de las Constituciones” que Wren “las tenía descuidadas”.
                    
Christopher Wren fue uno de los amigos de infancia más favorecidos por el Rey Carlos II (Estuardo). Tres años después del gran incendio de Londres de 1666, lo nombró Inspector del Reino (Royal Surveyor) encargándolo de las obras civiles que requirieran todos los palacios y de la reconstrucción de la ciudad. De las 87 iglesias destruidas por el fuego Wren reconstruyó 51, además de hospitales y bibliotecas en toda Inglaterra y la Catedral de San Pablo en Londres en donde está enterrado. Su propuesta de diseño de un nuevo Londres con plazas y avenidas no corrió con suerte, y finalmente lo reconstruyó a partir del esquema original pero con ladrillos y piedras, minimizando el uso de la madera para evitar nuevos incendios. Fungió durante 49 años como el máximo contratista británico, durante los cuales adquirió una fuerte autoridad sobre los gremios de constructores.
                     
Catedral de San Pablo de Londres
Según datos oficiales, la conflagración destruyó en cuatro días con sus noches 13.200 casas, 87 iglesias, 44 casas gremiales, la Casa de Aduanas, la Catedral de San Pablo, el ayuntamiento de Londres, el palacio correccional del centro medieval y otras prisiones, cuatro puentes sobre los ríos Támesis y Fleet y tres puertas de la ciudad. Dejó a unas 80.000 personas sin hogar y la cifra de muertos se calcula en varios cientos. Una verdadera tragedia que siguió a la de la gran peste que azotó a Londres un año antes y que dejó entre 70.000 y 100.000 muertos de los 450.000 habitantes que tenía la ciudad. Frente a esto el eficiente Wren en ocho años construyó 10.000 casas que le trajeron un gran prestigio.
                 
Wren era toda una personalidad para la época, había sido profesor de astronomía, arquitecto, médico, dos veces parlamentario (1685-1688 y 1702-1705), presidente de la Royal Society (1680 y 1682) y el mismo Isaac Newton se refería a él como un científico brillante. Además, en virtud de sus funciones era el gran dirigente de las Logias del reino, lo que en ocasiones se asimila en forma imprecisa a un cargo de Gran Maestro de la Masonería Operativa, que nunca existió.
                      
La vejez, la falta de apoyo oficial, la incapacidad física y el largo ejercicio del octogenario Christopher Wren fue un motivo muy importante para que cuatro logias de obreros concibieran un cartel de la construcción al que denominaron Gran Logia de Londres y Westminster debido a que tres de las fundadoras se reunían en tabernas de Londres (The Goose and Gridiron, The Crown y The Apple-Tree), y la cuarta (Rummer and Grape) en la cercana ciudad de Westminster, que era para entonces la segunda en población del país y actualmente está ubicada en el centro del Gran Londres.
                     
El control de larga data de las obras por parte de Wren y el novedoso diseño de la Catedral de San Pablo (que hoy es motivo de orgullo), construida de 1675 a 1710 e inspirada en la de San Pedro de Roma y en la iglesia de Val de Grace en París, ya venían recibiendo acidas críticas. Una fuerte oposición irrumpía y fue famoso el escrito de Anthony Ashley Cooper, tercer Conde de Shaftesbury, contra un Wren que fue despedido finalmente en 1718 para dar paso al nombramiento de William Benson, que a su vez duró en el puesto solo quince meses dejando una complicada estela de enfrentamientos con sus subordinados, sus colegas, la tesorería del reino y la Cámara de los Lores.
                 
Jorge I Hannover
La novedad asociativa de 1717 y la deriva de su mutación preocupó en gran medida al resto de Logias operativas, especulativas y heterogéneas esparcidas por la Gran Bretaña que continuaban siendo fieles a la tradición y alejó para siempre a la Masonería del ofició de la construcción. De ahí la sátira de llamarla “moderna” con que se le comenzó a conocer con intención mordaz.
                       
Christopher Wren murió el 25 de febrero de 1723, cuatro meses antes que las primeras Constituciones de Anderson abrieran las puertas a una nueva Masonería que abandonaba la idea de ser un cartel de la construcción para tratar de unir lo disperso, ser centro de unión y de armonía y abrir espacios a las ciencias experimentales.
                  
Conociendo los antecedentes de Wren, es muy posible que una asociación especulativa a medio camino entre la Royal Society y la aristocracia británica hubiera sido de su agrado. Aunque es muy poco probable que se hubiera incorporado al universo hannoveriano que nacía en la Orden.
              
            
      

domingo, 1 de mayo de 2016

EL ILUSTRE DESCONOCIDO QUE FUE EL PRIMER GRAN MAESTRO DE LA MASONERÍA

          
Por Iván Herrera Michel
      
En contraste con la abundante documentación que existe sobre la vida y obra de los primeros Grandes Maestros de la Masonería, muy poco se conoce de Anthony Sayer, el primero de ellos. Al parecer fue un francés del común o un plebeyo inglés que vivió en Londres sin ningún título, pariente noble o bien de fortuna que lo distinguiera, y de quien no hay datos acerca de donde nació, donde vivía, si tuvo esposa, hermanos o hijos, quienes fueron sus padres, Etc. 
              
Los mismos historiadores ingleses afirman que su condición humilde no le ha deparado interés alguno por parte de los estudiosos, lo cual a todas luces constituiría un ejemplo intolerable del clasismo británico.
             
De hecho, la única fuente histórica sobre la jornada de su elección como Gran Maestro es secundaria y está comprendida en el “Nuevo Libro de las Constituciones” que redactó James Anderson 21 años después, en 1738, con el siguiente tenor.
       
“(…) el día de San Juan Bautista, del tercer año del rey George I, AD. 1717, la Asamblea y Fiesta de los Masones Libres y Aceptados tuvo lugar en la precitada taberna del Ganso y la Parrilla. Antes de la cena, el más antiguo Maestro en la Silla propuso una lista de candidatos apropiados; y los hermanos eligieron por mayoría de manos levantadas a Anthony Sayer, Gentleman, Gran Maestre de los masones (Jacob Lamball, Carpintero, Capitán Joseph Elliot, Grandes Vigilantes) que de inmediato fue investido con las insignias del oficio y de poder por el dicho maestro más antiguo, e instalado y felicitado por la asamblea, que le rindió homenaje.”
               
Pero también en este, como en los demás escritos de Anderson, es muy difícil distinguir ente lo cimentado en fuentes primarias (documentos de la fecha, testimonios de primera mano, correspondencia de los participantes, Etc.) y su construcción particular de los hechos. Por esta vía, tampoco conocemos quién era “el más antiguo Maestro” en la reunión, cuáles los otros “candidatos apropiados” ni las consideraciones por las que se eligió al Gran Maestro.
             
De todos modos, Sayer pasó a la historia gracias a que fue votado el 24 de junio de 1717 como el primer Gran Maestro de la Gran Logia de Londres y Westminster (y de paso de la Masonería universal) a los 45 años de edad en la “Goose and Gridiron Ale House” “hasta que tuvieran el honor de poder elegir a un Hermano perteneciente a la nobleza”. Otra clara muestra del clasismo de los fundadores de la Masonería que afortunadamente abandonaron amplios sectores de sus descendientes. 
         
En ese momento era miembro de la Logia que se reunía en la Apple Tree Tavern, en la que se planeó en 1716 la fundación de la primera Gran Logia del mundo, ubicada en un lugar por el que hoy pasa la Wellington Street de Londres, a una milla de la Catedral de San Pablo. Después de su Gran Maestría, ocupó el cargo de Primer Gran Vigilante (Senior Grand Warden) de la Gran Logia en 1719 y Guarda Templo (Tyler) de su Logia hasta que falleció.
               
De Sayer se conserva en la Librería y Museo de la Francmasonería de la Gran Logia Unida de Inglaterra un retrato pintado por el Masón inglés Joseph Highmore y grabado por el también Masón holandés John Faber Jr., en el que aparece con peluca tapando su calvicie y decorado con un Mandil blanco con la baveta levantada hasta el pecho, que podríamos presumir de cuero, sin ningún otro ornamento. Los collares, medallas, guantes, ante puños, Etc., que usan los Grandes Maestros de hoy arribarían unos pocos años después de 1717 de la mano de la recién llegada nobleza británica.
                    
No obstante, queda la inquietud acerca de cuáles fueron “las insignias del oficio y de poder” con que fue investido el día de su elección. A juzgar por las ilustraciones Masónicas en la portada de las Constituciones de Anderson de 1723 en las que solo aparece un Mandil, se podría colegir que Anderson en 1738, alejado del rigor histórico, se dio licencia para engalanar las circunstancias fundacionales de la Gran Logia en una cervecería ordinaria, lo cual no sería nada extraño en él.
                   
Por otra parte, la precaria situación económica de Sayer lo llevó a solicitar ayuda tres veces a su segundo Taller la Old King´s Arms Lodge No. 28 el 21 de noviembre de 1724, el 21 de abril de 1730 y el 17 de abril de 1741, siendo auxiliado en dos ocasiones el 2 de febrero de 1736 y el 3 de marzo de 1740. Y en 1730 fue amonestado en público por el Gran Maestro, el Duque de Norfolk, por asistir a las reuniones que se hacían en contra de las políticas de la Gran Logia.  
                
Tampoco fue Anthony Sayer un Gran Maestro activo y su periodo pasó sin pena ni gloria. De hecho, en la Goose and Gridiron Ale House se acordó celebrar cada año una Asamblea y fiesta el 24 de junio, día de San Juan Bautista. Cuando se reunió la Asamblea de 1718 Anthony Sayer entregó la Gran Maestría a George Payne sin una Logia más de las cuatro que recibió ni contar con un miembro adicional.
              
Allí igualmente se concertaron tres reuniones trimestrales de los oficiales de las Logias así: la primera el día de San Miguel Arcángel el 29 de septiembre, la segunda el día de San Juan Evangelista el 27 de diciembre y la tercera el día de la Anunciación el 25 de marzo. Ninguna de esas reuniones se llevó a cabo.
               
Anthony Sayer fue el primero de los cinco únicos Grandes Maestros ingleses que no han sido de la nobleza o de la realeza de los cincuenta y nueve que suman las tres Grandes Logias “regulares” de Inglaterra en trescientos años. A saber, en orden de fundación:
             
1) Gran Logia de Londres y Westminster (1717 a 1813): Sayer en 1717, George Payne en 1718 y 1720, y John Theophilus Desaguliers en 1719;
                
2) Gran Logia de Masones Libres y Aceptados de Inglaterra (1751 a 1813): Robert Turner en 1753 y Edward Vaughan en 1754 y 1756; y
               
3) Gran Logia Unida de Inglaterra (1813 -     ): todos sus Grandes Maestros han sido miembros de la nobleza o la realeza.
            
Iglesia de San Pablo del Covent Garden
De lo que si se está al corriente por un periódico local de finales de enero de 1742 es de la edad en la que falleció Sayer. Y de que fue sepultado el seis de enero de 1742 durante la Gran Maestría del Conde de Morton. La noticia fue publicada en los siguientes términos de los que se desprende que debió nacer en 1672:
               
Hace pocos días falleció a los 70 años Mr. Anthony Sayer, quien fuera Gran Maestre de la Más Antigua y Honorable Sociedad de los Masones Libres y Aceptados en 1717. Su ataúd fue seguido por un gran número de Gentlemen de la mejor calidad de esa Honorable Sociedad, desde la taberna Shakespears Head en la Piazza de Covent Garden y decentemente enterrado en la iglesia de Covent Garden.”
            
Desde entonces sus restos reposan en la iglesia de San Pablo del Covent Garden, conocida como la “Iglesia de los actores”, construida por Iñigo Jones en 1633 en el West End de Londres, con un estilo toscano sobrio, en medio de un remanso de paz en el que a menudo se ofrecen conciertos.
            
            
               


domingo, 27 de marzo de 2016

PRÓLOGO DEL LIBRO “LOS MASONES EN EL MUNDO”

                  
Por Iván Herrera Michel
            
Los Masones en el mundo. Geopolítica Masónica” es un libro escrito por el Masón colombiano Milton Arrieta y publicado en España por la Editorial Almuzara (http://grupoalmuzara.com/a/fichalibro.phplibro=3104&edi=1) en marzo de 2016, que viene a complementar de muy buena manera el de Alaín de Keghel “La Masonería. Una perspectiva geopolítica” editado por CIMAS y FASCREAA en el año 2013 sobre un área del conocimiento de la Orden necesaria para entender las raíces de su quehacer pasado y presente.  
            
Miltón Arrieta
¿Por qué la Gran Logia de España frente a los atentados de Bruselas expresa su solidaridad únicamente a los 1.700 masones de la Gran Logia Regular de Bélgica y no a los otros 30.000 del país? ¿Por qué la Gran Logia de California suspende el “reconocimiento” a las Grandes Logias de Georgia y de Tennessee por negarse a recibir homosexuales y no lo hace con las 51 que no admiten mujeres ni con la veintena que todavía discriminan a los negros? ¿Por qué 7 Obediencias que representan unos 200.000 Masones franceses se unen para expresar conjuntamente su dolor por lo de Bruselas, y la Gran Logia Nacional de Francia con 25.000 miembros da un paso al costado para no perder el favor de Londres? ¿Por qué las otras 7 Obediencias no tienen esa limitación? ¿Por qué la Orden registra diferentes reacciones frente a un Cardenal católico que publica una carta dirigida a sus “Queridos Hermanos Masones”? 
              
No son preguntas antiguas. Por el contrario, lo son sobre hechos ocurridos en los últimos dos meses a las que más allá de lo casuístico el libro “Los Masones en el mundo…” responde desde lo que podríamos llamar la geografía histórica y política de una Masonería dividida en bloques de influencia.
            
Sin más preámbulos, y como tuve el honor de prologar el libro, con la venia de nuestro QH:. Milton Arrieta me permito reproducirlo a continuación así:
            
             
PROLOGO DEL LIBRO “LOS MASONES EN EL MUNDO. GEOPOLÍTICA MASÓNICA”
                 
A MANERA DE ENFOQUE
Por Iván Herrera Michel
                
Mucha agua ha corrido bajo los puentes de la masonería desde que Grasse Tilly a principios del siglo XIX fundó siete Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA), sobre la base de las Constituciones de Burdeos de 1762, las Constituciones de Berlín de 1786 y los dos discursos de Ramsay de 1736 y 1737.
               
Desde entonces nada ha sido estático y muchas cosas han cambiado. Por ejemplo: el Supremo Consejo Masónico de España, fundado en 1811, adoptó la expresión «Suum cuique Jus» en lugar de «Deus Meumque Jus», el Supremo Consejo para Turquía, fundado en 1861, la varió a «Laicus–Humanitas–Scienti», y Albert Pike bosquejó una dirección para los Grados que Grasse Tilly nunca hubiera sospechado.
                  
Aún conservo en mi biblioteca el libro La República Planetaria (2007) de J. G. Plumet, que me regaló el ex Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, Pierre Lambicchi, junto con su obra «Las Logias de la República» (2009), que no he dejado de emparentar con los discursos de Ramsay, que consolidaron lo que en el futuro serviría de fuente doctrinal para el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
                   
En el libro de Plumet podemos leer que «en el momento en que un enfrentamiento generalizado de civilizaciones, la guerra responde al terrorismo en una espiral cada vez menos controlada, en que el laicismo ha sido tan violentamente atacado por las nuevas formas de sectarismos ideológicos o religiosos, corresponde a los masones mostrar el ejemplo y promover una asamblea representativa de personas de los cinco continentes para el advenimiento de una Res Pública latitudinal. Es decir: La República
                      
Y aunque Plumet escribe desde el Rito Francés (o Moderno), su coincidencia con Ramsay es total cuando dice que «el mundo entero no es más que una gran República en la cual cada nación es una familia y cada individuo un niño».
                      
Son coincidencias atemporales y a la vez un basamento común que convertido en parte del ADN del Rito Escocés Antiguo y Aceptado determina su universalidad pasada y presente, además de su coherencia histórica con el origen de la Orden.
                  
Hoy el Rito Escocés Antiguo y Aceptado exige masones que sean interlocutores idóneos de la sociología del siglo XXI, y posean capacidad propositiva desde la iniciación progresiva que brinda. Es decir, que sean aptos para entender que a la manera de un patrimonio intangible de la humanidad, la masonería contiene tradiciones y memorias activas adquiridas de nuestros antecesores y es una facilitadora para la comprensión de la pluralidad y la contribución al diálogo integrador entre diferentes.
          
El libro de Milton Arrieta López asume el escocismo desde la variedad de su historia como un instrumento para lidiar con las argumentaciones ideológicas del presente. Y en este camino, imprime un sesgo geopolítico a su análisis, mostrándolo como un componente que determina la permanencia y la calidad de vida en la Orden.
              
Los masones y masonas de hoy están haciendo grandes esfuerzos para trasmitir el verdadero mensaje de la tradición inclusiva del Rito a un mundo cada vez más enterado de su pluralidad, y tenso en su relación con los colectivos a los que esa diversidad mortifica. En consecuencia, las verdades oficiales y el pensamiento único afrontan nuevos retos.
              
En la actualidad varios regímenes escocistas quieren describir el fenómeno masónico e identificar sus líneas de acción desde su propia visión. Milton Arrieta identifica los factores de riesgos de la falta de igualdad al momento de enfrentar la tarea y propone una mayor libertad en la vinculación y concienciación cultural, moral y conductual de las instituciones que agrupan a los masones.
          
Este libro pertenece a la literatura que surge de este contexto instruido.
         
             
                  



lunes, 29 de febrero de 2016

Un vistazo a "El Ganso y la Parrilla"


 Por: Iván Herrera Michel


No obstante los numerosos templos de la Masonería en todos los continentes (o quizás por la majestuosidad y el lujo de muchos de ellos), poco se enseña lo populachera que fue la “Goose and Gridiron Ale House” en donde nació la primera Gran Logia el 24 de junio de 1717 del calendario juliano que rigió para el Reino Unido y sus colonias hasta el año 1752. Lo que significa que desde entonces, bajo el calendario gregoriano que nos rige, el aniversario corresponde celebrarlo el cuatro de julio. 

La “Goose and Gridiron Ale House” se encontraba en un sector de Londres conocido como St. Paul´s Churchyard en donde antaño había funcionado el establecimiento “Mitre”, sede de la Honorable Compañía de Músicos de Londres con una historia que se remonta hasta una guilda creada en el año 1350 que tenía como escudo de armas un cisne y de cimera una lira de Apolo.

No han sobrevivido datos de cuando se construyó el edificio “Mitre”, pero se tiene constancia que fue destruido por el gran incendio de Londres de 1666 y que poco después se levantó otro  allí mismo con el nombre de “Lira” debido a que (otra vez) una sociedad musical lo utilizó para sus reuniones. Esta nueva construcción fue demolida en 1897 y hoy solo recuerda el lugar una placa colocada por el Alcalde Mayor de Londres el 15 de junio de 2005 con la leyenda “cerca de este sitio la Gran Logia de Masones ingleses se reunió por primera vez en 1717”, ubicada a medio centenar de metros al norte de la entrada que conduce a la catedral de San Pablo, en la última columna de la derecha.  

Al dejar de ser el local una casa de artistas cuando el centro musical de Londres se trasladó al West End, en la ciudad de Westminster (un área que aún es residencia de las clases altas de la ciudad), por tornarse la zona insalubre y peligrosa, su nuevo propietario para burlarse del cisne y la lira del escudo de armas de los músicos colocó sobre la puerta un prosaico ganso casero parado sobre una corona, delante de una parrilla para asar, que en la actualidad se encuentran recientemente restaurados en el museo de la Gran Logia Unida de Inglaterra ubicado en el Freemasons Hall, 60 Great Queen St, London WC2B 5AZ, Reino Unido. Y se puede visitar de lunes a viernes de 10:00 AM a 5:00 PM.

A pesar que existen registros en la Gran Bretaña de cerveza tipo Ale desde la Edad de Bronce, las “Ale House” eran de reciente creación en 1717. Habían surgido unos treinta años antes como reacción a la “locura de la ginebra” (Gin Craze). Es decir, a la producción y consumo masivo de ginebra barata en las islas.

En lo esencial, las Ale House compartían con los pubs que eran lugares populares para reunirse, descansar, dormir, comer, beber, discutir, intercambiar y diseminar noticias. No era un círculo social destinado a la nobleza ni mucho menos a la realeza, por lo que muy pocas pelucas blancas se veían por allí. En cambio sí lo era para la sociabilidad popular, el ocio, el juego, la prostitución y la embriaguez, además de ser escenario idóneo para una cultura obrera asociativa apartada de la clase dirigente. De hecho, el avance de las sociedades secretas, de socorro, trade unions (sindicatos obreros) y cooperativas de los trabajadores ingleses deben mucho a las cervecerías en general.   

En el Londres de 1717, muy pocas calles se encontraban empedradas y cuando caía la lluvia
el lodazal hacía muy dispendioso caminar por ellas. Además la iluminación nocturna era escaza y había asaltos por todas partes a pesar de que el año anterior se había expedido una ley que ordenaba poner luces en el exterior de las casas desde las 6:00 hasta las 11:00 P. M. por dieciocho noches cada mes, durante el invierno y cuando no se disfrutara de luna llena.

A las tuberías, retretes, alcantarillados y canalizaciones higiénicas aún les hacía falta un siglo para comenzar a instalarse en las casas y lugares abiertos al público; por las calles corrían con frecuencia riachuelos de aguas servidas que se unían a los excrementos de ovejas, cabras, cerdos, caballos y bueyes. Para colmo los carniceros y matarifes sacrificaban y destripaban a los animales en la vía pública, y en los sectores en donde se ubicaban los curtidores y los tintoreros las infecciones y malos olores era pan de cada día. Las aguas residuales domesticas se arrojaban por la ventana a la voz de “agua va!”, lo que obligaba a caminar dando saltos y pendiente de las ventanas, y se utilizaban los callejones traseros o cualquier cauce cercano para solventar las necesidades fisiológicas.

Por otra parte, una mirada al menú de las Casas de Ale de Londres a principios del siglo XVIII nos muestra que ofrecían carne de cordero, de ternera cortada en trozos pequeños (scotched collops), embutidos, tocino, chuleta, trucha, salmón, ensalada de salmón en escabeche, ensalada con queso, paloma, perdiz, pollo, col, pepinos, arroz con leche, pan, queso Cheshire, huevos y  tartas. Lo cual no estaba nada mal.  Y por su lado, el letrero grande que había al frente de la “Goose and Gridiron Ale House”, a la altura del segundo piso, anunciaba con suficiencia que el local era un sitio dedicado al expendio de las “stout porter & ale”.   

Las ales eran y son unas cervezas populares británicas cuya fermentación se da en la superficie del líquido, posee mayor graduación alcohólica y se sirve fría. Por su lado, las porters eran unas cervezas oscuras y amargas elaboradas con malta de cebada tostada (muy popular entre los cargadores o porters del mercado, de allí el nombre), resultante de mezclar las ales tipo “brown”, “pale” y “stale”, y alcanzaba un 6% de graduación alcohólica por volumen. A las porters de mayor graduación se le denominó “stout porter” (que significa porter fuerte) y normalmente llegaban al 8% de graduación.

Uno puede pensar en sana lógica que eso fue lo que sirvió la “hermosa Hanna” y que de esta forma muy prosaica y bien servida, “en el día de San Juan Bautista, en el 3er año del rey Jorge I”, nació la Masonería que tanto ha dado que hablar en tres siglos.

La “Goose and Gridiron Ale House” tenía cuatro pisos más un sótano y un atrio. El primero contaba con una puerta de entrada y tres ventanas, y los tres pisos restantes poseían cuatro ventanas cada uno. La edificación era de ladrillo porque después de la conflagración se prohibió el uso de madera y los marcos de las ventanas debían quedar retirados unos de otros.

Los espacios estaban dispuestos en forma reticular, sin columnas, con muros estructurales y un área del sótano destinada a bodega que tenía una parte debajo de la calle del frente. Una chimenea se elevaba desde el sótano hasta el ático, y en el fondo del edificio una estrecha escalera de caracol que giraba en el sentido de las manecillas del reloj comunicaba cada una de las seis plantas. La cocina estaba en el sótano y ocho habitaciones para pernoctar o como lugar de citas clandestinas se disponían así: una en el primer piso, otra en el segundo, tres en el tercero y tres en el cuarto.

Cuando un visitante entraba a la “Goose and Gridiron Ale House” desde la calle se topaba primeramente con un bar que tenía a mano izquierda un sobrenivel dispuesto para espectáculos con un cuarto de utilería detrás. La música popular inglesa incluía por lo general canto y baile, a diferencia de la clásica orquestal que oía la nobleza que era más barroca, dramática y compleja. 

Los fundadores de la primera Gran Logia ese día entraron por la puerta del frente, es posible que algunos hayan llegado en grupo y otros en solitario, se hayan detenido un momento a saludar a algún comensal o a los empleados del lugar, o a admirar a los músicos, para luego atravesar el recinto, subir por la escalera de caracol al segundo piso a un comedor de apenas 27 metros cuadrados sin ningún lujo, y saludarse con la camaradería usual entre los miembros de un mismo gremio.   

Entonces,  “conforme a lo acordado se celebró la Asamblea y Banquete de los Libres y Aceptados Masones”  por parte de cuatro Logiasy algunos otros antiguos hermanos”… que “formaron allí mismo una Gran Logia pro tempore” que vino a conocerse como la Gran Logia de Londres y Westminster.