jueves, 4 de febrero de 2021

LA POROSIDAD DE LA MASONERÍA

 Por Iván Herrera Michel 
                             

Un vistazo general a las charlas virtuales durante el confinamiento muestra lo avanzado que está la invasión de espacios Masónicos con temas y personajes ajenos a ella.
                        
De pronto los casos más conocidos son los de Aldo Lavagnini y Jorge Adoum (Mago Jefa), quienes, sin existir evidencia de haber sido Masones, ni asistido alguna vez en su vida a una Tenida Masónica, se tomaron la libertad de publicar “manuales” sobre los tres Grados simbólicos y algunos Altos Grados del REAA.
                    
En sus escritos, ellos conservaron la distribución y decoración física de las Logias Masónicas, los toques, signos, palabras, Etc., pero le dieron significados diferentes a los símbolos, alegorías y leyendas de la Orden, para desviar las aguas hacia sus sistemas personales de creencias relacionadas con seudociencias, ocultismo, misticismos, sincretismos metafísicos, predicamentos alternativos, Etc., inventados en la edad media, el renacimiento y el siglo XIX, a los que atribuyeron, contra toda evidencia y rigor histórico, una antigüedad y un origen que no tienen.
                              
También está el caso de “El Kybalión”, que nada tiene que ver con la Masonería, escrito en 1908 por William Walker Atkinson, de Baltimore, Maryland, USA, quien tampoco fue Masón, y se sacó del sombrero un imaginativo “estudio de la filosofía hermética del antiguo Egipto y de la antigua Grecia”, bajo el seudónimo de “Los Tres Iniciados”. Lo cual no resulta raro en alguien que acostumbraba firmar la mayoría de sus escritos con otros nombres, como Yogi Ramacharaka, Swami Bhakta Vishita, Swami Panchadasi, Theron Q. Dumont, Theodore Sheldon y Magus Incognito. Atkinson llegó al punto de editar revistas con sus propios artículos bajo diferentes nombres presentándolos como de “colaboradores”.
                              
Ahora bien, es normal que haya variaciones con el tiempo. Los modelos Masónicos germinan en diversos contextos por evolución cultural, y, como es apenas elemental, los más difundidos son los que han surgido en sociedades con más éxitos, porque a caballo de ese éxito se expande su influencia cultural, y en ella va su modalidad de Masonería.
                     
Muchos sistemas Masónicos se han extinguido al ser reemplazados por otros, porque han desaparecido los contextos en que florecieron o porque se convirtieron en una burbuja indigerible para los Masones y la sociedad. Cualquier variación debe respetar la tradición del arte y el método, así como la naturaleza simbólica de la Orden en su ámbito escénico, de decoraciones, efectos sonoros, música, ritmos, herramientas, teatralidad, colores convencionales, utilería fija, de mano y de adorno, entonación, palabras, toques, signos, movilidad de los asistentes, Etc. Pero, sobre todo, no debe reemplazar su tradición simbólica, espiritual, filosófica y esotérica.
                         
Hoy en día, gracias al apogeo de la virtualización, quienes han sustituido (o han encontrado sustituidos) las características filosóficas constructivas propias de la Masonería se están topando con quienes las han seguido cultivando. Igual está ocurriendo en dirección contraria.
                            
Es un descubrimiento mutuo que apenas comienza a asimilarse en medio de ese fenómeno que llaman los estudiosos Milton Arrieta y Víctor Guerra la “Masonería Líquida” parafraseando a Sigmun Bauman, y es muy difícil predecir los resultados, ya que las normas y los modos locales suelen ser percibidos como universales en una determinada sociedad.
                                  
Dentro de este orden de ideas, hay que cuidar responsablemente el desarrollo sostenible de la Orden frente a una porosidad que ha facilitado la formación de burbujas internas que amenazan con desnaturalizarla, y apartarse de los fundamentos reales del enfoque Masónico.
               
Los nuevos y próximos Masones merecen que le entreguemos una “Masonería Masónica”, valga la expresión.

                        

                              

1 comentario:

Elliot Cohen dijo...

Que buenos puntos toca el QH Iván.

La pandemia los ha visibilizado más, porque en ciberespacio nos ha permitido encuentros que eran impensados antes. Las reuniones masónicas virtuales han generado un crecimiento explosivo de los contactos entre masones de todo el planeta. Hasta el idioma, barrera potente, se ha debilitado con los sistemas de traducción en línea.

Los muros y puertas cerradas de nuestros espacios de trabajo masónico, ya no paran el ruido y tumulto externo, solo lo ponen en sordina. Las seudo ciencias y la seudo filosofía permea al trabajo intramuros. Los móviles activos y el chateo al exterior no constituyen casos aislados en nuestros talleres.

El Kybalion es un muy buen ejemplo. En los trazados encontramos frecuentes citas a él con un notorio tinte dogmático, incluso se hacen planchas sobre la “filosofía hermética”.

El caso de Lavagnini es característico, no fue, o no se encuentran referencias a su condición de masón ni Logia y no faltan los masones que argumentan que fue “un masón sin mandil”. Pobre y triste argumento. No sé si algún médico seguiría los “manuales” de alguien que nunca practicó la medicina.