Por Iván Herrera Michel
El esoterismo en la Masonería, en tanto que es algo velado o difícil de entender y explicar, se refiere a las comprensiones personales que motiva la metodología Masónica, los símbolos y las alegorías en los Masones. Al ser algo subjetivo se convierte en un tópico complejo que suele dar pie a excesos de especulaciones o a la indebida intromisión en la Orden de creencias religiosas o metafísicas tan respetables como propias de otras instituciones. Y aunque el tema se ha prestado para vivos debates sobre cuál sería el verdadero y específico esoterismo de la Masonería, en la realidad existen varias interpretaciones.
En todo caso, el esoterismo Masónico se refiere a las enseñanzas que transmite su simbolismo y ceremonias, y se fundamenta en la percepción de que hay conocimientos, sentimientos e inspiraciones que facilita la metodología Masónica para la construcción de sus fines morales y filosóficos. Por otra parte, se refiere a que la Masonería inspira y ejerce una influencia intelectual, moral y ética orientada a que el Masón adquiera una mayor comprensión filosófica de los deberes que debe a sí mismo y a la sociedad en general. Cuando pienso en la Masonería, siempre me viene a la mente esa idea original,
casi romántica (y muy idealizada), de un grupo de personas buscando algo más allá de lo evidente en materia moral y filosófica. Sé que en el mundo real existen otras motivaciones para ingresar a una Logia Masónica, pero ese es un tema para otro escrito.
La Masonería, en su esencia más pura, no es solo un lugar en donde socializar con una serie de rituales bonitos; es un sistema filosófico que nos invita a ser mejores, moral e intelectualmente. A través del conocimiento, los símbolos y la reflexión, pretende empujarnos a evolucionar. Sin embargo, y lo digo con cierta preocupación, cuando el esoterismo se maneja de manera superficial, la Orden corre el riesgo de desvirtuarse por completo. El verdadero esoterismo Masónico, si es que queremos hablar de él en términos actuales, es un viaje interno, una búsqueda personal de sentido a través de los símbolos, las alegorías y las enseñanzas éticas que nos brinda la Masonería. Pero esta búsqueda, al ser profundamente subjetiva, puede fácilmente derivar en malentendidos y prácticas vacías si no se mantiene un enfoque claro.
Recuerdo la primera vez que observe una ceremonia Masónica, mucho antes de mi Iniciación. Era casi niño y fue una Ceremonia de Honras Fúnebres en el Cementerio más antiguo de mi ciudad. Desde esa época me sentí cautivado por el misterio, los gestos y la solemnidad del ritual. Sentí que algo muy serio estaba en juego y con el tiempo, aprendí que el verdadero esoterismo Masónico va mucho más allá de participar en ceremonias o memorizar unos cuantos signos. Es un compromiso profundo con el significado detrás de cada símbolo. Es como si, en lugar de ver solo la punta del iceberg, nos pidieran bucear hasta el fondo para entender la magnitud de lo que está oculto. Si algo nos enseña la Masonería, es que lo importante no es lo que está oculto, sino el proceso de descubrirlo. El esfuerzo constante por entender el mundo y encontrar un lugar constructivo en él.
Lamentablemente, he visto cómo muchos se quedan en la superficie, atrapados en lo decorativo, o condescendientes mudos de un teatro que ignora la riqueza filosófica y ética que está justo frente a sus narices. Y es triste, porque eso es como tener un mapa del tesoro en las manos, pero usarlo para encender una fogata. Este es un riesgo grave, porque cuando la forma reemplaza al fondo, la Masonería se convierte en un espectáculo estéril, en una "farándula Masónica", donde los títulos, los Grados, los cargos y las insignias importan más que el crecimiento personal y colectivo.
¿Cuántas veces me he encontrado con hermanos que parecían más preocupados por su puesto en la jerarquía que por las enseñanzas que la Masonería ofrece? Más de las que me gustaría admitir. Este tipo de mentalidad convierte a la fraternidad en un desfile de vanidades que comienza a parecerse más a un club de clase media, con presunciones elitistas, en donde los títulos de los cargos y Grados lo son todo. Corremos el riesgo de perder ese legado si permitimos que el esoterismo moral y filosófico degenerado en superstición y ritualismo inane se apodere de nuestras logias.
La Masonería ha sido un refugio para pensadores, científicos y artistas que no solo veían los rituales como un conjunto de acciones, sino como representaciones simbólicas de ideas filosóficas profundas.
Desde los grandes ilustrados hasta los artistas renombrados, todos ellos encontraron en la Orden un espacio para debatir, reflexionar y, sobre todo, aprender. Pero cuando el esoterismo se reduce a una serie de prácticas mágicas sin sentido real, que compite con los sistemas de creencias, la verdadera reflexión queda en el olvido, y se debilita su esencia misma. El resultado es que la Masonería deja de ser un espacio de reflexión y progreso para convertirse en algo irrelevante para el mundo moderno. Es como tener un libro lleno de sabiduría en las manos, pero preferir usarlo de soporte para la lámpara.
La verdadera Masonería exige más. Requiere que cavemos más profundo, que no nos conformemos con lo que está a la vista. Porque, al final del día, lo que realmente importa no es el espectáculo, sino el conocimiento, la verdad, y el compromiso con nuestra mejora personal y colectiva. Al final del día, lo que importa no son tanto las ceremonias, los Grados ni los cargos sino el compromiso real con nuestra mejora personal y, por ende, con la mejora de la sociedad.
Si la Masonería ha de tener relevancia en el siglo XXI, debe abrazar un esoterismo que esté basado en la en la reflexión profunda. Porque, en última instancia, lo que nos hace verdaderamente Masones no es lo que mostramos al mundo, sino lo que cultivamos dentro de nosotros.
Y esa es la tarea que no podemos abandonar.
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