12 siglos de estancamiento de la humanidad y aún encontramos mentalidades que están tratando de apagar la luz para ver mejor
Iván Herrera Michel. 33°
Sucedió en Alejandría, ciudad fundada en Egipto, por Alejandro Magno, en el año 332 antes de nuestra era, cuando la humanidad había emprendido la aventura intelectual que hoy nos permite chapalear en la orilla del vasto océano cósmico en busca del saber.
Más de 500 mil volúmenes, papiros, y libros, formaron la maravilla mayor de la ciudad: la Biblioteca de Alejandría y su correspondiente Museo (dedicado a las especialidades de las nueve musas), un templo contiguo que fue consagrado al conocimiento. Allí se estudiaba el cosmos entero, y el respeto a la investigación y a la libertad de pensamiento que observaba fue respetada por los conquistadores de la ciudad.
Obras completas de Tales, Pitágoras, Demócrito, Platón, Sófocles, Homero, Esquileo, Eurípides, Aristóteles, Aristarco, Diógenes, Anaximandro, Eratósfenes, Hiparo, Euclides, Dionisio de Tracia, Serófilo, Herón de Alejandría, Apolunio, Galeno, Arquímedes, Tolomeo y de cientos de autores más, reposaban en los estantes de la Biblioteca.
Hubo allí una comunidad de eruditos que exploraron a sus anchas la física, la literatura, la química, la medicina, la astronomía, la filosofía, la geografía, las matemáticas, la biología y la ingeniería. La Biblioteca de Alejandría, fue el lugar donde la humanidad reunió por primera vez de modo serio y sistemático el conocimiento del mundo.
El último director de la Biblioteca Alejandrina, fue una matemática, astrónoma, física y jefa de la escuela neoplatónica de filosofía, de exuberante belleza. Su nombre era Hipatia, nacida en esa misma ciudad en el año 370 de nuestra era, y está considerada como la primera científica y filósofa de Occidente.
Iván Herrera Michel. 33°
Sucedió en Alejandría, ciudad fundada en Egipto, por Alejandro Magno, en el año 332 antes de nuestra era, cuando la humanidad había emprendido la aventura intelectual que hoy nos permite chapalear en la orilla del vasto océano cósmico en busca del saber.
Más de 500 mil volúmenes, papiros, y libros, formaron la maravilla mayor de la ciudad: la Biblioteca de Alejandría y su correspondiente Museo (dedicado a las especialidades de las nueve musas), un templo contiguo que fue consagrado al conocimiento. Allí se estudiaba el cosmos entero, y el respeto a la investigación y a la libertad de pensamiento que observaba fue respetada por los conquistadores de la ciudad.
Obras completas de Tales, Pitágoras, Demócrito, Platón, Sófocles, Homero, Esquileo, Eurípides, Aristóteles, Aristarco, Diógenes, Anaximandro, Eratósfenes, Hiparo, Euclides, Dionisio de Tracia, Serófilo, Herón de Alejandría, Apolunio, Galeno, Arquímedes, Tolomeo y de cientos de autores más, reposaban en los estantes de la Biblioteca.
Hubo allí una comunidad de eruditos que exploraron a sus anchas la física, la literatura, la química, la medicina, la astronomía, la filosofía, la geografía, las matemáticas, la biología y la ingeniería. La Biblioteca de Alejandría, fue el lugar donde la humanidad reunió por primera vez de modo serio y sistemático el conocimiento del mundo.
El último director de la Biblioteca Alejandrina, fue una matemática, astrónoma, física y jefa de la escuela neoplatónica de filosofía, de exuberante belleza. Su nombre era Hipatia, nacida en esa misma ciudad en el año 370 de nuestra era, y está considerada como la primera científica y filósofa de Occidente.
Por aquella época, la ciudad había caído bajo el poder de Roma, y el imperio romano, a su vez ,bajo el mando de los obispos católicos, que para tal efecto ya habían adoctrinado a Constantino, y asesinado a su sucesor Juliano (mal llamado “El Apostata”) en el año 337 por querer restaurar el culto ancestral romano.
Para entonces, la creciente iglesia cristiana estaba acrecentando su poder e intentando extirpar a sangre y fuego la influencia de las culturas no cristianas, por lo tanto la Biblioteca e Hipitia estaban en el ojo del huracán. Cirilo, el arzobispo de Alejandría (hoy San Cirilo, en los altares y “a la derecha de Dios”) las despreciaba porque eran un símbolo de la ciencia y la cultura, que la Iglesia identificaba con un paganismo intolerable.
San Cirilo de Alejandría es considerado uno de los padres y doctores de la iglesia católica. Su festividad aún se celebra el 27 de junio en Occidente y el 9 de junio en Oriente.
Una mañana del año 415 de n. e. , una turba comandada por Cirilo, arrancó a Hipatia de su carruaje, deshicieron sus vestidos en plena vía publica, la desnudaron y armados con conchas marinas la desollaron y le arrancaron la carne de los huesos, y finalmente sus restos fueron quemados, sus obras destruidas y su nombre olvidado.
La maravillosa Biblioteca, corrió la misma suerte y sus últimos vestigios fueron consumidos lentamente por el fuego. Naturalmente Cirilo fue proclamado santo, como corresponde a quien presta grandes servicios a la causa cristiana.
La gloria de la Biblioteca de Alejandría, es un recuerdo vago y lejano. La opresión y el miedo al saber arrasaron con casi todas las maravillosas obras que reposaban en el que fue el primer instituto de investigación de la historia del universo.
La civilización humana sufrió un cercenamiento en su avance, de modo que quedó irrevocablemente extinguida la mayoría de sus memorias, descubrimientos e ideas. La humanidad fue condenada a más de 12 siglos de estancamiento intelectual hasta la aparición de Colón, Da Vinci, Copérnico, y todo el renacimiento. Los enciclopedistas franceses y los científicos experimentales ingleses terminarían de minar lo que quedaba del oscurantismo
Colón redondeó la tierra, Galileo la puso a girar como quería Aristarco, Copérnico la quitó del centro del universo, Darwin nos emparentó con los animales y las plantas, el Sol es otra estrella más de las miles de millones que brillan en el cosmos, el Sistema Solar está en la periferia de una pequeña Galaxia que es apenas una de las cientos de miles de millones que existen, y que, para colmo, posee un agujero negro en la mitad que amenaza con absolverlo todo. Y para los que no están de acuerdo con el horno crematorio del Cementerio Universal de Barranquilla, la mala noticia es que dentro de algún tiempo todos nos vamos a cremar cuando el Sol está en sus últimos días.
La pérdida en Alejandría fue incalculable. Como ejemplo de la tragedia, se suele traer a cuento el que de las 123 obras teatrales de Sófocles, existentes en la Biblioteca, milagrosamente sobrevivieron siete. Una de ellas: Edipo Rey.
Y pensar que en pleno siglo XXI encontramos mentalidades que incendiarían nuevamente la Biblioteca de Alejandría, con el pretexto de que se ve mejor si se apaga la luz.