(Palabras
pronunciadas en el Segundo Simposio Masónico “Francmasonería en la Modernidad” organizado por la Gran Logia Universal de Mixta de New Jersey,
los días 20 y 21 de septiembre 2013 (E:. V:.)
Por Iván Herrera Michel
Uno de los más
llamativos comportamientos de la Masonería de finales del siglo XX y de
comienzos del XXI, lo constituye la aparición en todas partes del mundo de
Grandes Logias, Grandes Orientes, Federaciones de Logias, Supremos Consejos del
Rito Escocés Antiguo y Aceptado, Capítulos Generales del Rito Francés,
Santuarios del Rito Memphis, Etc., de no más de unos 300 miembros agrupados en
un máximo de 15 Logias, con un presencia muy activa en la radio, la televisión,
la prensa y el Internet.
Al parecer lo mediático
les atrae, sobre todo para hacer público que son una Masonería fraternal,
amable, que sus Templos no tienen telarañas, que se ocupan de los problemas
actuales, que son personas de buenas costumbres, que es verdad que creen en la
libertad, la igualdad y la fraternidad hasta el extremo de haber proscrito, en
gran parte de su seno, la discriminación contra la mujer, que lo Masónico es
una opción admirable, que respetan las creencias de todos, que son ciudadanos
comunes y corrientes, que no quieren tener conflictos con otros Masones, que no
les importa mucho lo que decidan en Londres, París o Washington, ni aceptan jefes
que les impongan obligaciones ajenas a la doctrina Masónica.
Estas nuevas opciones,
aunque todavía minoritarias en número de miembros con respecto
a las de mayor
antigüedad de su localidad, cuentan con un gran “empoderamiento”, buscan adquirir sus propias edificaciones, poseen una
economía de autoabastecimiento, se les nota inclinación general al estudio y la
discusión abierta, y cada vez es mayor la influencia que poseen en el cambio
del imaginario de la Orden en la sociedad en general.
Izq. a Der. SGC Adriano Medina, GM Benjamín Sabido, Víctor Salazar |
En América, esa
realidad contrasta con la caída en la membresía de las Obediencias de donde
eran originarios sus fundadores. Y la
razón es sencilla: encarnan los sueños de varias generaciones de Masones de a
pie de practicar un determinado estilo de Masonería, de acabar los caudillismos
y de contar en lo organizacional con una democracia más participativa.
Hoy vemos que el
mensaje de estas nuevas Obediencias está llegando con mucha fuerza a
profesionales, comerciantes y segmentos de la clase media que antes estaban
poco penetrados, y de donde proceden muchos de sus nuevos Iniciados. Además, existe una demanda de socializar
alrededor de valores humanistas que no se identifica con lo que ven en la Masonería
de corte anglosajón y optan por un ambiente más liberal y progresista,
posibilitando la aparición de diferentes perfiles que cubren más amplios
sectores de la sociedad.
Es muy difícil poder
contar cuantas Grandes Logias han nacido después de la segunda guerra
mundial. Es posible que algo tenga que
ver esta expansión con la distención social y la incorporación de la mujer al
mercado laboral que siguió al conflicto bélico.
El surgimiento de una nueva generación con un concepto más definido de
la autonomía y de la autorrealización, pudo también ayudar a debilitar la
concepción de que la disciplina institucional está por encima de la doctrina Masónica,
y apoyar la idea de que siempre es posible crear una nueva Gran Logia.
En este orden de ideas,
uno se sorprende de la cantidad de Obediencias que trabajan sin mayores aspavientos
y con mucho fervor, tratando de hacer las cosas bien y de que la fraternidad
entre sus miembros sea una realidad. Las
más conocidas son las que asisten a encuentros plurales y predican en Internet con
mucho entusiasmo su existencia, pero la verdad es que muchas están pasando
desapercibidas, porque poseen estrategias no tan invasivas para mostrar la vida
Masónica como un camino que sigue siendo contemporáneo y abierto a todos,
siempre y cuando el accionar personal tenga sustento moral sólido.
La dinámica del
surgimiento de nuevas Obediencias Masónicas se ha intensificado, porque a la
par de mantener una raíz común con la historia y la filosofía de la Orden, ha
promovido la práctica de la protección mutua con vínculos de solidaridad e
inclusión, además de la afabilidad entre sus miembros en un ambiente general de
transformación valórica del tejido familiar y social.
Jersey City (Nueva Jersey) vistos desde Battery Park en Nueva York |
No hay que menospreciar
el fenómeno, porque más que una atomización de la Orden, el grueso de las
pequeñas Obediencias que existen obedece al empuje de lo que hoy podríamos
llamar, usando un término de reciente cuño, los “indignados” de la Masonería.
En efecto, al igual que
en el movimiento ciudadano surgido en España y propagado por muchos países que
conocemos desde el año 2011 como de los indignados, estamos frente a unos Masones
que se organizaron luego de protestar pacíficamente en sus Obediencias de
origen en la búsqueda de una versión más coherente de Masonería, alejada de
personalismos, falsa división de poderes y segmentaciones antifraternales.
Las nuevas Obediencias,
por lógica más pequeñas que las anteriores, se distinguen más por su manera de
accionar que por un cambio drástico en sus doctrinas, a las que de todos modos
asumen con una visión más liberal. Naturalmente,
deseo dejar sentado a estas alturas que me refiero a lo que se define a partir
de un proyecto serio y bien intencionado, y no a las aventuras de diversos
plumajes o con interés comercial que en ocasiones encontramos.
El movimiento, que
comenzó con una concepción muy localista, a partir de desencuentros específicos
que buscaban la recuperación de la trasparencia del espacio Masónico, con el
pasar de los años ha puesto en contacto
entre sí a sus exponentes y se ha ido redibujando la geopolítica Masónica en la
medida de que sus confederaciones, Coloquios, Simposios, Etc. representan, hoy
en día, una fuente doctrinal importante como resultado de poder tratar
libremente ciertos temas de interés general, así como un conglomerado a tener
en cuenta por los grandes actores del panorama Masónico mundial.
En este orden de ideas,
en un hecho claramente visible, los miembros de este grupo han terminado
creando plataformas para encuentros abiertos y proyectos colectivos sin
afiliación institucional o subordinación alguna, pero conservando la intención
indeclinable de sostener un diálogo respetuoso con todos, que termina siendo
también una fuente de inspiración pro movilización en lugares en donde las
diferencias aún no se concilian fraternalmente, o el ejercicio del poder se
considera absolutista.
En el Simposio, con el GM puertorriqueño Edgar Mtnez. y la IPH:. Ayda Perez |
Pareciera que los
indignados de la Masonería que crean nuevas Obediencias, desean un cambio y un
futuro más fiel a los principios generales de la Orden que garantice la
igualdad de todos los Masones para acceder a los Grados, enseñanzas y
Dignidades, y una jurisdicción que destierre de la vida Masónica a los
embaucadores, así como una fraternidad que garantice por lo menos una buena
amistad.
La inmensa mayoría de
los líderes de las Grandes Logias históricas no han querido escuchar a los
indignados locales, ni a los miles de Masones y Masonas que reclaman la
abolición y el cambio en las normas injustas y discriminatorias, y los vicios
que han permeado a la Orden en su interacción con las sociedades profanas.
Tampoco, incluyen en
sus grandes citas un punto del Orden del Día para tratar un tema que se les ha
escapado de sus manos. Es una verdadera política de avestruz que niega el
cambio que ya se presentó en la implantación universal de la Masonería. La baja en la membresía y en las Iniciaciones,
son apenas un par de indicadores de cómo han ido perdiendo presencia social.
De hecho, el aumento y
la mayor diversidad Masónica son fenómenos frecuentes en sociedades más
abiertas y plurales, y cerrarse a esta realidad implica la pérdida de los
miembros que rechazan sus posturas conservadoras arrogantes, al tiempo que se
dan cuenta que “su” Masonería es una
más entre otras, y no “la” Masonería,
como estaban convencidos de que eran antes de que el Internet le contara a la
Aldea Global la verdad de la institucionalidad Masónica.
Son varias las cosas
buenas que se observan en la práctica en el accionar de las Obediencias
pequeñas. La comprensión, la conformidad,
la oportunidad y la proximidad entre sus miembros hacen que los debates sean
eficaces.
Y de todos modos, una
Obediencia de las llamadas chicas se divide también obligatoriamente en otros
subgrupos que son las Logias, en las que ya sobre la marcha general posee
reflexiones con presupuestos más participativos y dificultades fácilmente
conciliables, y los debates sobre los contenidos con los que se quiere trabajar
fluyen más allá de convertirse en un decálogo de buenas intenciones al momento
del debate grupal.
Mediante este
ejercicio, cuando los temas importantes pasan a consideración del plenario
central ofrecen la oportunidad de ayudar a la Obediencia a alejarse de la
comodidad vegetativa y a aceptar los cambios y los desafíos con que el contexto
social reta al método Masónico de construcción personal y colectiva de reasignificación
y reubicación personal.
Con los IIHH:. Víctor Salazar y Juan Orrego, en un descanso de los trabajos |
QQ:. HH:.,
Sabemos que en la Masonería
existe una alta movilidad de personas que llegan y se van pronto de las Logias. A algunas la experiencia, aunque sea corta,
les sirve para resituarse en relación con los otros y para asumirse como
protagonista principal de su propia vida.
Para trabajar la empatía y a hacerle visible diferentes formas de
construir una realidad personal y social. Con frecuencia, resaltamos esta
experiencia, desde grandes y pequeñas Obediencias.
Tampoco, es patrimonio
de ninguna de ellas el sugerir en exclusiva una articulación constructiva entre
lo personal y lo grupal, ni el proponer en el marco de lo ritual una reflexión sobre
la reciprocidad entre lo instintivo, lo emocional inconsciente y la
racionalidad consiente, así como sobre su rol Iniciático en lo que hacemos.
No es cuestión de
cuanto duramos asistiendo a una Logia.
Para quienes permanecemos en ella por un lapso mayor, un punto importante
es definir que seguimos haciendo allí. Y
el tema no es fácil, porque, naturalmente, depende de que deseemos hacer cada
uno de nosotros en la Masonería.
Es decir, que a
diferencia de otras organizaciones, en la Masonería sus efectivos más antiguos
no necesariamente tienen la obligación de enseñar, aunque sí la de ayudar a transferir
la Tradición Masónica, que es un proceso muy distinto y más colmado de
incertidumbres y de complejidad.
En el Rito Escocés
Antiguo y Aceptado decimos que tenemos que llevar “orden desde el caos”, que es algo parecido, y a ello no le podemos atar
una particular dimensión temporal ni un necesario guarismo de Masones dedicados
a la labor.
La construcción de un
tejido fraternal desde las Logias se tiene que presentar en modelos de
participación Iniciática y en la adopción y aceptación de las diferentes formas
de conducirse en las interacciones Masónicas. La comunicación y la trasmisión
de la tradición instituyen el desarrollo integral de los Masones, con lo que se
fortalece la adopción de adecuadas maneras de pulimento de la Piedra Bruta.
Comite Organizador del Simposio |
En un área mayor, las
Obediencias de pocos miembros tienden a actuar de manera cooperativa, y se
favorece el que la fortaleza de la fraternidad dependa de la acción de cada Masón
y de su sentido de pertenencia. En este
camino, se observa que comprometen su accionar en la solución de dificultades
relacionadas con la equidad, la reciprocidad y la observancia de los principios
generales de la Masonería.
En principio, yo
aconsejo que los conflictos que de tarde en tarde crean tensiones en las
Grandes Logias obstaculizando su gestión administrativa, su cohesión fraternal
y su devenir Iniciático, se solucionen por las vías del diálogo y el consenso.
La observancia de una estructura democrática con separación real de poderes
puede ayudar mucho a superarlos.
No obstante, todos
sabemos, que hay un momento en que se torna incompatible la coexistencia en una
misma Obediencia, sobre todo cuando hay mayorías que se oponen por inercia,
temor o interés personal a practicar una Masonería de buena calidad y prefieren
un estatus quo poco Masónico.
En estos casos, soy un
decidido partidario de que lo mejor para los Hermanos y para la Masonería es
fundar una nueva Gran Logia, y en este sentido la aparición de nuevas Obediencias
es una oportunidad para la Orden.
Y no hay que
preocuparse mucho por ello, porque en honor a la verdad históricamente
comprobada, y aunque parezca un contrasentido, desde 1717 en que se fundó la
primera Gran Logia en Londres, la Masonería siempre se ha multiplicado
dividiéndose.
Muchas gracias,
Queridos Hermanos.
IHM
New Jersey – USA –
Septiembre 20 de 2013
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