miércoles, 1 de enero de 2020

CLÁSICOS ALEMANES DE LA MASONERÍA


         
Por Iván Herrera Michel
             
“La ilustración es la matriz intelectual de la Masonería”
Javier Otaola en “Masonería y Hermenéutica
                           
Organizando mi biblioteca he tropezado con textos de filósofos Masones del siglo XVIII (la mayoría alemanes y uno polaco), inspirados en la ilustración europea que meció la cuna de la Orden en su primer siglo de historia, y que vale la pena repasar en épocas vertiginosas en las que debemos tener la cabeza bien amoblada frente a predicamentos ajenos que han sentado plaza en algunos sectores de la Orden hasta hacerlos prácticamente irreconocibles como Masonería a la luz de su tradición.
                   
Se trata principálmente de Karl Christian Friedrich Krause, Johann Gottlieb Fichte, Gotthold Ephraim Lessing, Johann Gottfried von Herder, Johann August Schneider, Friedrich Ludwig Schroder, Ignaz Aureliua Fessler y Friedrich Mossdorf.
                      
Al respecto de ellos, Margaret C. Jacob, profesora de Historia de la Universidad de California en los Ángeles (UCLA), recuerda que “en las últimas décadas del siglo XVIII algunos círculos ilustrados se volcaron hacia obras y acciones concretas que intentaban reformar la sociedad y el gobierno. Las logias Masónicas desempeñaron un rol distintivo en el giro hacia la acción”.
                
En resumidas cuentas, veamos un poco sus ideas:
                
Karl Christian Friedrich Krause

Karl Christian Friedrich Krause: (1781 – 1832) Fue un filósofo idealista importante que creó una corriente educativa conocida como krausismo. Su obra Masónica más representativa la publicó en varios volúmenes con el título de “Los tres documentos más antiguos de la Hermandad Masónica”, en la que sobresale el prefacio del primer tomo al intentar cimentar una especie de “filosofía Masónica de la sociedad y de la historia”, extendiéndose en la idea de una alianza de la humanidad de la mano con la Masonería.
                    
Para Krause la Masonería es “la única institución histórica que tiene como finalidad y razón de ser el cultivo en el hombre de su pura y completa humanidad
               
            
Johann Gottlieb Fichte: (1762 – 1814) Continuador de la filosofía crítica de Kant y
Johann Gottlieb Fichte
predecesor de Schelling y Hegel. Su obra  Masónica cumbre la representó el libro “Filosofía de la  Masonería: Cartas a Constant”, que es una recopilación de varios discursos suyos sobre “los principios filosóficos de la  Masonería, incluso para aquellos que no son  Masones”, en los que se interroga acerca de que es lo que la Masonería debe o puede ser, orientada hacía una meta humanista que solo se puede presentar cuando las personas entren “a formar parte de una sociedad separada de la gran sociedad, que no dañe bajo ningún aspecto nuestra pertenencia a esta última, y que está organizada para poner de vez en cuando ante nuestros ojos y en nuestro corazón la finalidad de la humanidad, haciéndola así nuestro fin pensado”.
               
Concluye Fichte que:
                  
a) La Masonería no puede tener como objetivo algo que ya sea una parte o institución de la sociedad en la que está inmersa, porque sería superflua,
                         
b) La Masonería no puede poseer una meta que ya tenga otra institución, y debe ser capaz de desarrollarla por su propia naturaleza, y
       
c) El objeto de la Masonería debe poder desarrollarse al margen de la sociedad, alejándose o apartándose de ella.
                   
Gotthold Ephraim Lessing
Gotthold Ephraim Lessing: (1729 – 1781) El autor más importante de dramas y ensayos de la ilustración alemana. Su obra Masónica más representativa es “Ernst y Falk. Diálogo para Masones”, que consta de cinco conversaciones que principian con Falk afirmando categóricamente que se considera un Masón "no tanto por la razón de que fui iniciado por mayores Masones en una Logia, sino porque entiendo y comprendo lo que la Masonería es y por qué lo es”, y que “los verdaderos actos de los Francmasones son de tal magnitud, de tanto alcance, que transcurrirán siglos antes de que de ellos decirse pueda: ¡Esta es su obra!
               
Lessing se entusiasmó con la “verdad esencial” de la Masonería, y consideró que ella, lejos de ser un fenómeno superfluo, es una necesidad innata del individuo y la sociedad, inclinada a hacer desaparecer las diferencias raciales, sociales y religiosas, sosteniendo además que es necesario que el Masón se estructure de tal manera que “contribuya al perfeccionamiento de aquella obra de arte que es la humanidad entera”.
             

Johann Gottfried Herder:
Johann Gottfried Herder: (1744 – 1803) Filósofo y crítico literario, alumno de Kant y precursor del romanticismo alemán que inspiró a Goethe. Sus dos obras Masónicas más celebradas son:
                      
A) “Cartas para el progreso de la Humanidad”, en la cual, en formato de diálogos, habla de la Orden como algo visible e invisible a la vez, y,
                    
B) “Adrastea”, que era una revista suya en la que llegó a afirmar que “si al humanitarismo se le otorgara todo su vigor y se infundiese en nuestro corazón y en el de los demás como primero e ineludible deber, desaparecerían los prejuicios políticos, religiosos y de categoría y posición social, que es el más estúpido de todos”.
             
Herder concebía la Masonería como una asociación integrada por individuos pensantes de todas las regiones del planeta. No la bosquejaba como una cuestión de segundo orden, sino como una meta a plantear directamente a la sociedad en general.
                 

Friedrich Ludwig Schroder

Friedrich Ludwig Schroder, Johann August Schneider, Ignaz Aureliua Fessler y Friedrich Mossdorf: Estos cuatro Masones alemanes suelen ser citados juntos por sus trabajos en la primera década del siglo XIX.
                    
Sus aportes los convirtieron en verdaderos precursores de la historiografía científica de la Masonería, y estuvieron dirigidos a:
          
a) El estímulo del estudio crítico de la historia y la naturaleza de la Masonería,
               
b) El énfasis en los tres primeros Grados simbólicos de acuerdo con antiguas tradiciones inglesas,
                   
c) La sustitución de los Grados superiores por “niveles de conocimiento”,
                 
d) La conclusión de que la Masonería no desciende de una Orden de Caballeros, sino de gremios de constructores de la Edad Media,
                   
e) La edición de textos dirigidos a la instrucción Masónica, y
                    
f) La fundación en 1802 en Hamburgo de la “Liga de Masones científicos
                  
                     
Los trabajos de estos Masones tuvieron gran influencia en su época e inspiraron una significativa corriente de los rituales alemanes en uso. No estaría de más darles un repaso, para rectificar rumbos o ratificar las líneas gruesas de la historia doctrinal de la Orden.
                     
Que no es cuestión de poca monta.


domingo, 1 de diciembre de 2019

¿ESTÁ PROBADO QUE JOSÉ MARTÍ FUE MASÓN?


           
Por Iván Herrera Michel
            
Pregunta resumida: “¿Está documentado que José Martí haya sido Masón?”
               
Respuesta resumida: Si. De los 18 a los 20 años de edad.
              
Fundamentación de la respuesta:
       
En 1899 fallece el masón cubano Francisco Solano Ramos sin haber cumplido su promesa de revelar datos acerca del ingreso de Martí a una Logia en España. La frustración fue recogida por la revista oficial de la Masonería de Cuba.
               
Posteriormente, el 19 y 20 de mayo de 1908, en el periódico "El Triunfo" de la ciudad de La Habana, Cuba, el Masón médico y patriota Fermín Valdés Domínguez publicó un artículo titulado “Ofrenda de Hermano” en el que relata que Martí “en Madrid (España) y en días de tregua en el estudio” visitaba una Logia denominada “Armonía”, de la que llegó a ser Orador, jurisdiccionada al efímero Gran Oriente Lusitano Unido (GOLU) que resultó de la fusión en 1869 de “el Gran Oriente Portugués (que a su vez era el resultado de la unión anterior entre el Grande Oriente de Portugal, la Gran Logia Portuguesa, la Confederación Masónica y la Federación Masónica) el Grande Oriente Lusitano y el Oriente del Rito Escocés.” (José A. Ferrer Benimelli, “El Grande Oriente Lusitano Unido y los masones españoles 1869-1878”). El GOLU se desintegró en 1878.
                   
Por su lado, un joven José Martí había arribado a España por el puerto de Cádiz con 18 años de edad el 31 de enero de 1871, trasladándose a Madrid a los 15 días, en donde vivió hasta 1873, antes de viajar a estudiar a Zaragoza hasta principios de 1875, cuando finalmente partió hacia México.
               
Es decir, que, si los datos de Fermín Valdés son ciertos, Martí debió asistir a Tenidas durante sus dos años madrileños: 1871 - 1873. Por otra parte, tenemos que en el mes de abril de 1871 el GOLU contaba con 56 Logias, de las cuales estaban radicadas en Madrid las siguientes once, de acuerdo con su Boletín oficial (No. 22, 470):
              
Logia
Número de Orden
Año de inscripción en el GOLU
Fraternidad
34
1869
Constancia
37
1869
Igualdad
38
1869
Justicia
39
1869
Libertad
40
1869
Luz
41
1869
Razón
42
1869
Amor
43
1869
Caballeros Cruzados
48
1870
Discusión
49
1870
Armonía
52
1870
                         
En lo sucesivo, varias publicaciones intentaron, con más especulación que rigor historiográfico, sostener la condición Masónica de Martí, sin alcanzar a despejar la duda.
          
Retrato de José Martí
en Madrid en 1871
La prueba definitiva aparecería en el año 2007, cuando el profesor de Historia de la Universidad de Cienfuegos, Samuel Sánchez Gálvez, elaborando una tesis doctoral sobre “El pensamiento Masónico en Cienfuegos entre los años 1878 y 1902", encontró en los archivos de la Logia "Fernandina de Jagua" (1878), de esa ciudad, un antiguo legajo que, al desatarlo, reveló ante sus ojos, el Diploma de Maestro Masón del educador español Amelio de Luis y Vela de los Reyes, expedido por la Logia madrileña “Caballeros Cruzados No. 48”, firmado el 4 de julio de 1871 por José Martí en calidad de Secretario del Taller con indicación de ser poseedor del Grado 30.
                    
Los exámenes caligráficos elaborados por el Centro de Estudios Martiano, en La Habana, Cuba, mostraron que la firma de Martí era autentica.
              
Igualmente, fue hallado una misiva del día primero de julio de 1871, comunicando a Amelio de Luis y Vela de los Reyes que había sido elegido Primer Vigilante de esa Logia el 18 de mayo del mismo año, firmada por el Secretario con el nombre simbólico de “Anahuac”, Grado 30, que junto con el seudónimo “Orestes” usaba Martí para firmar artículos políticos, artísticos y literarios.
                  
De nuevo los exámenes caligráficos realizados por el Centro de Estudios Martiano revelaron que la firma de Martí era autentica.
                       
El Diploma mostró un Martí miembro de la Logia “Caballeros Cruzados No. 62”, y no de “Armonía No. 52”. Es posible que Vela de los Reyes, quien había sido expulsado de Cuba por infidencia en 1869, al volver a la isla en 1878 lo haya entregado a la “Logia Fernandina de Jagua” para acreditar su calidad y graduación Masónica con el fin de vincularse a ella. Y allí lo encontró Sánchez Gálvez ciento veintinueve años después.
               
Solano Ramos y Valdés Domínguez, amigos cercanos de Martí, habían tenido razón en lo fundamental de la membresía Masónica de Martí en cuanto a tiempo, modo y lugar, pero Valdés había errado con el nombre de la Logia, confundiéndola con otra contemporánea de la misma ciudad y Obediencia. Lo cual sería una equivocación humanamente comprensible, cometida cuatro décadas después de los hechos referidos.  
          
Visto lo anterior, solo cabe afirmar que José Martí fue un Masón activo de los 18 a los 20 años de edad. 
                        
No se tiene noticia de que se haya acercado posteriormente a una Logia Masónica ni en Cuba ni en el extranjero, en el resto de su vida.
                   
                
              
                  



martes, 29 de octubre de 2019

EL MASÓN MAS DESTACADO EN LA INDEPENDENCIA LATINOAMERICANA

 Por Iván Herrera Michel
                   
Me preguntan cuál fue el Masón más destacado durante el colapso español que dio paso a las nuevas entidades políticas surgidas en Suramérica a principios del siglo XIX, y la respuesta, sin lugar a dudas, es que fue uno de los dos reyes de España contra los que se luchó: José Bonaparte.
                   
Los estudiosos sobre la Orden suelen no mencionarlo cuando relatan "qué fue lo que sucedió en la historia", como decía Gordon Childe, lo que se explica por qué la mayoría escribió desde la militancia y la institucionalidad. También es factible que la narrativa sobre un complot Masónico independentista, tan afincada en la leyenda rosa regional desde mediados del siglo XX (hija directa de la negra que afirmaba lo mismo en la península desde el siglo XIX), haya sepultado la información, gracias a que el relato privilegió el formar parte del mito fundacional de las repúblicas suramericanas.
                        
No obstante, revisando activismos, cargos ocupados, servicios prestados y compromiso activo con la Masonería, en ambas orillas del océano, sobresalió el monarca español.
                       
Me explico:
                       
Rey José I de España
Cuando Joseph-Napoleón Bonaparte fue proclamado Rey de España como José I, el 6 de julio de 1808, desde hacía tres años era el Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, y lo siguió siendo de manera ininterrumpida hasta 1813. En su palmarés en la Orden constaba que ya había sido Gran Maestro del Gran Oriente de Italia de 1806 a 1808. Y posteriormente, lo fue de la Gran Logia Nacional para todas las Españas de 1809 a 1813. Tenía 40 años de edad, y se había Iniciado a los 25 en Marsella, Francia, en la Logia “La Parfaite Sincérité” el 8 de octubre de 1793. 
                     
Sus enemigos (que en gran medida eran los mismos de la Masonería) le agraviaron con el mote de “Pepe Botella”, a pesar de que no era un bebedor habitual, y con el apodo de “El Rey Plazuelas” por qué en Madrid construyó plazas públicas en donde antes había conventos e iglesias. Entre ellas, la de la Plaza de Oriente. Igualmente, vendió cuantiosos inmuebles religiosos para sanear la hacienda real, impulsó un sistema educativo inspirado en Rousseau, fomentó la cultura e impulsó las artes.
                    
Su reinado español ilustrado se prolongó hasta el 11 de diciembre de 1813, y al posesionarse había sido Rey de Nápoles y ostentaba las distinciones de Soberano Gran Maestre de la Insigne Orden del Toisón de Oro (Reino de España, 6 de junio 1808); Soberano Gran Maestre (y fundador) de la Real Orden de España (Reino de España, 20 de octubre 1808); Soberano Gran Maestre de la Real Orden de las Dos Sicilias (Reino de Nápoles, 24 de febrero 1808); Caballero Gran Dignatario de la Orden de la Corona de Hierro (Primer Imperio Francés); Caballero Gran Águila de la Orden de la Legión de Honor (Primer Imperio Francés), y había sido Laureado en Jurisprudencia por la Universidad de Pisa.
                        
La Masonería había sido introducida en España por el Duque Felipe de Wharton (1698-1731), que en 1722 fue uno de los primeros Grandes Maestros de la Gran Logia de Londres y Weminster. En el número 17 de la madrileña calle de San Bernardo fundó, el 15 de febrero de 1728, la primera Logia inglesa ubicada más allá del Canal de la Mancha, en el Hotel “Las Tres Flores de Lys”. Gracias a ello, la Logia se conocería con este nombre y sería registrada bajo el número 50 de esa Obediencia. También pasaría a la historia como “La Matritense”.
                           
Cuando llegó al trono español José I encontró que la Masonería no caminaba en el imperio sobre un lecho de rosas. Una muestra al canto lo constituye el Real Decreto expedido en Aranjuez, el 2 de julio de 1751, por el Rey Fernando VI, bisabuelo de Fernando VII, llamado “el Prudente” y “el Justo”, prohibiendo la Masonería en los siguientes términos:  
                       
“Hallándome informado de que la invención de los que se llaman Franc-Masones es sospechosa a la Religión y al Estado, y que como tal está prohibida por la Santa Sede debaxo de Excomunión, y también por las leyes de estos Reynos, que impiden las Congregaciones de muchedumbre, no constando sus fines, e institutos a su Soberano: He resuelto atajar tan graves inconvenientes con toda mi autoridad; y en su consecuencia prohíbo en todos mis Reynos las Congregaciones de los Franc-Masones, debaxo de la pena de mi Real Indignación, y de las demás que tuviese por conveniente imponer a los que incurrieren en esta culpa: Y mando al Consejo que haga publicar esta prohibición por Edicto en estos mis Reynos, encargando en su observancia, al zelo de los Intendentes, Corregidores y Justicias, asseguren a los contraventores, dándoseme cuenta de los que fueren por medio del mismo Consejo, para que sufran las penas que merezca el escarmiento: En inteligencia de que he prevenido a los Capitanes Generales, a los Gobernadores de Plazas, Gefes Militares e Intendentes de mis Exércitos, y Armada Naval, hagan notoria, y zelen la citada prohibición, imponiendo a cualquiera Oficial, o Individuo de su jurisdicción, mezclado o que se mezclare en esta Congregación, la pena de privarle y arrojarle de su empleo con ignominia. Tendráse entendido en el Consejo, y dispondrá su cumplimiento en la parte que le toca”.
                     
Con José I la Masonería renació en España levantando las Columnas de las Logias madrileñas “San José”, “Beneficencia de Josefina”, “Santa Julia”, “San Juan de Escocia de la Estrella de Napoleón”, “Los Filadelfos” y “La Edad de Oro”, a las que siguieron otras más hasta llegar a contabilizar 34 Talleres. De ellas salieron quienes que fundaron, en octubre de 1809, la “Gran Logia Nacional para todas las Españas”, en un inmueble madrileño de la calle de las Tres Cruces, que había servido como sede de la Inquisición española, hasta que la abolió el 4 de diciembre de 1808. Igualmente, bajo su amparo y con su apoyo el 4 de julio de 1811 el Conde de Grasse-Tilly constituyó el Supremo Consejo del Grado 33 para España y sus dependencias.
                     
No hay nadie en el periodo de la independencia latinoamericana, en ambos lados del océano, que pueda mostrar un Curriculum Masónico parecido y un apoyo tan público y decisivo al progreso de la Orden.
                      
Y aunque gran parte de la literatura Masónica se ufana de que la Orden estuvo en todo el reino detrás de las Juntas “de Gobierno”, “Supremas”, “Revolucionarias” y “Provinciales”, además de los “Gritos de Independencias” (en solo Hispanoamérica fueron más de medio centenar), la verdad es que se proclamaron precisamente contra él.
                     
Exiliado y residenciado en los Estados Unidos de América desde 1813 hasta 1841, José I protegió a través de la Masonería a los inmigrantes bonapartistas, y a su regreso a Europa, en 1841, se domicilió en Florencia, Italia, en donde pasó al Oriente Eterno el 28 de julio de 1848 a los 76 años de edad.
                   
Sus restos fueron trasladados a París, en donde reposan en el Palacio Nacional de los Inválidos, al lado de los de sus hermanos Napoleón y Jerónimo Bonaparte, y su sobrino Napoleón II.