viernes, 30 de septiembre de 2016

SOMOS MAS QUE CIENCIA Y PSEUDOCIENCIA


(Palabras pronunciadas en el Cuarto Simposio Masónico, sobre “Masonería esotérica. Ciencia o pseudociencia”, organizado por la Gran Logia Universal Mixta de LL:. y AA:.MM:. de Habla Hispana en los Estados Unidos de América, Or:. de New Jersey (USA), los días 16 y 18 de  septiembre  2016 (E:. V:.)


La Masonería no se puede limitar a la práctica de debates sobre preguntas extravagantes que tienen respuestas extrañas
          
Por Iván Herrera Michel
            
QQ:.  HH:.  todos,
          
Quiero confesarles de entrada que tengo cuatro razones principales para no confiar en una pseudociencia:
         


La primera es su terquedad en sostener que hace miles de años se sabían más y más veraces cosas que ahora.  Los hombres modernos salimos del África descalzos y desarrapados hace unos 70.000 años, y en algún punto de la historia comenzamos a creer en cosas que aceptábamos a través de la especulación sobre el entorno que los cinco sentidos nos mostraban.  Las primeras creencias de esos ancestrales 5.000 abuelos negros, entre mujeres, hombres y niños, debieron constituir la tradición primordial de la que habla Rene Guenón, y es muy difícil saber ahora con el poco conocimiento que tenemos de ellos lo que daban por cierto en apenas un promedio de vida de 26 años.

               
La segunda razón para mi desconfianza es que las pseudociencias sostienen que sus saberes son incorregibles y no evolucionan en sus conceptos.  Por ejemplo, la homeopatía, que apenas fue creada hace dos siglos en 1796, en Alemania, por Samuel Hahnemann, se mantiene ajena por completo a las ciencias experimentales.  Si acaso, complementan sus vacíos con conocimientos científicos.
            
La tercera razón de mi desengaño de las pseudociencias, es que son de una simplicidad y superficialidad que asombran.  Se puede ser un experto en manejar energías físicas, emocionales y espirituales en unas tres secciones de no más de ocho horas cada una. 
                
Y la cuarta razón de mi desencanto con las pseudociencias, radica en que ninguna de las pruebas experimentales que se han hecho sobre lo que afirman le dan la razón más allá de los fortuito y el efecto placebo.  Por ejemplo, es muy difícil de creer en ese sistema de predicción de acontecimientos que es la astrología para quien estudia astronomía.  Que a nuestro comportamiento lo inclinen los planetas deja mucho que desear para un psicólogo, un astrónomo o un médico psiquiatra. 
                  
No obstante, su arraigo en la mayor parte de la población se debe a que desde que nacemos estamos inmersos en una inducción cultural que limita e inclina nuestra capacidad de discernimiento sobre la realidad.  El entorno, aunado a la evolución de la psicología humana, influye en las explicaciones que damos a los fenómenos, de la misma manera que el lenguaje heredado influye en las comprensiones y los sesgos con que vamos figurándonos el mundo desde la niñez. 
                
Tengo la suerte de conocer de primera mano el fascinante realismo mágico del caribe, que debo señalar que es apenas uno más de los que se observan en pueblos antiguos y actuales alrededor del planeta.  El nobel colombiano Gabriel García Márquez, que nació a una hora en automóvil de mi ciudad y vivió en ella gran parte de su vida, lo retrata es una forma más que maravillosa.
               
El Gran Maestro anfitrión Benjamín Sabido 
Por ejemplo, en Cien Años de Soledad, García Márquez narra la desaparición de Remedios la Bella contando que mientras ayuda a Fernanda del Carpio a doblar una sábana, esta nota que está pálida y le pregunta si se siente bien.  Remedios la Bella le contesta que nunca se había sentido mejor, comienza a levitar con la sábana y se despide con la mano mientras se eleva a lo más alto del cielo.  También cuenta García Márquez que cuando muere José Arcadio Buendía "Tantas flores cayeron del cielo, que las calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro". 
              
Otra historia: En un pueblo del Caribe colombiano, en medio de la basura y la hojarasca apareció un muñeco de plásticos de no más de treinta centímetros de alto.  Un niño lo llevó a su casa y a la abuela se le metió en la cabeza que era un santo, y como le salió milagrero, en el rincón casero de los santos lo alumbró con una vela al lado de la Virgen del Carmen, el beato José Gregorio Hernández, San Antonio de Padua, un Cristo de San Benito Abad y San Martín de Porras.  Nadie sabía de qué santo se trataba hasta que una vecina descubrió el nombre en la planta de los pies.  Se llamaba Japán!
                  
Pues bien, mis Queridos Hermanos, no me lo van a creer, pero la verdad es que todavía San Japán sigue haciendo milagros a sus fieles en un pueblo del Caribe colombiano.
                 
Puedo contar muchas cosas como estas.  Pertenecemos a pueblos latinoamericanos cargados de historias y poseedores de un patrimonio mágico que retando la imaginación bordea la poesía.  En mis recuerdos, que son parte integral de mi vida, las brujas no solo vuelan en la imaginación de los míos sino que están vivas en las historias de mi gente, porque yo tuve la inmensa fortuna de nacer y crecer en medio de cientos de narraciones asombrosas contadas por las viejas de mi barrio.
               
Entro a una casa de mi tierra y encuentro detrás de la puerta de entrada una mata de sábila al lado de un Sagrado Corazón de Jesús, y en la mesita de centro de la sala un elefante con la cola hacia la calle y un Buda gordo sentado para atraer la prosperidad.  La señora de la casa los sábados quema sahumerios hindúes y el señor tiene en la billetera un dólar americano haciéndose campo con una estampita del Divino Niño.
                     
Creemos en bendiciones y en maldiciones propias del mundo amerindio, prestadas del África, facilitadas por los orientales o heredadas de Europa.
                
Y aunque recuerdo con nostalgia la devoción infantil con que veía y oía de noche estas narraciones en las puertas de las casas, y luego las recordaba atónito en la soledad de mi cuarto, en eventos como estos, convocado bajo el eslogan de las ciencias y las pseudociencias, tengo que, con los pies sobre la tierra, reconocer seriamente que nada de eso corresponde a una realidad objetiva que pueda pasar por el cedazo de la razón.  A pesar de que esas fantasías formen parte de mi propia realidad subjetiva y sean los filtros con que me acerqué al mundo.
                 
Tenemos la tendencia a creer cosas fuera de lo normal porque estamos adiestrados para hacerlo con creencias de diversos tipos.  A ellas hemos llegado de la mano amorosa de nuestros seres más queridos y respetados desde que nacimos.  Nos las han aconsejado personas de las cuales no tenemos la más mínima duda de su buena intención para con nosotros. 
              
No es un tema fácil abrirnos a otras posibilidades de la realidad distintas a la que tenemos por cierta.  Al respecto voy a contarles un experimento muy interesante que mostró como en ocasiones preferimos no escuchar
                 
En la década de los 60s del siglo pasado los psicólogos cognitivos estadounidenses Joe Balloun y Timothy Brock reunieron a un grupo de personas.  La mitad creyente y la mitad ateos.  A ambos grupos se les expuso a un mensaje grabado exaltando al cristianismo y otro atacándolo.  Las grabaciones se mezclaron con un ruido molesto de electricidad estática que obstaculizaba comprender bien las palabras.
             
No obstante, cada persona tenía la posibilidad de reducir el sonido molesto maniobrando un botón para escuchar claramente el mensaje. 
                 
Resultado de prueba:
             
Cuando se encumbraba el cristianismo, los creyentes trataban de oír mejor.  Cuando se atacaba al cristianismo los creyentes preferían no escuchar bien el mensaje.
            
Cuando se encumbraba el cristianismo, los ateos preferían no escuchar bien el mensaje.  Cuando se atacaba al cristianismo los ateos trataban de oír mejor. 
                  
Resultado parecido se obtuvo con posteriores experimentos que incluyeron a fumadores y no fumadores expuestos a un discurso sobre la relación entre el cigarrillo y el cáncer. 
               
Conclusión de los investigadores: Acallamos el desacuerdo cognitivo mediante la ignorancia autoimpuesta.
               
De la misma manera, vemos como hay personas que ingresan a una Logia (a veces no me atrevo decir que se Inician) y el ruido de sus propios pensamientos pre – Masónicos no le permiten comprender de que se trata la novedad iniciática.  Es odioso tener que decir que solo Iniciándonos podemos comprender como y para donde corren las aguas de la Orden.  El Masón no nace, el Masón se hace.  Una Iniciación bien vivida es el decodificador que hay que adquirir para lo que sigue.
                      
La Masonería es como hablar una lengua extranjera o como dominar un instrumento musical, que nadie lo hace bien sin dedicar horas y horas de práctica y estudio con el fin de acortar la distancia entre la timidez del Aprendiz y la seguridad del Maestro.  La percepción del camino Masónico solo se realiza por las sensaciones.  El Masón trabaja, se detiene y medita delante de la obra, la crea y la recrea en su mente y se hace parte de ella.  Investigación, reflexión teórica, consideraciones éticas, y práctica efectiva son los ejes del método Masónico.
                   
Por eso es tan subjetiva e individual la Masonería.  Esto es lo que en mi concepto es lo esotérico de la Masonería.  No porque sea oculta o porque no se deba dar a conocer públicamente, sino porque al ser esencialmente íntimo el proceso de iluminación es muy difícil trasmitirlo en palabras y solo se entiende mediante el lenguaje de la trascendencia.
                     
La Masonería nos motiva a pulsar el botón que apaga el ruido que nos distancia de lo diferente, sin despojarnos de nuestra realidad subjetiva.  Nos ayuda a construirnos con materiales racionales y no racionales en un entramado sesgado hacia dentro y hacía afuera, que es como cuando decimos que la Logia es tan larga como de occidente al oriente, tan ancha como del norte al sur, tan profunda como hasta el centro de la tierra y tan alta como la bóveda celeste.  Porque somos también nosotros mismos la Logia en la que trabajamos y en la que figuramos el universo de nuestras ideas aunque emanen de una prosaica funcionalidad cerebral.
                        
La Masonería está en capacidad de aprehender la ciencia y el simbolismo de las pseudociencias, y como en la alquimia medieval aplicar el principio de “solve et coagula” (es decir, disuelve y consolida), mediante el cual construye cosas nuevas descomponiendo las viejas.  De hecho, la Masonería no funciona de manera diferente a este vaivén continuo de impugnación y tamizaje, en donde no hay verdades esculpidas en mármol. 
                        
Hay un libro extraordinario que me recomendó hace poco un amigo.  Se llama “Consilience:la unidad del conocimiento" escrito por Edward O. Wilson.  Habla de cómo las humanidades y las ciencias tienen que ir de la mano si quieren ser más eficientes.  Y es genial la propuesta porque dice que las humanidades deben ser más científicas, y las ciencia más humanistas, porque hay de por medio una reflexión ética sobre cada idea, sobre cada sentimiento, sobre cada diversión y sobre cada experimento a desarrollar.  Ya que el humanismo define más al ser humano que la ciencia, aunque sea la ciencia el gran producto humano por excelencia. 
                    
La Masonería se ha adelantado y es algo más que una técnica de ayuda personal.  Es una forma de pensar y de asumir la realidad promoviendo lo humano.  Eso es lo esotérico que yo veo y solo así veo que construye Templos interiores y exteriores a dirigidos a la felicidad humana. 
                   

Queridos Hermanos y Queridas Hermanas,
                   
Afuera de nuestras Logias una generación entera, diferente a todas las anteriores, llamada Millenials, nos observa y evalúa si la Masonería puede tener un lugar en la construcción de su vida. Es la generación más tecnológica de la historia de la humanidad. Han nacido entre 1980 y el año 2000 y en 9 años, o sea en el año 2025 representarán el 74% de la fuerza laboral del mundo. Hoy tienen entre 16 y 36 años y mañana serán el futuro de todo en todas partes y, naturalmente el futuro de la Masonería.  
              
La Masonería no se puede limitar a la sola práctica de debates especializados basados en preguntas extravagantes que tienen respuestas extrañas. Debemos comenzar por intentar resolver cuestiones de la vida cotidiana y contribuir a permitir que la próxima generación, a partir de una visión más clara de la de su entorno, pueda hallar un sentido para sus vidas y elegir libremente una manera de vivir alejada de obsesiones superficiales o psicóticas.
                  

Muchas Gracias.




  

miércoles, 31 de agosto de 2016

EL “PARTIDO ANTIMASÓNICO” ESTADOUNIDENSE

           
Por Iván Herrera Michel
            
Corren inéditos vientos electorales en los Estados Unidos de América y la Masonería de ese país (de blancos y de negros) brilla por su ausencia en los grandes debates que se están dando a pesar del espíritu patriota del que siempre ha hecho gala. Racismo, xenofobia, armamentismo, machismo, intolerancia, armamentismo… son el pan de cada y las plataformas ideológicas de los partidos parecen haberse diluido en un océano de intereses corporativos y escándalos. Ampararse en que la Masonería “regular” no se ocupa de la política, recuerda a Dante Alighieri escribiendo que “los lugares más calientes del infierno están reservados para aquellos que en tiempos de crisis moral mantienen su neutralidad”.
                      
Andrew Jackson

Es conocido el prestigio institucional que posee la Masonería en los Estados Unidos de América. Lo soporta la cantidad de Masones en la revolución independentista (50 de los 54 oficiales que acompañaron a Washington eran Masones), la impresionante filantropía que han brindado a la Unión, sus 16 presidentes (entre los cuales 7 demócratas y 5 republicanos), el alto número de congresistas, gobernadores, militares, artistas, científicos, deportistas que han pertenecido a la Orden, sus hermosas edificaciones que son iconos urbanos, sus vistosos desfiles públicos y las cuantiosas donaciones caritativas con que se han hecho presentes en los momentos más difíciles de la nación.
          
Pero las cosas no siempre fueron así. No habían transcurrido tres décadas desde la muerte de George Washington en Mount Vernon, Virginia, en 1799, cuando oficialmente se creaba en 1827 un partido político en Rochester, Nueva York, denominado “Partido Antimasónico”, como resultado de la hostilidad generalizada que se había ido formando contra los Masones que ocupaban cargos públicos y la oposición al controvertido político Masón Andrew Jackson que aspiró a la presidencia en 1824 y la ocupó por dos periodos consecutivos de 1829 a 1837 en los que fortaleció el poder central frente al de los estados. A partir de la constitución del Partido Antimasónico rápidamente proliferaron los periódicos y las publicaciones antimasónicas, especialmente en los estados del este.
              
El solo nombre del partido brinda una idea de lo impopular que llegó a ser la Orden en esos días, luego del respeto que se había ganado a finales del siglo XVIII y principios del XIX durante las gestas independentistas y la consolidación de la Unión. Los principales oponentes de la Masonería estaban representados por la prensa, las iglesias (especialmente presbiteriana, congregacionista, metodista y bautista) y los estamentos antiesclavistas. Adicionalmente, fuertes ataques provenían del presidente en ejercicio John Quincy Adams. La coalición que apoyó a Jackson finalmente derivó en el partido demócrata. Y sus
 
Quincy Adams

contrincantes terminaron uniéndose al partido whig que finalmente se incorporó en gran medida al partido republicano al disolverse en la década de 1850, conformándose el sistema bipartidista actual norteamericano.
           
El Affair Morgan unido al temor popular de que los Masones se financiaban de manera ilegal y tenían un gobierno secreto se combinaron para atacar la Orden. A los cargos se agregó el rumor de que el sigilo se utilizaba para ocultar actividades ilegales e inmorales, conspiraciones criminales y encubrir delitos, así como que buscaban subvertir las instituciones políticas y religiosas para obtener beneficios propios. Toda una histeria colectiva basada en el miedo se apodero de la opinión pública que conocía como jueces, hombres de negocios, banqueros y políticos a menudo eran masones.
                    
Como consecuencia de la animadversión, el número de Masones en los Estados Unidos se redujo de 100.0000 a 40.000 en 10 años. Nueva York pasó de 20.000 a 3.000 Masones y de 480 Logias a 82 en diez años. El efecto fue particularmente devastador en Vermont, Pennsylvania, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut y Ohio. En otros estados las Grandes Logias dejaron de reunirse y de celebrar Iniciaciones y actos públicos. Los efectos sicológicos fueron aún mayores y los Masones abandonaron masivamente la Orden, hasta que en un ambiente más tranquilo en las décadas de 1840 y 1850 comenzaron de nuevo a poblarla.
                        
A los Masones se les hizo la vida imposible durante los 10 años en que funcionó el Partido Antimasónico. Los atacaban en la calle, le destruían sus propiedades, rompían sus convenios comerciales y se hacían parodias de sus ceremonias en las calles para ridiculizarlos.
                        

William Morgan
La antimasonería existía en los Estados Unidos desde antes de 1820, pero el detonante que puso en marcha a la opinión pública hasta la formación de un partido político (el tercero en la historia de la Unión) fue el “Morgan Affair”, que consistió en la nunca aclarada ni probada desaparición y homicidio de William Morgan. Un conflictivo Masón que había sido denunciado y hecho arrestar por la Logia de Batavia por robo, y quien había amenazado con publicar un texto con lo que había conocido en la Orden. La acusación contra la Orden consistió en que los Masones en venganza lo habían secuestrado y presuntamente asesinado. Posteriormente, se le atribuyó un cadáver que apareció cerca del rio Niagara, y aunque se afirmaba que Morgan se había ido a vivir a Canadá por su “asesinato” fueron condenados los Masones Loton Lawon, Nicholas Chesebro Y Edward Sawyer. El caso adquirió especial notoriedad a raíz de la publicación de libro de Morgan por parte de David Cade Miller.
                        
Al Partido Antimasónico le cabe el honor de haber introducido dos grandes innovaciones en la política estadounidense que aún se observan con pulcritud: las convenciones demócratas y republicanas de nominación de candidatos para la presidencia y la obligatoriedad de que los partidos adopten una plataforma en la que se estipulen sus principios ideológicos. Y un dato curioso que trae la efeméride de la primera convención radica en que en la del Partido Antimasónico para elegir candidato a la presidencia de 1832, celebrada en Baltimore en 1931, resultó nominado el Masón William Wirt, quien afirmaba que se había retirado de la Orden por considerarla peligrosa para la sociedad.
                  
Posteriormente, un “Partido Antimasónico” muy diferente funcionó de 1872 a 1888 con un
 
Jonathan Blanchard
corte religioso, que fue creado por el pastor Jonathan Blanchard, candidato a las elecciones presidenciales de 1884 sin ninguna suerte, cuando resultó ganador el demócrata Grover Cleveland. Esta segunda versión contó con una base religiosa y también tuvo una vida efímera.
                   
Las dos experiencias partidistas antimasónicas, correspondieron a una época en que la presencia de los Masones en la vida pública norteamericana construía sociedad y estado. La primera inmediatamente posterior a la independencia y la democracia, la segunda vez al periodo que siguió a la guerra civil o de secesión estadounidense. Es decir, que la Masonería se hizo notar cuando más había que erigir un futuro. La queja común indiscutiblemente era la penetración de la Orden en la vida civil y política de la nación y esto fue la causa del celo de la reacción del conservadurismo.
                         
Lyndon B. Johnson
Hoy por el contrario, los Masones se encuentran alejados del poder público y el último presidente Masón fue el demócrata Lyndon B. Johnson que no pasó del primer Grado y ejerció el cargo de 1963 a 1969 gracias al asesinato de John F. Kennedy y a que fue reelegido para un segundo periodo. La Casa Blanca no había tenido un inquilino Masón desde los tiempos del también demócrata Harry S. Truman (1943 a 1953). Y no obstante que se repita hasta el infinito en Internet, lo realmente cierto es que ni los Bush, ni Clinton ni Obama han sido Masones. Tampoco Donald Trump ni Hillary Clinton, dicho sea de paso.
                
La distancia entre los Masones y el gobierno de los Estados Unidos es cada vez mas grande y concuerda con la dramática disminución de su membresía.
                   
Su silencio muestra un sector de la Orden que enredado en sus propios criterios para la regularidad Masónica abandonó su labor histórica y se acercó más a la actitud de la orquesta del Titanic, interpretando con donosura el himno cristiano "Nearer, my god, to thee" (Más cerca, oh Dios de tí) en medio del tropelín general.
                  
 
 
 
 

viernes, 29 de julio de 2016

RECOMENDACIONES PARA APLICAR A UNA LOGIA POR INTERNET

          
Por: Iván Herrera Michel
             
En los países que no han sufrido una interrupción abrupta de su historia Masónica el padrinazgo a los candidatos se ha mantenido en buena medida, aunque va in crescendo el número de aspirantes que tocan el Pórtico por internet o envían un correo electrónico expresando su deseo de formar parte de la Orden.
          
Como se me está volviendo frecuente recibir y redireccionar estas solicitudes y en mi Taller ya comenzaron a Iniciarse quienes así se aproximan, quiero aprovechar la oportunidad que me brinda una persona que me lo pregunta, para públicamente hacer algunas recomendaciones dirigidas a facilitar su proceso de admisión.
                
Lo primero que debemos advertir es que este primer correo representa todo lo que se conoce del interesado por lo que es importante que transmita una visión clara. Una solicitud por correo electrónico observa similares reglas a una hecha por correo postal.
         
¿A QUIÉN DIRIGIRSE?
            
Sin importar si es mujer, negro, homosexual, minusválido, ateo, anciano o comunista (o todo lo anterior) o cristiano, musulmán, budista, agnóstico, Etc., usted puede iniciarse en una Logia Masónica. Aléjese de los clichés que el detalle está en tocar la puerta correcta. Como dijo el Masón Goethe: "No todos los caminos son para todos los caminantes".
         
Si no conoce a nadie que sea Masón o Masona, o el que conocía ya no está disponible o en su Logia no se admite a alguien como usted, no se desanime porque la Masonería cuenta en internet con múltiples sitios a los que dirigirse. Unos ofrecen un formulario, otros poseen un campo para consignar sus datos, los más tienen una dirección electrónica, brindan un documento descargable o incluyen un mapa en donde localizar Logias cercanas.
          
Hasta ahí todo parece fácil, pero hay algunas cosas del planeta Masónico que usted debe saber antes de iniciarse. Por ejemplo, que existen muchas clases de Masonería sin contar las piratas y las que están diseñadas por personas inescrupulosas que solo buscan su dinero. Para mí es claro que usted debe superar el examen que  le hagan para ingresar a la Orden, pero también lo es que sus interlocutores deben aprobar el que usted les haga para formar parte de ellos.
              
Hay Masonerías solo para cristianos, otras para varones o mujeres exclusivamente, unas más son mixtas. Algunas cuentan con una orientación sociopolítica determinada, otras son de perfil ocultista, religioso, laico o librepensador. O no aceptan negros, o no aceptan negros ni mujeres, o no reciben homosexuales, o aceptan negros pero no homosexuales, o aceptan homosexuales pero no negros, o no aceptan mujeres pero si homosexuales, o aceptan mujeres pero no homosexuales, o no aceptan blancos, o los admiten a todos, o son de militares, o están constituida por médicos, Etc. Hay una variedad que debe considerar seriamente, puesto que de eso depende su inserción en la Orden y el evitarse futuras incomodidades.
            
Mi consejo es que a la luz de sus propias expectativas lea despacio la información que muestran los sitios web de la Masonería, porque tienen la ventaja de estar diseñados para puntualizar estilos, especificidades y modalidades. Luego elija el de su gusto y proceda en consideración.
                
EL PRIMER CONTACTO
              
Sobra advertir que es importante que su solicitud no contenga errores ortográficos, no sea demasiada extensa y que el nombre de la dirección de la que provenga transmita seriedad. No son de buen recibo nicks del estilo de morenitosexi@..., sigosiendoelrey@..., tuchucky@..., michaeljackson82@..., elsietemujeres@..., alcapone53@..., pokemon75@..., tellegolahora@..., ariopuro@... Además, ayudaría que se indique en forma breve porqué le interesa ser Masón y que espera de ello. No es necesaria una foto en principio.
             
En cambio, sí es útil aportar claramente su nombre, correo electrónico, ciudad en donde vive, ojalá su teléfono de contacto, dirección de domicilio y algún otro dato que permita que quien responda pueda orientarlo de la mejor manera hacia una Logia que a usted le sea de fácil acceso para que continúe el trámite. Facilítele el trabajo.
              
LA INVESTIGACIÓN
            
Surtido lo anterior, podemos hablar que en términos prácticos ya su aplicación está preliminarmente presentada y tras un primer estudio con resultado favorable se procede a nombrar dos o tres de sus miembros para que lo contacten y rindan un informe individual.
             
Cada Logia posee unas reglas propias, pero lo generalmente aceptado es que ninguno de los entrevistadores sepa quién es el otro. Tampoco deben discutir sus impresiones entre sí. Las citas pueden ser en su hogar o en algún otro sitio a convenir de común acuerdo.
             
En este encuentro, simple y llanamente sea honesto. Las mentiras y medias verdades terminan descubriéndose y nunca caen bien. Para ser Masón o Masona no hay que haber tenido una vida extraordinaria. No se requiere ser millonario, haber subido el Everest, descubierto la cura del cáncer, pisado la luna, tener un doctorado en ciencias políticas, correr los 100 metros planos en 10 segundos, ser el alcalde municipal o formar parte de la élite intelectual de la ciudad.
             
Pero si alguna de estas cosas forma parte de su biografía personal, no se muestre vanidoso con ellas porque si tocó el pórtico de una Masonería que se respeta a sí misma, es lo que menos le interesa y lo primero que le dirán es que las dejé fuera de la Logia. El 99.9% de los Masones son personas normales que nunca han hecho ni van a hacer algo parecido.
             
EL RESULTADO              
No hay un patrón universal acerca de cuándo, dónde y cómo comunica una Logia el resultado final de un pedido de admisión, y el tiempo que se toma para hacerlo suele variar en virtud de circunstancias internas que no necesariamente tienen que ver con su solicitud.
               
Sea paciente, que como bien dijo Marilyn Monroe: “Vale la pena esperar, lo que vale la pena poseer”.
                
Buena suerte.
         
             

lunes, 4 de julio de 2016

DEL CONSERVADURISMO Y EL LIBERALISMO MASÓNICO

UNA MIRADA NEUROLÓGICA
               
Por Iván Herrera Michel
                      
La ciencia está arrojando luces insospechadas sobre el origen de nuestras decisiones, y parece ser que la moral humana tiene un componente evolutivo ligado al comportamiento social que se manifiesta en la conducta en las Logias Masónicas. La especie humana evolucionó en grupos pequeños en donde la coerción era fundamental, y es posible que esta circunstancia metaobedencial explique la distribución tribal de la Orden en familias conservadoras y liberales.   
                           
Un ejemplo que siempre me causo interés, sucedió durante mi época de Director fundador de los primeros 35 números de las revistas escritas trimestrales “Plancha Masónica” (2000 – 2008) y miembro fundador del Comité de Redacción de "El Misionero", durante sus primeras 65 ediciones (1992 – 2008), cuando a mi residencia llegaban cumplidamente algunos Masones en su búsqueda, solicitándome de paso que les guardara el secreto porque en su Obediencia estaba prohibido leerlas. Censura similar han sufrido en algunos espacios internos y externos de la Orden mis libros y artículos publicados en papel, sitios webs o en este blog.
                  
Las prohibiciones se han extrapolado a comunidades virtuales interactivas, y las razones siguen siendo las mismas: es indebido compartir escritos de un Masón de otro sector de la Masonería. Y ni hablemos de circular en algunas de ellas la Plancha de una Masona. Es como si Anderson hubiera redactado un séptimo punto en la segunda parte de sus Constituciones de 1723, sobre los deberes de los Masones, titulado “Cuando los hermanos se reúnen en internet” que elevado a Landmark prohibiera este desenvolvimiento integral de la fraternidad Masónica.
                                 
Son ecosistemas Masónicos cerrados, del tipo burbujas, que muestran un espectro autista (del griego auto: que actúa sobre sí mismo, e ismo: tendencia, proceso) que afecta negativamente la capacidad de comunicación de un Masón con otros Masones y/o Masonas, por su permanente obsesión en seguir rutinas doctrinales específicas y en redundar en consignas repetitivas. Hay quienes encuentran en este adoctrinamiento un espacio coherente con su pensamiento conservador y el que termina haciendo mutis por el foro alejándose de los Talleres. Un bálsamo frente a estos últimos consiste en asegurarles que pronto cambiarán las cosas aunque tarde o temprano caigan en cuenta que el cambio se demora mucho y que el dialogo entre una funcionalidad conservadora y otra integradora de la diferencia es muy difícil.
                       
En lo macro, se acostumbra mirar con una óptica geopolítica el bloque tectónico que constituyen las Obediencias militantes en la “regularidad” anglosajona. No obstante, en lo micro encontramos mentalidades individuales que marcan diferencia e impulsan el proceso hacía el inmovilismo, que hay que mirar con una óptica sicológica adicional. Me explico:
                                   
Una investigación adelantada por el Dr. Ryota Kanai, del Institute of Cognitive Neuroscience de la University College London, con 90 voluntarios sanos sobre su orientación política, publicada en la revista Current Biology en el mes de marzo de 2011, concluyó que existen diferencias sustanciales en los estilos cognitivos y funcionales de liberales y conservadores relacionados con sus posiciones sicológicas que reflejan influencias genéticas e interacciones con factores ambientales originados en una parte del córtex. El resultado del estudio asoció un mayor liberalismo con un aumento de volumen de la materia gris en la corteza cingulada anterior, mientras que un mayor conservadurismo mostró un aumento del volumen de la amígdala derecha. Al parecer, se evidencia “una mayor capacidad de los liberales para hacer frente a la información conflictiva, y una mayor competencia de los conservadores para reconocer una amenaza.”
                                         
Adicionalmente afirma el Dr. Kanai que "no queda claro si la estructura del cerebro determina la actitud política o es al revés. Por lo tanto hay que ser precavido antes de interpretar la relación de causalidad. En estas estructuras se encuentran reflejados rasgos de personalidad tales como la sensibilidad al miedo o a la incertidumbre, que a su vez contribuyen a la formación de declinaciones políticas".
                                    
Paralelamente, para la misma época la revista 'Science' publicaba un estudio que constataba que “aquellos cuya fisiología responde más intensamente a las amenazas (a través de la visualización de imágenes o exposición a ruidos) eran más conservadores, con actitudes políticas tendentes a la protección del Estado o la defensa de la pena de muerte. Por el contrario, los menos afectados por la intimidación tienden a empatizar más con los inmigrantes o a rechazar la pena de muerte.”
                           
En términos prácticos, y alejados del lenguaje científico, lo anterior significa que hay una correlación entre la estructura del cerebro y los mecanismos sicológicos que median en nuestras decisiones.
                                   
Ya en la Orden, si a esta base biológica le sumamos una decidida manipulación u omisión de la información, verdades a medias, propagación de rumores, descontextualización y reduccionismo, sumados a un sistema autoritario de premios y castigos, tendremos con los Masones que permanezcan un largo periodo en los Talleres un universo autista, que en lo macro termina sirviendo para sustentar los vaticanismos políticos que existen en la Orden.
                        
Pero no debe ser esta condición una motivación para la hostilidad mutua, sino para reconocer que la forma de ser de una Masonería no es una versión deteriorada de la otra, y que cada una tiene para sus miembros un valor y un sentido profundamente arraigado en su conducta y en los desafíos que enfrenta una persona para estar bien regulada emocionalmente.

                             
                         
                       

martes, 31 de mayo de 2016

¿PARA QUE FUNDARON LA PRIMERA GRAN LOGIA?

    
Por: Iván Herrera Michel
          
Si bien es cierto que la Masonería con un carácter asociativo, filosófico, positivista, artístico, libertario, metafísico, solidario, igualitario, librepensador, cristiano, espiritual, filantrópico… y hasta iniciático, brindó la más grande lección de altruismo en los siglos XVIII, XIX y XX, también lo es que su primera Gran Logia no fue fundada para tan altos designios, ni concebida por la upper class británica, ni ideada por alumnos del Eton College, ni en ella se entonaban las notas románticas del Greensleeves que dicen que Enrique VIII le compuso a Ana Bolena.
          
Muy por el contrario de los clichés doctrinales que acompañan a la Orden, los precursores de 1717 eran obreros de su tiempo, personas sin mayor preparación, cercanas a la construcción, que vivían en una sociedad estamental y miembros de cuatro pequeñas cuadrillas que eran contratadas por maestros de obras de mayor influencia encargados de los trabajos más rentables bajo la dirección suprema de Sir Christopher Wren, que para finales del XVII y principios del XVIII era el gran contratista del sector público en el Reino Unido y desde hacía medio siglo el encargado de la reconstrucción de Londres.            
 
Sir Christopher Wren
Las cuatro Logias fundadoras de la Gran Logia de Londres y Westminster se reunieron sin ritual alguno (eso vendría después) y con un interés exclusivamente especulativo en lo económico, sin veleidades filosóficas, esotéricas o filantrópicas. De hecho, los nuevos miembros se “aceptaban”, en vez de “iniciarse”, como empezaría a hacerse varias décadas después en Francia. La solidaridad derivaba del colegaje, la fraternidad era camaradería y un “sistema de moral velado en alegorías e ilustrado por símbolos” no estaba en las cuentas de nadie en la “Goose and Gridiron Ale House”.
              
Solo fue a partir de 1718 durante la primera Gran Maestría del anticuario y empleado público George Payne y la incorporación y Gran Maestría en 1719 del francés Jean Théophile Desaguliers, filósofo, miembro de la Royal Society y asistente de Isaac Newton, que se fue conformando un entramado ideológico latitudinario que comenzó quemando las reglamentaciones anteriores del gremio, y terminó en 1723 con la aprobación de unas nuevas constituciones y la introducción formal de pompa y circunstancia a los usos y costumbres. Ya desde 1720, para la segunda instalación como Gran Maestro de George Payne en la Sala de Librea de la ciudad, se llevó a cabo el primer desfile público de la Masonería, que partiendo de su residencia fue presidido por nobles en carruajes seguidos de Masones decorados con sus mandiles.                    
               
A partir de allí, y en medio de las nuevas tendencias, la nobleza que tuvo en la Gran Maestría desde 1721 al hombre más rico de Inglaterra (John Montagu, Segundo Duque de Montagu, Vizconde de Monthermer, Marqués de Monthermer y Coronel de la Guardia Montada) no se hizo esperar, algunos Grandes Maestros estuvieron prontos a izar “el pendón de su yo” (como dijo Ortega y Gasset) y las cosas nunca más volvieron a ser iguales. En adelante se configuraría una orientación mezcla de nobles y científicos que contó de todos modos con que los fundadores no eran simples obreros a semejanza de los jornaleros del mercado, sino unos operarios que estaban al tanto del poder evocador de los símbolos y de la forma en que estos interactúan con las personas. No se construye una catedral sin estar en contacto con un pensamiento abstracto y sofisticado, ni se trabaja durante años en su levantamiento sin irse sensibilizando en un sistema de comprensiones determinado.
              
Si bien estaban lejos de ser semiólogos, esos albañiles percibían cómo los símbolos que creaban se revelaban a los observadores desde el contexto y la asociación de pensamientos. Sin esta predisposición inicial las nuevas doctrinas difícilmente hubieran podido conectarse con la funcionalidad del simbolismo moralizado que siguió.
            
Sobre esta base, la asociación de ideas vinculada al símbolo arquetípico y la imagen se
Jean Théophile Desaguliers
trasformaron en una especie de metáfora dirigida a avivar la especulación al tiempo que la suntuosidad anglosajona sentaba sus reales. El Duque de Montagu se posesionó con las mismas cuatro Logias fundadoras y al año entregó veinticuatro y una percepción social diferente de lo Masónico. Y como diría Valle Inclán “en aquella atmosfera de fuego, cargada de pólenes misteriosos y fecundos, como si fuera el serrallo del universo”, se iniciaba el Big Bang de una Masonería que trescientos años después tiene hasta una bandera clavada en la luna.
                      
Y no es de extrañar que la fastuosidad se haya introducido, ya que como afirma Jon Hamill, actual Director de Proyectos Especiales de la Gran Logia Unida de Inglaterra “el boato es algo por lo que los ingleses son reconocidos internacionalmente como unos maestros Ya se trate de una importante ocasión oficial como la apertura del Parlamento, una presentación del Alcalde Mayor de Londres o un festival de verano en alguna ciudad del país, ellos tienen un gran sentido de la tradición, el color, la precisión y el estilo”.
                    
En contraste, las Logias que inicialmente se reunieron en 1717 en una cervecería popular tenían como meta vital crear un pool de la construcción que les brindara ventajas para obtener contratos, restringir la competencia y aumentar sus ganancias. Y si aspiraron a que los gobernara un noble, lo hicieron calculando que con su concurso lo podrían logran con mayor facilidad ahora que una nueva dinastía (la de los Hannover) y un nuevo rey (Jorge I) habían asumido el trono de la Gran Bretaña hacía tres años y al anciano contratista del reino desde hacía casi medio siglo, Christofe Wren, le pesaban sus 85 años de edad y su rol en la construcción de Londres tenía el sol a las espaldas.
John Montagu
                       
Sobre todo, desde que sus protectores de la dinastía Estuardo habían perdido la corona al fallecer Ana I sin descendencia directa en 1714 y fueran derrotados en la sublevación y toma de ciudades que propiciaron en 1715 y 1716, que dio lugar a que el Rey Jorge I suprimiera el partido de los tories que apoyaba a los Estuardos y conformara un gobierno amigo de corte liberal exclusivamente con el partido whig. Los estuardistas lo volverían a intentar en 1719 con el apoyo de España que destinó 300 hombres de infantería a Escocia para iniciar la rebelión y un ejército de 7.000 soldados a Gales, para tomar Londres y coronar a Jacobo III. De nuevo fueron vencidos.
                   
La primera Gran Logia surge en tiempos turbulentos de cambio y de definiciones en Inglaterra. La imposición de un rey alemán que solo hablaba en ese idioma y delegaba excesivo poder en su gabinete creó tensiones adicionales con los partidarios de unos pretendientes Estuardos que tenían mayores razones para aspirar al trono, y por sobradas razones Wren fue hostil hasta su muerte en 1723 a una iniciativa constituida por cuatro Logias que buscaban socavar su poder. James Anderson afirmaría con flema inglesa en 1738 en sus “Nuevo Libro de las Constituciones” que Wren “las tenía descuidadas”.
                    
Christopher Wren fue uno de los amigos de infancia más favorecidos por el Rey Carlos II (Estuardo). Tres años después del gran incendio de Londres de 1666, lo nombró Inspector del Reino (Royal Surveyor) encargándolo de las obras civiles que requirieran todos los palacios y de la reconstrucción de la ciudad. De las 87 iglesias destruidas por el fuego Wren reconstruyó 51, además de hospitales y bibliotecas en toda Inglaterra y la Catedral de San Pablo en Londres en donde está enterrado. Su propuesta de diseño de un nuevo Londres con plazas y avenidas no corrió con suerte, y finalmente lo reconstruyó a partir del esquema original pero con ladrillos y piedras, minimizando el uso de la madera para evitar nuevos incendios. Fungió durante 49 años como el máximo contratista británico, durante los cuales adquirió una fuerte autoridad sobre los gremios de constructores.
                     
Catedral de San Pablo de Londres
Según datos oficiales, la conflagración destruyó en cuatro días con sus noches 13.200 casas, 87 iglesias, 44 casas gremiales, la Casa de Aduanas, la Catedral de San Pablo, el ayuntamiento de Londres, el palacio correccional del centro medieval y otras prisiones, cuatro puentes sobre los ríos Támesis y Fleet y tres puertas de la ciudad. Dejó a unas 80.000 personas sin hogar y la cifra de muertos se calcula en varios cientos. Una verdadera tragedia que siguió a la de la gran peste que azotó a Londres un año antes y que dejó entre 70.000 y 100.000 muertos de los 450.000 habitantes que tenía la ciudad. Frente a esto el eficiente Wren en ocho años construyó 10.000 casas que le trajeron un gran prestigio.
                 
Wren era toda una personalidad para la época, había sido profesor de astronomía, arquitecto, médico, dos veces parlamentario (1685-1688 y 1702-1705), presidente de la Royal Society (1680 y 1682) y el mismo Isaac Newton se refería a él como un científico brillante. Además, en virtud de sus funciones era el gran dirigente de las Logias del reino, lo que en ocasiones se asimila en forma imprecisa a un cargo de Gran Maestro de la Masonería Operativa, que nunca existió.
                      
La vejez, la falta de apoyo oficial, la incapacidad física y el largo ejercicio del octogenario Christopher Wren fue un motivo muy importante para que cuatro logias de obreros concibieran un cartel de la construcción al que denominaron Gran Logia de Londres y Westminster debido a que tres de las fundadoras se reunían en tabernas de Londres (The Goose and Gridiron, The Crown y The Apple-Tree), y la cuarta (Rummer and Grape) en la cercana ciudad de Westminster, que era para entonces la segunda en población del país y actualmente está ubicada en el centro del Gran Londres.
                     
El control de larga data de las obras por parte de Wren y el novedoso diseño de la Catedral de San Pablo (que hoy es motivo de orgullo), construida de 1675 a 1710 e inspirada en la de San Pedro de Roma y en la iglesia de Val de Grace en París, ya venían recibiendo acidas críticas. Una fuerte oposición irrumpía y fue famoso el escrito de Anthony Ashley Cooper, tercer Conde de Shaftesbury, contra un Wren que fue despedido finalmente en 1718 para dar paso al nombramiento de William Benson, que a su vez duró en el puesto solo quince meses dejando una complicada estela de enfrentamientos con sus subordinados, sus colegas, la tesorería del reino y la Cámara de los Lores.
                 
Jorge I Hannover
La novedad asociativa de 1717 y la deriva de su mutación preocupó en gran medida al resto de Logias operativas, especulativas y heterogéneas esparcidas por la Gran Bretaña que continuaban siendo fieles a la tradición y alejó para siempre a la Masonería del ofició de la construcción. De ahí la sátira de llamarla “moderna” con que se le comenzó a conocer con intención mordaz.
                       
Christopher Wren murió el 25 de febrero de 1723, cuatro meses antes que las primeras Constituciones de Anderson abrieran las puertas a una nueva Masonería que abandonaba la idea de ser un cartel de la construcción para tratar de unir lo disperso, ser centro de unión y de armonía y abrir espacios a las ciencias experimentales.
                  
Conociendo los antecedentes de Wren, es muy posible que una asociación especulativa a medio camino entre la Royal Society y la aristocracia británica hubiera sido de su agrado. Aunque es muy poco probable que se hubiera incorporado al universo hannoveriano que nacía en la Orden.