Por
Iván Herrera Michel
Acostumbra
la Federación Colombiana de Logias Masónicas celebrar al final de cada año un
Conversatorio sobre temas Masónicos y sociales, y el correspondiente a 2014,
entre otros, incluyó un panel sobre “Los
Landmarks”, que desarrollaron con admirable altura conceptual las Masonas y
los Masones que asistieron.
Como
quiera que es un tópico sobre el que me consultan con frecuencia los Masones, peguntando
si los Landmarks del pasado son aplicables al presente de la Orden o si podrán
sobrevivir a los grandes cambios que estamos viviendo, quiero referirme a ellos
rápidamente y de paso aprovechar para contestar algunos correos.
Así
las cosas, lo primero que quiero dejar sentado es que la discusión está muy mal
planteada en estos términos. Los Landmarks Masónicos siempre han sido los
mismos desde 1721 en que introdujeron en Londres el concepto. La naturaleza británica
de su noción es la del derecho consuetudinario no escrito basado en referentes
doctrinales e inspiradores, y por lo tanto al codificarse en un sistema
normativo escrito de estirpe grecolatina pierden su función evocadora de
principios y valores.
Es
decir, que la concepción de límites de la Masonería surge en el seno de la
tradición jurídica del norte de Europa cimentado en usos y costumbres, lo que
otorga al interprete capacidad para innovar y sentar precedentes en obligada
aplicación de su propia jurisprudencia en los casos no previstos o que se aparten
de las costumbres.
Esta
claridad es fundamental, para su estudio.
Los
Landmarks son los bordes sistemáticos que delimitan lo Masónico. El problema
surgió cuando a la pregunta
“¿Cuáles son los
límites que la hacen única a la Orden?”, en los Estados Unidos más de un
siglo después de aparecido el término respondieron con más de 30 listados diferentes
de normas positivas, diseñadas especialmente para regir en adelante la
Masonería en nombre de una antigüedad “inmemorial”
que en honor a la verdad no tenían.
Portada de las Constituciones de Anderson de 1723 |
De
hecho, para la Gran logia Unida de Inglaterra, en sus 8 “Principios Básicos para el Reconocimiento de Grandes Logias” de
1929, “los principios de los antiguos
Landmarks y los Usos y Costumbres de la fraternidad, deben ser estrictamente
observados”. Sin precisar que o
cuales eran.
Posteriormente,
en 1989, cuando fueron revisados y nuevamente redactados esos 8 “Principios Básicos…”, los ingleses concretaron
un poco más lo que debía entenderse por “Landmarks”
disponiendo que “ella deberá adherirse a
los principios establecidos y a los Usos (los antiguos Landmarks) y Costumbres
de la Orden, e insistir en que ellos sean observados en sus Logias” (“It must adhere to the established principles
and tenets (the ‘Ancient Landmarks’) and customs of the Craft, and insist on
their being observed within its Lodges).
Del texto se desprende claramente que los Usos son los Landmarks.
De
la palabra Landmark no existe constancia de que se hubiera utilizado en los
gremios de constructores antes de 1717. Ninguna de sus reglamentaciones hace
uso de ella. Aparece en la Masonería moderna en 1721 en los reglamentos
compilados por George Payne, cuando dice: “Cada
Gran Logia tiene autoridad para modificar este Reglamento o redactar otro en
beneficio de la Fraternidad, siempre que se mantengan invariados los antiguos
Landmarks“. En las Constituciones de Anderson de 1723 se usó por segunda
vez en la frase “que los principios de
los Landmarks, usos y costumbres del oficio sean estrictamente observados”.
Pero ambos documentos dejaron el concepto sin precisar. Tampoco lo hicieron las
reformas inglesas de 1738 y 1813 cuando emplearon la palabra..
Por
su lado, la Masonería de los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XIX
se caracteriza por la multiplicación de listados escritos de “auténticos, universales e inalterables
Landmarks”. Algunos con más éxitos que otros.
Para
la Masonería europea continental el tema nunca ha despertado mayor interés. De
hecho, los Reglamentos de 1773 con los que se organiza el Gran Oriente de
Francia, que es el gran referente de la Masonería liberal, no menciona la
palabra. Ni siquiera traducida al francés (borne).
Roscoe Pound |
La
teoría más aceptada por los estudiosos e historiadores, coincide con la del
norteamericano Roscoe Pound, Diputado Gran Maestro de la Gran Logia de
Massachusetts en 1915 y Decano de la Facultad de Leyes de Harvard entre 1916 y
1936, que sostiene que cuando George Payne y James Anderson se refirieron a los
Landmarks, no pensaron en ninguna “ley
inmemorial” sino en una expresión genérica que sonara bien en esa época,
y la incluyeron sin preocuparse demasiado por su significado.
El
hecho cierto es que Roscoe Pound estuvo muy afortunado cuando escribió en su
libro “Jurisprudencia Masónica” en
1919, que "tanto si usamos el
término Landmarks como si no, ellos coinciden con la idea que se nos ha hecho
familiar bajo ese nombre”, porque los concibamos cómo los concibamos, todos
comprendemos en que consiste “lo Masónico
de lo Masónico”.
Dependiendo
de dónde y cómo se viva se hace Masonería de una cierta manera. Se asume el
mundo Masónico en un cierto número de formas distintas. La cultura influye.
Influye en cómo nos comunicamos, en cómo nos movemos o en la
manera en que pensamos en los Landmarks. Es importante que cuando pensemos en
la Masonería, no hablemos de una gran institución global, porque no existe.
Cuando se ve en el mapa y se escucha a los Masones se descubre que somos
diferentes.
Para
el pensamiento Masónico, lo abstracto de los conceptos no escritos no es excusa
para no advertir que los alcances de la responsabilidad frente a la tradición,
los usos y las costumbres, es lo que en definitiva constituyen los Landmarks de
la Orden, y que estos son consustanciales con el multilateralismo en que nació inmersa
en 1717.
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