Por Iván Herrera Michel
En el 2025, la icónica “Historia de la Masonería Colombiana” de Américo Carnicelli cumple 70 años de haber sido publicada en 1945 por una Logia bogotana, mezclando hechos históricos, tradición oral y mitos Masónicos, y si bien posee el mérito de ser pionera en el tema y seguir siendo una referencia, me gustaría señalar algunas prevenciones que creo que deben tenerse en cuenta al ser consultada.
Primero que todo, no podemos negar que Carnicelli hizo un gran esfuerzo al intentar sistematizar la historia de la Masonería en Colombia. En su época, no había muchas obras que abordaran el tema de forma estructurada, y su trabajo llenó un vacío importante.
Otro punto a su favor es el acceso que tuvo a fuentes internas. Al ser un Masón destacado a nivel nacional, a Carnicelli se le facilitó hablar de los rituales, de las Logias y de las influencias internas de la Masonería con más cercanía. Y pudo aportar detalles que, de otro modo, se habrían perdido. La conexión entre la Masonería y los procesos históricos claves también es algo que destaca en su trabajo, permitiéndonos ver a la Orden como un actor influyente en esos momentos.
Ahora bien, no todo en la obra de Carnicelli es oro. Si bien su esfuerzo fue valioso, hoy en día podemos ver algunas limitaciones. Por ejemplo, la falta de un análisis riguroso de las fuentes. Y aunque estaba bien informado, muchas de las afirmaciones que hizo no se han podido verificar. Su trabajo tiene un aire de certeza que, desde una mirada crítica, puede ser cuestionado.
Y hay algo que no se puede pasar por alto: Carnicelli tiene un enfoque apologético de la Masonería. Está claro que su intención no era solo contar su historia, sino también defender su papel en Colombia. Y eso está bien, pero a veces se omiten aspectos menos ideales, como las fuertes divisiones internas o las tensiones con otras instituciones públicas y privadas. Como resultado, el libro puede dar la sensación de que la Masonería siempre fue una fuerza progresista y unificadora, cuando la realidad es más compleja.
La "Historia de la Masonería Colombiana" sigue siendo una obra fundamental en nuestro país, pero hay que leerla con una mirada crítica. Porque su falta de rigor y su enfoque idealizado nos invitan a buscar más allá, a contrastarla con investigaciones más recientes que aporten una visión más completa y matizada.
Si algo nos enseña la obra de Carnicelli es que la historia de la Masonería en Colombia no puede contarse de manera simplista ni unidimensional. La Masonería fue, y sigue siendo, un reflejo de las complejidades sociales, políticas y culturales del país. No es solo una historia de personajes famosos o ideales elevados; es una historia de conflictos, alianzas, traiciones y transformaciones. Y en eso, Carnicelli, no muestra la riqueza de esa realidad.
Por ejemplo, la obra nos habla de la Masonería como una fuerza propulsora del liberalismo y el progreso, pero se queda corta al abordar las contradicciones dentro de la propia Orden. A lo largo de la historia, la Masonería colombiana estuvo marcada por facciones internas, disputas sobre los rituales y las interpretaciones doctrinales, e incluso enfrentamientos con otras corrientes ideológicas que, en algunos momentos, llegaron a ser muy intensos. Estos conflictos son esenciales para entender la dinámica de la Masonería, y Carnicelli, por su inclinación, no los aborda con la profundidad que merecen.
Además, la Masonería colombiana ha tenido una relación particular con el poder político. Aunque se presenta en la obra como un agente de modernización, la realidad muestra que, en muchos momentos, la Masonería colombiana estuvo alineada con los sectores conservadores y eclesiásticos y participó activamente en la persecución contra los liberales. Aquí, nuevamente, Carnicelli no deja claro en qué medida estas posiciones de poder pudieron haber afectado a la Masonería misma. A veces, los intereses personales y políticos de los Masones influían más que los ideales Masónicos. Pero no es algo que se destaque en la obra.
Hoy, con el paso de los años y el desarrollo de nuevas investigaciones, sabemos mucho más sobre la influencia y los matices de la Masonería en Colombia. Los estudios más recientes han revelado detalles que Carnicelli no pudo o no quiso profundizar, como el papel de las Logias en los movimientos armados durante la violencia política del siglo XIX, las disputas internas que marcaron la historia de la Orden y la clase de cosas que llevaron a la fundación de una Logia mixta que conoció de cerca en Bogotá en 1937. De hecho, la Masonería no siempre fue un bloque monolítico; como en cualquier institución, hubo momentos de crisis y de cambio, que no siempre fueron tan heroicos como se presenta.
Por otra parte, la documentación disponible ahora es mucho más completa. Los archivos, los testimonios y los estudios de historiadores contemporáneos nos han permitido revisar y, en algunos casos, corregir lo que parecía incuestionable en la época de Carnicelli. Es cierto que algunas figuras históricas como presidentes, ministros de estado, Etc., colombianos estuvieron asociados a la Masonería, pero la forma en que se les presenta en la obra no siempre está respaldada por pruebas concluyentes. Hoy contamos con una visión más crítica y matizada de esos vínculos y podemos ir ajustando la narrativa a los hechos históricos.
Queda para los investigadores la tarea de revisar y depurar la abundante información contenida en los dos tomos de Carnicelli, pero también la de construir un relato que se atreva a mirar más allá de los liderazgos y las grandes decisiones, para enfocarse en las experiencias de los Masones de a pie. Aquellos que, en su cotidianidad, dieron vida y significado a la asociación. ¿Quiénes eran? ¿Qué sueños llevaban consigo al Templo? ¿Qué conversaciones íntimas tuvieron lugar en las Logias mientras afuera, en el tumulto de la sociedad, se libraban batallas políticas o sociales que se reflejaban en sus trabajos Masónicos? Resignificar su papel en la memoria colectiva no es solo un ejercicio académico, sino un acto de justicia histórica.
Es necesario explorar esos pequeños detalles que a primera vista parecen triviales, pero que encierran toda una época. Por ejemplo, los apuntes encontrados en las actas de una Logia de una ciudad pequeña que evidencian cómo un grupo de Masones organizaba colectas para construir una escuela en su pueblo. O los relatos orales de un Masón anciano que, recordando sus inicios, hablaba con orgullo de cómo llevaban a cabo sus Tenidas clandestinas en una residencia familiar, mientras afuera los tiempos de dictadura y persecuciones políticas marcaban su vida diaria. También podrían incluirse las formas en que adaptaron los rituales a sus realidades, un Aprendiz que asistía a las Tenidas con ropa de trabajo porque su jornada laboral apenas le permitía llegar a tiempo, o una Plancha escrita con faltas de ortografía, pero llena de una convicción que refleja la pureza de ideales.
Es en esos pequeños gestos humanos, en las formas de resistencia silenciosa y en los actos de fraternidad y desacuerdos cotidianos, donde la historia adquiere carne, voz y emociones. Estas historias nos muestran que los protagonistas no solo construyeron Templos de piedra, sino también redes humanas, sueños compartidos y una visión de futuro que merece ser narrada con el mismo respeto que se otorga a los grandes hitos de la Masonería.
No obstante, leer la “Historia de la Masonería Colombiana” nos invita a reflexionar sobre el rol que la historiografía juega en la construcción de relatos y a estar preparados para buscar más allá de sus páginas.
De todos modos, la obra de Carnicelli, discurriendo entre mitos y realidades, sigue siendo el mejor punto de partida con que contamos quienes queremos entender cómo la Masonería influyó en los eventos políticos y sociales del país.
Es una obra imprescindible que no debe faltar en la biblioteca de un Masón colombiano.
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