Font: PIDO LA PALABRA
Blog de Iván Herrera Michel dedicado al cultivo de la tolerancia y el respeto a la diferencia
viernes, 27 de junio de 2025
FUNDACIÓ DE LA PRIMERA GRAN LÒGIA. CAP A UNA NOVA CRONOLOGIA
jueves, 26 de junio de 2025
LA PRIMERA GRAN LOGIA Y LAS DOS TABERNAS INVISIBLES
A raíz
de la circulación de mi artículo “Fundación de la Primera Gran Logia. Hacia una Nueva Cronología” el pasado martes 24 de junio de 2025, una Querida Hermana chilena me hizo una
pregunta tan precisa como pertinente sobre cuál de las dos tabernas mencionadas
en las dos Constituciones de Anderson - Apple-Tree (El Árbol del Manzano) y Goose
and Gridiron (EL Ganso y la Parrilla) - fue realmente el lugar de fundación de
la primera Gran Logia del mundo. Al parecer, había estado comparando los textos de 1723 y
1738, y le resultaba llamativo que hubiera una aparente contradicción.
A
veces la historia Masónica se nos presenta como un acto de fe. Uno escucha con
frecuencia que el 24 de junio de 1717, cuatro logias se reunieron en una
taberna londinense llamada The Goose and Gridiron y que allí nació, ni más ni
menos, la primera Gran Logia del mundo. Pero
basta con levantar el velo de la tradición y mirar con lupa las fuentes para
descubrir que las cosas no son precisamente como nos las han presentado. Y que,
curiosamente, la simple existencia de las dos tabernas que se mencionan como
escenarios de aquel nacimiento institucional no está confirmada.
Veamos:
Anderson
introdujo por primera vez la narración detallada de los eventos fundacionales de
la primera Gran Logia del mundo en la edición revisada de 1738 de las
Constituciones de 1723. El texto menciona que en 1716 cuatro logias y algunos “antiguos Hermanos” se reunieron en la taberna Apple-Tree en
Charles Street (Covent Garden), en Westminster. Como contrapartida, la edición original de 1723 se limitó a una
larga historia legendaria de la Masonería y a regulaciones, pero sin referencia
alguna a 1716 o 1717.
Posteriormente, investigaciones
históricas modernas muestran una ausencia total de constancia documental de que en
1716 existiera una taberna activa con ese nombre en Charles Street. De hecho,
los registros tributarios y licencias de tabernas de Westminster muestran por
primera vez el nombre “Apple Tree” en 1729, con James Douglas registrado como tabernero
desde ese año. La evidencia disponible respalda la afirmación que en el local en
1716 no funcionaba aún una taberna, sino una tienda de telas y que Anderson actualizó
el nombre al conocido en 1738, proyectando hacia atrás un nombre familiar para
vestir con forma concreta un evento transmitido oralmente.
De la misma manera, la famosa reunión del 24 de junio de 1717, en la taberna Goose and Gridiron, tampoco
figura en absoluto en las Constituciones de 1723. Aparece, como en el caso
anterior, por primera vez en la edición de 1738 con un tono más narrativo que
jurídico.
Al
respecto, Anderson escribe en 1738:
(Traducción:
“Así pues, el Día de San Juan Bautista, en el tercer año del reinado del Rey
Jorge I, año de 1717, la Asamblea y Banquete de los Masones Libres y Aceptados
se celebró en la mencionada taberna Goose and Gridiron, en el atrio de la
Iglesia de San Pablo…)”.
El
relato es elegante, solemne y perfectamente armónico con lo que uno esperaría
de un origen institucional. Pero existe el problema de que no hay ni un solo
documento contemporáneo, ni prensa, ni actas, ni testimonios de quienes supuestamente
estuvieron allí, que lo confirme. Anderson lo escribió más de dos décadas
después, y eso es todo con lo que se cuenta. A lo sumo, lo que dice el texto de
1723 es lo siguiente, en su parte más cercana a una cronología institucional:
“After
the said Revival, the Grand Master, with his Deputy and Wardens [...] at the
Grand Lodge held at the Goose and Gridiron Ale-house in St. Paul’s Church-Yard,
London, A. D. 1723, agreed [...]”
(Traducción:
“Después de dicha reactivación, el Gran Maestro, con su Diputado y
Vigilantes [...] en la Gran Logia celebrada en la taberna Goose and Gridiron,
en el atrio de la Iglesia de San Pablo, Londres, año de 1723, acordaron [...]”.
Cabe aclarar, para evitar confusiones, que esta mención no se refiere a 1717,
sino a un evento de 1723.
Por su
lado, relatos tradicionales afirman que desde 1666 existía en Londres una
taberna denominada Goose and Gridiron, pero la propia existencia
operativa de la taberna bajo ese nombre en 1717 no está evidenciada por
registros oficiales conocidos, ni existe ningún indicio de que el 24 de junio de ese año
haya tenido lugar allí un evento de las características Masónicas que luego se
le atribuyeron.
¿Entonces,
cuándo y dónde nació realmente la primera Gran Logia del mundo?
La única
respuesta honesta posible es la de que no lo sabemos con certeza. Lo que sí conocemos,
con base en fuentes primarias y estudios historiográficos sólidos, es que:
1) La
edición original de las Constituciones de Anderson de 1723 no menciona ni a la
taberna Apple‑Tree
ni a la Goose and Gridiron.
2) En
1738, Anderson afirma que en 1716 hubo una reunión de “Antiguos Hermanos” en una
taberna llamada Apple‑Tree, en
Westminster, para planear la creación de una Gran Logia, pero no hay evidencia
documental que confirme que un local llamado Apple-Tree funcionara en
Westminster en 1716. Este nombre aparece por primera vez en un registro oficial
de 1729.
3) También
en 1738, Anderson afirma que la primera Gran Logia se estableció formalmente el
24 de junio de 1717 en una taberna denominada Goose and Gridiron en Londres. No
obstante, tampoco existe evidencia que confirme que el 24 de junio de 1717 se
haya celebrado una reunión de Masones en una taberna denominada Goose and
Gridiron en Londres.
4) Los
primeros documentos confiables sobre actividades de la primera Gran Logia del
mundo aparecen en 1721 y, con más claridad, en 1723, cuando ya el Duque de
Montagu era Gran Maestro.
Quienes
tenemos en alta estima la Masonería por lo que tiene de razón crítica, y de
trabajo colectivo y fraterno, no deberíamos tener miedo de revisar nuestras
propias narrativas, en obligada aplicación de una construcción que se propone
basada en la búsqueda de la verdad.
Así
que la próxima vez que alguien diga, con tono solemne, que “la Gran Logia
fue fundada el 24 de junio de 1717 en la taberna del Ganso y la Parrilla”,
uno puede, con toda calma, preguntarle:
“¿Mi
Querido Hermano, tienes alguna fuente de la época que lo confirme?”
Lo más
probable es que no la tenga.
x
martes, 17 de junio de 2025
FUNDACIÓN DE LA PRIMERA GRAN LOGIA. HACIA UNA NUEVA CRONOLOGÍA
Por
Iván Herrera Michel
Una
revisión cuidadosa de las fuentes disponibles lleva a replantear la fecha fundacional de la primera Gran Logia del mundo. Todo parece indicar que no fue
el 24 de junio de 1717 en la Taberna El Ganzo y la Parrilla de Londres, sino, cuatro
años después, el 24 de junio de 1721, en el Stationers’ Hall de esa misma
ciudad bajo
la mirada de la prensa y en presencia de centenares de Masones.
En la
Inglaterra de la segunda década del siglo XVIII se respiraba una atmósfera de
transformación. La Revolución Gloriosa (1688) había dejado atrás el
absolutismo, y la monarquía parlamentaria se consolidaba bajo el reinado de
Jorge I, el primer soberano de la Casa de Hannover, llegado de Alemania. El Parlamento
ganaba poder frente al trono, y una nueva élite mercantil e ilustrada comenzaba
a modelar el rumbo del país. Londres, por entonces, era una ciudad en expansión
demográfica, agitada por los intercambios comerciales, los salones científicos
y una vida intelectual cada vez más secular. La Royal Society y la Society of
Antiquaries impulsaban debates sobre ciencia, historia y política, mientras en
las tabernas se discutían los temas del día con libertad. Era, sin duda, un
clima propicio para el nacimiento de una Masonería especulativa moderna.
En
este contexto, esta afirmación, que puede parecer disruptiva a primera vista,
se sustenta en el hecho sencillo pero decisivo de que no existe evidencia
documental contemporánea alguna que respalde la celebración de una reunión el
24 de junio de 1717 que fuera fundacional e institucional de una primera Gran
Logia. Ni actas, ni notas de prensa, ni diarios personales, ni panfletos, ni
referencias circunstanciales. El silencio es absoluto. En contraste, el año 1721
ofrece abundantes fuentes y testimonios primarios que dan cuenta de una
transformación real, visible y explícita en la vida Masónica londinense.
El
documento más relevante al respecto es el Book E de la Lodge of Antiquity No.
2, que es un manuscrito fechado pocas semanas después del 24 de junio de 1721,
que consigna con claridad la realización de una Gran Asamblea en el Stationers’
Hall de Londres - la histórica sede del gremio de impresores, libreros y
editores edificada en 1760, que aún se conserva junto a la catedral de San Pablo - en la que fue instalado
como Gran Maestro el Duque de Montagu, que prestó juramento sobre la Biblia de
“proteger las franquicias y libertades de los Masones, así como los
registros antiguos”. Este es, hasta donde alcanza la evidencia, el registro
fiable más antiguo que se conoce de la existencia de una Gran Logia.
A ello
se suman los relatos publicados en la prensa londinense de la época. Entre el
26 y el 28 de junio de 1721, periódicos como The Post Boy y The Weekly Journal
describieron extensamente un banquete Masónico celebrado en el Stationers’
Hall, con la participación de entre 300 y 400 Hermanos. Lo más relevante de estas crónicas es que se refieren explícitamente a la
existencia de una “Gran Logia”, lo que sugiere que, para entonces, la
institución ya había adoptado una configuración pública y estructurada.
Otros
testimonios contemporáneos refuerzan esta interpretación. William Stukeley,
miembro de la Royal Society y figura destacada en los círculos ilustrados de su
tiempo, registró en su diario personal la realización del banquete, el discurso
pronunciado por John Theophilus Desaguliers, la lectura de un manuscrito
antiguo y la elección del Duque de Montagu como Gran Maestro. El propio
Desaguliers, en sus notas personales, describió con detalle el cortejo, la
ceremonia, y la formalización de los cargos. Ninguno de ellos hizo jamás
alusión alguna a una reunión fundacional en 1717.
Los
historiadores Andrew Prescott y Susan Sommers, vinculados a la Logia de
Investigación Quatuor Coronati No. 2076, han sido enfáticos al respecto: “no
existe ningún testimonio contemporáneo de una Gran Logia entre 1717 y 1721”.
Es a partir de junio de 1721 cuando aparecen, de manera simultánea y coherente,
varias fuentes independientes que describen una organización formalizada, con
estructura jerárquica, visibilidad pública y liderazgo definido.
Si
bien es cierto que en la segunda edición de las Constituciones de James
Anderson (1738) se menciona un banquete celebrado el 24 de junio de 1717 en la
taberna del Ganso y la Parrilla, también hay que anotar que se trata de una
fuente escrita de más de dos décadas después, sin respaldo documental
contemporáneo y sin testigos que corroboren su relato. Frente a ello, el Book E
de 1721 representa una fuente de mucho mayor peso histórico y credibilidad.
Por lo
tanto, si se examinan los hechos con rigor crítico, todo parece indicar que la
institucionalización efectiva de la primera Gran Logia tuvo lugar en 1721, y no
en 1717. Sería entonces cuando se habría producido el paso, documentado y público,
de una Masonería dispersa en Logias aisladas a una estructura centralizada con
vocación de regulación y permanencia. Y este paso marcaría el inicio de una
etapa nueva, caracterizada por la racionalización de los antiguos usos, la
adopción de formas representativas y la proyección pública.
Aunque
la
ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia, el establecer con precisión
esta cronología constituye una
reivindicación del método histórico, de la documentación contrastable y del
espíritu ilustrado que animaron el nacimiento de la modernidad Masónica en el
Londres de las primeras décadas del siglo XVIII.
La
fecha de 1721, por estar respaldada por documentos y testimonios claros, brinda
un prestigio social más sólido y palpable que la reunión de 1717, que parece
más bien una construcción simbólica que ha servido para dar identidad a la
Masonería. Entender esto es aceptar que en la Masonería historia, mito y símbolo se entrelazan con una etiqueta en la forma personal de comportarse y un protocolo en la estructura formal de los eventos, para sostener su sentido profundo.
En lo personal, me
parece que debemos abrazar la dualidad de respetar el rigor histórico sin
perder de vista la función vital que cumplen los mitos, porque en esa tensión
está también la riqueza de nuestro legado. Solo desde esta comprensión
abierta podremos honrar verdaderamente el legado que nos fue confiado.


