viernes, 27 de junio de 2025

FUNDACIÓ DE LA PRIMERA GRAN LÒGIA. CAP A UNA NOVA CRONOLOGIA


Per Iván Herrera Michel 

Una revisió acurada de les fonts  Theophilus Desaguliers, la lectura d'un manuscrit antic i l'elecció del Duc de Montagu com a Gran Mestre. Desaguliers mateix, en les seves notes personals, va descriure amb detall el seguici, la cerimònia, i la formalització dels càrrecs. Cap d'ells no va fer mai cap al·lusió a una reunió fundacional el 1717.

Els historiadors Andrew Prescott i Susan Sommers, vinculats a la Lògia de Recerca Quatuor Coronati Num. 2076, han estat emfàtics sobre això: “no existeix cap testimoniatge contemporani d'una Gran Lògia entre 1717 i 1721” . És a partir del juny de 1721 quan apareixen, de manera simultània i coherent, diverses fonts independents que descriuen una organització formalitzada, amb estructura jeràrquica, visibilitat pública i lideratge definit.

Si bé és cert que a la segona edició de les Constitucions de James Anderson (1738) s'esmenta un banquet celebrat el 24 de juny de 1717 a la taverna de l’Oca i la Graella, també cal anotar que es tracta d'una font escrita de més de dues dècades després, sense suport documental contemporani i sense testimonis. Davant d'això, el 'Book E' de 1721 representa una font de molt més pes històric i credibilitat.

Per tant, si s'examinen els fets amb rigor crític, tot sembla indicar que la institucionalització efectiva de la primera Gran Lògia va tenir lloc el 1721, i no el 1717. Seria llavors quan s'hauria produït el pas, documentat i públic, d'una Maçoneria dispersa a lògies aïllades a una estructura centralitzada amb vocació de regulació i permanència. I aquest pas marcaria l'inici d'una etapa nova, caracteritzada per la racionalització dels usos antics, l'adopció de formes representatives i la projecció pública.

Tot i que l'absència d'evidència no és evidència d'absència, establir amb precisió aquesta cronologia constitueix una reivindicació del mètode històric, de la documentació contrastable i de l'esperit il·lustrat que van animar el naixement de la modernitat Maçònica al Londres de les primeres dècades del segle XVIII.

La data del 1721, per estar suportada per documents i testimonis clars, brinda un prestigi social més sòlid i palpable que la reunió del 1717, que sembla més aviat una construcció simbòlica que ha servit per donar identitat a la Maçoneria. Entendre això és acceptar que a la Maçoneria història, mite i símbol s'entrellacen amb una etiqueta en la forma personal de comportar-se i un protocol en l'estructura formal dels esdeveniments, per sostenir-ne el sentit profund.

Personalment, em sembla que hem d'abraçar la dualitat de respectar el rigor històric sense perdre de vista la funció vital que compleixen els mites, perquè en aquesta tensió hi ha també la riquesa del nostre llegat. Només des d'aquesta comprensió oberta podrem honorar veritablement el llegat que ens va ser confiat.

Font: PIDO LA PALABRA

jueves, 26 de junio de 2025

LA PRIMERA GRAN LOGIA Y LAS DOS TABERNAS INVISIBLES

Por Iván Herrera Michel
                

A raíz de la circulación de mi artículo “Fundación de la Primera Gran Logia. Hacia una Nueva Cronología” el pasado martes 24 de junio de 2025, una Querida Hermana chilena me hizo una pregunta tan precisa como pertinente sobre cuál de las dos tabernas mencionadas en las dos Constituciones de Anderson - Apple-Tree (El Árbol del Manzano) y Goose and Gridiron (EL Ganso y la Parrilla) - fue realmente el lugar de fundación de la primera Gran Logia del mundo. Al parecer, había estado comparando los textos de 1723 y 1738, y le resultaba llamativo que hubiera una aparente contradicción.
          
A veces la historia Masónica se nos presenta como un acto de fe. Uno escucha con frecuencia que el 24 de junio de 1717, cuatro logias se reunieron en una taberna londinense llamada The Goose and Gridiron y que allí nació, ni más ni menos, la primera Gran Logia del mundo. Pero basta con levantar el velo de la tradición y mirar con lupa las fuentes para descubrir que las cosas no son precisamente como nos las han presentado. Y que, curiosamente, la simple existencia de las dos tabernas que se mencionan como escenarios de aquel nacimiento institucional no está confirmada.
           
Veamos:
                   
Anderson introdujo por primera vez la narración detallada de los eventos fundacionales de la primera Gran Logia del mundo en la edición revisada de 1738 de las Constituciones de 1723. El texto menciona que en 1716 cuatro logias y algunos “antiguos Hermanos” se reunieron en la taberna Apple-Tree en Charles Street (Covent Garden), en Westminster. Como contrapartida, la edición original de 1723 se limitó a una larga historia legendaria de la Masonería y a regulaciones, pero sin referencia alguna a 1716 o 1717.
              
Posteriormente, investigaciones históricas modernas muestran una ausencia total de constancia documental de que en 1716 existiera una taberna activa con ese nombre en Charles Street. De hecho, los registros tributarios y licencias de tabernas de Westminster muestran por primera vez el nombre “Apple Tree” en 1729, con James Douglas registrado como tabernero desde ese año. La evidencia disponible respalda la afirmación que en el local en 1716 no funcionaba aún una taberna, sino una tienda de telas y que Anderson actualizó el nombre al conocido en 1738, proyectando hacia atrás un nombre familiar para vestir con forma concreta un evento transmitido oralmente.
                 
De la misma manera, la famosa reunión del 24 de junio de 1717, en la taberna Goose and Gridiron, tampoco figura en absoluto en las Constituciones de 1723. Aparece, como en el caso anterior, por primera vez en la edición de 1738 con un tono más narrativo que jurídico.
                     
Al respecto, Anderson escribe en 1738:
                
“Accordingly, on St. John Baptist’s Day, in the 3rd Year of King George I. A.D. 1717, the Assembly and Feast of the Free and Accepted Masons was held at the foresaid Goose and Gridiron Ale-house in St. Paul’s Church-Yard [...]”
          
(Traducción: “Así pues, el Día de San Juan Bautista, en el tercer año del reinado del Rey Jorge I, año de 1717, la Asamblea y Banquete de los Masones Libres y Aceptados se celebró en la mencionada taberna Goose and Gridiron, en el atrio de la Iglesia de San Pablo…)”.
                    
El relato es elegante, solemne y perfectamente armónico con lo que uno esperaría de un origen institucional. Pero existe el problema de que no hay ni un solo documento contemporáneo, ni prensa, ni actas, ni testimonios de quienes supuestamente estuvieron allí, que lo confirme. Anderson lo escribió más de dos décadas después, y eso es todo con lo que se cuenta. A lo sumo, lo que dice el texto de 1723 es lo siguiente, en su parte más cercana a una cronología institucional:
               
“After the said Revival, the Grand Master, with his Deputy and Wardens [...] at the Grand Lodge held at the Goose and Gridiron Ale-house in St. Paul’s Church-Yard, London, A. D. 1723, agreed [...]”
                        
(Traducción: “Después de dicha reactivación, el Gran Maestro, con su Diputado y Vigilantes [...] en la Gran Logia celebrada en la taberna Goose and Gridiron, en el atrio de la Iglesia de San Pablo, Londres, año de 1723, acordaron [...]”. Cabe aclarar, para evitar confusiones, que esta mención no se refiere a 1717, sino a un evento de 1723.
                     
Por su lado, relatos tradicionales afirman que desde 1666 existía en Londres una taberna denominada Goose and Gridiron, pero la propia existencia operativa de la taberna bajo ese nombre en 1717 no está evidenciada por registros oficiales conocidos, ni existe ningún indicio de que el 24 de junio de ese año haya tenido lugar allí un evento de las características Masónicas que luego se le atribuyeron.
                               
¿Entonces, cuándo y dónde nació realmente la primera Gran Logia del mundo?
                             
La única respuesta honesta posible es la de que no lo sabemos con certeza. Lo que sí conocemos, con base en fuentes primarias y estudios historiográficos sólidos, es que:
                  
1) La edición original de las Constituciones de Anderson de 1723 no menciona ni a la taberna AppleTree ni a la Goose and Gridiron.
                   
2) En 1738, Anderson afirma que en 1716 hubo una reunión de “Antiguos Hermanos” en una taberna llamada AppleTree, en Westminster, para planear la creación de una Gran Logia, pero no hay evidencia documental que confirme que un local llamado Apple-Tree funcionara en Westminster en 1716. Este nombre aparece por primera vez en un registro oficial de 1729.
                
3) También en 1738, Anderson afirma que la primera Gran Logia se estableció formalmente el 24 de junio de 1717 en una taberna denominada Goose and Gridiron en Londres. No obstante, tampoco existe evidencia que confirme que el 24 de junio de 1717 se haya celebrado una reunión de Masones en una taberna denominada Goose and Gridiron en Londres.
                    
4) Los primeros documentos confiables sobre actividades de la primera Gran Logia del mundo aparecen en 1721 y, con más claridad, en 1723, cuando ya el Duque de Montagu era Gran Maestro.
                      
Quienes tenemos en alta estima la Masonería por lo que tiene de razón crítica, y de trabajo colectivo y fraterno, no deberíamos tener miedo de revisar nuestras propias narrativas, en obligada aplicación de una construcción que se propone basada en la búsqueda de la verdad.
                    
Así que la próxima vez que alguien diga, con tono solemne, que “la Gran Logia fue fundada el 24 de junio de 1717 en la taberna del Ganso y la Parrilla”, uno puede, con toda calma, preguntarle:
                  
“¿Mi Querido Hermano, tienes alguna fuente de la época que lo confirme?”
                                      
Lo más probable es que no la tenga.
                         
                             
                               
                      
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martes, 17 de junio de 2025

FUNDACIÓN DE LA PRIMERA GRAN LOGIA. HACIA UNA NUEVA CRONOLOGÍA

           
Por Iván Herrera Michel

Una revisión cuidadosa de las fuentes disponibles lleva a replantear la fecha fundacional de la primera Gran Logia del mundo. Todo parece indicar que no fue el 24 de junio de 1717 en la Taberna El Ganzo y la Parrilla de Londres, sino, cuatro años después, el 24 de junio de 1721, en el Stationers’ Hall de esa misma ciudad bajo la mirada de la prensa y en presencia de centenares de Masones.
                   
En la Inglaterra de la segunda década del siglo XVIII se respiraba una atmósfera de transformación. La Revolución Gloriosa (1688) había dejado atrás el absolutismo, y la monarquía parlamentaria se consolidaba bajo el reinado de Jorge I, el primer soberano de la Casa de Hannover, llegado de Alemania. El Parlamento ganaba poder frente al trono, y una nueva élite mercantil e ilustrada comenzaba a modelar el rumbo del país. Londres, por entonces, era una ciudad en expansión demográfica, agitada por los intercambios comerciales, los salones científicos y una vida intelectual cada vez más secular. La Royal Society y la Society of Antiquaries impulsaban debates sobre ciencia, historia y política, mientras en las tabernas se discutían los temas del día con libertad. Era, sin duda, un clima propicio para el nacimiento de una Masonería especulativa moderna.
                 
En este contexto, esta afirmación, que puede parecer disruptiva a primera vista, se sustenta en el hecho sencillo pero decisivo de que no existe evidencia documental contemporánea alguna que respalde la celebración de una reunión el 24 de junio de 1717 que fuera fundacional e institucional de una primera Gran Logia. Ni actas, ni notas de prensa, ni diarios personales, ni panfletos, ni referencias circunstanciales. El silencio es absoluto. En contraste, el año 1721 ofrece abundantes fuentes y testimonios primarios que dan cuenta de una transformación real, visible y explícita en la vida Masónica londinense.
                  
El documento más relevante al respecto es el Book E de la Lodge of Antiquity No. 2, que es un manuscrito fechado pocas semanas después del 24 de junio de 1721, que consigna con claridad la realización de una Gran Asamblea en el Stationers’ Hall de Londres - la histórica sede del gremio de impresores, libreros y editores edificada en 1760, que aún se conserva junto a la catedral de San Pablo - en la que fue instalado como Gran Maestro el Duque de Montagu, que prestó juramento sobre la Biblia de “proteger las franquicias y libertades de los Masones, así como los registros antiguos”. Este es, hasta donde alcanza la evidencia, el registro fiable más antiguo que se conoce de la existencia de una Gran Logia.
                        
A ello se suman los relatos publicados en la prensa londinense de la época. Entre el 26 y el 28 de junio de 1721, periódicos como The Post Boy y The Weekly Journal describieron extensamente un banquete Masónico celebrado en el Stationers’ Hall, con la participación de entre 300 y 400 Hermanos. Lo más relevante de estas crónicas es que se refieren explícitamente a la existencia de una “Gran Logia”, lo que sugiere que, para entonces, la institución ya había adoptado una configuración pública y estructurada.
                    
Otros testimonios contemporáneos refuerzan esta interpretación. William Stukeley, miembro de la Royal Society y figura destacada en los círculos ilustrados de su tiempo, registró en su diario personal la realización del banquete, el discurso pronunciado por John Theophilus Desaguliers, la lectura de un manuscrito antiguo y la elección del Duque de Montagu como Gran Maestro. El propio Desaguliers, en sus notas personales, describió con detalle el cortejo, la ceremonia, y la formalización de los cargos. Ninguno de ellos hizo jamás alusión alguna a una reunión fundacional en 1717.
                
Los historiadores Andrew Prescott y Susan Sommers, vinculados a la Logia de Investigación Quatuor Coronati No. 2076, han sido enfáticos al respecto: “no existe ningún testimonio contemporáneo de una Gran Logia entre 1717 y 1721”. Es a partir de junio de 1721 cuando aparecen, de manera simultánea y coherente, varias fuentes independientes que describen una organización formalizada, con estructura jerárquica, visibilidad pública y liderazgo definido.
                    
Si bien es cierto que en la segunda edición de las Constituciones de James Anderson (1738) se menciona un banquete celebrado el 24 de junio de 1717 en la taberna del Ganso y la Parrilla, también hay que anotar que se trata de una fuente escrita de más de dos décadas después, sin respaldo documental contemporáneo y sin testigos que corroboren su relato. Frente a ello, el Book E de 1721 representa una fuente de mucho mayor peso histórico y credibilidad.
                    
Por lo tanto, si se examinan los hechos con rigor crítico, todo parece indicar que la institucionalización efectiva de la primera Gran Logia tuvo lugar en 1721, y no en 1717. Sería entonces cuando se habría producido el paso, documentado y público, de una Masonería dispersa en Logias aisladas a una estructura centralizada con vocación de regulación y permanencia. Y este paso marcaría el inicio de una etapa nueva, caracterizada por la racionalización de los antiguos usos, la adopción de formas representativas y la proyección pública.
                  
Aunque la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia, el establecer con precisión esta cronología constituye una reivindicación del método histórico, de la documentación contrastable y del espíritu ilustrado que animaron el nacimiento de la modernidad Masónica en el Londres de las primeras décadas del siglo XVIII.
                    
La fecha de 1721, por estar respaldada por documentos y testimonios claros, brinda un prestigio social más sólido y palpable que la reunión de 1717, que parece más bien una construcción simbólica que ha servido para dar identidad a la Masonería. Entender esto es aceptar que en la Masonería historia, mito y símbolo se entrelazan con una etiqueta en la forma personal de comportarse y un protocolo en la estructura formal de los eventos, para sostener su sentido profundo.
                  
En lo personal, me parece que debemos abrazar la dualidad de respetar el rigor histórico sin perder de vista la función vital que cumplen los mitos, porque en esa tensión está también la riqueza de nuestro legado. Solo desde esta comprensión abierta podremos honrar verdaderamente el legado que nos fue confiado.
                      
                      
                           
                    

 

viernes, 13 de junio de 2025

CARTA PÚBLICA CON MOTIVO DE LOS 40 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA GRAN LOGIA CENTRAL DE COLOMBIA

 Iván Herrera Michel
Junio de 2025.

Se cumplen 40 años de la fundación de la Gran Logia Central de Colombia, la más antigua de carácter liberal del país. Cuatro décadas completas de trabajo constante, de afirmación de principios y de construcción de una vía Masónica distinta, profundamente comprometida con la libertad de conciencia y el librepensamiento. Lo que, en su momento, fue una apuesta muy audaz.
En 1985, y durante sus primeros 20 años de existencia, no era fácil hablar de Masonería liberal y adogmática en Colombia sin despertar sospechas, incomodidades o incluso rechazos abiertos. Pero quienes estuvimos allí desde el inicio sabíamos que el país necesitaba una alternativa que pusiera en el centro la dignidad humana. Una Masonería inclusiva, sin mitos y sin obediencias ciegas.
No escribo estas líneas como quien repasa un expediente, sino como quien recuerda con emoción lo vivido. Fui testigo de los primeros pasos, de las discusiones encendidas, de las dudas y también de la convicción. Era un movimiento de alcance nacional, en el que también fui parte de las decisiones difíciles, de los gestos fundadores, de los compromisos asumidos, de los golpes recibidos, sin saber del todo a dónde nos llevarían, pero sabiendo muy bien de dónde queríamos alejarnos.
Desde entonces, la Gran Logia Central de Colombia ha crecido sin traicionar su esencia. Y entre otros logros, ha ocupado con orgullo la presidencia de la Confederación Interamericana de Masonería Simbólica (CIMAS), organizó un Coloquio y Asamblea General de la Conferencia Masónica Americana (COMAM), es Cofundadora de la Convergencia Masónica Colombiana, y hoy una de sus Hermanas es la representante oficial del Centro de Enlace de las Potencias Masónicas Firmantes del Llamamiento de Estrasburgo (CLIPSAS) ante las organizaciones Masónicas del continente americano. Todo esto habla del camino recorrido, pero también del respeto que se ha ganado la Obediencia en los espacios internacionales del pensamiento Masónico libre.
Una larga y terca vida Masónica, me ha permitido el privilegio de ser hoy uno de los pocos Masones vivos y activos que fueron testigos y partícipes de los combates ideológicos y doctrinales que perfilaron su trayectoria, y puedo dar fe de que este camino no fue fácil. Hubo que abrir senderos a pulso, resistir incomprensiones y reafirmar constantemente el sentido progresista de nuestra vocación Masónica. Pero valió la pena.
Hoy, al rendir tributo de admiración a los fundadores visionarios, más que celebrar un aniversario, honramos una visión de Gran Logia. Una que supo sembrarse en el suelo difícil de la ortodoxia, pero que floreció libre y fecunda, a la que extiendo mi más fraterno reconocimiento, junto con una exhortación serena a mantener encendida la antorcha de la libertad de conciencia y de una perfecta tolerancia mutua, cuyo fuego es el alma viva de la Obediencia, porque, aún hoy, no hay muchos lugares en Colombia en donde se practique una Masonería que rinda culto real y comprometido a la libertad y a la igualdad.
Que los próximos 40 años encuentren en los miembros de la Gran Logia Central de Colombia no solo herederos, sino además verdaderos y lúcidos renovadores de ese ideal.
Con afecto fraternal,

Iván Herrera Michel