Por Iván
Herrera Michel
No lo hago como
un gesto de moda, ni para llamar la atención con la novedad tecnológica, sino
como un experimento histórico y cultural que pone en cuestión mi manera de
producir conocimiento, de narrar experiencias y de dialogar con el lector.
La humanidad
siempre ha escrito con las herramientas de su tiempo. Hubo un momento en que la
pluma reemplazó al cincel, en que la imprenta multiplicó las voces más allá de
los manuscritos monásticos, en que la máquina de escribir mecanizó la prosa, y
en que los procesadores de texto digitalizaron la página. En cada uno de esos
tránsitos hubo resistencia, temor y desconfianza sobre si se iba a perder la
autenticidad del pensamiento. La historia demostró que, por el contrario, la
herramienta amplió las posibilidades sin sustituir la esencia de lo humano.
Hoy vivimos una
nueva frontera, en la que la inteligencia artificial no es un oráculo ni un autor
autónomo; es un instrumento poderoso de organización, contraste y sugerencia.
En mi caso, no sustituirá la reflexión Masónica ni el juicio crítico que me
corresponde como escritor, sino que me acompañará como soporte metodológico. Me
ayudará a sistematizar referencias, a poner en orden mis ideas, a ensayar y
corregir alternativas de estilo. Pero las convicciones, las tesis, la
orientación filosófica, histórica y humanista seguirán siendo enteramente mías.
Entiendo que
este proyecto puede, además, contribuir al debate sociológico de fondo. ¿Qué puede
significar que la escritura, ese acto tan íntimo y humano, pueda ahora
realizarse en colaboración con un ente no humano? ¿Hasta dónde la tecnología
transforma nuestras formas de socialización, de transmisión cultural y de
construcción de autoría intelectual? Yo mismo no lo sé exactamente, pero
recuerdo que la Masonería, que en el siglo XVIII fue pionera en experimentar
nuevas formas de sociabilidad ilustrada, tiene mucho que decir en esta
conversación y sobre el temor de que las herramientas de nuestro tiempo, no siempre
se pongan al servicio de la libertad de conciencia, de la igualdad y de la
fraternidad.
Una cosa quiero
que quede claro: la ética del libro no radica en ocultar la herramienta, sino
en declarar con transparencia su papel. El pensamiento, la mirada crítica, la
responsabilidad de cada afirmación son mías, y la inteligencia artificial será
apenas un eco, un espejo, un cuaderno ampliado en el que ensayo y ordeno mis
ideas.
Comienzo este
proyecto consciente de que escribo en un momento de transición cultural,
convencido de que los símbolos antiguos todavía alumbran desafíos nuevos, y con
la certeza de que usar las herramientas del presente con lucidez y
responsabilidad no contradice la tradición, sino que la prolonga en su espíritu
más vivo, que es el de explorar caminos inusitados hacia el futuro, porque la
verdad no ha estado nunca en la herramienta
que se usa, sino en la conciencia de quien se atreve a usarla

3 comentarios:
Enhorabuena mi muy QH ∴ gran innovación y mejor oportunidad de experimentar esa nueva herramienta. TAF ∴
Muy acertada tu visión QH ∴. Es más bien un socio invisible que orienta detrás del modo de pensar y amplifica la comprensión de otros temas … Bienvenida la IA … no
Moja pero a veces empapa…
Me parece una gran idea, muy interesante, estaré pendiente del resultado.
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