Escuela
de Capacitación Masónica internacional Mariscal Andres Avelino Cáceres del Perú
Agosto
3 de 2025
Por Iván Herrera Michel
Queridas Hermanas, queridos Hermanos,
amigos y amigas:
Cada vez que nos reunimos a hablar de
historia en clave Masónica, sabemos que entramos en un terreno lleno de
símbolos, pero también de mitos que hemos heredado y repetido casi como
mantras. Y es que, dentro y fuera de nuestras Logias, se ha instalado la idea
romántica de que la independencia de las provincias españolas en América fue
obra directa de Masones organizados en Logias conspirativas, con planes
secretos y rituales que decidían el destino de los pueblos.
Hoy quiero invitarles a que dejemos esos
relatos en suspenso por un momento, para mirar el pasado como debe mirarse. Con
documentos, con método, con espíritu crítico y sin miedo a desmontar lo que no
se sostiene. Porque esta charla será un recorrido por las evidencias, desde la
Patagonia hasta el Rio Bravo, para separar con calma el mito del hecho, y la
devoción de la evidencia. Porque, al final, nuestra historia tiene tanta buena
historia, que no necesita que le inventemos más, y, en cambio, necesita ser
entendida con la luz que da el estudio riguroso, esa luz que siempre hemos
asociado con la Masonería misma.
……………………………..
Pero, ante todo, agradezco profundamente
la invitación que me ha hecho la “Escuela de Capacitación Masónica internacional,
Mariscal Andres Avelino Cáceres del Perú”, y el Muy Resp:. Gran Maestro, el
IL:. H:. Julio Diaz Ulloa, para compartir con ustedes algunas precisiones
históricas obtenidas mediante investigaciones rigurosas basadas en fuentes
documentales confiables.
A finales del siglo XVIII apenas existía
un pequeño rocío de Logias Masónicas inglesas y francesas dispersas en el
hemisferio occidental, sin mayor trascendencia para Latinoamérica. Las cosas
cambiaron en las colonias españolas a raíz de la insurrección contra el rey José
Bonaparte y la aparición en España de Juntas de Gobierno (Supremas,
Revolucionarias, Provinciales), así como de las Cortes de Cádiz entre 1808 y
1812. A partir de entonces viajaron al Nuevo Mundo algunos emisarios (que no
eran independentistas aún) con la misión especial de promover ciertos “gritos
de independencia” locales que impidieran el flujo de riquezas hacia la
España bonapartista y que juraran lealtad a la iglesia Católica y a Fernando
VII. Hasta aquí, no se ha encontrado rastro alguno de que los Masones o alguna Logia
Masónica participaran en un episodio independentista en Latinoamérica.
Y lo que convenientemente omiten la
mayoría de los libros Masónicos es que cuando Jose Bonaparte fue proclamado Rey
de España como José I, el 6 de julio de 1808, desde hacía tres años era el Gran
Maestro del Gran Oriente de Francia, cargo que ocupó ininterrumpidamente hasta
1813. Bajo su Gran Maestría habría de iniciarse Simón Bolívar en París, en
1805. En su palmarés Masónico, el rey José contaba además con haber sido Gran
Maestro del Gran Oriente de Italia de 1806 a 1808, y posteriormente Gran
Maestro de la Gran Logia Nacional de España de 1809 a 1813, tenía 40 años de
edad en el momento de subir al trono, y se había iniciado Masónicamente a los
25, en 1793, en Marsella, Francia, en la Logia “La Parfaite Sincérité”.
Cuando el rey José I llegó al trono
español, la Masonería estaba absolutamente prohibida en todo el territorio
español. Con él, la Masonería renace en España, levantando columnas de unas 34 Logias
madrileñas en total. De estas Logias surgieron los Masones que fundaron, en
octubre de 1809, la Gran Logia Nacional de España, y, en julio de 1811, el
Supremo Consejo del Grado 33° para España y sus dependencias. Que fueron
nuestra primera Gran Logia y Supremo Consejo con jurisdicción en la América de
habla castellana.
Lo segundo que debemos reconocer es que
no hay rastro verificable de que en alguno de los ejércitos libertadores de la
América española funcionara siquiera una Logia Masónica, ni militar ni de otro
tipo. Por muy discretas que hubieran sido en su accionar, llama poderosamente
la atención que, doscientos años después, no se haya encontrado huella
documental, material ni testimonial alguna ni en Europa ni en América al respecto.
Del mismo modo, tampoco se ha podido corroborar la existencia real de la
llamada “Logia Unión Auxiliar Número 7”, que supuestamente el general
puertorriqueño Antonio Valero de Bernabé habría fundado en el ejército
libertador del sur por orden de Bolívar, ni que durante su estancia en el Perú
Valero “fundó, afilió, regularizó y jurisdiccionó” diez Logias Masónicas.
Entre otras razones, porque ha resultado imposible sostener que en 1825
funcionaran diez Logias en Perú. Al respecto, las versiones más optimistas solo
hablan de cuatro Logias por entonces.
Para estudiar hoy la historia de la Masonería
en Hispanoamérica es obligado acudir a fuentes académicas especializadas, por
ejemplo, la Revista de Estudios Históricos de la Masonería Latinoamericana y
Caribeña (REHMLAC), el Seminario Permanente Internacional de Historia de las Masonerías
(SPIHM), el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española (CEHME), o
investigaciones desde la Universidad de Costa Rica, la UNAM de México, la
Universidad de La Habana, etc., así como a autores contemporáneos que se
apartan de los viejos mitos fabulosos (el inglés Frederic W. Seal-Coon, el
venezolano Eloy Reverón, el español José A. Ferrer Benimelli, el francés Alain
de Keghel, el chileno Felipe Santiago del Solar, entre otras fuentes
bibliográficas contemporáneas que están apartándose de los mitos fabulosos que
caracterizaron durante algún tiempo las narraciones, dentro y fuera de la
Orden.
Sentado lo anterior, y alejados de
conjeturas y suposiciones, los siguientes son los términos de la discusión
historiográfica en torno a una posible membresía Masónica de nuestros más
importantes y representativo proceres de nuestra independencia.
BERNARDO O´HIGGIN. Suele afirmarse que Bernardo O’Higgins
fue Masón bajo el supuesto errado de que la organización político-patriótica la
“Gran Reunión Americana”, fundada en Londres, y sus derivadas “Logias
Lautarinas”, en España, Argentina y Chile, a las que perteneció, eran Masónicas.
Quienes así lo afirman, para justificarlo, las califican como “Logias
operativas”, variando exprofeso el significado semántico e histórico del
concepto para conferirles etiquetas Masónicas a algunos próceres suramericanos.
Pero lo cierto es que no hay evidencia de que O´Higgins se haya Iniciado en una
Logia Masónica.
FRANCISCO DE MIRANDA. Sobre la calidad de Miranda existe una
discusión que no termina basada en el culto patriótico que se le rinde en Venezuela.
Sin embargo, ningún archivo logial
europeo o americano, ni acta de iniciación, ni documento privado contemporáneo
prueba su ingreso en la Orden.
De él se ha dicho que se Inició en la Masonería
en Filadelfia, Londres, París, Cádiz, Gibraltar, Virginia, y hasta que fue el
fundador de la Masonería venezolana y de la primera Gran Logia en su país en
1824 (seis años después de su muerte), pero lo único cierto es que nadie ha
podido mostrar una sola fuente documental, testimonial o circunstancial,
directa o indirecta, que pruebe su ingreso, visita o pertenencia a una Logia Masónica
alguna vez en su vida.
No obstante, pasando sobre lo anterior,
el primero de enero de 1950, el Gran Maestro de la Gran Logia de los Estados
Unidos de Venezuela (Antecedente común, antes del cisma de 1957, de las
actuales Gran Logia de la República Bolivariana de Venezuela y de la Gran Logia
de la República de Venezuela), José Tomás Uzcátegui, expidió, un Decreto
mediante el cual ordenó, sin suerte alguna, textualmente en su artículo 4° “recopilar
y publicar los datos Masónicos del Q∴ H∴ Francisco de Miranda”.
Al respecto, el historiador venezolano
Eloy Reverón García, elaborando su Tesis de grado en 1990, en la Escuela de
Historia de la Universidad Central de Venezuela, sobre la “Masonería en el
Siglo XIX”, examinó los archivos conservados desde 1853, constatando que “la
primera vez que apareció el nombre de Francisco de Miranda fue para archivar el
decreto del Gran Maestro, que de paso declaraba la fecha del nacimiento de
Miranda, a partir del bicentenario, Día Masónico Nacional”.
Por su parte, Frederick Seal-Coon,
miembro de la Logia de investigación Quatuor Coronati No. 2076, de la Gran Logia
Unida de Inglaterra, escribió un artículo en 1995 titulado “La Mítica Masonería
de Francisco de Miranda”, en el que pone en duda su membresía Masónica, por
falta de evidencia historiográfica solida en América y Europa.
Más aún, en 1926, el economista,
escritor y político venezolano Alberto Adriani (1898 – 1936) y el historiador
estadounidense, profesor de la Universidad de Illinois, William Spence
Robertson (1872-1955), descubrieron en la ciudad inglesa de Cirencester, a 150
Km. al oeste de Londres, el archivo personal de Miranda (conocido como
Colombeia) que consta de 63 cuerpos divididos en tres acápites (Viajes,
Revolución Francesa y Negociaciones). Venezuela lo adquirió siendo Ministro de
Relaciones Exteriores el historiador Caracciolo Parra Pérez (1888 – 1964), hoy
se encuentra en el Archivo General de la Nación de Venezuela, en Caracas, y en el
año 2007 la UNESCO lo integró al proyecto “Memoria del Mundo”.
Los investigadores tampoco han podido
encontrar en ninguno de los 63 tomos de este abundante archivo autobiográfico,
redactado en castellano, francés e inglés, un solo vestigio del paso de Miranda
por la Masonería. Y es notaria la ausencia, ya que el grado de detalles del
Precursor es de tal meticulosidad que hasta aparecen reseñadas las cortesanas
con las que durmió y los libros que compraba en cada país que visitaba.
En definitiva, no hay forma
historiográfica de sostener que Miranda se haya Iniciado en una Logia Masónica.
Solo suposiciones fundamentadas en interpretaciones sesgadas posteriores.
JOSÉ DE SAN MARTÍN. Del General José de San Martín no está realmente
documentada su pertenencia a una Logia Masónica desde su nacimiento en 1778, en
Yapeyú, Argentina, hasta su muerte en 1850. Se emplea como fuente primaria para
probar su membresía en la Orden una medalla que circuló en plata y bronce con
el perfil de su rostro, acuñada por la Logia “Perfaite Amitié” de
Bruselas, Bélgica, con el texto (La Perfecta Amistad const., al Or:. de
Bruselas el 7 de julio de 5807, al General San Martín, 5825).
Abona en beneficio de la hipótesis, no
solo la forma de datar los años en la medalla, usual en la Masonería (sumando
4.000 a la era común), sino además que en 1825 San Martín residía en Bruselas. Pero
una duda nace a partir del contexto en que fue acuñada la medalla, porque seis
meses antes de esa fecha (el 19 de enero de 1825), había sido publicado en el
periódico “La Belge Ami du Roi et de la Patrie” (La Bélgica Amiga del Rey y
de la Patria), que al grabador real y Masón Henry Simon, le fue comisionado
hacer una decena de medallas con el perfil de personajes famosos (no
necesariamente Masones) de la época (entre ellos Miranda). Por otra parte, no
se ha encontrado una sola evidencia que muestre que San Martín recibió la
Medalla. No lo menciona en su abundante correspondencia, ni ninguno de sus
allegados se refiere al tema en público o en privado.
Tampoco se ha podido confirmar que para
la época existiera una Logia llamada “La Perfaite Amitié” en Bruselas,
aunque sí en Amberes, en cuyos archivos no se conserva memoria de la presencia
de San Martín, de haber tenido correspondencia con él o de haber acuñado una
medalla en su honor.
Igualmente, hay que mencionar que, en el
Museo de la Gran Logia del Perú, se exhibe un Mandil claramente del REAA del
que se afirma desde hace un poco más de medio siglo que corresponde a una réplica
del usado por el General San Martín en 1821 en Lima en una Logia denominada
“Paz y Perfecta Armonía”, fundada 4 años antes como Logia Lauterina, presuntamente
transformada luego en Masónica y desaparecida en 1832 al cesar las actividades Masónicas
en el Perú. El punto con la réplica del Mandil es que el REAA llega por primera
vez a Suramérica por Caracas 3 años después de la llegada de San Martín a Lima,
las fuentes documentales disponibles muestran que las Logias Lauterinas eran
sociedades patrióticas sin actividad ritual y que solo funcionaron en España,
Argentina y Chile.
En definitiva, la incertidumbre persiste
sobre la calidad de Masón del General San Martín, y solo se cuenta con suposiciones
fundamentadas en interpretaciones sesgadas. Su filiación Masónica carece de
evidencia documental y pertenece al terreno de las atribuciones simbólicas
posteriores.
JOSÉ ANTONIO SUCRE. Los Masones venezolanos Francisco Castillo
Sanoja y Hello Castellón en la página 63 del libro “Quién es quién en la Masonería
venezolana”, publicado en Caracas en 1974, sostienen que "en el
archivo de la Resp:. Log:. “Perfecta Armonía No 2”, al Oriente de Cumaná,
actualmente en poder de la Resp:. Log:. Bella Altagracia N 24, hay un libro de
actas, con las hojas amarillentas por la acción del tiempo, donde aparece
registrado con fecha de 1811, el nombre del Mariscal José Antonio (sic) de
Sucre, como asistente a unas tenidas”.
A esta anotación se le critica que
Sucre, para ese tiempo, solo contaba con 16 años de edad, y la Masonería en
Venezuela tradicionalmente no recibe miembros tan jóvenes. En lo personal, yo
sí creo en la posibilidad de que se hubiera podido hacer una excepción con un
Sucre adolescente. Hemos visto bastantes excepciones en la Orden Masónica, por
diferentes motivos, en muchas partes, y esta no me sería extraña por las
siguientes razones:
Para alguien que a los 16 años de edad
era un precoz joven Teniente, miembro de una de las más aristocráticas y
adineradas familias venezolanas, que ostentaba lo que llamaba el exigente
sistema colonial de castas españoles “pureza de sangre” (que ni siquiera
Bolívar tenía), descendiente de nobles belgas, domiciliado en la Isla de
Margarita como Comandante de Ingenieros e hijo de un Gobernador, no es difícil
pensar que haya recibido el privilegio excepcional de ser Iniciado en la Masonería
a una temprana edad, y que visitara con cierta frecuencia a su familia y a su Logia
en su cercana ciudad natal de Cumaná. En este contexto, el acta mencionada
encaja perfectamente en cuanto a tiempo y lugar.
El problema surge porque en el archivo
del Instituto Venezolano de Estudios Masónicos (IVEM), reposa una lista
elaborada por el historiador venezolano Manuel Landaeta Rosales (1847 – 1920)
en la que la fecha de fundación de la Logia “Perfecta Armonía No 2” es
la del cuatro de noviembre de 1822. Es decir, once años después de la que
aparece en el acta.
Landaeta tuvo acceso a una enorme base
de datos, gracias a que se desempeñó como director de la Oficina para la
Publicación de la Gran Recopilación Geográfica, Estadística e Histórica de
Venezuela y fue director de la Biblioteca Nacional de Venezuela. Es posible que
Landaeta se haya equivocado, o que, por el contrario, los equivocados sean
Castillo y Castellón.
En definitiva, la incertidumbre persiste
sobre la calidad de Masón del General José Antonio de Sucre.
SIMÓN BOLÍVAR. El primer testimonio conocido de la
calidad de Masón de Bolívar lo constituye su “Diario de Bucaramanga”, recogido
en 1828 por su edecán francés, Luis Perú de Lacroix. En la anotación
correspondiente al 11 de mayo de 1928, Bolívar habría confesado, refiriéndose a
la Masonería, que “… también había tenido él la curiosidad de hacerse
iniciar para ver de cerca lo que eran aquellos misterios, y que en Paris había
sido recibido Maestro…”. No mencionó Grados escocistas.
Por otra parte, hay que mencionar que en
1824 llegó a Caracas Joseph Cernau (1763 – 1840/45), un controvertido Masón
francés proveniente del Supremo Consejo de Nueva York, USA, que sin tener
facultades para hacerlo repartió en esa ciudad, a diestra y siniestra, altos
Grados del REAA al nuevo liderazgo venezolano. De esta forma, otorgó setenta y
siete Grados 33°, once Grados 32°, ocho Grados 30° y treinta y tres Grados
variados, para un total de ciento veintinueve improvisados escocistas, de
quienes se afirma que instalaron ese mismo año el primer Supremo Consejo del
REAA de Venezuela. La feria de Grados fue de tal magnitud que el Coronel
Gerónimo Pompa Landaeta (prócer de la Guerra de Independencia) dejó testimonio
escrito sobre su carrera Masónica exprés de que en un año subió del Grado de
Aprendiz al 33°.
El punto principal aquí es que, en el
Archivo General de la Nación de Venezuela, reposa una nota manuscrita por el
General José Félix Blanco, Grado 33°, en la cual aparece el nombre de Simón
Bolívar como uno de los personajes destinatarios del Grado 33° que ofreció a
manos llenas Cernau. El problema con esta hipotética colación del Grado 33°, es
que para esas fechas Bolívar se encontraba en El Perú en plena campaña
libertadora del sur, exactamente en la población de Jauja, en el actual
Departamento de Junín, y no pudo haberlo recibido. Tampoco se conocen vestigios
de una posible delegación para otorgárselo o de haberlo recibido de alguna
manera, algún día, en alguna parte. Por la misma razón, resulta un falso
histórico el “Mandil y Collarín de Bolívar”. del Grado 32° del REAA, que
se exhibe en la librería y museo “Canciller Robert R. Livingston”, de la Gran Logia
de Nueva York. La de la Calle 23 de Manhattan.
La prueba reina de la calidad de Masón
del Libertador vendría en 1955 de la mano del escritor, periodista y político
venezolano Ramón Diaz Sánchez, quien negoció en Paris con su amigo M. Sorlet,
editor de la revista “Nouvelles Editions Latines”, el acta original de la
Tenida de la Logia San Alejandro de Escocia, del Gran Oriente de Francia, en la
que recibió el 11 de noviembre de1805, en París, el Grado de Compañero, a los
21 años de edad, firmada de su puño y letra, bajo la Gran Maestría de José
Bonaparte, el hermano de Napoleón que sería tres años después Rey de España y
fundador de nuestro primera Gran Logia y Supremo Consejo con jurisdicción en
toda la América española.
El hallazgo fue reforzado posteriormente
por la aparición de una lista de Maestros Masones, de diciembre de 1805 de la
misma Logia, en la que aparece el nombre del Libertador, descubierta por la
historiadora venezolana Miriam Blanco Fombona de Hood en la Biblioteca Nacional
de París.
En ambos casos,
los análisis sistemáticos y
grafológicos de los documentos franceses han sido concluyentes al confirmar,
fuera de toda duda, la autoría personal de la rúbrica de Bolívar y la
autenticidad de los documentos.
En definitiva, está plenamente
demostrado que Bolivar si fue Masón, precisando de que no existe constancia de
una vida Masónica más allá de los seis meses que vivió en París a los 21 años
de edad,
JOSÉ
ANTONIO PÁEZ. A pesar de no mencionar la Masonería en sus
“Memorias” autobiográficas, la prueba definitiva de su condición de Masón, la
constituye un documento original archivado en la Biblioteca Nacional de
Venezuela, que ha pasado todas las pruebas grafológicas, firmado personalmente
por “El león de Apure”, en calidad de Venerable Maestro, mediante el
cual solicita Carta Patente a la Logia La Amigable N° 25, de Baltimore.
Por
otra parte, está documentado que José Antonio Páez, en su segundo periodo
presidencial (1839 - 43), “refundó” el Supremo Consejo de Venezuela el
10 de mayo de 1840 en calidad de Soberano Gran Comendador para el periodo 1840
– 42.
Visto
lo anterior, queda fuera de toda duda razonable la calidad de Masón del General
José Antonio Páez, con la aclaración de que solo existen evidencias fidedignas
de que lo fue con posterioridad a las campañas libertadoras de la Nueva Granada
y Venezuela. No antes, ni durante las gestas independentistas.
POR ÚLTIMO,
REVISEMOS LOS PROCERES DE MÉXICO. La verdad es que la gran mayoría de los
principales líderes insurgentes, Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio
Allende, Juan Aldama, Miguel Domínguez, José María Cos, Vicente Guerrero y
Agustín de Iturbide, carecen de cualquier prueba documental que confirme su
vinculación Masónica. No existe una sola acta de iniciación, ni mandiles, ni
cartas, ni menciones en correspondencias privadas o archivos eclesiásticos y
civiles de la época que lo sustente. Sus nombres tampoco figuran en registros
de las Logias de ese entonces, entre otras cosas porque la Masonería
institucionalizada en México
se estructuró formalmente en la década de 1820, una vez consumada la
independencia.
El primero que afirma que estos personajes
fueron Masones, fue José María Mateos, en su obra “Historia de la Masonería
en México desde 1806 hasta 1884”, publicada ese mismo año de 1884, en la
que sostuvo, de paso, que fueron iniciados en una Logia llamada "Arquitectura
Moral” en 1806 en la ciudad de México. Sin embargo, no hay evidencia de su
existencia, ningún registro logial de la época la respalda, y el propio Mateos
se contradice al ubicar la primera logia oficial en 1813. Hoy esta Logia es
considerada un mito fundacional, repetido en la literatura Masónica posterior sin
ningún respaldo primario.
En
contraste, el único caso con respaldo documental claro es el de Guadalupe
Victoria, el primer presidente de México, cuyo paso por Logias del Rito York
está debidamente registrado. Su filiación Masónica es un hecho documentado en
fuentes primarias, como las actas de la Gran Logia de Nueva York, de 1826 a 1828,
el Libro de actas de 1826 de instalación de la Gran Logia Nacional Mexicana del
Rito York, conservado en la Biblioteca Lerdo de Tejada, los informes
diplomáticos del Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en México, Joel
R. Poinsett desde 1825 hasta1827, la edición del periódico “El Sol” del
15 de marzo de 1827, y los estatutos de la Gran Legión del Águila Negra de 1823,
que reposa en el Archivo General de la Nación, en donde Guadalupe Victoria
figura como fundador.
…………………………………………….
Para finalizar, Queridas Hermanas y
Hermanos, amigos y amigas:
Comenzamos esta charla diciendo que la
independencia hispanoamericana fue un proceso que la Masonería debía observa
con el mismo rigor que aplicamos en nuestras columnas. Los archivos son claros.
Salvo casos puntuales y bien documentados como el de Bolívar en París, Páez en
Venezuela y Guadalupe Victoria en México, no hubo próceres Masones, ni Logias
libertadoras ni políticas Masónicas organizadas en la emancipación americana.
Hoy la historiografía crítica, apoyada
en archivos civiles, notariales, parroquiales y Logiales, ha mostrado que el
siglo XX repitió con demasiada comodidad lo que le convenía creer. Y, sin
embargo, esta constatación no nos debilita, sino que nos engrandece, porque si
hay algo profundamente Masónico es la búsqueda de la verdad, aunque nos obligue
a reescribir relatos que parecían intocables. Y decirlo así no disminuye a la Masonería,
sino que la devuelve a su esencia crítica, ética y esclarecedora.
Cierro con gratitud por su atención y
con la certeza de que, si algo podemos aprender esta noche, es que, con
honestidad intelectual, la búsqueda de la verdad histórica también hay un acto profundamente
Masónico. Porque desmontar mitos para iluminar hechos es, en sí mismo, un
trabajo de auténtica construcción.
Es mi palabra, QQ∴HH∴ y amigos. Muchas gracias por su fraternidad y amabilidad.

1 comentario:
Luces extraordinarias y necesarias! Mil gracias
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