domingo, 31 de mayo de 2015

LA PUREZA DEL REAA. ¿CUÁL PUREZA?

              
Por Iván Herrera Michel
             
Mandil de Maestro del REAA
No es extraño encontrar Masones y Supremos Consejos que se reivindican a sí mismo como los que observan la “pureza” del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (REAA). Y lo dicen con aire tan resuelto que me hacen recordar a Umberto Eco cuando se pregunta “¿Cómo no caer de rodillas ante el altar de la certeza?”.
              
Pero lo cierto es que hoy todos estamos igualmente alejados de los rituales iniciales del REAA, porque es mucho lo que han evolucionado en dos siglos en los cinco continentes.
         
A manera de ejemplo sencillo me remito a un masón venezolano que me ha preguntado recientemente sobre la Batería del primer Grado del REAA en la que en ocasiones el segundo golpe se da más fuerte, se acentúan crecientemente en otras y en unas más se muestran uniformes. Cuando he indagado sobre cada una de estas modalidades he obtenido una explicación simbólica aceptable que me pone de presente una vez más que la Masonería ha demostrado ser una impresionante máquina de generar ideas.
       
De lo cual se infiere algo que muchos Masones no están dispuestos a aceptar: No hay una forma correcta de practicar el REAA, sino tantas formas correctas como modalidades correctas y no arbitrarias existen hoy.
               
Me explico:
         
Los Masones poseen un gran apego a sus tradiciones, usos y costumbres, y esto les ha permitido la trasmisión de un patrimonio iniciático único y la percepción de su quehacer en términos históricos. La globalización y el océano de información disponible además del enfrentamiento con el gran reto del futuro no han cambiado la inercia del fenómeno, pero si han facilitado su conocimiento.  
         
Lo primero que debemos reconocer con absoluta objetividad es que pese a su admirable homogeneidad (extensión, nombre de los Grados, Signos, Toques, Etc.), el ADN iniciático del REAA en su expansión durante más de doscientos años ha ido adquiriendo innegables diferenciaciones. Algunas de ellas, incompatibles entre sí.
     
Ni los ritos ni los rituales nacen espontáneamente. Son derivaciones de experiencias anteriores. Una de las fuentes más comunes de esta mutabilidad radica en los préstamos que se toman de otros ritos Masónicos, de otras escuelas iniciáticas, de diversas disciplinas filosóficas, de algunas religiones, Etc. A partir de allí, un ejercicio sincrético durante un tiempo prolongado hace que la novedad se convierta en una costumbre que todos defienden, a la que nadie le recuerda el origen, y que entra a formar parte de la “Pureza del Rito".
              
El REAA no es la excepción en la evolución general de la Masonería, y cuando se particulariza como un cuerpo autónomo en 1801 en los Estados Unidos, y obtiene su denominación actual en 1804 en Francia, ya había quedado atrás por mutación lo que había llevado desde Francia a América Etienne Morín, casi 40 años antes, proveniente del Rito de Perfección de 25 Grados.
         
Ahora bien, si la intención es mostrar que se practica la más pura versión del REAA, se tiene que pasar antes por el examen del cotejo con los más antiguos rituales que se conocen. El ejercicio es fácil: Una vez confrontados los rituales que se practican con los primigenios, lo que sobra, lo que falta y lo que difiere constituye el agregado “impuro”.
               
Para el caso del simbolismo del REAA, los rituales más antiguos que se conocen son los de los Grados de Aprendiz, Compañero y Maestro que contiene la “Guía de los Masones Escoceses”, impresa en Francia en 1810 tan solo nueve años después de fundado en Estados Unidos el primer Supremo Consejo y seis de haber desembarcado el rito en Europa.
                
Al respecto, existe un reciente trabajo de investigación en idioma castellano que se puede adquirir por internet titulado “Lapis Reprobatus Secretum Custoditum”. El libro incluye los rituales completos de los tres Grados simbólicos del REAA, con indicación de lo “hablado”, lo “actuado” y el decorado de la Logia, además del catecismo de cada uno de ellos. Lo cual resulta muy didáctico.
          
En cuanto a los llamados Altos Grados del REAA (del 4° al 33°), la forma más temprana de sus rituales con que contamos está consignada en el libro “Ordo AB Chao: The Original and Complete Rituals, 4th-33rd Degrees of the First Supreme Council, 33rd Degree at Charleston, South Carolina”, que es una copia de los utilizados por Frederick Dalcho, un londinense que en 1801, a los treintaiun años de edad, cofundó en la ciudad de Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos, en compañía de otros diez Masones, el que se considera el más antiguo Supremo Consejo del mundo, cuando aún faltaban tres años para que el rito se denominara Escocés Antiguo y Aceptado.
        
El libro “Ordo AB Chao: The Original and Complete…” corresponde a la trascripción que hizo directamente del manuscrito de Dalcho en 1827 Giles F. Yates, miembro al mismo tiempo de los Supremos Consejos para las Jurisdicciones del Norte y del Sur de los Estados Unidos. El documento permaneció en una colección privada hasta que fue redescubierto en 1938, y hoy se puede comprar por Internet.
                 
Para los efectos estadounidenses es evidente que Albert Pike se inspiró en partes de estos rituales para la revisión que hizo, se alejó de algunos de sus tópicos fundamentales y modificó otros. También es significativa la distancia con las versiones del REAA que se practican hoy en Europa, África y Latinoamérica.
                  
Ello ratifica con la tozudez de los hechos la pluralidad en que estamos inmersos dos siglos después del puntapié inicial y muestra que cada nuevo ramal ha incluido una misión y un destino.
                     
Porque más allá de la tradición del REAA en los siglos XIX y XX, lo más importante ahora es que la paramasonería burocrática de los “criterios”, “declaraciones”, “principios fundamentales”, Etc., con que se quiere determinar la regularidad y la pureza de la Masonería, no conlleven un estancamiento en el desarrollo de sus capacidades.