UNA
MIRADA NEUROLÓGICA
Por Iván
Herrera Michel
La ciencia
está arrojando luces insospechadas sobre el origen de nuestras decisiones, y parece
ser que la moral humana tiene un componente evolutivo ligado al comportamiento
social que se manifiesta en la conducta en las Logias Masónicas. La especie humana
evolucionó en grupos pequeños en donde la coerción era fundamental, y es
posible que esta circunstancia metaobedencial explique la distribución tribal
de la Orden en familias conservadoras y liberales.
Un ejemplo
que siempre me causo interés, sucedió durante mi época de Director fundador de
los primeros 35 números de las revistas escritas trimestrales “Plancha Masónica” (2000 – 2008) y miembro
fundador del Comité de Redacción de "El
Misionero", durante sus primeras 65 ediciones (1992 – 2008), cuando a
mi residencia llegaban cumplidamente algunos Masones en su búsqueda, solicitándome
de paso que les guardara el secreto porque en su Obediencia estaba prohibido
leerlas. Censura similar han sufrido en algunos espacios internos y externos de la Orden mis libros
y artículos publicados en papel, sitios webs o en este blog.
Las prohibiciones
se han extrapolado a comunidades virtuales interactivas, y las razones siguen
siendo las mismas: es indebido compartir escritos de un Masón de otro sector de
la Masonería. Y ni hablemos de circular en algunas de ellas la Plancha de una
Masona. Es como si Anderson hubiera redactado un séptimo punto en la segunda
parte de sus Constituciones de 1723, sobre los deberes de los Masones, titulado
“Cuando los hermanos se reúnen en internet”
que elevado a Landmark prohibiera este desenvolvimiento integral de la
fraternidad Masónica.
Son ecosistemas
Masónicos cerrados, del tipo burbujas, que muestran un espectro autista (del griego auto: que actúa sobre sí
mismo, e ismo: tendencia, proceso) que afecta negativamente la capacidad de
comunicación de un Masón con otros Masones y/o Masonas, por su permanente
obsesión en seguir rutinas doctrinales específicas y en redundar en consignas
repetitivas. Hay quienes encuentran en este adoctrinamiento un espacio
coherente con su pensamiento conservador y el que termina haciendo mutis por el
foro alejándose de los Talleres. Un bálsamo frente a estos últimos consiste en
asegurarles que pronto cambiarán las cosas aunque tarde o temprano caigan en
cuenta que el cambio se demora mucho y que el dialogo entre una funcionalidad
conservadora y otra integradora de la diferencia es muy difícil.
En lo macro,
se acostumbra mirar con una óptica geopolítica el bloque tectónico que
constituyen las Obediencias militantes en la “regularidad” anglosajona. No obstante, en lo micro encontramos
mentalidades individuales que marcan diferencia e impulsan el proceso hacía el
inmovilismo, que hay que mirar con una óptica sicológica adicional. Me explico:
Una
investigación adelantada por el Dr. Ryota Kanai, del Institute of Cognitive
Neuroscience de la University College London, con 90 voluntarios sanos sobre su
orientación política, publicada en la revista Current Biology en el mes de
marzo de 2011, concluyó que existen diferencias sustanciales en los estilos
cognitivos y funcionales de liberales y conservadores relacionados con sus
posiciones sicológicas que reflejan influencias genéticas e interacciones con
factores ambientales originados en una parte del córtex. El resultado del estudio
asoció un mayor liberalismo con un aumento de volumen de la materia gris en la
corteza cingulada anterior, mientras que un mayor conservadurismo mostró un
aumento del volumen de la amígdala derecha. Al parecer, se evidencia “una mayor capacidad de los liberales para
hacer frente a la información conflictiva, y una mayor competencia de los
conservadores para reconocer una amenaza.”
Adicionalmente
afirma el Dr. Kanai que "no queda
claro si la estructura del cerebro determina la actitud política o es al revés.
Por lo tanto hay que ser precavido antes de interpretar la relación de
causalidad. En estas estructuras se encuentran reflejados rasgos de
personalidad tales como la sensibilidad al miedo o a la incertidumbre, que a su
vez contribuyen a la formación de declinaciones políticas".
Paralelamente,
para la misma época la revista 'Science'
publicaba un estudio que constataba que “aquellos
cuya fisiología responde más intensamente a las amenazas (a través de la
visualización de imágenes o exposición a ruidos) eran más conservadores, con
actitudes políticas tendentes a la protección del Estado o la defensa de la
pena de muerte. Por el contrario, los menos afectados por la intimidación
tienden a empatizar más con los inmigrantes o a rechazar la pena de muerte.”
En términos
prácticos, y alejados del lenguaje científico, lo anterior significa que hay
una correlación entre la estructura del cerebro y los mecanismos sicológicos
que median en nuestras decisiones.
Ya en la
Orden, si a esta base biológica le sumamos una decidida manipulación u omisión
de la información, verdades a medias, propagación de rumores, descontextualización
y reduccionismo, sumados a un sistema autoritario de premios y castigos,
tendremos con los Masones que permanezcan un largo periodo en los Talleres un universo
autista, que en lo macro termina sirviendo para sustentar los vaticanismos
políticos que existen en la Orden.
Pero no debe
ser esta condición una motivación para la hostilidad mutua, sino para reconocer
que la forma de ser de una Masonería no es una versión deteriorada de la otra,
y que cada una tiene para sus miembros un valor y un sentido profundamente
arraigado en su conducta y en los desafíos que enfrenta una persona para estar
bien regulada emocionalmente.