jueves, 7 de septiembre de 2017

EN NOMBRE DE ALÁ, LA BIBLIA Y LA TRADICIÓN MASÓNICA


Por Iván Herrera Michel
             
          
Ceremonia cristiana del KKK
La reciente escalada de violencia protagonizada por supremacistas blancos pertenecientes a movimientos neonazis y del KKK en Charlottesville (Virginia - USA), y los atentados de Barcelona y Cambrils (España), adelantados por inmigrantes, con su estela de muertos, heridos y daños materiales, hay que mirarlos más allá de la condición de cristianos y musulmanes en que se apoyan para legitimar y darles transcendencia a sus actos
                                             
Igual pasa con las historias de discriminación propiciadas por masones que no se limitan a la que se practica contra la mujer en la masonería de corte anglosajona o a la segregación racial en Estados Unidos. El New York Time, en su edición del dos de julio de 2009, informó a sus lectores que la Logia “Gate City Lodge” No. 2, con sede en Atlanta y jurisdiccionada a la Gran Logia de Georgia, fue acusada de “conducta antimasónica”, y en consecuencia se le imputó cargos al Venerable Maestro por haber Iniciado y llevado al Grado de Maestro al afroamericano Víctor Marshall, violando una “augusta tradición” de 275 años que ordenaba, bajo la invocación de “antiguas luces”, no iniciar hombres negros. Los cargos exigían que el Venerable Maestro fuera expulsado y la Logia perdiera su Carta.
            
El caso llego a los tribunales civiles y la Gran Logia de Georgia debió revertir sus
Víctor Marshall
disposiciones. Los autores iniciales de las denuncias, Douglas Hubert Ethridge, Venerable Maestro del Metro Daylight Lodge No. 743, en Chamblee, y Starling A. Hicks, Venerable Maestro de la Philologia Lodge No. 178, en Conyers, ambos suburbios de Atlanta, se negaron a comentar. Cuando la Corte llamó telefónicamente al Sr. Etheridge para discutir la demanda, contestó: "Al diablo con usted, amigo", y colgó.
             
No existe ninguna duda de que la antipatía hacia quienes son vistos como diferentes es muy antigua. Pero hoy no solo se odia abierta y descaradamente, sino que además estamos observando que las redes sociales y los medios de comunicación esparcen sus semillas rápidamente en un área mayor. Como si quien lo hace, insulta y opina pudiera envanecerse.
                
La animadversión a la pluralidad de las familias, a los inmigrantes, a los negros, a los musulmanes, a los que aman diferente… solo puede ser combatida previniendo el contagio. El personaje de la Inquietud del “Fausto” de Goethe se define a sí mismo confesando que “al que alguna vez yo poseo, de nada vale el mundo entero”. A partir de allí, todo parece alarmante, ceñudo y abrupto.  Esta perspectiva tiene la gracia de limitar la empatía y reducir los colectivos a una sola categoría (negro, mujer, musulmán, sudaca, homosexual, masón, judío, cristiano, ateo...) con unos atributos y asociaciones fijas (raza inferior, sexo débil, terrorista, inmigrante pobre, inmoral, conspirador, ladino, fanático, sin valores...).
              
Con el paso del tiempo se impone una sola forma mutilada de mirar al diferente a partir de prejuicios que dificultan imaginar que es especial cada negro, mujer, musulmán, sudaca, homosexual, masón, judío, cristiano, ateo... e iguales en dignidad y en la búsqueda fundamental de su bienestar. De esa imagen distorsionada surgen los “motivos” para justificar la animadversión y la agresión como un acto de legítima defensa. Esta sensación brinda la certeza de que se actúa impunemente en nombre de Alá, la Biblia, la Tradición Masónica…
               
Al momento de meditar, se hace indispensable no solo consultar la biografía personal de los autores, sino además detenerse en las estructuras sociales, económicas e ideológicas que los rodean. La entereza contra la antipatía exige colonizar la imaginación con historias agradables sobre la vida del diferente.  
            
Y aceptar conscientemente la realidad: No existe una sola clase de negro, mujer, musulmán, sudaca, homosexual, masón, judío, cristiano, ateo… existen múltiples clases de negros, mujeres, musulmanes, sudacas, homosexuales, masones, judíos, cristianos, ateos...
                             
En realidad, existen tantos como sea el número de ellos.