miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA MASONERÍA TODA ES UN GRAN SOLSTICIO


Por Iván Herrera Michel
   
Culmina un año en el que la Masonería Moderna en todos los continentes celebró su cumpleaños número 300 (y eso de por sí es un gran solsticio histórico), y si bien los nombres de la inmensa mayoría de los cientos de millones de hombres y mujeres, que en ese tiempo han sido Masones y Masonas, puede haberse diluido en la memoria colectiva de la Orden, les sobreviven sus contribuciones individuales, a la manera de la materia oscura del universo, indetectable para la vista, pero fácilmente inferible por sus efectos reales. 
                   
Durante las celebraciones del tricentenario, ha habido muchas referencias en discursos, libros y exposiciones a las no más de quinientas personas famosas que han adornado nuestra fraternidad en los últimos tres siglos Algunas de ellas han hecho importantes contribuciones al desarrollo y la evolución del pensamiento Masónico (y eso es un solsticio a celebrar).  Otras simplemente han disfrutado de la fraternidad de sus Hermanos, viendo su Logia como un remanso de paz en un mundo a menudo turbulento y estresante.  A todas ellas las recordamos y les rendimos el debido tributo de aprecio fraternal.
                
Pero lo que a menudo olvidamos, y raramente elogiamos, es al núcleo central de nuestra membresía.  A la mayoría silenciosa de cientos de millones de obreros y obreras construyendo anónimamente como las abejas de un panal.  Al Masón y a la Masona de a pie que no ocupó, ni buscó ocupar, cargos importantes ni dentro ni fuera de la Masonería, y cuyos recuerdos se han desvanecido, pero que se dedicaron de manera tranquila a mantener viva la Masonería, preservando unos principios que desinteresadamente trasmitieron a la próxima generación (y eso es un solsticio a celebrar). 
                  
Esos Masones y Masonas, casi inconscientemente, han mantenido y exhibido nuestros principios en sus vidas públicas y privadas, y en el camino han expuesto una diferencia en sus comunidades, a la vez que perpetuaban el método de construcción Masónico. Sus actividades abarcan toda la gama de la vida social, y sin estos grupos los menos afortunados de nuestras sociedades estarían seguramente más desprotegidos. 
                    
Es una masa invisible que no encontramos en los libros de historia, pero que, al conformar un enorme egregor que traspasa los tiempos y los lugares, con una moral Masónica, sencilla y bienhechora, sin ambiciones de dinero ni de poder, hacen de su decencia un sacerdocio, de su familia un templo, y de su palabra comprometida un altar elevado a la gloria del más profundo sentido de la vida humana, llevando a sí mismo y a los otros claridades en donde hay oscuridad, e invitaciones, con el ejemplo de su conducta, a ser libres para valorar el bien y el mal, a considerar a todos como iguales en dignidad y en derechos, y a ejercer la fraternidad y la solidaridad sin distingos de ninguna naturaleza.
                 
Vivimos en una sociedad cada vez más individualista, en la que el individuo parece ser lo más importante, y en donde la moralidad pública y privada está en declive. En este paisaje, los Masones y Masonas pueden ser el necesario solsticio que obsequia un albor a la penumbra.
                
Por lo tanto, Los principios de la Masonería y nuestra fuerte tradición de servicio a la comunidad, siguen teniendo un papel real en el futuro de la sociedad.  La Masonería como institución no tiene el poder para cambiar las cosas, pero nosotros, como Masones y Masonas, individualmente podemos mostrar una diferencia en nuestros entornos, tal como lo hicieron nuestros cientos de millones de antepasados.
                     
Hemos estado celebrando durante todo el año el tricentenario de una institución que está formada por personas.  En realidad, por millones de personas herederas de cientos de millones de personas.  Debemos recordar con orgullo lo que la mayoría de nuestros antepasados ha hecho.  Sus nombres pueden haberse olvidado, pero su servicio y sus resultados les sobreviven.  Hemos heredado la tradición honorable de hacernos cargo del mundo, y ahora debemos mirar hacia el futuro para asegurarnos de que los principios continúen.
               
En el marco de la celebración de los 300 años de la Masonería Moderna, y con ocasión de la reflexión simbólica sobre el avance de la luz en la oscuridad, desde este blog personal rindo tributo al pueblo Masónico que en todas las geografías y en todas las épocas han llevado nuestras luces y nuestra fuerte tradición de servicio a sus familias y a sus comunidades.  Por ellos, que marcaron, y por los millones que aún marcan la diferencia, la Orden Masónica aún posee un papel real en el futuro de nuestras sociedades.
                 
Por último, y para cerrar estas cortas palabras, que serán las de mi última publicación de 2017 en este blog, deseo a sus lectores que las fiestas de fin de año lleven toda la felicidad posible a sus familias, y que los trabajos de nuestras Logias nos ayuden en el año 2018 a convertirnos, nosotros mismos, juntos y por separados, en el solsticio que marca la diferencia.