domingo, 28 de febrero de 2021

LA MASONERÍA DE BARRANQUILLA EN EL SIGLO XIX

Por Iván Herrera Michel
 

Escudo de Barranquilla
(otorgado en 1813)

Para efectos de este escrito podemos considerar que el Siglo XIX Masónico barranquillero se inicia en 1813 con el primer contacto registrado de la población con un Masón, y termina con la inauguración del “Templo de la Calle Caldas” en 1907, en la actual. Calle 38 No. 41 – 45.

                                             
EL PRIMER CONTACTO CON UN MASÓN
                                  
Barranquilla inicia el siglo XIX siendo un pequeño corregimiento y fondeadero sin mayor jerarquía sobre el Rio Magdalena poblado por 3.000 habitantes mestizos y mulatos, asentados sin el diseño de cuadricula española, y lo culmina como el principal puerto marítimo y fluvial de Colombia con 40.000 almas, una significativa población extranjera, y representaciones consulares de 16 naciones distintas, repartidas en 30 calles y 24 callejones.
                          
La primera relación constatada de Barranquilla con los Masones fue en 1813 a través de un joven Masón cartagenero de 24 años de edad, que llegó reclutando soldados para su campaña contra la ciudad de Santa Marta. Bajo su mando, mueren alrededor de 100 barranquilleros en una batalla cerca de la población de Ciénaga. Eran tiempos de guerra entre la independentista Cartagena de Indias y la realista Santa Marta. Ese mismo año, otros 500 naturales se habían tomado a Santa Marta durante dos meses bajo las órdenes del General y aventurero francés Pedro Labatut, entonces al servicio de la independencia absoluta de Cartagena de Indias proclamada dos años antes. 
                                          
Se trataba del abogado Manuel Juan Robustismo de los Dolores Rodríguez Toríces, que para esos días oficiaba como “Presidente del Estado de Cartagena en calidad de dictador”, nombrado por la Convención del Estado de Cartagena, el 21 de enero de 1812, y figuraba en la membresía de la Logia “Las Tres Virtudes Teologales” de su ciudad natal. Tres años después, luego de haberse desempeñado en 1815 como presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, sería fusilado el 5 de octubre de 1816 en Santafé de Bogotá por el General Pablo Morillo, su cabeza cortada, metida en una jaula y expuesta en la Pila de la Plaza de San Victorino de esa ciudad.  

Como agradecimiento por el apoyo recibido y el sacrificio de su población, Rodríguez Toríces otorgó a Barranquilla en abril de 1813 el título de Villa, gracias al cual podía contar con un Corregidor Letrado, un Ayuntamiento, la condición de Capital del Departamento de Barlovento o Tierradentro, y un escudo, precisamente con el lema de “Premio al Patriotismo”.                         

CARACTERÍSTICAS DE LA MASONES BARRANQUILLEROS
                            
En la Costa Atlántica colombiana, Barranquilla fue la tercera ciudad en contar con una Logia Masónica luego de, en orden cronológico, Cartagena y Santa Marta. Con la peculiaridad de que las cuatro primeras Logias no trabajaron simultáneamente, sino una después de la otra y a partir de la desaparición de la anterior. Una quinta Logia trabajaría en paralelo, a raíz del primer gran cisma que sufrió la Orden en Colombia de 1864 a 1888 con la creación del Supremo Consejo de la Jurisdicción del Centro del Grado 33º” en Bogotá. 
                                            
A diferencia de las de Cartagena y Santa Marta, las cinco Logias barranquilleras del siglo XIX no tuvieron a sacerdotes católicos como miembros. Tampoco a muchos militares. Sino a comerciantes, miembros de profesiones liberales y autoridades civiles locales, como correspondía a una población que crecía y prosperaba por su posición geográfica privilegiada para el comercio exterior. 
                                        
Tampoco se distinguieron por una especial militancia política, como la bogotana “Estrella del Tequendama” (1849 – 1887), que durante el llamado “Olimpo Radical” (1863 - 1886) tuvo como miembros a ocho presidentes del país. Ni representaron una sociabilidad intelectual promotora de la educación, las artes y la cultura. Y a diferencia de los andinos, que eran anticlericales vinculados al Liberalismo Radical, los Masones de Barranquilla eran afines a un liberalismo conciliador que concertaba sin mayor dificultad su condición Masónica con el fervor católico. 
                          
La Masonería aterriza logialmente en Barranquilla en 1840. Es decir, en pleno auge de su despegue económico, dos años antes del Decreto del 1° de julio de 1842 del General Pedro Alcántara Herrán, Masón miembro de la Logia "Estrella del Tequendama" No. 11 de Bogotá y Presidente de la República de la Nueva Granada, que habilitó el cercano puerto de Sabanilla para la importación. 
                               
Posteriormente, en 1849, siendo Presidente su suegro, el General Tomás Cipriano de Mosquera (quien luego habría de Iniciarse en la Masonería y pertenecer a las Logias “Fraternidad Bogotana No. 16” (1858) y “Propagadores de la Luz No. 1” (1864), fomentó la navegación de barcos a vapor por el Río Magdalena, autorizó la exportación por el Puerto de Sabanilla e instaló una Aduana allí mismo.
                    
Desde entonces, la ciudad dinamizó su comercio exterior y atrajo un buen número de comerciantes nacionales y extranjeros durante la segunda mitad del siglo XIX, que se residenciaron en ella, crearon riquezas, enriquecieron su gastronomía y dejaron descendencia. 
                                  
De este sector de la sociedad surgieron mayoritariamente los Masones que colmaron las Columnas de las Logias de la ciudad, quienes además, siendo miembros del Partido Conservador colombiano, lograron que Barranquilla fuera una de las cuatro ciudades que en el país sobrevivieron a los ataques del Presidente Rafael Núñez, junto con Cartagena de Indias, Santa Marta y Ciénaga. De hecho, son las únicas ciudades que pueden mostrar un hilo histórico ininterrumpido de actividad logial desde el Siglo XIX. 
                    
Cuando el 1º de enero de 1852 entra en vigencia la abolición de la esclavitud en la República de la Nueva Granada, Barranquilla cuenta con 71 esclavos a los que se les concede Carta de Libertad.  El presidente de la República que impulsó la prohibición nacional fue el Masón José Hilario López; iniciado en 1834 en Cartagena en la Logia “Hospitalidad Granadina” No. 1, y, para entonces, miembro de la Logia “Estrella del Tequendama” No. 11, de Bogotá, a la cual asistía con gran parte de su Gabinete.
 
Y quien proclamó la abolición ese mismo día para la Villa de Barranquilla fue el Gobernador de la Provincia de Cartagena, Juán José Nieto Gil. Sus palabras en la Plaza del Matadero de Cartagena fueron:

 “Mis hermanos, desde hoy se acabaron los esclavos, y es por eso que les saludo en este día, el más bello que ha traído la República… Es el día en que ha desaparecido de entre nosotros el odioso título de señor y esclavo, y en que ninguno de nuestros hermanos llevará colgada en su cuello la poderosa, la negra, cadena de la servidumbre (...) Celebramos el triunfo de la humanidad sobre la violencia. Bien puede pesarle a los rancios privilegios, nada importa.”

                  

LAS PRIMERAS LOGIAS DE LA CIUDAD
                    
Cuatro Logias existieron en la Barranquilla del siglo XIX bajo los auspicios del Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino fundado en 1833, con carta Patente del Gran Oriente de Francia de 1851, que varió su nombre en 1939 al de Supremo Consejo del Grado 33° Para Colombia, actualmente con sede en Bogotá: “Caridad No. 5” (1840), “Unión Fraternal No. 12” (1850), “Fraternidad No. 22” (1862) y “El Siglo XIX No. 24” (1864). La primera siendo Soberano Gran Comendador el notario Dionisio Bautista, y las tres últimas el General Juan José Nieto Gil. 
                                  
Igualmente, se creó en 1863 el Capítulo del Grado XVIII del REAA “En el Delta, No. 5” (nombrado así por el vecino delta que formaba el Rio Magdalena en su desembocadura en el Mar Caribe), instalado también bajo los auspicios del Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino (1833) cuando lo presidía el General Juan José Nieto Gil. 
                  
Eran días de grandes trasformaciones nacionales. El país cambió de nombre el 8 de mayo de 1863  en Rionegro, Antioquia, de Confederación Granadina a Estados Unidos de Colombia, gracias a una nueva constitución política de corte liberal y federalista, en donde cada uno de los nueve estados que la constituían adquirieron soberanía legal, un ejército, una rama judicial independiente, autonomía fiscal, se garantizaron las libertades individuales, de comercio, de opinión, de imprenta, de enseñanza, de asociación, fue legal que los ciudadanos tuvieran armas y las comercializaran, se abolió la pena de muerte, se dio prioridad en la educación a la física, la química, la biología y la filosofía, se ordenó la separación de Iglesia y Estado, se disminuyó el periodo presidencial de 4 a 2 años, limitando sus facultades, y se le otorgó preponderancia al Parlamento. En la nueva repartición administrativa y territorial, Barranquilla quedó formando parte del Estado Soberano de Bolívar hasta el 7 de septiembre de 1886 en que entra en rigor la Constitución de ese año y pasa a llamarse Departamento de Bolívar. 
                     
Cuando la Masonería colombiana el 3 de junio de 1864 sufrió su primer cisma nacional como resultado de las rencillas entre los Presidentes y caudillos, Generales Juan José Nieto Gil y Tomás Cipriano de Mosquera, este último creó el Supremo Consejo de la Jurisdicción del Centro del Grado 33º”, igualmente con Carta Patente del Gran Oriente de Francia, el cual se declaró “En Sueños” el dos de febrero de 1888.
                          
En este marco político y Masónico, los Masones barranquilleros también se dividieron. Los nietistas fundaron el 21 de noviembre de 1864 la Logia “El Siglo XIX – 24”, y los mosqueristas, la Logia “Estrella de Colombia No. 6”, que reunió a figuras destacadas de la ciudad, entre los que se destacó Santiago Duncan, un veterano de la guerra de independencia que había sido Secretario y amigo personal del Libertador Simón Bolívar.
                                 
Así las cosas, y a partir de los nombres distintivos de las Logias, se pueden colegir los valores referentes que privilegiaba dos sectores de la Orden que se posesionaron como símbolo de estatus social, en una sociabilidad de talante política y filantrópica constituida por prósperos comerciantes, médicos y abogados de familias principales, y ciudadanos emergentes en la escala social y económica de la ciudad. 
                           
Como dato curioso encontramos en los documentos y actas de la época que para esos días se penaba con una multa de un peso ($1.00 M/L) al Masón que no asistiera a las Tenidas. 
                              
EL PRESIDENTE JUAN JOSÉ NIETO GIL Y LA MASONERÍA BARRANQUILLERA
                       
Especial relación tiene el General Nieto Gil con Barranquilla y la Masonería barranquillera, ya que siendo Soberano Gran Comendador en ejercicio se posesionó en la ciudad como Presidente de la República, convirtiéndola en capital nacional del 25 de enero al 18 de julio de 1861.
                   
A la par, durante sus dos ejercicios como Soberano Gran Comendador del Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino (1849 – 1850 / 1860 – 1865) dispuso el Levantamiento de Columnas de tres de las cinco Logias Masónicas y del único cuerpo filosófico del REAA del siglo XIX de la ciudad. 
                       
Del fruto de su gestión aún funcionan el Soberano Capítulo Rosacruz “En el Delta No. 5”, fundado el 16 de septiembre de 1863, presidida por primera vez por José V. Mogollón, Gr:. 32°, y la Logia “El Siglo XIX No. 24”, instaurada el 21 de noviembre de 1864, cuyo primer Venerable Maestro fue Manuel Joaquín Samper Anguiano, Gr. 33°, que siguen siendo masculinos y cuyos miembros no se visitan mutuamente en virtud del cisma nacional sin altura ni grandeza que comenzó en 1983 y todavía perdura. 
                     
Durante la estadía de Nieto Gil en Barranquilla, en 1861, solo trabajaba en la población la “Logia Unión Fraternal No. 12”, a la que el mismo había otorgado Carta Patente once años antes. En sana crítica, es lógico pensar que el General Nieto Gil asistió con frecuencia a sus Tenidas, ya que siempre fue un Masón muy activo, tanto en Colombia como durante su destierro en Jamaica de 1842 a 1847.
                        
Prueba de ello, es que en Cartagena presidió su Logia Madre “Hospitalidad Granadina No. 1” durante tres períodos consecutivos (1856 – 59), a la que había ingresado en 1839 con 35 años de edad, y en Kingston frecuentó la Logia “Sussex No. 691” (después 354) y fundó la Logia “Concordia No. 8”, de la que fue su primer Venerable Maestro. 
                     
LOS GRADOS 33º DEL SIGLO XIX EN BARRANQUILLA
                             
Lo primero que hay que decir es que el Supremo Consejo de la Jurisdicción del Centro del Grado 33º, con sede en Bogotá, durante sus casi veinticuatro años de existencia no creo cuerpos escocistas en Barranquilla ni otorgó el Grado 33º del REAA a ningún Masón residente en la ciudad.
                     
En contraste, el Gran Oriente y Supremo Consejo Neogranadino en los años mil ochocientos otorgó el Grado 33º a los siguientes seis Masones domiciliados en Barranquilla y miembros de sus Logias: Manuel Joaquin Samper Anguiniano, abogado y el primero en recibirlo en 1862, Manuel Gregorio López zapata, médico, Jacobo Rois Méndez, Jr, comerciante, José Salcedo Martínez, comerciante, Clemente Salazar Mesura, abogado, y Pedro Leyes Posse, veterinario.
                       
RELACIONES CON LA IGLESIA CATÓLICA 
                  
En términos generales, las relaciones de la iglesia católica con los Masones de Barranquilla en el siglo XIX fueron de una sana convivencia, solo afectada por algunas rencillas políticas y polémicas ocasionales como la que enfrentó en 1874 al Secretario de la Logia “El Siglo XIX – 24” y propietario del periódico “El Promotor”, Domingo Gonzalez Rubio, con el Obispo de la Diócesis de Cartagena, Bernardino Medina, porque el presbítero José María Pompeyo le negó en el lecho de muerte los auxilios espirituales a Manuel Román y Picón, padre de Doña Soledad Román, esposa del presidente de Colombia Rafael Núñez, por ser Masón.
                     
En 1849, una enfermedad infecciosa aguda afectó a gran parte de la población colombiana, y propició una particular unión de acción Masónica / católica en Barranquilla, única en Colombia, que se prolongó durante la segunda mitad del siglo XIX. Principalmente a partir de 1882, cuando se hizo cargo de la parroquia el sacerdote constructor y urbanista Carlos Valiente, hasta que llegó a la ciudad el clérigo Pedro María Revollo, en 1894, con una gran antipatía contra los Masones. 
                        
En efecto, entre 1849 y 1851, la pandemia mundial del Cólera, que ocasionaba la muerte en pocas horas, llegó con fuerza al país. En Barranquilla, que para entonces contaba con unos 6.100 habitantes según el censo oficial, entre ellos 70 esclavos, falleció el 25% de la población, y se sobrepasó la cobertura médica, los servicios sanitarios, y la capacidad del “Camposanto” de 2.800 Mts. cuadrados, que era el único cementerio con que se contaba. Por tal motivo, las inhumaciones se realizaron a la vera de los caminos y en los antepatios y patios interiores de las casas. Por su parte, la comunidad judía de la ciudad reaccionó inaugurando un cementerio propio, con un costo de ochocientos cincuenta pesos ($850 M/L), moneda legal colombiana, para su uso exclusivo en 1850, que funcionó hasta 1869.
                       
SOCIEDAD HERMANOS DE LA CARIDAD
                              
Por el lado de los Masones, y ya elevada la pujante Villa al estatus de ciudad el 7 de octubre de 1857,un joven médico y Masón barranquillero recién llegado de sus estudios en Francia, llamado Eusebio de la Hoz, se reunió en 1867 con otros Masones por fuera de la Logia, en la residencia de Eufracio Sánchez, para crear una sociedad civil “con el objeto de ejercer la caridad como lo manda nuestra religión, practicando las obras de misericordia”, con el nombre de “Sociedad Hermanos de la Caridad” (SHC).
                     
Esta nueva empresa cívico religiosa se concibió más como una agrupación de fieles católicos, que como una sociedad paramasónica. De hecho, el sacerdote Carlos Valiente, siendo párroco de la ciudad, se desempeñó como su presidente en 1890 sin ser Masón. Lo que demuestra que la SHC fue concebida y creada para ciudadanos barranquilleros en general. 
                           
A partir de la emergencia sanitaria y la desazón ocasionadas por el Cólera, los barranquilleros buscaron refugio y consuelo en el catolicismo, y se vieron obligados a pensar en un hospital más grande y en una nueva necrópolis alejada del casco urbano para reemplazar a los colmados “Camposanto” y “Cementerio Judío”.
                   
La SHC vendría a ocuparse de estas tareas. Puestos manos a la obra, solicitan y obtienen ayuda y donaciones para llevar a término los siguientes tres proyectos: 
                  
1) Una Iglesia católica dedicada a “Nuestra Señora del Rosario” al norte de la ciudad, en cercanías del Barrio Abajo, que actualmente regenta la diócesis de Barranquilla, sufragánea de la arquidiócesis del mismo nombre. 
                             
El 9 de enero de 1882, la SHC, presidida por José de la Rosa, nombró una junta de quince miembros con el fin de recolectar los fondos necesarios para construir en un lote donado por Doña Hilaria Blanco un templo dedicado a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. En armonía con la procesión que llevaban a cabo los Hermanos de la Caridad en el mes de octubre de cada año hasta la residencia de la donante, en donde se oficiaba misa y se veneraba la imagen de la Virgen. La iglesia se comenzó a construir en1892. 
                      
2) Un “Cementerio Universal” inaugurado en 1869 en un terreno adjudicado por la Asamblea del Estado Soberano de Bolívar en las afueras de la ciudad, con el propósito de clausurar y reemplazar el antiguo “Camposanto” fundado en 1808 en un corral de cerdos como consecuencia de la epidemia de viruela de 1805 que desbordó el sector de la iglesia parroquial de piedra y teja de San Nicolás de Tolentino en donde se hacían las inhumaciones, y el cementerio judío de 1850. El 7 de agosto de 1873 se celebró en el nuevo cementerio la primera Ceremonia de Honras Fúnebres Masónicas a raíz del paso al Oriente Eterno de José Gonzalez Rubio.
                               
Desde un principio se dividió la nueva necrópolis en tres secciones religiosas: católica al centro, judía (mayoritariamente sefardita) al sur y protestante, de otras religiones y “sectas” al norte. Y también se dividió el terreno de acuerdo con la clase socioeconómica del fallecido. Es decir, que reflejó en un nuevo escenario estratificado la sociedad estamental en que estaba inmersa. 
                         
Acabada la luna de miel con los Masones, la jerarquía católica inauguró un cementerio para sus fieles en 1915 con el nombre de Calancala, en donde estaba prohibido enterrar Masones, y en el que se dispuso un sector para los judíos asquenazis (aunque fueran Masones) que comenzaban a llegar masivamente a la ciudad desplazados por la violencia de la primera guerra mundial. 
                  
3) Un “Hospital de Caridad” en 1876 (Hoy, General de Barranquilla), donado a la Congregación de las Hermanas de la Caridad Dominicas de la Presentación de la Santísima Virgen, fundada en 1696, en Sainville, Francia, que entonces dirigía en Barranquilla la Madre francesa Marie Saint Víctor. A quien coloquialmente la ciudadanía llamaba la “Madre Víctor”.
                 
Hoy, el centro médico es un establecimiento oficial propiedad del Distrito Especial, Industrial y Portuario de Barranquilla. 
                         
4) Paralelamente, la SHC ofreció a la ciudad, de octubre a diciembre de 1870, una piadosa publicación quincenal de cuatro páginas, tamaño un cuarto, que solo llegó a su quinto número, llamado “El Misionero”. 
                        
Para conocer la doctrina cristiana y el cometido cívico / religioso que caracterizó a los Masones barranquilleros de finales del siglo XIX, podemos repasar los textos del Acta fundacional de la SHC y las palabras de su primer presidente, que son del siguiente tenor:
                             
 "ACTA FUNDACIONAL DEL 9 DE MAYO DE 1867"
                            
“En la ciudad de Barranquilla, en la Casa Habitación del Sr. Eufracio Sánchez, reunidos los infrascritos se acordó establecer una sociedad filantrópica con el objeto de ejercer la caridad como lo manda nuestra religión, practicando las obras de misericordia, hasta donde lo permitan los medios, los tiempos y las circunstancias, y reuniendo un fondo para atender los gastos necesarios; y conseguir los útiles indispensables para llegar al fin propuesto.
                        
PALABRAS DEL PRIMER PRESIDENTE EUSEBIO DE LA HOZ:
                                 
“La obra de que quiero ocuparme es la construcción de un cementerio amplio, suficiente, de exclusiva propiedad de esta corporación correctamente iniciada —y que para sus trabajos desde hoy nos preparemos para formar una institución de beneficencia y que nuestra corporación sea conocida con el nombre de Sociedad Hermanos de la Caridad — para que seamos definitivamente los que aquí nos hemos reunido promotores y fundadores de la más notable institución de Caridad y Beneficencia.
                                 
Iniciada que haya sido la obra del cementerio y en ejecución sus trabajos, resolveremos la erección de un templo en el Barrio Abajo para que perpetúe por nuestra iniciativa y con el nombre de Iglesia del Rosario, y al mismo tiempo propender al establecimiento de un hospital de caridad, obras todas, que deben ser iniciadas por esta Corporación fundada en esta fecha.
                           
Si aceptáis mi propuesta nada más natural que nuestra institución se base en la fraternidad universal para afianzar el espíritu de nuestra idea. Así perpetuaremos la memoria de esta fecha y esta simiente que desde hoy fertilice, fortalecerá en el porvenir iluminada por el claro horizonte de la democracia.
                      
Si correspondéis a este loable fin, principiemos por traer a nuestro seno hombres de buena conducta de todas las religiones, sectas, nacionalidades y filiación política siguiendo el ejemplo de las doctrinas de Cristo como hombre filosófico y reformador.
                       
Todos los hombres somos hermanos, pues la caridad no consiste en ser pródigo, más allá en ser útil.”

 

 
A su muerte, la ciudad distinguió a Eusebio de la Hoz llamando con su nombre a la actual Carrera 42D (entonces “Callejón de los Meaos”, y luego “Callejón Policarpa Salavarrieta”) entre calles 31 (antes “De San Roque”, “Judas” y “Del Banco”) y 32 (antiguas “Del Comercio”, “La Escuela”, “La Cruz”, “La Soledad” y “Del Crimen”), en donde tenía una botica a fines del siglo XIX. Sus restos reposan hoy en un Mausoleo familiar situado en el antiguo sector católico del Cementerio Universal de la ciudad.
 
 
                    

jueves, 4 de febrero de 2021

LA POROSIDAD DE LA MASONERÍA

 Por Iván Herrera Michel 
                             

Un vistazo general a las charlas virtuales durante el confinamiento muestra lo avanzado que está la invasión de espacios Masónicos con temas y personajes ajenos a ella.
                        
De pronto los casos más conocidos son los de Aldo Lavagnini y Jorge Adoum (Mago Jefa), quienes, sin existir evidencia de haber sido Masones, ni asistido alguna vez en su vida a una Tenida Masónica, se tomaron la libertad de publicar “manuales” sobre los tres Grados simbólicos y algunos Altos Grados del REAA.
                    
En sus escritos, ellos conservaron la distribución y decoración física de las Logias Masónicas, los toques, signos, palabras, Etc., pero le dieron significados diferentes a los símbolos, alegorías y leyendas de la Orden, para desviar las aguas hacia sus sistemas personales de creencias relacionadas con seudociencias, ocultismo, misticismos, sincretismos metafísicos, predicamentos alternativos, Etc., inventados en la edad media, el renacimiento y el siglo XIX, a los que atribuyeron, contra toda evidencia y rigor histórico, una antigüedad y un origen que no tienen.
                              
También está el caso de “El Kybalión”, que nada tiene que ver con la Masonería, escrito en 1908 por William Walker Atkinson, de Baltimore, Maryland, USA, quien tampoco fue Masón, y se sacó del sombrero un imaginativo “estudio de la filosofía hermética del antiguo Egipto y de la antigua Grecia”, bajo el seudónimo de “Los Tres Iniciados”. Lo cual no resulta raro en alguien que acostumbraba firmar la mayoría de sus escritos con otros nombres, como Yogi Ramacharaka, Swami Bhakta Vishita, Swami Panchadasi, Theron Q. Dumont, Theodore Sheldon y Magus Incognito. Atkinson llegó al punto de editar revistas con sus propios artículos bajo diferentes nombres presentándolos como de “colaboradores”.
                              
Ahora bien, es normal que haya variaciones con el tiempo. Los modelos Masónicos germinan en diversos contextos por evolución cultural, y, como es apenas elemental, los más difundidos son los que han surgido en sociedades con más éxitos, porque a caballo de ese éxito se expande su influencia cultural, y en ella va su modalidad de Masonería.
                     
Muchos sistemas Masónicos se han extinguido al ser reemplazados por otros, porque han desaparecido los contextos en que florecieron o porque se convirtieron en una burbuja indigerible para los Masones y la sociedad. Cualquier variación debe respetar la tradición del arte y el método, así como la naturaleza simbólica de la Orden en su ámbito escénico, de decoraciones, efectos sonoros, música, ritmos, herramientas, teatralidad, colores convencionales, utilería fija, de mano y de adorno, entonación, palabras, toques, signos, movilidad de los asistentes, Etc. Pero, sobre todo, no debe reemplazar su tradición simbólica, espiritual, filosófica y esotérica.
                         
Hoy en día, gracias al apogeo de la virtualización, quienes han sustituido (o han encontrado sustituidos) las características filosóficas constructivas propias de la Masonería se están topando con quienes las han seguido cultivando. Igual está ocurriendo en dirección contraria.
                            
Es un descubrimiento mutuo que apenas comienza a asimilarse en medio de ese fenómeno que llaman los estudiosos Milton Arrieta y Víctor Guerra la “Masonería Líquida” parafraseando a Sigmun Bauman, y es muy difícil predecir los resultados, ya que las normas y los modos locales suelen ser percibidos como universales en una determinada sociedad.
                                  
Dentro de este orden de ideas, hay que cuidar responsablemente el desarrollo sostenible de la Orden frente a una porosidad que ha facilitado la formación de burbujas internas que amenazan con desnaturalizarla, y apartarse de los fundamentos reales del enfoque Masónico.
               
Los nuevos y próximos Masones merecen que le entreguemos una “Masonería Masónica”, valga la expresión.

                        

                              

jueves, 7 de enero de 2021

DE COVIDS, MURCIELAGOS Y MASONERÍA

 Por Iván Herrera Michel
               
Cuando recibí en mayo de 2020 la invitación para a una Tenida Cómica por Zoom creí que se trataba más que todo de un divertimento, pero lo que comenzó en deleite terminó en reflexión.
                                  
Lo malo fue que hasta los Masones se la dedican ahora al pobre murciélago como si no tuviéramos suficientes animales en las Logias. Me refiero a que desde un gallo al principio hasta una rara avis de dos cabezas al final, pasando por una pelicana a mitad de camino, y antes unos bueyes y un león. Entiendo que es por el Covid - 19, pero no es justo con el pobre animalito que en realidad terminó siendo la primera víctima mediática.
                     
En mi niñez celebrábamos cuando aparecía en el cielo de ciudad Gótica un murciélago, porque significaba que llegaba Batman. El tipo ganaba todas las peleas, tenía un carro mejor que el de “rápido y furioso” y en el cinturón llevaba todo lo que uno quería que le trajera el Niño Dios en diciembre. Esa imitación heroica de murciélago era perfecto hasta para ser novio de la hermana de uno.
                      
Luego, en la adolescencia, nos imaginábamos la felicidad de convertirnos en un murciélago, como Drácula, para entrar a media noche por la ventana en donde estaba en pijama la muchacha que nos traía de cabeza. Eran los tiempos en que ellas nos daban más vuelta que a un recipiendario. En los prolegómenos de la época, cuando a las niñas les daba la gana soltaban, como por descuido, un sádico SI, que dejaba al neófito ni desnudo ni vestido, desorientado y sin saber que seguía. En esas condiciones, convertirse en murciélago era un atajo de lo más atractivo.
                              
Habiendo hecho justicia a los murciélagos, y volviendo a la clase y objeto de la Tenida Cómica, debo reconocer con verdadera admiración el ingenio del, de la, de los, de las, de les, Hermano, Hermana, Hermanos, Hermanas, Hermanes o LGTBI que redactó o redactaron el ritual de la Tenida cómica, no sin presentar excusas por el larguero que me toca respetar de complementos directos de pronombres personales de la persona sobre la que recae la acción sexual del verbo. Ya que son brotes de la evolución que no discrimina, y una muestra de la instrucción inclusiva que se imparte ahora a los, las, les, Masones, Masonas y Masones desde la Banca de Aprendiz, Aprendiza y Aprendice.
                      
Además, ya sabemos que en temas Masónicos masculinos si Londres locuta, causa soluta, y que, desde la Inglaterra de los tres leones, el equipo rosa y la Premier League, mandaron a decir que con los transexuales no se metan, porque el problema de ellos es con las mujeres. Del resto, dijeron que cada quien es libre, mutatis mutandis, de hacer de su capa un sayo.
                          
Atreverse a construir un ritual “cómico”, armarlo y practicarlo, mostró neuronas espejos, repertorio conductual, intención instructiva, ritmo y disposición Logial, orden litúrgico, conocimiento iniciático y doctrina Masónica. La Tenida brotó de la realidad sin romper ni manchar nada, como sucedió hace 2.000 años con un parto.
                      
El ritual nos retó al hacernos contrastar (medio en broma, medio en serio), lecturas distintas, complejas y analíticas sobre el deber ser de un Masón en la transmisión. Se vivió una Tenida de esas que no aprobarían muchos Masones (para mayores pesares, la presidió una mujer), y uno, en sana crítica, podría válidamente preguntarse cuál puede ser el componente Masónico que hace que un Rito sea Masónico. Esa fue la parte seria del chiste.

Yo agradezco que me hubieran invitado porque desde que leí la expresión Tenida Cómica he ratificado mi convicción de que si hay un futuro para la Masonería. Y no lo digo solo por esta Tenida, a la que le doy la mayor importancia del mundo, ni porque sea un optimista afecto a los predicamentos achocolatados del pensamiento positivo, o a la idea de que la Orden nos hace sublimes (que el GADU me siga bendiciendo con mis pecados favoritos). Sino porque veo que los masones poseen la suficiente amplitud mental como para reírse de sí mismos, y la sensatez necesaria como para no tomarse en serio más allá de la raya.

Si de algo nos sirven los antecedentes históricos, podemos predecir que a más tardar en 2022 volveremos a celebrar Tenidas presenciales, a la que asistiremos la gran mayoría de los Masones actuales. Nos contaremos, haremos un brindis y los trabajos seguirán siendo sido justos y perfectos con los obreros satisfechos en sus columnas.

                           
También estoy seguro de que en algo nos habremos decantado, y de que seguiremos riéndonos de nosotros mismos.
                                  
                                           
                                  
 

martes, 1 de diciembre de 2020

EL DÍA QUE ALBERT PIKE LEYÓ LAS CONSTITUCIONES DE ANDERSON DE 1723

 Por Iván Herrera Michel
                             
                        
La escena debió suceder entre 1855 y 1861, en algún lugar de los Estados Unidos de América (USA) y no creo que el escocés le haya causado una buena impresión al norteamericano.
                    
Albert Pike
Con toda seguridad, porque era un gran lector, Albert Pike, abogado de Harvard, Brigadier-General del Ejército Confederado y defensor de la esclavitud, debió leer las Constituciones de Anderson de 1723 y 1738 animado por su Hermano y amigo, el estudioso Albert Gallatin Mckey, antes de que se enemistaran de muy mala manera por el carácter abolicionista de Mckey, y se dedicara a crear un nuevo contenido del REAA para el actual Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de USA.
                   
No le debieron ser muy atractivas las Constituciones, que ya contaban con casi un siglo y medio de antigüedad, a quien soñaba con una Masonería con predicamentos del estilo de: “El Tetractys nos conduce, no solo al estudio de los números según la filosofía pitagórica, sino también de la Cábala, y ayudará en la búsqueda de la Verdadera Palabra y en la comprensión de lo que era denominado La Música de las Esferas”. (Moral y Dogma del Rito Escocés Antiguo y Aceptado – 1871). De haberlo oído, Anderson se hubiera quedado pasmado y de una sola pieza sin haber entendido nada.
                               
Aquello de que “la Masonería es el Centro de Unión y el medio de conciliar verdadera fraternidad entre personas que hubieran permanecido perpetuamente distanciadas”, le debió parecer a Pike una frase light sin ninguna sustancia “esotérica”, aunque le pudo causar una mejor impresión la historia mítica que Anderson atribuyó a la Orden. Pike era de la opinión de que “cada Logia Masónica es un templo de religión, sus doctrinas y enseñanzas son religión”. 
                    
Tampoco le debió gustar que el afro John Pine (Pyne) (1690-1756) fuera miembro de la Logia de la Taberna del Globo, en Londres, cofundador de la primera Gran Logia del mundo, y quien elaboró la hermosa presentación de la portada de las Constituciones. Pike llegó a afirmar que prefería retirarse de la Masonería antes que llamar Hermano a un negro, peleó para que no desapareciera la esclavitud en USA y se le acusa de ser corredactor del manual del Ku Klux Kan.
                         
No obstante, Pike no se distrajo con la lectura de Anderson y 
James Anderson
procedió a reescribir los rituales de los treinta y tres Grados del REAA, a renombrar alguno de ellos y a añadirles un complemento moral, religioso y filosófico basado en un sincretismo hermético y egipcio, mezclado con una especie de cristianismo esotérico, que nunca hubieran imaginado ni André Ramsay, ni Esteban Morín, ni el Conde de Grace Tilly, ni los practicantes del precursor Rito de Perfección, ni ninguno de los fundadores del primer Supremo Consejo en 1801 en Charleston. Mucho menos, Anderson, Desaguliers, ni los constituyentes de la primera Gran Logia del mundo en la Taberna del Ganso y la Parrilla en 1717, ni quienes le siguieron en ambos lados del Canal de la Mancha y allende el océano Atlántico.
                        
De este modo, nació el “Rito de Pike” que es la versión estadounidense del REAA practicado por el Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos. De hecho, en ninguna de las 861 páginas y 218 índices de su libro “Moral y Dogma del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la Francmasonería”, Pike menciona a James Anderson ni a la existencia de las Constituciones que llevan su nombre. En la aventura tampoco lo ha seguido el Supremo Consejo del REAA para la jurisdicción Norte de USA, dicho sea de paso en donde no se aconseja el libro. 
                              
Pero lo que si es casi seguro, es que a partir del día en que Pike leyó a Anderson el texto fue destinado a un estante poco consultado de su biblioteca y no pasó nada.

         Nada de nada. 

          

                         
                              
                                 
 
 
 

miércoles, 4 de noviembre de 2020

LA ZOOMMASONERÍA Y LOS LANDMARKS

        

        Por Iván Herrera Michel

 

A medida que el confinamiento avanzaba los patrones de los trabajos Masónicos variaban y l
a acelerada virtualización generaba un inédito carácter inclusivo en medio de la oleada de charlas con que se trataba de compensar la falta de Tenidas presenciales. 
             
Masones y Masonas de todas las Obediencias, Ritos y Grados de pronto se vieron compartiendo luces sin restricciones. Se reconocieron, fraternizaron, dialogaron sobre Ritos, Rituales, Liturgias, Tradición, Usos, Costumbres, historia…
                   
Pero la dicha no duró mucho porque se prendieron las alarmas rojas en las áreas totalitarias de la Orden. Como las primeras consecuencias se hicieron sentir sobre las versiones oficiales, los controles disciplinarios, las deviaciones doctrinales y los referentes supremacistas, se renovaron las amenazas y los premios. Los delatores no se hicieron esperar. La censura entró en escena. Los pantallazos se convirtieron en arma letal. Y hoy muchos Masones siguen asistiendo a las charlas detrás de nombres falsos, sin cámaras y compartiendo los contenidos prohibidos en grupos de Wasap paralelos a los oficiales que mantienen fuera del alcance del radar inquisitorial.
                
Las Logias, Obediencias y asociaciones Masónicas comenzaron a comportarse como plataformas que ofrecen contenidos en una institución esencialmente tradicional, en algo no tan simple como para reducirlo a que los Masones Boomers se están comportando como si fueran Millenials.
                      
Si en el futuro se abre paso un sistema mixto (presencial / virtual), los costos de
membresía deberán descender facilitando el acceso a personas libres y de buenas costumbres de menores recursos, lo que profundizará la presencia social de la Orden en países en donde no ingresan por razones económicas y/o discriminatorias. Seguramente, algo dejarán estos días en los que los valores de los ingresos bajan y los de la hospitalidad suben.
                   
Es muy difícil vaticinar en estos momentos qué clase de liderazgo van a desempeñar los Masones de a pie de hoy, cuando lleguen a los puestos de mando con una visión más calificada del deber ser Masónico y con las innovaciones de la virtualización de la Orden. 
                   
No obstante, hay que obrar con cautela porque esta nueva realidad no puede arrasar los Landmarks de la Masonería. Entendidos estos como los principios y referentes altruistas que al modo de motores constructivos se deducen de los textos históricos y filosóficos de sus 300 años de existencia, que hacen que la Masonería sea como es, y no sea otra cosa.
                       
A riesgo de pecar por positivista, debemos recordar que la normativa más antigua en común que usa el vocablo Landmark, fue aprobada después de fundada la primera Gran Logia del mundo que fue la de Londres y Westminster, y antes de que la Masonería moderna atravesara el Canal de la Mancha y el océano Atlántico.
                      
Me refiero al Reglamento General (General Regulations) compilado por George Payne en 1720 y aprobado el 24 de junio de 1721 por unos 150 Hermanos el mismo día que eligieron como Gran Maestro al Duque de Montagu en el Stationer’s hall de Londres.
                            
Al respecto, el precepto XXXIX del Reglamento dispone que “Cada Gran Logia anual tiene suficiente autoridad intrínseca para modificar este Reglamento o redactar uno nuevo en positivo beneficio de esta Antigua Fraternidad, siempre que se mantengan invariables los antiguos Landmarks, …”.
                
La norma guarda concordancia con el posterior artículo tercero de las Constituciones de Anderson de 1723 (que es el otro antecedente en común), pero igualmente dejó en abstracto el concepto de Landmark.
                  
A mediados del Siglo XIX la redacción de listados de Landmarks se convirtió en un deporte nacional Masónico en los Estados Unidos y cada quien elaboró los suyos. Aparecieron más de un centenar de ellos. El sarampión que allí brotó se propagó por toda Latinoamérica durante el siglo XX
                        
En 1856 se publicó con mucho éxito la lista de veinticinco de Albert Mackey en la Revista “Fundations of Masonic Law” y en 1858 en su “Enciclopedia of the Freemasonry”, a pesar de que el polémico Albert Pike los rebatió virulentamente y llegó a afirmar que algunos de ellos son parecidos a los “hongos que crecen muy alto en un lindero o en una esquina”. Naturalmente, que Pike, que no se andaba con simplezas, redactó su propio listado de solo cinco Landmarks.
                        
En la actualidad, para la Mayoría de la Masonería masculina del área anglosajona - aunque muy dogmatizado tiene el listado de Mackey - la realidad es que poseen dos normativas actualmente vigentes muy diferentes: 1) El de los tres “Hitos Antiguos” aprobado en la década de 1950 por la Comisión de Información para el Reconocimiento de la Conferencia de Grandes Maestros Masones de América del Norte, y 2) el de ocho “Principios Básicos para el Reconocimiento de Grandes Logias” aprobados por la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1929 y reformados en 1989 por presión de la iglesia anglicana.
                       
Yo prefiero, alejado de imposiciones, amenazas y vaticanismos, guiarme por las facultades otorgadas a las Grandes Logias por el Reglamento General de Payne de 1721 y las Constituciones de Anderson de 1723, porque me parecen más apegados a la verdadera tradición Masónica y más fieles a lo que quisieron los fundadores hace tres siglos para el recién institucionalizado “sistema peculiar de moralidad, velado por alegorías e ilustrado por símbolos”.
                       
Estamos Ad Portas de una semipresencialidad que no sacrificará las preeminencias comunicativas e integradoras de la virtualización. El tren ya ha partido y lo mejor es que nos dispongamos hacia un contexto con condiciones de producción Masónica más fiel a sí misma que el que hemos vivido.
           
La buena noticia es que las respuestas a las preguntas que surjan de estas nuevas condiciones se encuentran en la misma Masonería.
                         
                                   
                      

 

jueves, 1 de octubre de 2020

EL TEMA NO ES LA MUJER EN LA MASONERÍA

  Artículo publicado inicialmente en la revista trimestral virtual ADONIRAM, del Supremo Concejo Central del Grado 33 y Último del REAA para la República de Colombia, Volumen III, Número 2, correspondiente a octubre – diciembre de 2019.
            
Por Iván Herrera Michel
"No es la mujer en la Masonería,
Tampoco es la Tradición.
Es el patrañero sin empatía,
Ya hay suficiente ilustración."
                                   
La leyenda cuenta que mientras el Titanic naufragaba una pareja decidió morir abrazada como la de Pompeya, dos caballeros se vistieron de frac para hacerlo como los Gentleman que siempre habían sido, la Wallace Hartley Band interpretó 'Nearer, my God, to Thee' y hubo quien al oírla se olvidó de la prisa. Por su lado, el chef de la pastelería pensó que era una magnífica oportunidad para un brindis y se sirvió una copa.
                   
Era la medianoche de un día perfecto de suave brisa. Con un mar maravillosamente quieto en el más hermoso de los paisajes, y un viaje que partiendo de las costas inglesas conducía más de un millar de sueños a la primavera de un nuevo mundo. El invierno se alejaba y los últimos Icebergs se acercaban imponentes. La tripulación había recibido cinco advertencias de choque con hielos ese día, pero continuaron a la misma velocidad. Y sin saberse como, cuando ni por qué, la galanura, el savoir faire y la distinción se mezclaron con la agonía del ensueño y el tropel de la salvación.  
                 
En grandes áreas de la Masonería parece estar sucediendo algo parecido. Embelesadas en discusiones eternas, oratorias sublimes, declaraciones que pocos leen, aferrados a un pasado que no existió como lo cuentan, disfrutando conflictivas fraternidades, galantes en glamorosos cocteles, ufanos parientes de antiguas familias, asaltados por curiosos esoterismos, abandonadas las grandes avenidas doctrinales, de cara a una inigualable oportunidad para el sueño de seguir construyendo el Templo inacabado de una humanidad más feliz, pareciera que no perciben el riesgo de ser un Titanic que choca en un océano postmoderno contra un iceberg ecléctico, sin paradigmas y sin axiomas.
                         
El tema no es la mujer. Aunque su exclusión pertenezca al repertorio de la orquesta del Titanic.
                      
Para invalidar la presencia de la mujer en la Masonería en igualdad de condiciones con el varón, he escuchado toda clase de explicaciones subjetivas, raras, extrañas, esotéricas, bíblicas, energéticas, seudocientíficas, falsos históricos, con una racionalidad insólita, de una sociabilidad subordinada, inspiradas en San Pablo o en el modelo mariano, prevenidas ante la lujuria de los varones, pregonando que las mujeres antiguamente, que los incas esto, que los egipcios aquello, que los celtas aseveran, que los anunnakis sostienen, que los reptilianos afirman, que la cábala muestra, que el tarot enseña, que los extraterrestres consideran, que el Kybalión dice, que la tradición indica…
                  
El tema no es la mujer. Aunque su discriminación forme parte de una contumaz estulticia.
               
La Masonería afronta naufragios inesperados que la sorprendieron en pleno baile de celebración de pasadas glorias. Por primera vez se plantea la desaparición de la humanidad por el cambio climático, el derretimiento de los polos, el deterioro de la biodiversidad, la falta de agua, la insostenibilidad de la alimentación, la deforestación de los bosques, la contaminación de los océanos, el aumento de la población, las ecomigraciones, algún cataclismo nuclear... No se sabe qué hacer con la inteligencia artificial, ni si hay que ponerle límites al posthumanismo, ni como organizar una fuga a otros planetas, ni cómo enfrentar los negacionismos, ...
                       
Un ejemplo al canto de necedad innecesaria, lo podemos ver en el Secretario Ejecutivo de la Conferencia Mundial de Grandes Logias Regulares, en la XLII reunión de la VI Zona de la Confederación Masónica Interamericana (CMI), en septiembre de 2019, en Asunción, Paraguay, afirmando que la Masonería masculina de corte anglosajón no supera actualmente los 700.000 miembros en total.
                        
Claramente es una exageración histriónica dirigida a la gradería que le pareció más importante que un asunto doctrinal, porque no es cierto.
                  
Si un dato confiable existe en Estados Unidos, es el que ofrece la “Masonic Service Association” (MSA), que publica desde 1924 el número de Masones que las Grandes Logias de hombres blancos de USA reportan anualmente para asuntos fiscales. El guarismo de 2017 fue de 1.076.626. Si persiste la marcada tendencia a la baja que se observa desde 1964, al cierre del año fiscal de 2019 se estima que serán menos de un millón. La menor cantidad contabilizada desde el inicio. Y en 25 años desaparecerían.
                     
En lo personal, no creo que sea importante que los Masones sean 7 millones o 700 mil. El dato no es tan significativo, después de que se tomen el trabajo de ponerse a trabajar en clave constructiva alejados de burbujas distractoras y autismos institucionales.
                     
De hecho, aprendí de la Gran Maestra de la Gran Logia Simbólica Española y ex Vice Presidenta de CLIPSAS, Ascensión Tejerina, citando a la antropóloga Margaret Mead, que “nunca dudes de que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. En realidad, son los únicos que lo han cambiado.
              
El tema no es la mujer. Es algo más de fondo. 

Es el patrañero sin empatía.