Por: Iván Herrera Michel
La Confederación Interamericana de Masonería Simbólica – CIMAS – ha señalado desde hace tres años el 20 de septiembre como el día de la “Libertad de Pensamiento”, y desde entonces sus directivos vienen invitando a que dediquemos unos momentos a meditar sobre lo que esto significa. Iniciativa a la que se ha sumado la Federación Americana de Supremos Consejos del REAA – FASCREAA – por su singular pertinencia en nuestros días.
Al respecto del libre pensamiento, hay dos frase que rondan mi mente desde que cursaba estudios de Derecho en la Universidad Libre de Colombia, y que no sé por que razón siempre relaciono con el método constructivo a que nos apremia la Masonería.
La primera la pronunció el fundador de ese claustro, el Masón Benjamín Herrera, en la Convención del Partido Liberal colombiano reunido en 1923, y dice así: “la universidad Libre no debe ser un foco de sectarismo, ni una fuente perturbadora de la conciencia individual, sino una amplísima aula en donde se agiten y debatan con entera libertad todos los principios filosóficos y avances científicos aceptados por la moderna civilización”.
Cuando he sido invitado a hablar sobre la Masonería a estudiantes universitarios, suelo decirles que si en esta frase cambian la expresión “Universidad libre” por “Logia”, pueden hacerse una idea cercana de lo que se trata el sector de la Orden que se identifica como Liberal y Progresista, que es hacia donde sugiero respetuosamente que canalicen sus inquietudes en caso de decidirse por tocar nuestro pórtico, ya que posee en nuestras sociedades plurales un mayor compromiso con la defensa de la libertad individual, la promoción de la igualdad dentro y fuera de la Orden, una oferta real de fraternidad a todos los Masones y Masonas, y respeta la diferencia.
La otra frase que recuerdo con frecuencia, es del también Masón Manuel Azaña, político, escritor, presidente del gobierno de España (1931-1933, 1936) y de la Segunda República Española (1936-1939), quien sostuvo que “la libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres”. Claro que también dijo Azaña que “la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”. Quizás sea por eso, que ambas frases son muy poco conocidas aquí y allá.
En mi concepto, la libertad de pensamiento es fundamental para la puesta en marcha de las otras libertades. No obstante, posee el riesgo de que nuestros pensamientos estén limitados por las opciones que nos dejan los controles sociales, las presiones mediáticas y las identidades colectivas, haciendo que el adoptarla como hábito permanente atraiga la antipatía de quienes ven en la libertad ajena un menoscabo de sus convicciones o un quebranto de su contexto de seguridad.
Sin embargo, si queremos hacer las cosas responsablemente, la libertad de pensamiento es imprescindible para la identificación de las aristas que debamos desbastar en la ardua labor de pulido de nuestra propia Piedra Bruta, dirigida a elaborar un proyecto de vida con sentido autónomo.
A mi me gusta mucho como lo dijo García Lorca: “en la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida.”
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