Por
Iván Herrera Michel
Mesera de Ale House inglés de comienzos del S. XVIII |
Pero lo que si está comprobado,
es que en medio de aquel puñado de hombres se encontraba la “hermosa Hannah”, la mesera que sirvió
las jarras de cerveza ale a los asistentes para calmar la
sed, paliar el calor y avivar la fraternidad, y que además (Oh sorpresa!!) firmó de su puño y
letra el acta de fundación de la Masonería.
La
Logia anfitriona de la “Casa de
Ale La Oca y la Parrilla” se llama ahora glamorosamente “Lodge of Antiquity” No. 2, y en la
reunión resultó por elección a mano alzada Anthony Sayer como el primer Gran
Maestro de la Masonería. Un personaje del que tampoco se sabe mucho, que es
posible que sea francés, de baja posición social, al que se tuvo que socorrer
varias veces económicamente y que terminó siendo el Guarda Templo de su Logia hasta
que murió con setenta años de edad en 1741. Y además parece que no estuvo
satisfecho con el rumbo que tomó la Gran Logia porque fue amonestado en público
por enfrentarse a la autoridad junto con otros Hermanos en 1730, siendo Gran
Maestro el Duque de Norfolk. Por lo menos, tuvieron la amabilidad inglesa de
llamarlo “Gentleman”.
La
jornada del 24 de junio tuvo que ser chispeante como corresponde a las de las
tabernas, y con una espumeante jarra de medio litro de ale en la mano, que es como
se toma en las altas temperatura y los largos días soleados del verano inglés. Y
es cosa meritoria para el proyecto, si consideramos que habían encerrados unos
veinte hombres en un salón sin abanico, con una atmosfera pesada por la inexistente
costumbre del baño diario, el tabaco en cigarro y en rapé, los sudores del día,
la falta de sanitarios… la higiene para ellos consistía en cambiarse la camisa
y empolvarse el pelo. Evidentemente no era un lugar en que se sintieran cómodos
algunos masones tiquismiquis que conozco, y si el olfato de los presentes no
frustró la fundación de la Masonería, ya no lo haría más nada en los siguientes
tres siglos.
Como
en Inglaterra la cerveza llega a un nivel de beneplácito que hasta Shakespeare
dijo en “Un cuento para el invierno”
(1611) que “Un cuarto de litro de cerveza
equivale al platillo de un rey”, vaya uno a saber quién bebió con
moderación, quien se pasó de la raya, quien no dio propina, a quien se llevaron
en andas y quien miró a la “hermosa Hannah”
más allá de lo decente. Y como todo es posible en una taberna, tampoco sabremos
si Hannah correspondió con sus sonrisas a alguien, si se reía con todo el mundo
o si mantuvo la distancia.
El
de Hannah, es uno de los secretos mejor guardados de la Masonería y su primer
misterio. Es algo de lo que casi nadie habla, y es una lástima porque ella
tendría mucho que contar a los historiadores acerca de las primeras copas de la
Masonería
Sin
embargo, uno puede con facilidad figurarse tres posibles escenarios ese día
para explicar la presencia y la firma de Hannah en el acta:
1) Hannah era miembro de la Logia y firmó como
tal. La “hermosa Hannah” podría
ser una diligente mesera que atendía las Tenidas quincenales de la Logia que se
reunía en la “Casa de Ale La Oca y la
Parrilla”, por lo que estaría enterada del propósito que se buscaba con la
reunión del 24 de junio convocada con más de seis meses de antelación. En
ese orden de ideas, lo más seguro es que se apoyaran en ella para la
organización del acontecimiento, y no sería raro que la hubiesen hecho miembro
en virtud de la vieja costumbre de vincular mujeres cercanas a las actividades
de la Logia que venía de las Logias operativas. Por lo tanto, pudo haber
aportado luces para la fundación de la primera Gran Logia del mundo y de allí el
privilegio de su firma en el acta.
Este
supuesto nos lleva a una sorprendente hipótesis muy difícil de aceptar por el sector
monogénero (masculino y/o femenino) de la Orden: La Masonería especulativa
nació mixta el 24 de junio de 1717.
2) Hannah no era miembro de la Logia y firmó en
calidad de testigo. La Logia de investigación Quatuor Coronati No. 2076, de
la Gran Logia Unida de Inglaterra, aventura esta explicación pero solo la
sostiene con base en conjeturas ya que no existe ninguna anotación en el
documento que lo pruebe ni registro alguno por parte de los asistentes que lo
soporte. A esta hipótesis se le crítica que es poco probable que a principios
del siglo XVIII se tomara como testigo a una mesera para la fundación de una
federación de Logias que tenía como propósito expreso vincular a la realeza.
Lo
lógico es que hubieran buscado un “Gentleman”,
en vez de a una mujer a la que con gracejo inglés solo se le señaló como “la hermosa Hannah”.
3) Hannah era la mesera y firmó en medio del jolgorio.
Podríamos figurarnos a Anthony Sayer escuchando atento la lectura del Acta de fundación
de la Francmasonería universal: ““En el
día de San Juan Bautista, en el 3er año del rey Jorge I, AD 1717. Conforme a lo
acordado, se celebró la Asamblea y Banquete de los Libres y Aceptados Masones
en El Ganso y la Parrilla (Ale House)… el Acto fue presidido por el Maestro
Mason más antiguo… etc., etc., etc.”.
E
imaginar un grito en medio de la algarabía: “Hannah come here, sign here!”... y a la “hermosa Hannah” firmando al calor de las primeras copas de la “honorable fraternidad de los aceptados
francmasones”, como la llamó Anderson con donaire seis años después.
De ser así, mucho debe el buen nombre de aquellos caballeros a la ausencia
de datos de esa noche.
2 comentarios:
He leído con atención la histórica y a la vez anecdótica plancha del Q:.H:. Ivan Herrera, respecto del detalle de la presencia de la firma de la “hermosa Hannah” en el acta fundacional de la masonería moderna, compartiendo con el las conclusiones a las que llega respecto de las posibles explicaciones a la presencia de la singular signatura en ese documento masónico.
Sin embargo, se me ocurre otra explicación a ducha situación y es que fuera en aquella noche que naciera una costumbre de cuya existencia he tenido conocimiento de boca de HH:. mayores y es la de iniciar en nuestros augustos misterios a aquellos empleados que, fielmente, nos sirven durante años, llegandonos a conocer de tal forma, que ninguno de nuestros misterios les es ajeno.
La verdad sea dicha, la presencia de esa firma llama la atención por motivos que van mas alla de lo evidente, teniendo en cuenta que para ese entonces, las mujeres no eran vista en plano de igualdad con los hombres, y ante tal perspectiva, su presencia como eventual testigo preferente se descarta.
De igual forma descartaría que se le pidiera firmar en medio del jolgorio, dado que si ese era el ambiente imperante, ninguno de ls caballeros presentes daría detalles sobre la presencia de una mesonera entre ellos, y muchísimo menos la inmortalizarían en un documento.
Entonces, no me cabe mas que pensar en que su nombre estampado en el documento obedece a un compromiso moral de los demás signatarios, frente a una persona que, seguramente, seria conocedora de los mas íntimos secretos de esa cofradía fundadora.
A menos claro esta, que simple y llanamente se tratara de un caso mas de apocamiento de una mente femenina brillante, eclipsada en la historia por el solo hecho de ser mujer.
Agradezco ésta publicación, la cual confieso, me tiene sorprendido y no tengo duda alguna de la veracidad de los hechos que hayan dado lugar a la creación de la Gran Logia Unida de Inglaterra, a pesar de la falta de datos que si en su momento nadie consideró importantes, hoy nos hacen falta para darnos una idea lo mas real posible de nuestro actuales orígenes. Gracias por el tiempo dedicado.
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