sábado, 1 de mayo de 2021

DE ÁGAPES, MASTICACIONES, FIESTAS Y CENAS MASÓNICAS

Por Iván Herrera Michel
      
He asistido a toda clase de reuniones Masónicas telemáticas durante el confinamiento por el coronavirus, y algunas han terminado en brindis y charlas libres a la manera de agradables adaptaciones de las masticaciones tradicionales. Y es que en la Masonería desde hace 300 años compartir manteles es una saludable costumbre reglamentada para cultivar la fraternidad y preservar la armonía en el disenso.
              
Ya desde los Reglamentos Generales de Payne de 1720/21 se dispuso la celebración de una “Gran Fiesta” el día de San Juán Bautista o de San Juán Evangelista “según la antigua y loable costumbre de los Masones”, encargando a los Grandes Vigilantes “preparar las invitaciones, con el sello del Gran Maestro, repartirlas, recaudar el dinero correspondiente, comprar lo necesario para la fiesta, encontrar un apropiado y conveniente lugar y cualquier otra cosa que concierna a la celebración”. Y concediendo una gran importancia a las “cenas”, para que los Hermanos se “consulten amigablemente” sobre diversos tópicos antes de ser sometidos a la aprobación general.
                   
Dos años después, las Constitución de Anderson de 1723, refiriéndose a la conducta de los
Masones, permitió que "cuando cerrados los trabajos permanecen los hermanos en la Logiase permiten inocentes jovialidades según el ingenio de cada cual, pero evitando todo exceso en la comida o bebida ni obligando a nadie a que coma o beba más allá de su inclinación, ni estorbando que se marche cuando le convenga. Tampoco se ha de decir ni hacer nada ofensivo ni que arriesgue impedir la libre conversación, porque estropearía nuestra armonía y desbarataría nuestros laudables propósitos"
                     
Es admirable lo poco que han cambiado en tres siglos estas reuniones a manteles. Poseen una funcionalidad primordial para compartir vivencias, interpretaciones, lecturas, reflexiones, valores y anécdotas relacionadas con los trabajos rituales y el imaginario de la Orden, acompañadas de alegría, bromas, cortesías y hasta apuntes banales sobre cualquiera cosa. De hecho, el humor nunca falta.
              
Naturalmente, que la sensatez y la cordura imponen una clara y discreta diferencia cuando solo participan Masones o se está en presencia de personas que no son miembros de la Orden. Como en cualquier otra asociación, lo amable es no tocar temas internos en presencia de extraños.
             
Los brindis, las disertaciones, y cierta etiqueta y protocolo son de rigor en todos los casos. Igualmente, lo son las buenas costumbres como guardar silencio cuando alguien habla, ser respetuosos, mostrar un lenguaje de buen recibo, Etc. Las mesas compartidas ofrecen a los Masones conversar sobre asuntos lúdicos o profesionales, así como confrontar argumentos en un ambiente relajado y cordial
             
Si se piensa en los mejores momentos de la vida Masónica (Iniciación, Tenida…) todos tienen en común una mesa compartida. Las masticaciones son mucho más que comer y beber juntos. Las ritualidades gastronómicas ofrecen una reactualización identitaria. Están cargadas de significados en torno a uno de los más universales placeres de la humanidad.

La Masonería no es la excepción.
                      
                        
                    
                        
                       
       

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