domingo, 30 de marzo de 2025

EL TIEMPO MASÓNICO. ESE ACOMPAÑANTE SILENCIOSO

 Por Iván Herrera Michel
               
A lo largo de los años he aprendido que la Masonería está llena de interpelaciones que nos asaltan por sorpresa. Las columnas, mosaicos, herramientas, rituales y trazados nos hablan de símbolos y alegorías que intentan darnos nuevas pistas sobre lo que somos y lo que podemos llegar a ser, rodeados de algo que siempre está presente pero que rara vez notamos: el tiempo.
              
El tiempo es un acompañante silencioso que lleva de la mano nuestras vidas mientras intentamos entender y vivir la existencia. En la Masonería se comporta igual y desde un principio lo vemos reflejado en ciclos como los de los equinoccios y los solsticios, en viajes que purifican, en mediodías y medianoches en Logia, en intersticios, en pasos que avanzan hacia un Oriente que parece inalcanzable, sin detenemos mucho a pensar en él como un instrumento iniciático, o como una piedra más de nuestra experiencia constructiva.
                    
Cada vez que cruzamos el pórtico de una Logia algo mágico parece suceder. El tiempo real se detiene, y allí dentro las horas parecen no importar, porque las preocupaciones del mundo exterior quedan suspendidas, y nos sumergimos en un espacio / tiempo en donde lo efímero se cruza con lo perdurable.
                           
En esos momentos, el tiempo deja de ser una línea recta y se convierte en una nueva dimensión que nos conecta con todos los que estuvieron antes y con aquellos que vendrán después. Los rituales no solo nos enseñan símbolos. También nos enseñan a movernos en un tiempo diferente, en un tiempo que nos pide estar presentes, reflexionar y construir en el momento exacto en que nos encontramos, sin desentendernos de aquel que es real, con el que convivimos fuera de los muros de la Logia, en el día a día, en donde las verdaderas batallas se libran.
                               
Es fácil quedarse atrapado en el simbolismo, en los debates sobre la tradición y en las discusiones sobre los rituales. Pero la realidad es que el tiempo no espera. Cada segundo es una oportunidad perdida o una piedra colocada.
                                  
He visto a Hermanos y Hermanas más preocupados por los detalles técnicos de un ritual o por un parágrafo de un reglamento, que por los efectos de sus acciones, sus palabras y sus silencios en el tiempo. El lapso que dedicamos a reflexionar, a ayudar a otros, a aprender, es tiempo que invertimos en la construcción de algo mayor que nosotros mismos. A la manera del levantamiento de las catedrales medievales que sobrepasaba la vida del constructor.
                              
Pero también hay un tiempo que desperdiciamos. El que pasamos preocupándonos por lo superficial, el que dejamos escapar por miedo a actuar o el que se pierde cuando olvidamos por qué, y para qué, nos hicimos Masones.
                            
Y también está el que nos llevan a perder aquellos disociadores que hacen que las Tenidas terminen girando alrededor de sus peleas, sus malentendidos, sus necesidades de tener siempre la razón o sus afanes de protagonismo, y que en vez de permitirnos enfocarnos en lo que queremos hacer, terminemos perdiendo tiempo en discutir cosas que no aportan nada. Ellos nos hacen perder algo que no recuperaremos, y nos distraen, por el camino de las tensiones, de ser conscientes de que cada segundo perdido en vanidades, propias o ajenas, es un ladrillo menos en la construcción o uno defectuoso que la malogra.
                               
Me inquieta nuestra relación con el futuro. En la Masonería, tendemos a mirar mucho hacia el pasado. Respetamos las tradiciones, honramos a quienes nos precedieron, estudiamos los textos de grandes pensadores. pero construimos hacia el futuro. Pienso en las generaciones que vendrán, en las épocas que vivirán, en los problemas que heredarán y en las preguntas que les tocará responder.
                                     
Si algo me ha enseñado la vida y la Masonería, es que cada etapa, dentro y fuera de la Orden, tiene su propio ritmo y sus propias lecciones. A veces se quiere correr, saltar de Grado en Grado, como si eso fuera la medida de nuestro progreso. Pero lo cierto es que la Iniciación no ocurre en un momento puntual. Es un proceso continuo, un fluir, un aprendizaje que no termina.
                               
El tiempo, como el maestro que es, nos enseña a ser pacientes, a aceptar que no podemos controlarlo todo, pero también nos recuerda que cada instante cuenta, que esos instantes están hechos de instantes más pequeños y que tiene el poder de cambiarnos y marcarnos con las huellas de su paso. Con el transcurrir del tiempo aprendemos que no nos pertenece, pero que lo que hacemos con él le concierne a un reloj interno, a un ritmo que marca el pulso de nuestra vida y nos recuerda que no somos eternos.
                            
La Masonería parece decirnos “Memento Mori” (recuerda que morirás) desde el primer día en el Cuarto de Reflexiones para recordarnos lo efímero de la vida e impulsarnos a hacer que cada acción importe, y a construir algo que perdure más allá de nosotros.
                       
Al final del día, quizás una de los desvelos más importantes de la Orden puede que esté relacionado con la manera en que aprendemos a vivir plenamente en el tiempo, y con lo que hacemos con el que nos ha tocado en el impredecible marco de la no permanencia de lo que conocemos.
                             
                       

 

1 comentario:

ANA MARIA dijo...

Siempre es gratificante leer vuestros excelentes trazados que nos hacen recordar a nuestra iniciación y reflexionar. En el Cuarto de Reflexiones existe el reloj de arena que indica que el paso en esta vida es corto y que debemos aprovechar al maximo nuestra estancia en este plano buscando y cultivando riquezas eternas y no temporales. Y nos presenta la osamenta con el mensaje como "Tu Eres Yo Fui. Como Yo Soy Tu serás" Tremenda enseñanza. "El que tiene ojos para ver. Que vea. Y El que tiene Oidos para oir que oiga".
El simbolismo en la Masonería es muy importante nos ayuda a comprender las cosas. Otra declas enseñanzas drl Cuarto de Reflexiones. Hay que morir para renacer.
Morir a los vicios y renacer en la Virtud.
Un T.A.F.