Por
Iván Herrera Michel
Entre
los correos que suelen motivar mis publicaciones, hace un par de días he
recibido una extensa carta de un Masón mexicano muy bravo en la que, palabras
más palabras menos, me recrimina que le “haga
propaganda” a la Masonería femenina, ya que este fenómeno, en su concepto,
corresponde a una desviación de los tiempos modernos que “degrada a la Orden”, “atenta
contra la pureza del Rito Escocés Antiguo
y Aceptado”, y “muy fraternalmente”
me “invita a rectificar la conducta”.
Palabras
duras, que no puedo ni quiero pasar por alto, ya que fortalecen una posición
que he encontrado en varias partes de nuestro planeta Masónico. A veces acompañada de un puñetazo en la mesa.
Y
es curioso que me corresponda aclarar tanto estos puntos y conceptos, puesto
que en varios escenarios internacionales me he referido, con datos verificables
en la mano, a que es nuestra Latinoamérica y no Europa, la pionera de las
grandes decisiones que distinguen al mundo liberal y adogmático de la
Masonería.
Por
ejemplo: En el tema del GADU una Gran Logia mexicana se le adelanto 12 años al
Gran Oriente de Francia, y en el de la mixticidad otra Gran Logia Mexicana se
le adelantó 70 años a la OMMI “El Derecho
Humano”. Es decir, en el mismo país
de nuestro “fraternal” remitente.
No
voy a referirme ahora a los rituales (Liturgias) de los 33 Grados del REAA,
porque es
bien sabido que no hay uniformidad al respecto, y en algunos
encontramos frases y párrafos completamente distintos a los que se practican en
otras Jurisdicciones. Igualmente, hay diferencias en la denominación de los Grados
y los cargos, así como en la forma de elección y/o nombramiento de las
dignidades. Lo cual constituye una pluralidad que debe tener en cuenta quien
en la era de la información desee sentar magisterio y cátedra Masónica, reclamando universalidad para una costumbre local.
En
realidad, la únicas bases normativas comunes a todas las vertientes escocistas
son las Grandes Constituciones de 1762 y 1786, y la “Nova Instituta Secreta et Fundamenta”, atribuidas al Rey Federico
II de Prusia, con las reformas que les fueron introducidas en Lausana, Suiza,
en 1875. Aunque, en honor a la verdad,
las reformas de Lausana no son de obediencia universal.
El
punto principal en estos documentos, para los fines de este escrito, es que ninguno de ellos prohíbe ni las
Logias femeninas, ni las Grandes Logias Femeninas ni los Supremos Consejos
femeninos.
Ante
esta ausencia de prohibición, suelen referirse los que no están de acuerdo con
la presencia de la mujer en la Orden, a que es la “Tradición” del REAA la responsable de la exclusión.
Tampoco
veo las cosas tan claras como dicen por ese lado, puesto que fundado el REAA en 1801, a los tres años, en 1804,
ya lo estaba practicando la Logia mixta San Alejandro de Escocia, a la que se
vinculó Simón Bolívar en 1805.
O
sea, que tampoco estamos en presencia de una de esas modas modernas a las que
tanto se refieren algunos Queridos Hermanos.
La mixticidad es un hecho comprobado en el REAA que tiene casi su misma
antigüedad. Y hablando de México, sus
méritos no se reducen únicamente a los que hemos mencionado.
He
aprendido de mi Querida Hermana y buena amiga Margarita García Tablada, estudiosa
como la que más y una estupenda representante de la Masonería femenina de México, a quien tuve el honor de visitar y conocer en
el año 2009 cuando ella ocupaba el cargo de Presidenta de la Gran Comisión de Relaciones
Exteriores e Interiores de su Obediencia, en el Distrito Federal, que “la Masonería femenina aparece en México en
1883 con la fundación de la Logia Masónica Femenina “La Media Luz” en San
Cristóbal de las Casas, Chiapas, convirtiéndose esta en la primera Logia
femenina del país, y según se tiene conocimiento del mundo, bajo la práctica
del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Entre 1888 y 1891 se fundaron dos Logias
(femeninas) en el Distrito Federal, una en Tamaulipas y otra en San Luis Potosí. La primera
Gran Logia Femenina mexicana fue creada entre los años 1930 y 1935 llamada Gran
Logia “Emancipación Dogmática Femenina”, con sede en el D. F., trabajaba con el
Rito Escocés Antiguo y Aceptado, desapareciendo a principios de la década de
los 60´s, fue la precursora en 1956 de la participación de las mujeres en la
Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad.” (“Impacto de la
Masonería Femenina en la Sociedad Actual”. Ponencia presentada en FAMAF. 2013)
Es
decir, que una vez más México se adelantó por 20 años a la creación de la Gran
Logia Femenina de Francia, en 1952, que suele citarse erróneamente como la
primera femenina del mundo.
Por
lo tanto, yo invitaría a mi Querido Hermano remitente, de la forma más
fraternal, a que sin perder el gusto por la particularidad masculina de su preferencia, no sea tan hostil con las otras formas de practicar
y concebir la Masonería, y en especial con las relacionadas con el REAA, al que se refiere con mucho interés.
La
Masonería necesita pasar esa página absurda de divisiones internas, que tantos males le
han traído.