Me
escriben algunos Masones preguntando por el supuesto racismo de Albert Pike que
ha inundado las redes sociales a partir del viernes 19 de junio de 2020, en que
fue derribada e incendiada su estatua de bronce de 11 pies de alto en la
Judiciary Square de Washington D. C., en los Estados Unidos de América, mientras aplaudían unas 100
personas, en el marco de las protestas antisupremasistas que siguieron a la
muerte del afroamericano George Floyd por acción de un policía blanco en
Minneapolis, Minnesota.
Antes
de esa fecha, ya habían publicados comunicados conjuntos las Grandes Logias estatales
de blancos y Prince Hall de Missouri, Nueva York, Carolina del Norte, Oklahoma,
Illinois y del Distrito de Columbia, llamando a la calma y a la superación del
racismo.
Lo
primero que debo decir, es que no estoy de acuerdo con que hayan tumbado la
estatua para destruirla, porque se trata de una pieza significativa correspondiente
a uno de los protagonistas de la historia de los Estados Unidos de América cuya
vida forma parte de su identidad, y que ha estado expuesta en una plaza pública
durante más de un siglo. Si se iba a retirar, debió ser trasladada a un museo
para la reconstrucción y legitimación de la memoria colectiva de la nación.
Pero
lo cierto es que el monumento ha estado siempre bajo controversia y
reiteradamente los movimientos de Derechos Civiles en USA han solicitado
pacíficamente su retiro por las acusaciones que se le hacen a Pike de haber
escrito los rituales del Ku Klux Klan y de haber participado en sus actividades
con posterioridad a la Guerra Civil. Se aduce además que es el único monumento
en la capital de los Estados Unidos de América que honra la memoria de un
General confederado esclavista.
La
escultura es obra del artista italiano Gaetano Trentanove y fue encargada,
pagada y erigida en 1901 por el Supremo Consejo del Grado 33° del REAA para la
Jurisdicción Sur de los Estados Unidos de América para conmemorar su propio
centenario y honrar a quien fuera su Soberano Gran Comendador durante 32 años
continuos. Poco después fue donada a la ciudad y hoy es una propiedad federal
administrada por el Servicio de Parques Nacionales de quien dependerá su
próximo destino.
Como
era de esperarse, el Supremo Consejo donante se pronunció en contra de que la hayan
echado a tierra y mancillado, a través de un comunicado firmado por su Soberano
Gran Comendador, James D. Cole, y declaraciones a la prensa de Arturo de Hoyos,
director del Departamento de Educación y Patrimonio.
Monumento a Albert Pike con el estandarte del Supremo Consejo del Grado 33° del REAA para la Jurisdicción del Sur de USA |
También
hay que precisar que la figura de Albert Pike no posee la misma importancia en toda
la Masonería estadounidense. En los quince Estados del Supremo Consejo del
Grado 33° del REAA para la Jurisdicción del Norte de los Estados Unidos de
América no se enseña como referente ni el autor ni su voluminosa obra, ni se
practican sus rituales, ni se estudian sus trabajos (a menos que sea de manera
personal e independiente). Entre los de la Jurisdicción del Norte, Pike solo
aparece en una lista de escritores del siglo XIX que optaron por creer que la
masonería tenía orígenes mucho más místicos y esotéricos de los que tenía. Esto
ha causado que entre ambas Jurisdicciones haya muy poco en común
ritualísticamente, y que la denominación de algunos de sus Grados no sea la
misma.
En
Europa y en África tampoco se tiene a Pike como referencia para la doctrina, la
tradición y la puesta en escena del REAA, y en Hispanoamérica solo hasta hace
un par de años se puede obtener en castellano su libro “Moral y Dogma”.
Es
decir, que el accionar y el pensamiento Masónico de Albert Pike solo representa
al Supremo Consejo del Grado 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de la
Masonería para la Jurisdicción del Sur de USA. Aunque, hay que reconocer que es
un tópico sobre el que ya ha comenzado a verse alguna autocrítica entre sus
miembros.
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