Por: Iván Herrera Michel
Se enfrenta hoy la Masonería, al igual que toda asociación moderna, a un cambio de época en donde se impone la reflexión sobre el rol, los conocimientos y las sensibilidades básicas de las que debe estar dotado un Masón para oficiar de interlocutor idóneo en la sociedad contemporánea. Lo grave del problema, es que no parece haber claridad general acerca de la clave para avanzar en la encrucijada y un giro hacia adentro siempre es un camino fácil y atractivo para distraernos en la evocación de todo aquello que constituyó la faz luminosa de la Orden.
Actualmente, se puede observar en África, Europa y las Américas una clara tendencia de la Orden hacia el fortalecimiento de confederaciones regionales de Grandes Logias que se han ido alejando del Masonismo inglés, en donde las soluciones a las coyunturas sociopolíticas locales se extrapolan a naciones, tradiciones y etnias muy diferentes.
En este orden de ideas, es fácil prever que el siguiente paso que verá el mundo Masónico será la creación de una liga de confederaciones subregionales, en el que cabrán diferentes formas de entender la Masonería, y el formato que se está adoptando para estas tendencias liberales parece incluir un análisis puntual de un tema de actualidad, en la consideración de que los problemas fundamentales de la humanidad no deben ser tratados como individuales y locales sino bajo la óptica de su interdependencia con los problemas colectivos y universales.
Vemos entonces, como en el estado civilizacional actual, en el que la cultura occidental parece haberse mundializado, el método Masónico - como cualquiera otra expresión de la civilización occidental1 - sólo se percibe pertinente cuando es capaz de contextualizar su mensaje.
Un punto importante de partida, para abordar el tema de la educación de un Masón es el reconocimiento del hecho incontrovertible de que el método Masónico de aproximación al conocimiento ético, científico y sociológico sigue manteniendo validez. La libertad de pensamiento, la ética incluyente y el respeto por la diversidad de las concepciones y las posturas ajenas es un requisito mínimo de socialización en un mundo globalizado que, contando con un crecimiento poblacional desbordado y procesos migratorios dinámicos, juntan modelos culturales diversos en unas mismas metrópolis.
En desarrollo de lo anterior, más que grandes reformas internas lo que las Grandes Logias quedadas en el tiempo requieren es un cambio de actitud frente al trabajo individual y social Masónico, para dar paso a nuevas visiones y modelos educativos capaces de generar un pensamiento universalista pertinente y creativo, así como valores y actitudes fácilmente reconocibles. Como dice René Hubert en su “Historia de la Pedagogía”: “El problema de la educación es el problema del destino del hombre”.
Es natural que el contar con un pensamiento libre y con unas buenas costumbres, como atributo de la personalidad, sea el distintivo de las personas que ingresen a la Masonería. Más, aunque este sello del carácter debe acompañar la permanencia en las Logias, no debe ser tomado, en sí mismo, como un objetivo general de la Orden. Es tan solo, la necesaria plataforma ética e ideológica sobre la que habrá de levantarse el edificio de la construcción personal y grupal.
Cualquiera que sea la ocupación del nuevo Masón – abogado, arquitecto, pintor, comerciante, médico, músico, pastor cristiano, ingeniero, filósofo, rentista, astronauta, contador, militar, industrial, piloto, cura, periodista, etc. –, en el Taller Masónico debe tener la posibilidad de acrecentar su formación personal y académica con otra adicional de corte humanista que permita potenciar la propagación de aptitudes útiles en la conformación de una sociedad más justa e igualitaria. Este es el núcleo fundamental del asunto.
No es fácil diseñar un programa de instrucción en la Masonería. Entre sus miembros existen desniveles en su formación así como diferencias culturales originadas en las diversas procedencias geográficas de cada uno de ellos. Así como distintas motivaciones para pertenecer a la Orden.
Algunos Masones son estudiosos de los textos básicos y continuamente encuentran nuevos contenidos en su redacción, otros son imprescindibles para la buena marcha del componente social del grupo, otros llegaron a la Orden buscando un camino esotérico, otros tienen una formación sicológica militar, otros quieren cambiar el mundo hacia una dirección más liberal, otros quieren conciliar su formación religiosa con los predicamentos Masónicos, otros consideran que la Orden es un grupo de opinión, otros que es un taller de pensamiento, a otros les parece divertido estar entre todos los anteriores, y así un largo etc.
Por su parte, cuenta la Masonería entre sus normas universales, en sus tres primeros Grados, con dos funcionarios expresamente señalados para servir de guía en la formación de los nuevos miembros, actuando de paso como una especie de tutores e intermediarios entre estos y las directivas de la Logia.
Para el éxito de esta relación “tutorial”, es ideal mantener una línea de comunicación abierta que permita la confianza de los neófitos y la detección oportuna de problemas en su formación Masónica. Siempre en un clima de absoluto respeto intelectual y de amplia tolerancia cuando se presenten novedosas interpretaciones como resultado de la lectura del discurso Masónico a la luz de nuevos paradigmas del conocimiento científico y la reflexión filosófica. Al fin y al cabo, las respuestas institucionales de la Orden deben estar acordes con la satisfacción de la demanda humanista de la sociedad, como eslabones de una misma cadena progresista, y son precisamente estas nuevas lecturas las que sirven de combustible a la evolución del pensamiento.
De la misma manera, las ayudas audiovisuales y las consultas frecuentes a la Internet, deben ser exigidas a los Aprendices y Compañeros en la preparación y presentación de sus trabajos, así como también deben constituirse en herramientas frecuentes para los Maestros Masones en la configuración de una imagen no anacrónica de la Masonería y de sus miembros. Es bastante seguro que los nuevos Masones provengan de contextos académicos universitarios en donde la educación va de la mano con los avances de la tecnología, la Web sea reputada como la principal fuente de conocimientos, y el descalificarlas sea símbolo de atraso. Esta última desconfianza tiene sus orígenes esencialmente en el cambio de época a que nos venimos refiriendo.
Por último, podríamos proponer el siguiente programa mínimo de estructuración de un pensamiento Masónico humanista, dirigido a los nuevos Aprendices, Compañeros y Maestros, que cada quien, en la medida de su comprensión de la Masonería, puede corregir, ampliar o descartar, elaborado con un sesgo que buscar dotar a la persona que pasa por nuestras Logias de una formación que le permita ofrecer a sus interlocutores, sean Masones o no, una opinión universalista “marcada de Masonería” y pasar por la persona ilustrada que sería.
Grado de Aprendiz
a) Simbología del 1° Grado,
b) Etiqueta Masónica,
c) Historia de la Masonería,
d) Constitución y Estatutos de la Gran Logia y de la Logia, y
e) Clases de Ritos Masónicos y generalidades del que practica.
Grado de Compañero
a) Simbología del 2° Grado,
b) Historia del Conocimiento Científico,
c) Fundamentos de Sociología, e
d) Historia del Arte y la Literatura.
Grado de Maestro
a) Simbología del 3° Grado,
b) Libertad de pensamiento y de conciencia,
c) Desarrollo de la Filosofía universal,
d) Historia Universal, y
e) Principios de Economía Política.
Lo anterior sin perjuicio de que cada tema propuesto contiene a su vez una buena cantidad de subtemas específicos.
1 Casi todas las variantes de la Masonería actual nacen en el contexto de la edad Moderna Europea de finales del Siglo XVII, y se estructuraron a lo largo del XVII en el viejo continente, proyectándose a sus colonias desde finales de dieciocho y principios del XIX de la mano de la dirigencia colonialista y posteriormente de la burguesía local independentista. Permaneciendo aún focalizada, principalmente en los estados que hoy existen en esos mismos territorios.
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