Iván Herrera Michel
Primeramente, recordemos algunos rasgos de las dimensiones de la violencia actual en nuestro planeta. Es decir sobre la principal causa de muerte en nuestro planeta.
Cada año más de un millón seiscientas mil personas mueren por causas violentas en el mundo - de acuerdo a un informe de la Organización Mundial de la Salud presentado en Bruselas en octubre del año 2002-. 35 personas mueren cada hora como consecuencia de conflictos armados. Cada minuto una persona muere víctima de un ataque. En lo que respecta a las mujeres la mitad de las asesinadas son atacadas por su marido actual, uno anterior o un novio. En algunos países la cifra se eleva al 70%. Y como si fuera poco lo anterior, cada 40 segundo una persona se suicida. Es decir, que la violencia domestica o por conflictos armados no son asuntos privados de familias o de países aislados sino que ahora se encuentra implicada toda la humanidad. Esta anómala situación de violencia estructural y funcional se ha convertido en una patología humana con carácter de devastación planetaria. Es por ello que debemos buscar sus orígenes para hacer una propuesta viable y factible en función a nuestra formación y valores masónicos.
Lo primero que se observa es que la humanidad no es simétrica en sus preocupaciones acerca de cómo favorecer un proceso sostenido de paz para nuestro planeta. Un ejemplo actual nos lo puede ilustrar:
El año pasado el Centro de Investigaciones de Emari, en Estados Unidos, concluyó que la campaña preventiva contra el SIDA en ese país arrojó como resultados que no se infectaran un millón y medio de personas, ahorrándose en consecuencia US$11.000 millones en costos médicos y una importante disminución en dolor y sufrimiento. Mientras tanto, todos observamos con estupor la lucha de los africanos y brasileros, hace un par de años, contra las farmacéuticas internacionales, la Organización Mundial del Comercio y algunos gobiernos de Norteamérica y Europa, para brindar drogas a precios razonables a millones de infectados. África es un continente en donde más de 12 millones de niños han perdido a sus padres por el SIDA. Es decir, el equivalente a toda la población infantil del Reino Unido. Este continente posee el 80% de los niños seropositivos del mundo y en varios de sus países las ciudades se están convirtiendo en pueblos fantasmas y sus economías colapsando. Hace poco un estudio liderado por el Francés Pierre Bourdieu, uno de los investigadores sociales más importante de la actualidad, determino que hay una relación real entre pobreza y SIDA.
De acuerdo con la ONU, tan solo US$3.000 millones haría posible una guerra real contra el SIDA en África - la mitad para prevención y la mitad para asistencia básica – una suma modesta frente a los US$52.000 millones que Estados Unidos gasta cada año en combatir la obesidad de sus ciudadanos y la misma cantidad del aporte militar anual de Estados Unidos a Israel.
Y aquí hay otro ejemplo de cómo se genera la violencia de los conflictos armados, gracias al doble estándar internacional. Israel convenció al mundo, por lo menos eso parece, que está librando una guerra de autodefensa y que su propia existencia está amenazada. Como si los Palestinos tuvieran un ejercito tan poderoso como el suyo y como si estuvieran asediadas y en peligro las ciudades israelíes. Todos los gobiernos occidentales actúan como si ignoraran que los Palestinos ni siquiera tienen fuerzas armadas, y como si no supieran que la esencia del conflicto radica en el despojo desde hace cinco décadas del 78% del territorio Palestino y la ocupación militar y sangrienta del otra 22%, así como del aniquilamiento de sus derechos humanos y culturales, de su economía, el alejamiento de la inversión extranjera, y la destrucción de su infraestructura nacional, como primer paso para la limpieza étnica de su territorio. Y, al amparo de la mudez internacional frente al desconocimiento de 37 Resoluciones de la ONU, 23 de ellas objetadas por los Estados Unidos, los invasores construyen un muro, mucho más oprobioso que el de Berlín, para encerrar a toda una nación. Lo más parecido que podemos encontrar hoy en día al genocidio perpetrado por los Nazis sobre los judíos hace seis décadas, es este genocidio actual de Israel sobre los Palestinos, planeado y ejecutado ante la mirada de los televidentes del mundo entero. Naturalmente, ante semejante agresión, Palestina sueña con que aparezca un nuevo Saladino que libere a Jerusalén de todos aquellos que fungen de Caballeros Cruzados, Templarios y Teutones.
Osama Bin Laden, de quien Reagan afirmó que era “El equivalente moral de los Padres Fundadores de América", por haber ayudado a expulsar a los Soviéticos de Afganistán, decide un día que Estados Unidos debe irse también. Entonces, se convierte en el enemigo público número uno del mundo y, a nombre de esa amenaza, algunos países occidentales con grandes recursos de poder organizan y ejecutan la primera parodia de Cruzada del tercer milenio cristiano. Y arrasan a los afganos, que a estas alturas, deben estar deseando que vuelvan los Talibanes y los rusos.
Los Estados Unidos, considerando que es su deber defender sus intereses económicos en el resto del mundo financian guerras internas en Indonesia, Camboya, Chipre, Filipinas, África del Sur, Irán, Bangladesh y en varios países sudamericanos. De nuevo cientos de miles de muertos.
Cuando es elegido Presidente de Chile Salvador Allende, Kissinger declara “No tenemos por qué aceptar la irresponsabilidad de un pueblo", y organiza un derrocamiento que acabó en el asesinato de Allende, la implantación de una dictadura que arrojó decenas de miles de muertos y un exilio masivo de Chilenos.
El año pasado, la Comunidad Económica Europea aprueba una ayuda de dos dólares y medio diario para cada vaca de su territorio, al mismo tiempo que la FAO anunciaba en Roma que 800 millones de seres humanos se habían acostado con hambre ese día y que 1.300 millones sobrevivían con menos de un dólar diario.
Los narcotraficantes impulsan un comercio global de drogas – producidas en el tercer mundo y vendidas en el primero - que representa el 8 por ciento del comercio mundial, y el Producto Criminal Bruto, incluida la prospera venta ilegal de armas, alcanza el 15 por ciento del mismo, del cual, el 50 por ciento debe ser blanqueado antes de reintegrarse a la economía legal. El total de dinero lavado proveniente de la droga es comparable a la suma de todas las inversiones realizadas en los países emergentes. Esos dineros se encuentran cómodamente depositados, y muy seguros, en los Paraísos Fiscales de la Isla de Man, Las Bahamas, Liechtenstein, Suiza, Luxemburgo, Mónaco, Gibraltar, Holanda e Islas Caimán.
Para comprender un poco los alcances en metálico del doble estándar moral del sistema financiero internacional y de estos Paraísos Fiscales, y la ética empresarial de los gobiernos que los sostienen, podemos citar como ejemplo el más cercano. Y también, el menor. Aquí cerca, en medio de este hermoso mar Caribe que nos rodea, se encuentran las pequeñas Islas Caimán, las cuales, aunque solo cuentan con 35 mil habitantes, poseen 20 mil sociedades inscritas y 507 bancos extranjeros- de los cuales solamente 106 se encuentran físicamente presentes -. Allí se gestiona casi el doble del presupuesto nacional de Francia.
Cuesta trabajo imaginar, cual debe ser el monto total del dinero, de propiedad de dictadores, políticos corruptos, criminales y mafias, del mundo entero, que se encuentra depositado en los Paraísos Fiscales de los países Europeos, del que se deriva, en buena medida, la solidez de la economía de sus habitantes, la buena salud del Euro, y su disponibilidad de activos monetarios, mientras que los ilícitos que lo generan mantienen sumergida en la pobreza, el hambre, las enfermedades y la desnutrición a la mayor parte de la humanidad. Lógicamente, está muy lejos el día en que se prohíba el secreto bancario del que se sostienen las economías de estos países, se ordene la repatriación de los capitales robados a los estados pobres o se incluya dentro de los crímenes contra la humanidad el ocultamiento internacional de los frutos económicos del narcotráfico, la corrupción y la venta ilegal de armas, que se alienta, se fomenta y crece al amparo de esta eficiente complicidad financiera del primer mundo.
Podríamos seguir citando casos para ilustrar como de alguna medida la violencia hoy en día se encuentra contestando una agresión económica, cultural y social. Es decir, para ilustrar como es muy humano, aunque no justificable, que después de 9 siglos de ensañamiento de occidente contra el medio oriente, un musulmán antes de disparar al Papa Juan Pablo II, le escriba a su madre contándole con orgullo que “va a matar al jefe de los Cruzados”, o que luego de bombardeos norteamericanos contra Tokio, Dresde, Hiroshima, las aldeas de Corea, Hanoi, Beirut, Panamá, Trípoli, Kabul, Bagdad, Belgrado, etc., le llegara el turno del horror también a Nueva York y Washington.
Hoy, la gran mayoría de los gobiernos están alineados en esta suerte de locura colectiva y seguramente lo están por que no tienen, o no quieren tener, otra alternativa. Y tampoco son responsables, ya que este estado de dependencia es fruto de una dinámica alienante que nos viene desde que Europa buscó nuevas riquezas y posesiones fuera de sus fronteras[1]. Primero, durante los Siglos X y XI la llamada cristiandad occidental se dirigió hacia el medio oriente, y luego, a comienzos del siglo XIV, hacia África, Asia y las Américas. No fue la belleza de las artes, ni la majestuosidad de la arquitectura Europea, lo que se impusieron en el mundo desde entonces, ni su literatura excelsa, ni sus dramas magníficos, ni sus hermosas comedias, ni la fuerza de sus dramas, ni las candencias de sus idiomas, ni lo sublime de su pintura, ni lo extraordinario de su escultura. Muy por el contrario, fue la superioridad de sus armas, la astucia de sus conquistadores, la enormidad de su codicia, la magnitud de su corrupción, la gravedad de sus traiciones, y la amplitud de su racismo, lo que creo el mundo estamental de hoy. Lo perverso de la historia radica en que todavía, basados en la capacidad de disuasión de su impresionante armamento se apropian del pan de la mesa de los pobres.
¿Cómo explicar, si no, el trato usurero que se da a los créditos dirigidos a los países pobres, y las condiciones a que son sometidos estos, por parte del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, en donde tan solo 7 naciones de las 182 que los conforman deciden a quien, cuando y cuanto prestar? ¿Cómo explicar la pobreza extrema que producen sus exigencias?. Casi terminan de quebrar a los países del sureste asiático en 1997, no se conduelen del sufrimiento de África y Latinoamérica, y tienen en la bancarrota a la Argentina.
¿Cómo explicar que el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Africano de Desarrollo hayan caído en manos de estos mismos Sietes países más poderosos del mundo, todos extraregionales, y que no brinden posibilidades de desarrollo sino a quienes en el complejo ajedrez geopolítico les obedece?
¿Cómo hacer para que las economías más poderosas del mundo no limiten la capacidad real de la ONU, o de la Organización de Estados Americanos, asfixiándolas financieramente a fin de transformarlas en instrumentos dóciles?
¿Cómo esperar que no haya una reacción violenta en un mundo que interactúa en estas condiciones violentas? Y en lo que nos atañe: ¿Cómo podemos ayudar los Masones desde la perspectiva de una educación progresista, de vocación social y características planetarias, acorde con nuestros sistemas de valores?
Nosotros, al filo de lo imposible, tenemos una propuesta para una paz global, justa y equilibrada: Eduquemos a los más ricos y poderosos. Es decir, eduquemos a los norteamericanos, a los Británicos, a los Alemanes, a los Franceses, a los Japoneses, a los Canadienses y a los Italianos, que conforman el llamado Grupo de los Siete, puesto que ellos son los que toman las decisiones importantes de las que depende la disminución del hambre, las enfermedades, la drogadicción, el narcotráfico, las exclusiones, la estabilidad del planeta, la ignorancia, los odios, el racismo, y un largo etcétera de iniquidades y malestares sociales.
Proponemos que nos concentremos en este Grupo de los Siete, ya que en él se fijan las reglas y el contenido del "nuevo orden" mundial, se legitima la existencia de los bloques económicos y se impone la orientación de la globalización; por que todo parece indicar, en este escenario, que la comunidad internacional depende del predominio económico, político, financiero, tecnológico y militar de Estados Unidos, la Comunidad Europea y el Japón. Esta singular influencia incluye tanto a los paradigmas, como a las formas de organización social, la política, la democracia y la definición del Estado en los marcos de los procesos de acumulación del capital, y en el ordenamiento de sus relaciones exteriores.
El Grupo de los Siete representa más del 50% de la producción mundial, el 64% de las exportaciones y el 55% de las importaciones globales. Estados Unidos con un presupuesto para sus fuerzas armadas que se eleva, para el año 2003, a 542.000 millones de dólares, mantiene el predominio militar y el liderazgo político e ideológico – con esta suma se abastecerían todas las necesidades en educación, salud e infraestructura vial del África Subsahariana -, su PNB equivale al 75% de la producción total mundial y más del 40% del total de la producción del Grupo de los Siete. Posee más del 60% de la Producción Mundial de Alimentos, controla la producción y el mercado de energéticos y mantiene desarrollos de punta en biotecnología, computación, sistemas de información, tecnología militar y espacial. Su deuda externa es en su propia moneda y sólo representa el 10% de su Producto Nacional y la mayoría de los países industrializados, incluso Japón, producen fundamentalmente para el mercado estadounidense.
Con estos datos no es de extrañar la preeminencia de Estados Unidos en el Grupo de los Siete, en la que se fijan y condicionan las nuevas relaciones Norte – Sur, la nueva Bipolaridad sin mediaciones entre el primer mundo y el segundo mundo bajo el liderazgo estadounidense, y se genera la consecuente marginalidad y falta de oportunidades del tercer mundo.
La aplicación de las políticas de estos países poderosos se instrumentan y ejercen a través de las empresas transnacionales, de los lobies internacionales, de los grandes bancos privados, y de los principales medios de comunicación mundial. La normatividad macroeconómica la ejercen utilizando a las instituciones y organismos internacionales, tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, la Organización de Países para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la Comisión Europea, el Club de París y la Organización de las Naciones Unidas. Y en el ámbito latinoamericano, la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo. Lo curioso del caso, es que existe una relación directa entre neoliberalismo y cárceles: a mayor política neoliberal en un país, mayor población carcelaria.
Para imponer sus condiciones el G - 7 cuenta, junto al poder económico, político, tecnológico y financiero, con la fuerza militar suficiente para determinar la nueva correlación de fuerzas necesarias para la construcción del "nuevo orden" y no poseen escrúpulos en su carrera armamentista. Estados Unidos, por ejemplo, que posee el mayor arsenal mundial de armas de destrucción masiva, se opuso hace dos años a la adopción de un Protocolo de Convenio sobre Armas Biológicas, y está bloqueando cualquier avance en foros como el del Tratado de no Proliferación Nuclear y el Convenio de Armas Químicas. Pero, eso sí, los Siete son muy celosos cuando alguno otro de los 200 países que existen en el planeta quiere tener una pequeña parte de las armas químicas, nucleares o biológicas de destrucción masiva que ellos mismos poseen en abundancia.
Si queremos educar para que reine la democracia, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la laicidad, la universalidad del hombre, el respeto mutuo, y la tolerancia - cuyas ausencias conducen a altos niveles de violencia - debemos primero crear un contexto en que estos valores sean fácilmente asimilables, y en el que no exista el peligro de que su introducción se convierta en nuevos caballos de Troya que vehiculicen renovadas forma de colonialismo por parte de quienes poseen la mayor responsabilidad en la construcción de los indicadores sociales.
Una educación desde el sistema de valores Masónicos debe aplicarse a sensibilizar a los pueblos poderosos para que elijan dirigentes que sean conscientes de que los sistemas espirituales asiáticos[2], y las tradiciones amerindias, australianas, africanas, polinésicas, etc., son diferentes, pero no inferiores, al pragmatismo anglosajón y a la ética económica Calvinista; que no posean propensión a la violencia económica, y que no supongan su superioridad moral o cultural sobre otros; que no entiendan que sus intereses en el extranjero están representados por la posesión de los recursos naturales de otros pueblos; que se den cuenta que sus injustas presiones económicas causan severas perturbaciones sociales además de la ruptura de los instrumentos de gobierno; que no sean insensibles al dolor que ocasionan. Que conciban las relaciones internacionales, en un marco abierto y cooperativo; que desechen la fuerza, los ataques preventivos y los aislamientos económicos, contra los pueblos localizados más allá de sus fronteras postmodernas.
En fin, que no se mitifiquen a sí mismos, y que comprendan que la violencia y la inseguridad, como el bumerang, siempre vuelve a quien lo lanza.
Muchas Gracias.
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[1] : La mayor parte de historiadores medievalistas de reconocida idoneidad como Jacques Le Goff y Jean Delemeau, afirman que el siglo XIV es una fecha épocal, es decir se inicia un tiempo de crisis permanente en la que comienza el proceso de disolución de la Cristiandad, se inicia el humanismo italiano (Petrarca, etc.), se empieza el proceso de constitución de los estado-naciones europeos, etc. Desde un cierto punto de vista, se afirma que las cruzadas no eran propiamente invasiones militares con fines geoestratégicos sino mas bien una modalidad de expresión sacerdotal y guerrera a fin de cumplir una función espiritual de carácter providencial, la cual permitió que se refrescara la Cristiandad (esta función fue asumida por organizaciones iniciáticas y esotéricas que actuaban bajo la cubierta de ordenes guerreras de carácter religioso: los Templarios, los Caballeros Teutones, etc.).
[2] : . Es importante señalar que no se trata de “sistema filosóficos” tal como estos son entendidos por la filosofía occidental moderna (racionalismo, existencialismo, pragmatismo, etc.) se trata mas bien de tradiciones espirituales (hinduismo, taoísmo, etc.), que presentan ciertas adaptaciones sapienciales a fin de exponer “puntos de vista particulares” sobre un aspecto de la doctrina tradicional.
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